¿Qué hubiera hecho Goebbels con la Inteligencia Artificial?
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Se ha estrenado la película El ministro de propaganda. Este film versa sobre Joseph Goebbels, cuyo Ministerio se llamaba en realidad de la Ilustración del pueblo y Propaganda. El propio rótulo mancillaba dos nobles términos como los de Ilustración y ciudadanía. No se trataba de ilustrar a la gente para que pensara por cuenta propia y tuviera criterio propio, como pretendió hacer el movimiento ilustrado. Su titular se proponía justamente todo lo contrario, arengar y engatusar a las masas para que siguieran ciegamente los dictados de un líder cuya palabra se presentaba como una verdad revelada.
Trump ha vuelto a La Casa Blanca porque Banon le dio las claves para lograr algo inimaginable. Putin controla como nadie los medios cibernéticos en lo que se ha dado en llamar guerra hibrida
En esta cinta cinematográfica se van introduciendo imágenes reales de archivo y una labor de documentación hace que los diálogos respondan a fuentes fidedignas, todo lo cual hacer que la historia narrada resulte aún más impactante. Justo al principio el personaje de Goebbels define la propaganda como un arte sublime, similar al de la pintura. Lo que cuenta no es retratar la realidad, sino presentarla del modo más útil intensificando el papel de las emociones. Todo un axioma para sus herederos.
Goebbels acertó a emplear todos los medios técnicos de que disponía en su época. Controlaba la prensa, que siguió editando hasta el último día durante la batalla de Berlín. Supo hacer entrar la voz de Hitler y la suya propia en los hogares alemanes mediante unas radios prácticamente regaladas a tal efecto. Pero también tomó las riendas de una potente industria cinematográfica, supervisando que debían ver los alemanes en favor de la causa, para comulgar con el ideario nazi. Rentabilizo las Olimpiadas berlinesas y a última hora hizo rodar una cinta épica para hacer creer que podía revertirse una derrota inexorable.
Resulta escalofriante imaginar qué habría podido hacer disponiendo de la Inteligencia Artificial. En su día trucaba las imágenes y el audio de los documentales (des)informativos para hacer creer que había una realidad paralela y engañar con ello a la población alemana. Con las nuevas tecnologías los nazis no hubieran precisado del arma milagrosa con la que soñaba Hitler. Para dar un vuelco a la guerra, les hubiera bastado con la magia de quien pasa por ser el demagogo por antonomasia. Hubiera reescrito la historia, haciendo ganar a Napoleón la batalla de Waterloo, y habría confundido a los espías mejor acreditados con sus embustes. El problema es que, al revisitar este capítulo de la historia, se tiene la sensación de vivir ahora mismo algo muy parecido. Estamos descubriendo que las pantallas resultan adictivas e internet sirve para vehicular una toxica desinformación que deforma la realidad, haciendo pasar por héroes a los villanos e imponiendo que uno deba probar su inocencia frente a los infundios.
A Goebbels las crisis le fueron haciendo crecer en el entorno de Hitler. Rentabilizó el desastre de Stalingrado para decretar una guerra total a vida o muerte y obtuvo poderes plenipotenciarios
Nuestro modelo social se ve gravemente amenazado por una economía deshumanizada y el negacionismo de problemas tan gruesos como la emergencia climática o las desigualdades. Mientras los magnates aburridos ganan elecciones y ciertas corrientes religiosas contaminan la política con sus dogmas desplazados, la industria del entretenimiento nos tiene muy distraídos. Nos endeudamos para hacer turismo de masas y convertir sitios idílicos en parques temáticos, aceptamos un mercado laboral semi-esclavista que no sirve para cubrir necesidades tan básicas como la vivienda o emanciparse. Aceptamos que se privaticen cosas tan elementales como la sanidad o la educación. Como si a nuestra vida cotidiana no le afectaran tales cosas.
¿Aprueba el pueblo ruso la invasión de Ucrania y su alianza con Corea del Norte? ¿Sancionan los ciudadanos de Israel que su ejército colonice las tierras vecinas masacrando a la población civil? ¿Cómo es posible que no adopten medidas más eficaces contra esas espeluznantes violaciones del Derecho internacional y los derechos humanos? Corea del Sur ha decretado por unas horas la ley marcial. Cuesta no recordar esa guerra de Corea que precedió a la del Vietnam o esa Guerra Fría que nos obsequió con la crisis de los misiles.
A Goebbels las crisis le fueron haciendo crecer en el entorno de Hitler. Rentabilizó el desastre de Stalingrado para decretar una guerra total a vida o muerte y obtuvo poderes plenipotenciarios para proseguir la contienda bélica tras el frustrado atentado contra Hitler. Durante un día sucedió a Hitler como Canciller, antes de asesinar a sus hijos y suicidarse con su mujer. Esta figura ilustra los que puede hacer el fanatismo llevado hasta sus últimas consecuencias.
Trump ha vuelto a La Casa Blanca porque Banon le dio las claves para lograr algo inimaginable. Putin controla como nadie los medios cibernéticos en lo que se ha dado en llamar guerra hibrida. Salvando las distancias, Miguel Ángel Rodríguez se lleva por delante a quien haga falta con sus artimañas. Macron está viendo caer a su primer ministro por haberlo impuesto y Alemania tiene convocadas unas elecciones generales un 23F, Qué poco aprendemos de las lecciones que nos da la historia.
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