sábado, 1 de junio de 2024

¿De qué estamos hablando cuando decimos "amnistía"?

 

Dice el prólogo del Evangelio de Juan, que "el verbo -la palabra- se hace carne y habita entre nosotros". Al parecer, como especie,  no nos hemos enterado todavía del significado de esa afirmación. Que la palabra (verbum) se haga carne significa que todo lo que decimos acaba hecho realidad de un modo o de otro, porque el don de la palabra es la materialización vital del sonido y de la escritura. Una condición solamente humana, ni animales ni vegetales ni minerales, sólidos ni líquidos, tienen esa condición comunicadora y conectiva del pensamiento y la palabra, del verbo, pero también hay que tener en cuenta que sí son sensibles a su energía. Podemos observarlo si hablamos a los animales, a las plantas, a los bebés, a las nubes, a personas extrajeras cuyo idioma no conocemos, ni ellas el nuestro, y sin embargo nos entendemos. La palabra-pensamiento-sentimiento, es la mejor traductora del Planeta.

En griego el prefijo amnés significa olvido, y amnistía es olvidar. Pero no se trata de que olvidemos, sino de que evolucionemos lo sufi-ciente hasta llegar al perdón, un paso evolutivo que no carece de memoria, sino que la enriquece con la empatía y la compasión como el mejor tratamiento para lo destructivo, negativo y estúpido, el perdón es inteligencia que en realidad es lo que más nos humaniza y nos libera. Cuando perdonamos crecemos, maduramos, se expande energía de la mejor calidad. No sólo liberamos a los perdonados de nuestras posibles inquinas, venganzas y castigos por sus actos erróneos y perjudiciales, el castigo como venganza es una reacción animal que acabamos convirtiendo en leyes, "derecho" y "justicia". Una venganza de despacho, oficina, cuartel, religiones e ideologías. 

En realidad el término amnistía no se corresponde con lo que significa el hecho del perdón. Perdonar no es olvido, amnistía sí lo es, de esa misma raíz viene amnesia. Perdonar es una expresión del latín románico, no del clásico  heredado del griego, una cultura más primitiva que no tenía aún ni un concepto previo ni una palabra adecuada para definir el significado y la existencia del perdón, que llega a Occidente a través del conocimiento experimental del Evangelio. Per -donar  significa "tener algo para dar", a cambio y a pesar de los errores y maldades que se han recibido y soportado, porque el alma y la conciencia han despertado y enriquecido la inteligencia, la voluntad y mejorado las emociones hasta convertirlas en sentimientos, o sea, en humanidad que trasciende de la materia limitada a lo elemental a la energía sin fronteras del espíritu creador y sostenedor , que por otra parte es inseparable de la materia, para que haya vida de verdad, completa, y no sólo mecanismos autómatas. 

La amnistía utilizada sólo como I.A., no nos ayuda, pero transformada evolutivamente por la conciencia ética del perdón, es la clave potenciadora de la mejor calidad de vida posible. 

El perdón no existe desde el olvido, que es la amnistía. Una gallina sin plumas o una gaviota sin alas. Para volar y salir de los establos, de las cuadras, de los gallineros, de las pocilgas o de las plazas de toros, necesitamos, como especie, y cada día con más urgencia, las alas del perdón. Recordando los errores pasados para que no se repitan nunca más y usándolos como ascensor para subir del sótano en tinieblas a las azoteas de la luz y de la verdadera libertad sin ira, como cantaba el grupo Jarcha en los albores de la democracia, para que nos vayamos despertando... "Españolit@ que vienes al mundo te guarde Dios, que una de las dos Españas ha de helarte el corazón" , nos dijo Antonio Machado, otro perdonador sin duda, y nunca perdonado por los mismos que no se han molestado jamás,  por lo menos hasta ahora, en entender sus palabras, o sea, su verbo, ése que siempre "se hace carne y habita entre nosotros". Amén, Aleluya, Salam Aleikum...Wa Aleikum salam!   

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