sábado, 19 de abril de 2025

Muchas gracias, Antón Losada, CTX y Público, por estas imprescindinbles reflexiones/denuncia, cada día más necesarias y urgentes. La realidad contundente e inocultable no admite disfraces ni máscaras. Y es cierto, aún nos queda China, un verdadero ejemplo, del que Rusia y su ex-unión soviética no han aprendido nada, igual que los USA y gran parte de la UE. ¿Será, tal vez, porque los orígenes y raíces básicas de cada cultura son fundamentales para determinar el sentido profundo de la la evolución humana y nada tiene que ver descubrir el Tao en la vida diaria de cada un@ con ser fanáticos teóricos del Antiguo Testamento bíblico y sus secuelas vengativas, castigadoras y fanáticas, interpretadas como "la voluntad de Dios", para acabarlo de arreglar? Por ejemplo, en China sería inimaginable un Netanyahu ni una bestialidad inacabable como la guerra de Gaza, ni un ataque con bombas atómicas como en Hirosima y Nagasaki. Por algo será... Posiblemente, si LaoTsé hubiese nacido en Jerusalén o en Roma, también le hubiesen crucificado por haber descubierto y compartido la experiencia del Tao: la imprescindible armonía entre los opuestos, el Yinn y el Yang, para que la vida humana no sea un infierno y valga mucho más la alegría que tanta pena...o sea, una 'buena noticia' vital e imprescindible para SER y no sólo "parecer" que se ES o sea, verdadero eu/angellós, evangelio, como la de Jesús de Nazaret.Todo está unido y conectado cuando la conciencia despierta en el regazo del alma...Ains!!!

 

MALOSERÁ

Menos mal que nos queda China

No sabemos cuántas visitas a la Casa Blanca les faltan aún a nuestros educados representantes de la UE para descubrir con sorpresa que, en realidad, están negociando un rescate

Antón Losada 18/04/2025


Donald Trump charla en una reunión con Nayib Bukele, presidente de El Salvador, el pasado 14 de abril. / The White House

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La República Popular de China encarna la última esperanza del comercio libre y la globalización tal y como la conocíamos. Joe Biden ha reaparecido hecho un chaval en cuerpo y alma y a muchos les ha entrado el arrepentimiento del cocodrilo por tanto meme y tanta tontería antes de las elecciones de noviembre. Así del revés lo ha puesto todo Donald Trump. Puede que no consiga hacer a los USA grandes otra vez, pero el lío ya no puede resultar más monumental. 

Siempre nos quedarán el gigante asiático y sus trillones en bonos del tesoro yanki en este mundo más preocupado por la libre circulación de los microchips o el aceite de oliva, que por los derechos de las personas detenidas y deportadas a diario, con uso extremo de la violencia física y jurídica por parte de un gobierno y un presidente ufanos por echar gente del país encadenada de pies y manos; igual que hacen dictaduras como, por ejemplo, China. 

Antes no parecían mal esas cosas de violar los derechos humanos. Pero ahora andamos demasiado ocupados implorando que USA nos aplique un 10% en vez de un 20% o un 30% sobre nuestros vinos o nuestros coches. En la UE continúan pensando que están mercadeando un acuerdo comercial con la administración norteamericana. No sabemos cuántas visitas a la Casa Blanca les faltan aún a nuestros educados representantes para descubrir con sorpresa que, en realidad, están negociando un rescate. Trump ha cogido como rehén al comercio mundial y esto no es una negociación, se trata de un secuestro. Puedes pagar y aceptar la protección que te ofrece la administración Trump contra su propio matonismo, o no pagar y atenerte a las consecuencias. 

En China lo han pillado a la primera. Tras una demostración de fuerza, una oferta de amparo que no podrás rechazar. Nada que negociar. Si nuestra idea pasa por regatear un descuento por buena conducta, o por inclinarse más que Santiago Abascal cuando le menciona el señor, no habrá porcentaje suficiente que compense el enorme fracaso que supondrá haber comprado el marco impuesto desde Washington, según el cual, el mundo entero está en deuda con Norteamérica, hay que saldarla y luego empezar a pagar por su clemencia. No se trata de aranceles y balanzas comerciales. Va de las reglas y normas que ordenan un mundo donde la fuerza no sea necesariamente la única razón que valga.

La imagen de Donald Trump y su carcelero favorito, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, frotándose las manitas en el despacho oval ante la lucrativa perspectiva del enorme negocio que supondrá deportar a cientos de miles de personas a 25.000 dólares por cabeza y a coste judicial cero lo dice todo. El pavoroso silencio de la comunidad internacional ante la caza al inmigrante en las calles norteamericanas deja en el aire la sospecha de que no pocos líderes, en otras partes, harían exactamente lo mismo si pudieran o se atrevieran. 

Trump humilló a Zelenski en público ayudado por su corte para que todos supiéramos a qué atenernos. Permitió que Bukele se le colgara del cuello en público jaleado por su corte para que tengamos claro cómo conviene comportarse a partir de ahora. Ha llegado el momento de poner a prueba si es verdad lo que proclama la campaña publicitaria promovida por el Gobierno de España: eso de que nuestros valores no están en venta. No vaya a ser que acaben de saldo.

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Antón Losada

Profesor Titular de Ciencia política y de la administración en la USC. Doctor europeo en Derecho por la USC. Máster en Gestión pública por la UAB. Escritor y analista político. Padre de Mariña.

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