jueves, 17 de noviembre de 2022

Ajustando las costuras de la terca realidad, aqui llega Carne Cruda para darnos qué pensar, para que no quede duda de lo que encierra Qatar y su feroz regodeo de inhumanidad perfecta, que no le falta detalle al derroche de su imperio, en el que tiene de "tó", menos ética, vergüenza, igualdad, respeto a tod@s, justicia, ecuanimidad, sana acogida a quien llega sin un techo ni trabajo ni pastón, rechazo a la esclavitud ni un poquillo de empatía que alivie ese juego atroz, que solo aplaude y valora la barbarie más feroz si consigue ganar copas mientras el resto se rompe porque nunca ha conseguido compartir vida y amor, cooperación, autoestima, la red de manos tendidas en una Tierra mejor...Pero que lo de Qatar no derive en trampantojo de nuestra ppatria "ejemplar", donde deporte, barabarie y ppatriotismo ancestral son el mismo tomaydaca donde racismo, machismo y homofobia a rebosar, son la cosecha abundante que enardece al personal y a los más echaos p'alante, en el cortijo ejemplar tan dinástico y galante...


Si solo fuera Qatar...

Un trabajador de la construcción, en las obras para el Mundial de Fútbol de Qatar en Doha.

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El domingo empieza el Mundial de Fútbol de Qatar, levantado sobre trabajo esclavo y una pila de cadáveres. 6.500 inmigrantes mal pagados y maltratados han muerto en las obras según The Guardian. El país organizador solo reconoce tres. El régimen catarí no ganaría un mundial de transparencia. Qatar es el nuevo Antiguo Egipto. Los siete estadios construidos son las nuevas pirámides en honor a la monarquía absoluta de los Al Thani. La pequeña diferencia es que las pirámides se levantaron más de 2000 años antes de Cristo y los campos, más de 2000 años después. 4000 añitos en los que allí no parece haber pasado el tiempo. 

Tampoco para la FIFA que le concedió el Mundial en un proceso dudoso, con acusaciones de soborno y la sospechosa participación del corrupto Sarkozy, lo que originó una investigación de la que acabó dimitiendo el responsable ante la imposibilidad de llegar al fondo del asunto. Algo huele a podrido en Doha. Muchas cosas, en realidad. En Qatar, hay pena de muerte, la homosexualidad está penada con la cárcel, el sexo fuera del matrimonio es delito, las mujeres necesitan autorización del varón para casarse y para algunos trabajos y, aunque se admite el divorcio, tienen pocas posibilidades de quedarse con la custodia de los hijos. 

Amnistía Internacional lo ha llamado “el Mundial de la vergüenza” por las condiciones inhumanas de los operarios, sometidos a trabajos forzosos en jornadas extenuantes, hacinados en campamentos miserables de los que tienen miedo de salir por las represalias, y retenidos contra su voluntad en el país gracias a la llamada kafala, una práctica que permite a sus patronos retirarles el pasaporte y pagarles mal y tarde para asegurarse de que no abandonan. No estamos en España para dar lecciones porque también tenemos casos de explotación sangrante en los campos de la fresa, sin ir más lejos, pero el esclavismo ha sido el método de Qatar para sacar adelante este Mundial que, como denuncian los defensores de los derechos humanos, es la mayor campaña de blanqueo jamás pagada. 

Pero la dignidad de las personas no importa nada cuando se trata de deporte de masas y capitalismo, ya sea atletismo o, sobre todo, fútbol. No es el primer lavado catarí utilizando el detergente deportivo. Qatar ya fue patrocinador del Barça durante años, a pesar de las acusaciones de estar financiando el terrorismo islamista. No estamos para lecciones, ya digo. Las líneas aéreas de Emiratos, otro país denunciado por la violación constante de los derechos humanos, hicieron lo propio con el Real Madrid. La última Supercopa de España se celebró en Arabia Saudí, otro de los países que se apunta al sportwashing como China, Rusia o Israel, que lo mismo organizan grandes eventos, que compran o patrocinan equipos de fútbol por todo el mundo sin que nadie rechiste. La pela es la pela.  

Y fútbol es fútbol. El fútbol es intocable, inapelable. El deporte rey es rey absoluto. Tiene inviolabilidad como el emérito y es homófobo, racista y machista como Qatar o Emiratos. En el fútbol, no hay homosexuales reconocidos, nadie se atreve a salir del armario porque puede acabar como Justin Fashanu, el primer jugador abiertamente gay, que acabó suicidándose por la falsa acusación de un abuso sexual. El que fue jugador del Betis, Rubén Castro, denunciado como maltratador por su pareja, fue jaleado por la grada bética al grito de “no es tu culpa, era una puta”. Los insultos a los jugadores negros siguen a la orden del día en los campos. Los bramidos fascistas, lo mismo. Y rara vez se hace nada por impedirlo. Por no hablar de cómo las aficiones perdonan los delitos fiscales de sus ídolos, de Messi a Ronaldo, porque se ve que si te roba la estrella de tu equipo, como si te roba tu partido político, le das tu cartera y aún le pides un autógrafo.

El gol lo ha metido el capitalismo que nos robó el deporte para convertirlo en circo romano donde la sangre es espectáculo como hace 2000 años. A lo mejor tampoco hemos avanzando mucho el resto. Si solo fuera Qatar… 

Produce Carne Cruda

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