viernes, 30 de agosto de 2019


Muros sin Fronteras

'Ecocidio' y negocio en la Amazonia

Publicada el 29/08/2019

Brasil está gobernado por un tipo peligroso e irresponsable: Jair Bolsonaro. Ya sé que lo han elegido en las urnas. No deja de ser un acto mecánico, de valor democrático indudable, que no incluye el derecho de pernada universal. A Hitler también lo votaron en Alemania, y no dejó de ser un psicópata por llegar al poder a través de unas elecciones, como después demostraría con creces. Con esto no trato de comparar los dos personajes, al menos todavía, solo decir que cualquier tipo de legitimidad no cura a los personajes que vienen averiados.

Más allá de si la destitución, juicio y encarcelamiento de Luiz Inácio Lula da Silva fue legal o un montaje, Bolsonaro reúne varias características, muy de moda estos días en la política: xenófobo, machista, homófobo y negacionista, no del Holocausto, que igual también, sino del cambio climático. Ve a la Amazonia (sin acento como nos recuerda Arturo Pérez Reverte) como una oportunidad de negocio, y no como la reserva medioambiental del planeta.
Estaría Brasil en su derecho de reclamar un aumento en las ayudas, que ya recibe, para cuidar el llamado pulmón de la tierra, pero que lo cuide. Lo contrario debería ser un crimen contra la humanidad, un ecocidio, perseguible en todo el mundo. No es una broma, ni un asunto nacional, nos jugamos el futuro del planeta y de la especie supuestamente inteligente que la habita.

Escribir o decir "el pulmón de la Tierra" puede generar una impresión equivocada. No es que respire sino que sus 6,7 millones de kilómetros cuadrados (es decir 13,4 veces el tamaño de España) regulan el ciclo hidrológico de la propia Amazonia, de Brasil y de las zonas andinas de Latinoamérica. También es el responsable del equilibro de la atmósfera del planeta al absorber carbono y producir oxígeno.
En periodismo, incluso en el de alta calidad, existen contradicciones, y hasta la BBC se desdice en este documental sobre el uso correcto o no de la palabra "pulmón".
Es cierto que los incendios son recurrentes durante la llamada estación seca (julio-octubre) y que se producen en muchos casos por causas naturales (rayos), pero es falso que los de este verano estén dentro de los límites de normalidad. Se trata de los más intensos en una década. En los ocho meses que llevamos de año se han producido más de 75.000 incendios, un número que duplica los de 2013. El año pasado fueron 40.000.
 
No están mejor las cosas en Bolivia, donde se han quemado más de 400.000 hectáreas tras 17 días de incendios continuados. La actuación del gobierno de Evo Morales, en las antípodas ideológicas del de Bolsonaro, ha sido igual de irresponsable. Primero, minimizó su gravedad; después, al rechazó las ayudas internacionales, que ahora acepta. Según Miguel Crespo, jefe de la ONG Probioma, llevará 200 años recuperar el bosque dañado. Morales ya se ha hecho fotos con una manguera entre la humareda. ¿Motivo? En dos meses hay elecciones en su país.
A las causas naturales se une la mano del hombre, como sucede en España, que en Brasil es una mano larga e impune. Se sabe de la existencia de numerosos fuegos provocados y de la cooperación de la Fuerza Nacional que no acudió a las diferentes llamadas de socorro para sofocar los incendios.

En Brasil, como en otros países del continente, sobre todo Centroamérica, ser defensor de los derechos medioambientales es una actividad de alto riesgo. Veinte asesinados en Brasil, más de cien todo el mundo en 2019.

(Electoralmente conmocionado por el grave incendio de Gran Canaria, Pablo Casado pidió la cadena perpetua revisable para los pirómanos. Se le ha olvidado que en 2015 su partido, el PP, aprobó una ley de Montes que anulaba la anterior de 2003 que prohibía construir sobre lo quemado en un plazo de 30 años)

Si desean informarse en profundidad sobre lo que está pasando, les recomiendo el enlace de la BBC titulado The Amazon in Brasil is on fire, who bad is it? En él tienen mapas y cifras, y una advertencia importante: algunas de las imágenes que circulan por Twitter bajo el hashtag #PrayforAmazonia pertenecen a otros años, o a otros países. La manipulación es una forma de desinformación. También sirve para declarar que todo es un montaje, incluida la realidad.

Más allá de la cifra de incendios y de su extensión, lo más grave es que al frente del país que se halla en primera línea de defensa de la Amazonia se sienta un negacionista climático. Su visión y sus acciones de gobierno representan a los empresarios, que consideran que deben primar los intereses de Brasil (es decir, sus beneficios particulares) sobre cualquier otra consideración, sea humanitaria o medioambiental. Para Bolsonaro y sus aliados, las ONG son enemigos que dificultan el progreso. ¿De qué intereses estamos hablando? Industria maderera, ganaderos y agricultores, además de minería e intereses hidroeléctricos. ¿Hay empresas españolas implicadas?

¿Por qué es importante la Amazonia? Produce el 20% del oxígeno del planeta, es el hogar de 40.000 especies de plantas y de 6.000 animales diferentes. También es el hábitat de 400 grupos indígenas. Este otro enlace, también de BBC, explica por qué los incendios en la Amazonia no son comparables a los que suceden en las selvas tropicales africanas.

Si el actual presidente de Brasil es incapaz de preservar la Amazonia habría que buscar otras soluciones legales. Bolsonaro dice defender la soberanía de Brasil frente a un supuesto plan de internacionalizar la reserva de la región de los bosques tropicales, lo cual sería una excelente idea. Lo malo que es que es amigo de Donald Trump que sabe de cambio climático menos que el primo de Rajoy. Es solo una broma, sabe mucho. Sabe, por ejemplo que el beneficio está por encima de los derechos y de las personas.

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