sábado, 12 de julio de 2025

Desde Religión Digital nos llega este precioso regalo de nuestro hermano Pedro Miguel Lamet, comentando la obra de un poeta, también jesuíta como él, que también ha descubierto dentro de sí la maravillosa conexión integradora de la Soledad, que en realidad es la versión individual, -en plan gotita de agua en el Océano der SER - del Nosotr@s Infinito. Nuesto Origen y Destino. Un camino eterno con fases temporales matereializadas, con sus principios y finales necesarios para disfrutar el crecimiento y el despertar como la Bienaventuranza natural que nos regala la Vida Infinita en la Casa de Tod@s y del TODO, ese paraíso disponible y abierto de par en par, para tod@s l@s hij@s pródig@s...que cuando quieran y se pongan las pilas del Amor sin fronteras, tan humano ccomo divino, pueden volver al hogar libremente en la bici maravillosa y siempre dispuesta, de esa Soledad bendita, que Padre/Madre/OrigenyDestino, nos regala cada instante a cada uno y a cada una, sin más excepciones ni preferencias que ser los más abandonad@s, pobres, cieg@s, confus@ y perdid@s, pero con la conciencia y el alma deseando salir del marrón y regresar a Casa cuanto antes! Y muchísimas gracias, hermanos Pedro Miguel y Juan Bautista, con el mismo apellido, S.J. por el detalle precioso de compartir la Esencia de la Vida auténtica🙌🙌🙌😍😍😍😍🙏🙏🙏🙏 ...!!!!


 

 Lo incomunicable

Soledad contigo

Soledad contigo
Soledad contigo

Hay algo incomunicable dentro de nosotros. Ni el ser más querido es capaz de penetrar plenamente en mi conciencia interior

La fe no elimina esa soledad de mi más íntima conciencia, pero añade algo más: el “contigo”. La “soledad contigo” no deja de ser soledad, pero es una soledad iluminada

Todo creyente tiene derecho a un pedazo de mística en su vida

“A veces por las venas de las cosas / sube una luz azul, cual de presencia”

El poeta Juan Bautista Bertrán, SJ, escribía “Cuando atardece, quédate conmigo / le tengo miedo a mi soledad sola, no contigo”. En el crepúsculo, cuando cesan los ruidos y el mundo se sumerge en la oscuridad de la noche, es frecuente que tomemos conciencia del misterio de nuestro ser: hemos sido arrojados a la vida sin saber por qué; somos frágiles, limitados e ignorantes del futuro; es más, con una certeza de que vamos a envejecer e incluso abandonar esta vida. Hay además algo incomunicable dentro de nosotros. Ni el ser más querido es capaz de penetrar plenamente en mi conciencia interior.
Quizás estos sean algunos motivos de la soledad radical de todo ser humano a la que tenemos miedo, como dice el poeta. La fe no elimina esa soledad de mi más íntima conciencia, pero añade algo más: el “contigo”. La “soledad contigo” no deja de ser soledad, pero es una soledad iluminada.
Todo creyente tiene derecho a un pedazo de mística en su vida, momentos de silencio en que conecta con un rescoldo interior que le calienta y acompaña, una sensación de que somos chispa de un gran fuego u ola de un infinito mar. Como canta el mismo poeta: “A veces por las venas de las cosas / sube una luz azul, cual de presencia”. Mi parte resuena con el Todo, mi pequeña arpa vibra con la sinfonía del Ser, y siento, aunque sea por un instante, que Dios no solo me acompaña y me habita, sino que, como dice Pablo, “en él vivo, me muevo y existo”.
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