lunes, 3 de abril de 2023

Gracias, Ana Pardo de Vera y Público, y algunos puntos añadidos y ,modestamente, creo que necesarios en la refexión

 

Dominio público

Sumar, restar y ensimismarse

Ana Pardo de Vera

En su edición del domingo, La Vanguardia publicó una extensa tribuna de Bill Gates hablando de Inteligencia Artificial (IA) y su impacto en nuestras vidas, que ya es una realidad. Pese a que Gates transmite optimismo -o lo intenta- en su texto sobre la evolución tecnológica imparable, sus palabras generan la inquietud de la incertidumbre: sabemos que todos los avances traen progreso a la par que dificultades y abusos de todo tipo si no hay una gestión ordenada y ética de forma paralela por parte del ser humano.

Lo estamos viviendo con el gran hermano de los datos en nuestros dispositivos, con los empleos sustituidos por la IA y otros mecanismos menos avanzados (en La Vanguardia, Gates cifra en una cuarta parte de los empleos europeos la que estaría amenazada por la IA) y con los abusos, en general, de las grandes empresas tecnológicas. Solo la correcta asunción y gestión pública de nuestros derechos humanos y libertades fundamentales impedirán que una perfecta distopía como la de las máquinas volviéndose contra las personas nos alcance en unos días; sí, ya son unos días.

Hablamos, es evidente, de alta política y hablamos, por encima de todo, del presente y futuro de las generaciones que vienen. Al mismo tiempo que leía el texto de Gates, tan bien traído en un católico Domingo de Ramos, seguía desde fuera de Madrid el lanzamiento de la candidatura de Yolanda Díaz a la Presidencia del Gobierno para las generales de finales de este año. Éxito de convocatoria sin paliativos y fracaso de Podemos -que será el de Sumar y el de la coalición de Gobierno si acaba en el precipicio de la división definitiva- en un pulso que nadie entiende, en primer lugar, porque hasta las generales y el diseño de la candidatura quedan, como mínimo, ocho meses; y en segundo lugar, porque fue el líder de la formación morada y de la coalición Unidas Podemos, hoy en el Gobierno, quien pidió a Díaz que liderara un nuevo espacio -y probablemente, la última oportunidad a largo plazo- para aglutinar una izquierda rota, desarticulada y enfrentada, que cogobierna aquí y allá, en municipios, autonomías y también el Gobierno del Estado, formando alianzas con el PSOE para evitar dar el poder a la (ultra)derecha. Esto, además, que permite a España ir avanzando, no sin enormes dificultades -y, a veces, exasperante lentitud-, para seguir siendo un país referente en derechos sociales, feministas e igualitarios, con la protección del o la más vulnerable siempre por bandera. Y la vigilancia sin tregua de los medios de comunicación que creemos en esa igualdad, en la justicia social, como base ineludible en la construcción de sociedades y denunciamos, por tanto, cualquier interés y/o corrupción de cualquier tipo que pretenda pervertirla.

Cuando Podemos empezó a conformarse como alternativa al PSOE, Público estuvo ahí, desde el principio, informando sobre las denuncias que hacían sus líderes contra la corrupción del Estado y la desigualdad rampante que habían traído las políticas neoliberales practicadas, también, por el PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero en 2010 y los pactos con el PP de Alfredo Pérez Rubalcaba, después, por ejemplo, para aforar al rey emérito.


Este periódico fue pionero en la denuncia de las pestilentes cloacas de Interior, del PP y de Mariano Rajoy, que trabajaban a una y con la ayuda del comisario Villarejo para garantizarse el poder y cargarse el Estado de derecho, la Justicia y todo lo que fuera necesario para tapar su inmundicia corrupta. Público denunció cada día, cada minuto, la colaboración necesaria que periodistas y empresas habían tejido para aniquilar a adversarios políticos que habían traspasado la frontera que va de ser disidencia simpaticona a ser rivales peligrosos para el poder con su apoyo popular creciente; me refiero, claro, al independentismo catalán y a Podemos. Público hizo su trabajo: denunciar y no callar ante nadie.

Tampoco se calló y denunció con contundencia el golpe de mano de poderes fácticos y la vieja guardia del PSOE, liderada por Susana Díaz, que echó (sic) a Pedro Sánchez de la sede nacional socialista porque se negaba a apoyar otro Ejecutivo de Rajoy, con todo lo que sabíamos ya y lo que supimos después (e imaginábamos entonces, con indicios clamorosos por todo el subsuelo estatal). Después fue el hoy presidente del Gobierno quien, una vez llegando a este cargo contra todo pronóstico y la única moción de censura exitosa en la democracia postfranquista, intentó pactar con Ciudadanos y ningunear a Unidas Podemos. Denunciamos y alertamos sobre los compromisos de Sánchez y cómo los estaban rompiendo alegremente a cambio de una Vicepresidencia para Albert Rivera, la que buscaban los poderes del Estado a los que nunca se vota. Publicamos el fracaso de PSOE, sobre todo, y de Unidas Podemos, también, al no pactar una coalición de Gobierno y dejar que la ultraderecha de Vox se instalase cómodamente como tercera fuerza en el Congreso por culpa de la repetición electoral de 2019.

Estos años de Ejecutivo de coalición, pandemia y guerra en suelo europeo mediante, hemos vigilado hasta la radiografía láser las políticas de esta nueva forma de hacer política en 44 años de democracia. Denunciando las contradicciones, la lentitud, las interferencias descaradas de las elites antidemocráticas en la gobernanza, los personalismos que tanto entorpecen la gestión y el ruido de la diferencia potenciado por las portadas y una digestión de la información que resulta, como mínimo, asfixiante. Con todo, el balance general es bueno; sigue siendo insuficiente, pero es positivo en medidas económicas y de derechos humanos.


Lo más sorprendente, llegados a este punto, es que alguien tenga alguna duda sobre el papel que nos toca jugar en este momento a los periodistas, en general, y a Público, en particular, que es el de siempre, en realidad: denunciar las incoherencias y señalar a la gente la ruptura de compromisos y las zancadillas para evitar que el plan progresista continúe con las muchas cosas que quedan por hacer en este país. Les confesaré una cosa que ustedes ya saben, pero así lo dejo por escrito: por esas cosas de la vida (y de las izquierdas todas), a este periódico siempre le ha ido mejor con gobiernos de derecha que progresistas; cuanto más corruptos y autoritarios, mejor para nosotras. Y la razón es muy simple: las izquierdas siempre tienden a reagruparse y ser conscientes de las prioridades cuando no tienen el poder, por ejemplo, cuando el viejo aparato de Ferraz se fue contra Sánchez en una operación digna de una película de gore político. Todas las izquierdas se unieron a favor del hoy presidente, ya ven, denunciando la clamorosa injusticia y el golpe palaciego contra quien se negaba a que Rajoy gobernara gracias al PSOE. Hubo una reacción histórica que llevó a las bases a apoyar al candidato a líder socialista que no era el oficial y Sánchez ganó. La izquierda aplaudió y el resto de la historia la conocen y la tienen en Público.

De aquellos polvos, hay un Gobierno progresista de coalición y algunos lodos, entre ellos, varios relacionados con eso del "mejor, tocar fondo con una coalición PP-Vox en La Moncloa"; un erigirse como la única alternativa, la pura izquierda (evitando por supuesto, asumir responsabilidad alguna en ese desastre, si se diera), y un aprovechar el tirón que dan los gobiernos de (ultra)derecha a las izquierdas, que no es más que el de reagruparse en la indignación y sentirse, por tanto, más en forma política, quizás con más seguidores y audiencias, pero perdedor, al fin y al cabo. Aunque no tanto como la sociedad que aspira a progresar y no a retroceder; no tan perdedoras como las feministas, ecologistas o colectivos vulnerables, que se verán abocadas al retroceso y el señalamiento por parte de los intolerantes, que aún son muchos y muchas. Y, por ejemplo, con la Inteligencia Artificial sin control y en manos de la rapiña neoliberal, que al final, es lo que me ha traído hasta aquí: la que se nos viene encima y algunos siguen prefiriendo el cuanto peor, mejor. La política del ensimismamiento en este preciso instante y a la izquierda; qué pobreza.

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Comentario del blog

 

Creo que es la primera vez que disiento en algo con la visión de Ana Pardo de Vera, a quien considero un ser muy lúcido y coherente, con una gran capacidad reflexiva, valiente y honesta. Dicho esto, voy al deslío. Porque el lío no necesita que lo cultivemos, ya lo hace por sí mismo. Mejor desliar que lo contrario. Para que el desorden de factores no altere el producto trataré de ser ordenada en la secuencia pensadora y expresiva de los conceptos:

1) Es fundamental que la visión crítica y ética nos acompañe en la trayectoria de las ideas. y fundamental en el proceso de la comunicación. Esa actitud es básica  para una información y un periodismo sano, justo y equilibrado. 

2) La información conlleva el riesgo de alterar su función al comunicar la realidad objetiva mediante la visión subjetiva e instantánea del momento, que es el modus operandi del flash periodístico; a la hora del instante es muy difícil  diferenciar el contenido básico y objetivo de los recipientes variados en formas, tamaños y colores. Y confundir lo que se desea y se piensa con lo que sucede y se palpa.

3) Juzgar lo esencial mediante el guirigay de lo inevitablemente aleatorio no nos ayuda a ver más claro, sino que nos confunde. Y la tendencia primaria de nuestra especie es el juicio instantáneo. Existe una idea preconcebida de casi todo, es natural, pero para eso está el rol de la conciencia: para darnos un toque y ayudarnos a serenar los mogollones, que con las prisas y verdades presupuestas, suelen enmarañar la percepción de nuevas realidades, que también son inseguras como todo lo desconocido que aún está por suceder y comprobar. Y cuya valoración sin datos ni resultados tangibles, se queda atascada como prejuicio. El prejuicio es una suposición solamente. Pero que tiene un papel intoxicante y paralizante en las iniciativas, propuestas y renovaciones imprescindibles para lo cambios de orientación, en las "revoluciones" y regeneraciones sociales. No es lo mismo ser previsores que frustradores. 

4) Es importante no olvidar el pasado, sobre todo, para no repetirlo cuando ese pasado ha sido mucho más frustrante que recomendable. Y en él se han machacado las mejores opciones a base del apego ansioso a un poder hegemónico que no sabe lo que es servir al bien común, ni la escucha, ni la suma ni el acuerdo imprescindible, y sólo "lucha" para hacer de su capa un sayo, eso sí, sobre todo en los discursos, siempre escorados al lado izquierdo de la misma dislexia, sin comprender que la izquierda y la derecha son sólo una metáfora y no un marrón del poder intercambiable por turnos. Como ha venido siendo hasta ahora. El caso Podemos es la prueba del algodón. Y Público que lo conoce tan de cerca, ya debería haber detectado lo que hay y lo que no puede haber mientras no haya un cambio de esencias tangibles más que de formas y discursos.

5) Que la confluencia de Sumar haya arrasado no hay que mirarlo como un logro o un éxito narcisista de Yolanda Díaz o de IU, ni una humillación para el podemismo, sino como el respiro social de la ciudadanía, incluida la que también se siente de Podemos de verdad: podemos hacer algo por fin para que esto tenga sentido, conciencia y realización social, ética, ecológica, política, económica, igualitaria y justa. No queremos mangonear hegemónicamente a nadie, ni el Estado ni nada. No somo propiedad ideológica ni política de nadie, somos Tod@s. Y cuando la división y el egocentrismo inmaduro traten de imponerse a la sana colectividad, hay que salir de esa madriguera/trampa cuanto antes.

6) Por primera vez en nuestra historia el pueblo llano escuchado y acogido por mujeres y hombres conscientes de la realidad y de la historia sufrida, han inaugurado la nueva y siguiente etapa evolutiva  del 15M. Sumar, multiplicar y compartir, sin restar ni destrozar dividiendo la sana pluralidad. Una consciencia colectiva imprescindible se ha encendido. No se trata de un autobombo yolandil, sino de una verdadera natividad social. 

7) Se está dando el salto de la rutina destructiva normalizada hacia una nueva forma y esencia de entender la vida, la gestión sociopolítica y las relaciones interpersonales y colectivas. Es la implosión de un verdadero feminismo que es humanismo integrador y no una eterna trinchera demoledora irremediable en la que se van turnando los géneros, los números y los casos,como en una gramática parda y demoledora, carente de sentido. Eso ha entrado en su etapa final. Y Sumar es el resultado del ahora que hará posible el luego y el después. Otro futuro mucho mejor y distinto para bien, sin duda.

8) Ya no es "la ilusión" delodesiempre imaginario, que acaba indefectiblemente  pinchada y desinflada como los globos, porque es mucho más imaginaria que activa. Ya es el turno del entusiasmo: de la motivación escarmentada e inteligente que camina por el suelo del ahora sin perder de vista el cielo, también, del ahora. Y por eso, paso a paso, va encontrando el centro del equilibrio, que no es un don de los señores feudales mangoneantes, sino el resultado precioso y sorprendente de nuestra propia evolución. 

9) Y ahora, para finalizar el elenco de reflexiones, unas preguntas sobre estas afirmaciones de Ana, que me dejan muy preocupada: "a este periódico siempre le ha ido mejor con gobiernos de derecha que progresistas; cuanto más corruptos y autoritarios, mejor para nosotras. Y la razón es muy simple: las izquierdas siempre tienden a reagruparse y ser conscientes de las prioridades cuando no tienen el poder, por ejemplo, cuando el viejo aparato de Ferraz se fue contra Sánchez en una operación digna de una película de gore político. Todas las izquierdas se unieron a favor del hoy presidente, ya ven, denunciando la clamorosa injusticia y el golpe palaciego contra quien se negaba a que Rajoy gobernara gracias al PSOE. Hubo una reacción histórica que llevó a las bases a apoyar al candidato a líder socialista que no era el oficial y Sánchez ganó. La izquierda aplaudió y el resto de la historia la conocen y la tienen en Público." 

 He aquí las preguntas: ¿Cuál es el objetivo de la prensa decente, tomar partido por la información objetiva o sólo por la ideología de quita y pon, al servicio de lo que más mola o beneficia a los informadores? ¿Es tan horrible que las bases sociales le llevan la contraria a aquellos por los que no se sienten representadas y elijan a quienes sí sienten que les representan con más acierto? ¿No habría que plantearse ética y profesionalmente por qué le va peor a un diario cuando gobierna una opción u otra? ¿Es por causa de la opción política o por causa de la desorientación ética del medio comunicador? Que los partidos acierten o se equivoquen no es competencia de los medios de comunicación ni de su responsabilidad ética informativa, sino de los partidos que fallan o aciertan en sus decisiones, a no ser que los medios de comunicación los financien los partidos, en cuyo caso es obvio que la información nunca será fidedigna. No quisiera tener que pensar algo así de un diario como Público.

Nadie dice que sea fácil el trabajo que hay por delante, pero al menos  mediante el impulso de Sumar se ha encendido la luz en las tinieblas. El nuevo futuro en pleno génesis está en la puerta de la conciencia llamando para entrar y cenar con tod@s. Sumar es la puerta abierta. Y esa nueva realidad debería animar y alegrar a la mayoría menos dormida, a derecha, izquierda, centro y  p'adentro. De hecho, es lo que ha ocurrido. El oxígeno ha entrado en la UCI política porque una mayoría social así lo quiere y lo necesita. En una auténtica vista alegre literal, y con fundamento mucho más comunitario y transparente que hegemónico. Y desde luego, este fenómeno regenerador no es cosa solo de partidos políticos, es otra vez el 15M y va mucho más lejos que cualquier ideología, justo porque la maternidad y sororidad políticas están tomando el timón del Titánic social sin rumbo, antes de que se estrelle contra el iceberg de "lodesiempre" y se hunda sin remedio. Es triste que Público, según Ana Pardo de Vera, solo vea el naufragio a babor, cuando el peligro está también a estribor. El barco del Estado no puede prescindir de ambos espacios y para navegar hay que ponerlos de acuerdo y no de uñas. Hay que Sumar se quiera o no, si es que se quiere evitar el naufragio. Y es necesario que quienes opten por la división letal cambien o se aparten de una responsabilidad que no entienden ni aceptan, -por inmadurez evidente y mera falta de luces-, pero que es imprescindible para no ahogarse y rescatar el barco. La experiencia canta La Traviata: un barco no naufraga por partes, un Estado tampoco.

 

Ana Pardo de Vera y Público lo verán pronto, sin duda, dejarán atrás la mochila del miedo y el escarmiento "de siempre" a un lado y se alegrarán incluidas también en el abrazo común. Seguro que sí. Un abrazo desde abajo y sin exclusiones ni exilios forzados por primera vez en la historia de España. 

Ya era hora, ¿verdad? ¿Será que ya nos lo merecemos? Pues, sí, y  todo depende de que lo sigamos haciendo posible. La inteligencia en versión gafe y malagüerista no es inteligencia, sino la gestación subrogada de un pasado que ya no tiene espacio ni tiempo para seguir en pie, porque él mismo lo destroza mientras se autoliquida  en su burbuja tóxica de Alicia en el País de las Maravillas(¡?) que por más que quieren, rezongan y gruñen nunca pueden. Por algo será...Mejor un Sumar en Común, que un  nopoder restando, enfrentando y destrozando ¿no? También l@s perdid@s y equivocad@s, forman parte de la familia y caben en el mismo abrazo común. En cuanto lo disfruten, seguro que mejoran y cambian for ever. 

No habrá nada que perdonar. El cariño, la comprensión y la empatía son el remedio más eficaz y seguro de la inteligencia.

 

P.D.

He vuelto a leer el artículo de Ana y se me han encajado las piezas. Menos mal. La primera reacción ha sido borrar este post, que me avergüenza ahora, por haber entendido al revés el contenido de algunos párrafos, pero creo que éticamente es mucho más sano corregirse una misma sin  eliminar la evidencia del error y pedir disculpas por la reacción y el desconcierto de unos textos mal interpretados por mi parte. Perdón por el fallo, querida Ana y querid@s lector@s. Espero que este error me ayude a ir con más calma emocional al leer, para no meter la pata tan tontamente. Gracias, por leer este blog y estar ahí, querida familia. También quiero compartir el alivio y la alegría al releer los contenidos, que no me encajaban con la autora. Ufff, qué bien y qué descanso, xd! 🤩😍🙏🙏🙏


 

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