La hipnótica fascinación de las alucinaciones algorítmicas

Necesitamos tu ayuda para seguir informando
Colabora con Nuevatribuna

La hipnosis colectiva de los espejismos y ensueños algorítmicos ha sido denunciada por un autor ficticio con unas tesis generadas por una IA, lo cual nos hacer preguntarnos cómo cabe distinguir entre lo real y la ficción en una era donde nuestra percepción puede verse manipulada con suma eficacia.
El presunto traductor de “Hipnocracia” podría haberse presentado con un alias, pero decidió crear un personaje ficticio que ya cuenta con alguna publicación en academia.edu y tenía su propia página web. Hasta que una periodista quiso entrevistarle, los círculos académicos celebraron las fecundas tesis de un inexistente filósofo honkongnés afincado en Berlín, al que quizá pudieran haberle ofrecido una cátedra mediante algún programa destinado a fichar talentos, de no haberse descubierto el pastel. Pero el caso es que, una vez puesta de manifiesto tan ingeniosa estratagema, lo planteado en ese libro tiene todavía mayor interés, al advertir con un ejemplo práctico de los peligros relativos a que nuestra percepción de la realidad se vea irresistiblemente manipulada por una herramienta con capacidad para lograr un engaño indiscernible.
Nuestro imaginario colectivo está poblado por personajes e historias de ficciones. Los mitos y las leyendas han cincelado desde siempre nuestro acervo cultural. Pero ahora hay otro copioso manantial que nutre nuestros arquetipos jungianos, haciéndonos confundir la realidad con los ensueños fabricados por una IA generativa capaz de hipnotizarnos masivamente, hasta el punto de tomar esas alucinaciones colectivas por lo auténticamente real. Esto puede hacernos más desconfiados, pero también puede incentivar nuestra desatendida capacidad crítica y hacernos estar más atentos o menos crédulos.
En este caso se han utilizado sendas plataformas de IA, pero no deja de haber un autor humano que nos habría dado pistas para descubrir su ardid, aunque nadie haya sido capaz de tirar del hilo para desenredar la madeja. El propósito de Andrea Colamedici era ilustrar con un caso práctico las teorías expuestas en “Hipnocracia” y ciertamente ha logrado su objetivo, dándonos mucho sobre lo que reflexionar con calma. Si el título es un acierto, para referirse al gobierno de los ensueños algorítmicos que nos aletargan, tampoco está nada mal el subtítulo: “Trump, Musk y la nueva arquitectura de la realidad”.
Estos dos magnates metidos a políticos creen que la plutocracia puede conseguirlo absolutamente todo, aunque Musk no haya logrado escorar las elecciones celebradas en Wisconsin a golpe de talonario. Trump se permite recomendar públicamente invertir en sus valores bursátiles contando con una información privilegiada, cuál es la de aumentar o suprimir aranceles a capricho. Ambos controlan sendas redes y saben que Tik Tok resulta fundamental para influir en las nuevas generaciones. Resulta estremecedor imaginar a Barron Trump familiarizándose con los entresijos de una vanguardista IA, porque a buen seguro no se utilizaría con fines muy humanitarios.
Podemos activar mecanismos de control y diseñar herramientas para que la IA detecte sus propias producciones, pero siempre se podrá hacer lo contrario para neutralizar esa supervisión. Sin embargo, siempre nos cabe cultivar un sano escepticismo metodológico y una reflexión crítica que pueda salvaguardarnos de tales manipulaciones. Hay que tomarse la molestia de pensar por cuenta propia y aprender a tener criterio compulsando las fuentes de datos, pero nada ni nadie podría hacer algo semejante por nosotros. No cabe delegar esa responsabilidad en la que nos jugamos el futuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario