El hurto de Cifuentes y los devaneos de Mazón
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Hubo una presidenta madrileña, Cristina Cifuentes, que aseguraba una y otra vez que no abandonaría su cargo por nada del mundo. Exhibía una titulación universitaria fraudulenta por la que pagaron penalmente quienes contribuyeron a fabricarla, siendo así que nuestra protagonista salió indemne del juicio. Este caso destapó una estructura corrupta de la universidad concernida y ponía en tela de juicio los meteóricos méritos académicos de Pablo Casado. Pero lo que acabó sacando a Cifuentes de su poltrona fue un hurto muy menor en unos grandes almacenes. Alguien respondía del vídeo en cuestión y decidió sacarlo cuando más le convino. Hasta entonces el presidente M. Rajoy y el partido que presidía defendieron con toda contundencia la honradez de Cifuentes.
Durante un año Feijóo y el partido que presume presidir han defendido a Carlos Mazón, por estar entregado a la reconstrucción de Valencia. Tuvo que darse un ceremonial donde las víctimas increparon al interfecto ante una panoplia de autoridades, para que por fin presentase su dimisión como presidente de la Generalitat, aunque conserve su aforamiento como diputado y los privilegios vitalicios del cargo que tanto ha desprestigiado. A Vox no le interesa que se convoquen elecciones, porque prefiere imponer sus doctrinas desde la oposición con un gobierno cautivo. Pero el Partido Popular debería habérselo pensado mejor. Las mentiras de Carlos Mazón le van a seguir desgastando y no solo en el ámbito autonómico.
Los devaneos de Mazón cubren todas las acepciones del término. Son un desatino que desconcierta, cubren un pasatiempo vano e incluso podrían querer encubrir un amorío pasajero. El culebrón va teniendo nuevas entregas y ahora los nuevos datos provienen de las filas propias. A nadie le hubiera importado lo que Mazón hiciese aquel día, si desde un principio hubiese reconocido su negligencia y explicado lo que le hizo no atender a la emergencia. Pero el rosario de versiones contradictorias y alucinantes desgranadas con el refrendo de sus huestes, han logrado indignar al entorno de las víctimas y a la ciudadanía en general. Porque son una tomadura de pelo y un insulto a la inteligencia.
Solo la meticulosa y ejemplar labor de una jueza está sacando a la luz lo que realmente pasó. La periodista que comió en El Ventorro aquel día parece haber pactado sus declaraciones con su comensal, buscándose un problema judicial que podría haber eludido limitándose a narrar los hechos. Cada vez parece más obvio lo que ambos aspiran a encubrir o al menos va imponiéndose una hipótesis bastante comprensible. A Mazón le puede salir muy caro haberse puesto un jersey en lugar de seguir con la chaqueta. Esto puede ser el equivalente funcional de la crema robada por Cifuentes.
Me consta que Juanjo Castro prepara con Andrés Vicente Gómez una película sobre la Dana, cuya protagonista principal será la jueza de Paiporta, pero lo cierto es que a este paso debería propiciar luego una serie televisiva. El título provisional será uno que ya se puso a una crónica sobre dicha tragedia: ‘Lágrimas de barro’. Según una fábula del ingenioso Esopo, el barro que Prometeo utilizó para formar al hombre no estaba mezclado con agua sino con lágrimas. Ojalá que pudiéramos extraer lecciones de tan pavoroso drama y por de pronto los políticos dejaran sus intereses partidistas en aras del bien común, diseñando nuevas estrategias urbanísticas las que tengan en cuenta la incidencia del cambio climático y los abusos inmobiliarios perpetrados en el pasado.
Las víctimas exigen que dimitan todos cuantos aplaudieron a Mazón el día del funeral y una mínima reparación exigiría la inmediata convocatoria de unas elecciones autonómicas, que midiera el apoyo del actual gobierno, desgastado por su apoyo a tantas mentiras. Cambiar al capitán por su contramaestre un año después no parece algo muy sustantivo, ni que sustancie las responsabilidades contraídas por una grave negligencia y el apoyo prestado a su máximo responsable, un mentiroso compulsivo incapaz de asumir sus responsabilidades.
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