domingo, 23 de abril de 2023

Cositas buenas que alimentan y reconfortan

 

                 75 frases de solidaridad y ayuda a otros

 

El miércoles pasado, regresando a casa por el barri de Arrancapins, que está aquí al lado del de Patraix, al girar una esquina descubro delante de mí, caminando despacito, una especie de manifestación compuesta por un montón de abuelit@s y gente de diversas edades, en silla de ruedas o caminando con dificultad, apoyados entre  su bastón y el brazo del acompañante que formaba parte de un grupo de gente joven, entre los 20 y los 30, más o menos, con los que hablaban, se contaban chistes, anécdotas con  un buen humor y un buen rollo maravillosos. Pregunté quienes eran y así me explicaron que eran jóvenes del barrio, unos se conocían porque eran amig@s y otr@s sólo de verse por la calle o en el casal fallero, o comprando en el horno, nada más, hasta que un día tres o cuatro de ell@s coincidieron en el parque con un par de abuelitos que se lamentaban de que ya apenas podían salir a la calle solos, por la inseguridad de sus pies, vértigos y falta de compañía que les pudiese ayudar a caminar con seguridad. Esos jóvenes decidieron que con sus amig@s y conocid@s del barrio podría crear un grupo de apoyo y compañía para quienes carecen de ambas cosas, y que no fuese sólo una ayuda profesional, con un horario determinado de asistencia, así que tomaron el teléfono de los ancianos y se lanzaron a emprender la iniciativa de un proyecto común en el que ayudar y acompañarlos, como lo harían sus hijos y nietos, cuando necesitasen salir, ir al médico o a la compra, o simplemente a pasear o a tomarse algo en alguna terraza. El caso es que la mayoría de l@s voluntari@s, están en el paro, o preparando oposiciones, algun@s trabajan esporádicamente en lo que va saliendo, pero nada fijo. O sea, que disponen de tiempo para atender a los más vulnerables del entorno barrial. Y así han conseguido que su precariedad laboral se haya convertido en un abrazo de humanidad atenta y tan plena de afecto mutuo que les llena la vida de sentido y también de ofertas de trabajo que, asombrosamente, les permiten seguir con la vocación voluntaria y ganar algo que aportar en casa o pagar su parte del alquiler en algún piso compartido. Ell@s mism@s se llaman riendo y bromeando "la colla del miracle". Claro, pensé, por eso iban tan felices, como ángeles de la guarda, con los mayores y también, con los imposibilitados más jóvenes.  "No somos profesionales, -comentaron- somos solamente, familiares de repuesto que estos necesitados no tienen o si los tienen están lejos o no pueden cuidarles porque tienen que sobrevivir trabajando hasta doce horas diarias, a nosotr@s el Metaverso del cariño nos ha regalado esta situación precaria en el aspecto laboral del sistema, para poder asistir a estas personas, sin que les cobremos nada por quererles y hacer por ell@s lo mismo que harían sus familiares si pudiesen, lo mismo que haríamos nostr@s con nuestros padres y abuelos si lo necesitasen. Y por supuesto, lo mismo que nos gustaría que hiciesen con nosotros en la misma situación, cuando lo necesitemos, porque la vida nos devuelve lo que damos, y el mejor seguro es eso de "haz el bien y no mires a quién", pero no te olvides de quererlo como a ti mismo". 

Menudo regalazo paseando por la calle. Menuda realidad inesperada que te abraza como la brisa fresca y te deja alucinando. No dijeron nada de política ni de religiones ni de ideologías. Sólo paseaban bajo las acacias y los naranjos, riendo, cuidando y amando. Todo en presente de indicativo. Casi ná! ¿No será que constantemente el verbo se hace carne y habita entre nosotr@s, mientras esperamos que todo nos caiga del cielo sin ver que el verbo/palabra/conciencia es la perenne conexión del cielo con la tierra y viceversa? 


                    Te envío Luz Tu sabrás que hacer con ella... ॐ | Solsticio de verano ...

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