lunes, 16 de marzo de 2020

La voz de Iñaki Gabilondo | 16/03/20 | Ya no se admiten más fallos

      


Errare humanum est .Convendría no olvidarlo. La prueba misma es la ciencia, el camino del conocimiento. El error es necesario  e imprescindible para alcanzar certezas y estas siempre se reservan lo relativo. Las perfecciones infalibles y los absolutos estaban bien para las oscuridades del medievo, pero una vez pasado el Rubicón de unos cuantos siglos y demostrada de sobra la escala imparable de la evolución, deberíamos ir descubriendo que la infalibilidad no es humana, sino un modo de deshumanizar el factor humano, como lo define Teilhard de Chardin. Es imprescindible el fallo y muy poco fiable como solución el acierto por decreto. El fallo es el 'pecado', que paradójicamente, se puede permitir cualquiera, pero por lo que se ve, nunca un gobernante ante una situación global en plan pollo sin cabeza en la que se desconoce todo de un enemigo mutante como lo es un virus. No presenta batalla, va a su bola, con unos es condescendiente, con otros va a saco. En un momento se infectan miles o no se infecta casi nadie, según qué zonas. Hay una realidad superevidente: por más medios que haya nada es completamente infalible. No deberíamos olvidarlo nunca, sobre todo porque, curiosamente, pretender un mundo 'perfecto' en un sistema lleno de agujeros, goteras, derribos y cloacas y trampantojos con sobresaltos naturales, como terremotos, tsunamis, ciclones, incendios bestiales,  y borrascas dantescas, que en un momento ponen todo patas arriba, es una barbaridad y una pretensión imposible. Pretender la ausencia de fallos, es una quimera. No son agradables de aceptar, ni mola que nos caiga el marrón, pero el fallo es inevitable como lo son las piedras del camino, los residuos orgánicos cuando comemos, las corrientes de aire mientras ventilamos o el ruido del mar si estamos junto a él. No perdamos la perspectiva, porque pedir peras al olmo solo nos acabará sacando de quicio. 

Critiquemos justamente cuando haya un espacio sereno para que la crítica sirva de algo, si no todo será constantemente puro gurigay. Mientras tanto, hay que centrarse en las soluciones de lo urgente, en lo inmediato, que desde luego no es Pablo Casado, ni el virus de vox, ni el refunfuñe oppositor, completamente al margen de la realidad vital de la poblacón, ni los rifirrafes entre el Psoe y Podemos debatiendo lo que sea necesario y más urgente. Prefiero ese interés y ese debate largo, repensado, y hasta pesado, si el resultado es positivo para el bien común aunque no sea tan rápido en normas tajantes y rotundas como acuciados por la pulsión innata de un miedo lógico quisiéramos todos. Sin embargo, a la hora de la verdad, es mejor debate y aciertos que rapidez, órdenes fulminantes y desastre subsiguiente del que habrá que arrepentirse y lamentarse más pronto que tarde. La urgencia esencial  es otra: la eficacia de lo próximo, de lo inaplazable como respirar. Y la base social lo valora así.
Hoy ha aparecido en el ascensor de casa un cartelito: 'Si durante estos días de confinamiento hace falta en esta escalera hacer la compra a enfermos, impedidos o personas de riesgo, llamen a la puerta 10, o a este teléfono...Me paso y , con todo cariño, les ayudo'.Con  personas en ese plan, que ya las hay, y muchas, es seguro que los errores de cualquier gobierno inexperto pero con buena voluntad para corregir sus errores comprensibles dada la situación, no serán tan graves. Me preocuparía mucho más tener un gobierno 'supercompetente' en cabezonería y empeñado en mantella y no enmendalla  y una vencidad  al lado que solo pensase en ver la tele y andar por las redes a ver qué gracias sueltan los chistosos de turno o vigilando las estupideces de Ayuso, Cayetana o Mr Harward Aravakis. O cómo va la pelea de gallos ciegos del pp contra sí mismo. Por nosotros, pueblo que rebosa humanidad, que se cuelguen si quieren del palo mayor, y que los medios les pongan las tracas, si tanto les mola la pirotecnia. 
El tiempo y la verdad ponen a cada uno en su lugar. 

Lo que al parecer está pasando desapercibido con la epidemia es la otra cara del corona virus: la incapacidad de un estado que, tan eufemísticamente,  se autoproclama democrático, para pedir cuentas a un antiguo jefe de estado manos largas y conciencia cortísima. Tan corta que no existe. De nada vale que el hijo rechace la herencia del padre y le quite una pensión que lleva años siendo un abuso y una multa para los españoles, eso no basta, tienen que devolver lo estafado y hasta que no lo hagan ni padre ni hijo serán respetados ni creibles,  ni valorados para una responsabilidad que nadie les ha concedido mediante una consulta específica y cada vez más imprescindible, sobre el modelo de estado legítimo que se quiera y pueda elegir sin trabas ni enredos. Mientras eso no suceda, como dice Iñaki hoy, este estado será de juguete, con gripe o sin ella. Del virus Monopoly coronado, claro.  Una gripe, al parecer, incurable, endémica, y no sabemos hasta cuándo seguirá secuestrada la vacuna de la decencia ....en cuarentena desde 1978. Que para contar días y años de confinamiento somos de lo más concienzudo y perfecto. ¡Mucho!

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