domingo, 20 de abril de 2025

Gracias, hermano Roberto y Nueva Tribuna por este regalo reflexivo tan necesario como urgente.🙌🙌🙌🙌🙏🙏🙏 !!!!!

 

¿Quién teme a Donald Trump?

¿Acaso envidiamos estar en su lugar?
trump imagen

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Es muy probable que quien más le tema sea él mismo, porque no parece poder estar contento sin hacerse notar e imponer sus caprichos con amenazas y por la fuerza.


Se diría que todos los bravucones no parecen estar muy a gusto dentro de su pellejo, porque de lo contario no necesitarían estar exhibiendo continuamente su presunta superioridad para obtener un reconocimiento que no saben alcanzar por las buenas y de un modo espontaneo. La verdad es que los tipos duros como Donald Trump dan un poco de pena, cuando imaginamos cuán a disgusto convive consigo mismo, al necesitar hacer ostentación de una supremacía indiscutible respaldada por la ley del más fuerte, como si se tratara de un pandillero cuya única misión en la vida es acabar con sus rivales para que no le quiten su pequeño pedestal. Debe ser terrible soportar esa intensa mezcolanza de narcisismo y megalomanía en unas dosis tan desmesuradamente patológicas. Quienes le rodean en un momento dado le rinden pleitesía para sacar algún beneficio y las amistades genuinas deben brillar por su ausencia, puesto que sus relaciones quedan mediatizadas por el interés. Bajarse del podio significaría encontrarse muy solo de repente, al perder a esas huestes que le rodean únicamente para ganar algo, aunque desprecien al personaje.

En segundo lugar, tras él mismo, han de temerle sus compatriotas. Los norteamericanos que no le votaron porque ven confirmados al alza sus temores y muchos de quienes optaron por su candidatura pueden estar comprobando que sus promesas eran demasiado vagas. La prosperidad va en aumento para los magnates que ya tenían una situación privilegiada y pueden incrementar sus astronómicas fortunas, pero al ciudadano de a pie no parecen afectarle positivamente unas estrambóticas medidas económicas que nadie comprende muy bien, salvo que dispongas de información privilegiada para dar un pelotazo con inversiones bursátiles en medio del caos generalizado. A continuación, están los países que tengan algo anhelado por Trump, como sería el caso de Dinamarca con Groenlandia o la propia Canadá, que se ve avasallada por su vecino del sur. Por supuesto, no cabe olvidar a los lugares cuyos conflictos bélicos están estancados, porque la mediación de Trump, anunciada como mágica, se ha quedado en agua de borrajas y, una vez firmado el trato para explotar ciertos minerales de Ucrania, el mediador amenaza con dejar de negociar porque se le agota la paciencia. Lo cierto es que Putin ha ignorado sus advertencias y nadie se fía de que respete acuerdo alguno. Sobre la solución dada para Gaza no hay palabras para describir semejante delirio que desborda la majadería más excelsa. 

El resto del mundo se desayuna cada día con sus nuevas ocurrencias y no da crédito a que alguien con tan poco fuste haya cogido el timón de una superpotencia, pero así son las cosas. Para colmo tiene a su favor los vientos ideológicos del momento presente. La precariedad y una creciente desconfianza en las instituciones, el recelo por la inoperancia de un sistema democrático donde predomina una demagogia que ahuyenta los consensos en aras del alicorto y exclusivo beneficio cortoplacista para los míos, están reavivando movimientos reaccionarios de corte neofascista que asfixian a las opciones políticas más templadas. Las reivindicaciones nacionalistas vienen a socavar los acuerdos que tengan una dimensión europea o cualquiera otra de carácter internacional. Prima la mentalidad individualista del depredador que quiere ganar a toda costa sin atender los posibles daños colaterales o el perjuicio que cause a sus congéneres. Esta cosmovisión refleja un profundo malestar social y ese descontento personal nos hace dar zarpazos para sobrevivir sin mirarnos al espejo.

Trump es la encarnación viviente de una época convulsa e infeliz. Ese desasosiego provoca estragos en la convivencia. Para ser generoso y solidario hay que hallarse contento consigo mismo. La cooperación y la empatía son algo vedado para quienes no se quieren bien. Esa insatisfacción les hace aspirar a prevalecer con el ordeno y mando. Aspiran entonces a que les besen cierta parte de su anatomía y que los demás negocien desde una posición de inferioridad para salirse con la suya. Esto es lo único que importa. No hay una meta más allá de imponer los caprichos del sátrapa de turno. Hay que apiadarse de quienes padecen esta deshumanización alentada por una grave patología social. 

Ojalá pudieran disfrutar de la vida sin hacer daño a los demás y se conformaran con hacerse querer por sus buenas obras, en lugar de buscar ser temidos por su desmedida bravuconería. Es una lástima que no sea un requisito para gestionar lo público el tener una buena vida fruto del estar contento consigo mismo. Así las cosas, cuesta creer que alguien pueda envidiar a Trump o temerle más de lo que teme a ese yo al cual rehúye con saña interpretando un personaje cuya mascara es ya él mismo. Los creyentes deberían rezar por su alma, pero a estas alturas ni un milagro puede salvarle de seguir siendo como en su día decidió aparentar ser. Quizá tuviese algún interés trazar el daguerrotipo del comportamiento dictatorial, para ver si en su origen anidan traumas personales que condicionaron la trayectoria vital y orientaron sus pasos hacia un intolerante autoritarismo que busca paliar la desazón de una inferioridad radical. Estamos ante la distinción clásica entre potestas y autoritas. No cabe confundirlas. 


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 Nota del blog: 

Para completar las reflexiones de Roberto R. Aramayo en Nueva Tribuna, aquí va este artículo publicado por The Guardian el 25 de julio de 2020, y editado en España por elDiario.es, sobre Mary Trump, psicóloga norteamericana, sobrina de Donald Trump, y autora de un libro que escribió hace años sobre lo que sucedería si su tío llegase a la presidencia de los EEUU. Por desgracia, una profecía que se está cumpliendo al pie de la letra. Ante estas evidencias innegables, no tenemos otro remedio que cambiar de miradas y de aspiraciones, pues sin la elección "democrática" de semejantes elementos por parte de la ciudadanía totalmente en la inopia, semejantes monstruitos nunca llegarían a dominar ni la sociedad ni su evolución, convirtiéndola en involución, en esa marcha atrás enredada en falsas apariencias de progreso, con riquezas para unos cuantos y ruina total para millones de seres humanos. Una repetición de elementos como Hitler, Mussolini, Franco o Stalin. 

Tenemos que progresar como conciencias personales, sociales y globales, para que estas barbaridades más propias de la Prehistoria que del siglo XXI vayan desapareciendo como modus operandi de la humanidad, y no mediante la violencia ni el castigo, porque entonces nada cambiaría de verdad entre nosotr@s, estaríamos en un laberinto autoreproductor, que es lo que ahora se está gestando, donde el ego del poder es el Minotauro devorador e inextinguible, si esa brutalidad inepta, facilona y estúpida no se elimina de nuestras posibilidades y aspiraciones "normales", considerándolas atractivas, poderosas, triunfantes y valientes...cuando en realidad son las marionetas multiplicadas de los jinetes del Apocalipsis. El cielo no está fuera de nosotr@s, sino dentro y hay que sacarlo al exterior mediante las luces y la inteligencia humilde y sana del espíritu trabajando en la materia, no para destruirla, sino para transformarla. Todo lo bueno que hacemos individualmente tiene una conexión natural con toda la creación y así nos facilita la sorofraternidad y que todo lo bueno y sano que enviamos con la mente, el corazón y la conciencia "contagie" el equilibrio, la salud, la armonía y el amor verdadero que nada tiene que ver con el deseo de mandar, de seducir ni de poseer nada ni a nadie, sino disfrutar en un abrazo compartido universal que al mismo tiempo que abraza, sana, facilita, bendice y multiplica lo mejor mientras borra lo peor, para convertirlo en abono de otra forma de vida y de otras cosechas. 

Todo lo bueno nos despierta y nos recicla al mismo tiempo. Por eso no vamos a maldecir a nadie, por muy mal que se comporte en general y en particular . Al contrario, emitiremos luz, esperanza, creatividad y amor para TOD@S, incluidos los 'trumpantojos' de nuestra especie, que no se limitan a uno solo, sino que también se multiplican si no hay al mismo tiempo una respuesta energética personal y colectiva a la vez, además de material, en el comportamiento y en el cuidado del bioentorno y de nuestros semejantes. Los malos deseos para "los malos" también se quedan sembrados en el inconsciente personal y colectivo de los supuestamente "buenos" y también crecen y aumentan su cosecha a base de toxicidad mental, emocional y operativa en los que caen en la autotrampa de "buenos y malos". Jamás Trump habría llegado a ese poder enloquecido si una gran parte de sus conciudadanos no le hubiese votado, eso significa que hay millones de personas que consideran normal esa barbaridad suicida para la propia especie humana  como para el propio planeta Tierra, a base de arrancarle tierras raras para intoxicar mejor al mundo entero mientras los millonarios se forran para enfermar y morirse mejor...mis querid@s Caperucit@s. 

El Amor Infinito nos ayudará a dar el salto cuántico, no lo dudemos ni por un instante. Y el Maestro del Corazón, en su red cósmica, mantendrá viva la inteligencia creadora y resucitadora de la nueva humanidad, sana, humilde, abierta, inocente y sabia, generosa y pacífica, como ya lo está haciendo en muchísimos lugares. 

Que este artículo de The Guardian nos abra los ojos y al mismo tiempo nos vacune para no contagiarnos con la pandemia del desaliento y la resignación agotadora. Recordemos que no nos cambia ni nos mejora o empeora lo que nos sucede, personal y colectivamente, sino como comprendemos y gestionamos lo que nos sucede.


 

 

The Guardian en español

ENTREVISTA
Mary Trump

“Así creó mi familia al hombre más peligroso del mundo”: el polémico libro de la sobrina de Trump

El presidente de EEUU, Donald Trump, de niño, en una foto compartida por él mismo

David Smith

Washington (EEUU) —

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Publicado por elDiario.es .

Las cenas en la casa de los Trump estaban marcadas por su jerarquía. Fred Trump, el patriarca, se sentaba a la cabeza de la mesa, con su hijo Donald a la derecha y su hija Maryanne a la izquierda. Otros miembros de la familia ocupaban los lugares que se les habían asignado en orden descendente de importancia.

Un Día de Acción de Gracias, el hijo mayor, Fred Jr., se vio relegado al extremo opuesto de la mesa con su hija Mary. “Durante la comida, mi abuela se atragantó”, recuerda Mary Trump. “Mi padre había sido conductor voluntario de ambulancias a finales de los 60 y principios de los 70, así que conocía la maniobra de Heimlich y la llevó muy suavemente a la cocina y le practicó este procedimiento de primeros auxilios, y la salvó”.

“Nadie más se inmutó; todos siguieron comiendo. Les resultó incómodo y embarazoso que Gam [su apodo] se atragantara. Cuando volvieron a entrar, fue literalmente como si mi padre acabase de sacar la basura: 'Oh, sí. Buen trabajo, Freddy”. No podía hacer nada para ganarse el respeto o conseguir algún tipo de reconocimiento, aunque hubiera salvado a su madre“, recuerda.

Según Mary, la primera integrante del clan que ha publicado una biografía de Trump, no se puede entender al presidente de Estados Unidos sin conocer a su “familia tóxica y disfuncional”. También es la primera de la familia que cuestiona que sea apto para estar al mando del país. Too Much and Never Enough: How My Family Created the World's Most Dangerous Man [Demasiado y nunca suficiente: así creó mi familia al hombre más peligroso del mundo] vendió casi un millón de copias el día de su lanzamiento, después de un intento fallido del hermano menor del presidente de Estados Unidos, Robert, de impedir la distribución de la biografía por vía judicial.

El libro describe una situación enquistada en el corazón de una familia blanca de las afueras que persigue el sueño americano. En una conversación con Mary, de 55 años, por teléfono desde Cape Cod, Massachusetts, cuenta cómo su abuelo “sociópata” hizo de Trump el hombre que es hoy, reflexiona sobre la carga de llevar el apellido y advierte sobre la posibilidad de que los hijos del presidente se presenten a cargos políticos.

Fred Trump es el villano de esta obra. Este neoyorquino despiadado y adicto al trabajo dormía unas cuatro horas diarias y se movía por dinero. Mary señala que mostró poco interés en sus cinco hijos, excepto cuando tuvo que designar y preparar un sucesor para su negocio inmobiliario. Despreció a su hijo mayor, Freddy, y se decantó por Donald, decidiendo que el carácter “arrogante e intimidante” de su segundo hijo, y su disposición a mentir y engañar, eran justo lo que la empresa necesitaba.

 “Si lo hubieras conocido”, dice Mary de su abuelo, “pensarías que era un tipo alegre y positivo, pero también intimidante y, desde luego, no era una persona cálida. En realidad no tengo problemas en describirlo como un sociópata. No tenía ningún sentimiento humano real y trataba a sus hijos con desprecio”.

“Sin duda, a mi padre, que era el hijo mayor, supuesto heredero y tocayo, lo trató con mano dura y lo humilló. Donald, que era siete años y medio más joven que su hermano, fue testigo de esta humillación y aprendió lecciones muy específicas: no seas como Freddy, no seas amable, no seas generoso, no tengas intereses 'frívolos'. La otra lección que aprendió fue que la humillación era lo peor que le podía pasar a una persona y que tenía que hacer todo lo que estuviera en sus manos para evitar esa situación”, explica.

No hace falta mucha imaginación para pensar que las comidas familiares eran tortuosas y con egos gigantescos en conflicto. El lenguaje racista y antisemita era común, ha dicho Mary durante las entrevistas con los medios para promocionar el libro, señalando que los Trump vivían en lo que entonces era un suburbio completamente blanco en el barrio neoyorquino de Queens.

¿Puede recordar una situación concreta en la que Trump usara la palabra que empieza por N [Nigger, un término racista y muy ofensivo para referirse a las personas negras]? “Honestamente, no, porque simplemente se decía de forma recurrente y se consideraba algo normal. Si mi padre lo hubiera dicho fuera de la casa cuando estábamos con él, me habría llamado la atención pero nunca lo hizo. En la casa de mis abuelos, era algo común y lamentablemente no era un comportamiento sorprendente”.

Trump aprendió que la humillación era lo peor que le podía pasar a una persona y que tenía que hacer todo lo que estuviera en sus manos para evitarlo

Mary está convencida de que su tío es racista. ¿Utilizaría para describir al presidente de Estados Unidos términos como fascista y supremacista blanco? “No creo que tenga ninguna ideología política. Para él, esto es simplemente lo oportuno. Diría que se comporta como un supremacista blanco, sin duda. Está actuando movido por su propio racismo. Tiene comportamientos racistas que ponen en peligro a las personas negras de este país. Eso es mucho más importante, y es irrelevante si se considera un supremacista blanco o no, ya que sin lugar a dudas actúa como si lo fuera”.

En 2016, la revista Nation publicó un artículo con el siguiente titular: “¿Has visto alguna vez reír a Donald Trump?” Sostenía que casi nadie lo ha hecho. ¿Es también el caso de Mary, que además es psicóloga? “No, y mi abuelo tampoco se reía. Cuando eres capaz de reír bajas la guardia y eso estaba mal visto. Mi padre tenía un gran sentido del humor; era un tipo muy divertido y sabía reír. Creo que en el caso de mi abuelo no se reía porque no era un ser humano completo”.

En su libro afirma que Trump pagó a alguien para que hiciera por él el examen de acceso a la universidad. La Casa Blanca lo ha negado. Durante un corto espacio de tiempo, Freddy trabajó en el negocio familiar pero lo odiaba. De hecho, lo dejó para convertirse en piloto de avión. Murió solo en el hospital a los 42 años después de una lucha contra el alcoholismo, cosa de familia.

Mary culpa a su abuelo. “Lo peor que hizo mi abuelo, desde muy pronto, fue no aceptar a mi padre como era. Tan pronto como se dio cuenta de que mi padre no era el 'tipo de persona adecuada' - no era 'agresivo', no era 'duro' - lo descartó de inmediato y rápidamente encontró un sustituto en Donald”.

Trump asumió el papel de patriarca. Él también fue un padre distante que no se involucró, por ejemplo, en el cambio de pañales, pero animó a sus hijos a unirse al imperio familiar. Sus hijos, Don Jr. y Eric, se han convertido en dos de los sustitutos más agresivos del candidato republicano en los actos de campaña, y su hija mayor, Ivanka, es asesora en la Casa Blanca.

Mary, que es más de diez años mayor que sus primos y no los conoce, dice: “Parece bastante claro que ellos creen que la forma de llamar la atención de su padre es a través de la crueldad y el servilismo, y es bastante horrible constatarlo”.

Tanto Don Jr. como Ivanka han sido, medio en broma, medio en serio, presentados como posibles futuros candidatos a la presidencia. Si se puede sentir un escalofrío en una línea telefónica, viene ahora. “Si eso se permitiera, estaría mal”, dice Mary. “No están cualificados. Ivanka es la única que técnicamente forma parte del Gobierno y no está cualificada para ser asesora, y mucho menos para presentarse a un cargo político”.

“Ninguno de ellos ha hecho nunca nada por sí mismo. Han trabajado en el conglomerado de empresas de su padre y, por lo que puedo decir, no han hecho nada más que seguir beneficiándose del dinero de la familia. Así que creo que el hecho de que se presentaran a un cargo público llevaría al partido republicano a la bancarrota”.

De hecho, tal vez una pregunta más interesante que el narcisismo de Trump es lo que revela su victoria sobre Estados Unidos. Ha arrojado una dura luz sobre las divisiones, desigualdades, inseguridades, partidismos negativos, neurosis y prejuicios del país, y evidencia hasta dónde están dispuestos a llegar algunos para saborear las mieles del poder.

“Eso es lo único que no anticipé”, continúa Mary. “Una de las razones por las que su victoria en 2016 me devastó por completo es que aunque sabía que [mi tío] era completamente incapaz e incompetente y cruel, nunca pensé que el 100% de los republicanos electos permitirían, en la medida en que lo han hecho, que se comporte como lo ha hecho”.

“Ha sido horrible porque, en ese sentido, él no es el problema. Si se le hubiera exigido lo mismo que a otras personas en su posición, si se hubieran preocupado por las transgresiones que ha cometido, las líneas rojas que ha cruzado, entonces habría sido neutralizado, o al menos controlado. Pero no solo le han permitido que se comporte así sino que además han reforzado este tipo de actitudes”.

La psicóloga ha sido testigo de las mentiras, exageraciones y las artimañas de Trump. Cuando Mary conoció a Melania [la esposa de Trump], su tío le dijo: “Dejaste la universidad, ¿verdad?”. Luego comentó: “Estuvo muy mal durante un tiempo, y luego empezó a tomar drogas”.

Mary dice que no ha tomado drogas en su vida, pero Trump disfruta contando historias como esa. “Es solo un juego de poder. Sabía que estaba mintiendo. Sabía que yo sabía que estaba mintiendo. Pero disfruta con ese tipo de cosas”. Es una anécdota reveladora sobre la actitud de Trump de “no dejar que los hechos estropeen una historia”, con la que busca la complicidad de su público, y de los medios de comunicación.

Tras la muerte de su padre en 1999, Mary y su hermano libraron una dura batalla legal. Sin embargo, siempre ha mantenido un perfil bajo a pesar de compartir apellido con un hombre que durante décadas ocupó portadas en los tabloides de Nueva York, fue estrella de reality shows y ahora lo es del pantano político de Washington.

“He mantenido un perfil muy bajo hasta hace poco; supongo que ya no es así”, reflexiona. “Cuando era muy joven, no me costó mantenerme en un segundo plano porque fuera de Nueva York nadie sabía quién era mi abuelo”, afirma la autora.

“Me costó más en la universidad y aprendí muy pronto que si alguien me preguntaba si era pariente de Donald Trump, lo que ocurría siempre que pagaba con un cheque o usaba una tarjeta de crédito, simplemente decía que no porque era mucho más fácil. Así que incluso lo oculté a mis amistades”, señala.

Mary votó a Hillary Clinton en las elecciones de 2016 y a la senadora Elizabeth Warren en las primarias demócratas de 2020, y ahora apoya completamente a Joe Biden en su campaña como candidato demócrata en las elecciones presidenciales de noviembre. “Haré todo lo que pueda para ayudarle a ser elegido”. Cuando se le preguntó si aceptaría una invitación para hablar en la Convención nacional demócrata del mes que viene, se limitó a contestar que “sería un honor”.

De hecho, los sondeos muestran que Biden va por delante de Trump, pero ¿qué pasaría si, a pesar de todo, el presidente es reelegido? “Me cuesta mucho imaginar ese escenario pero creo que la forma más simple y clara de responder esta pregunta es afirmar que, en mi opinión, su victoria supondría el fin del sueño americano. El hecho de que los ciudadanos lo eligieran hace cuatro años fue devastador; que alguien piense que es una buena idea [volverlo a votar] y seguir como hasta ahora es impensable”.

Mary habló por última vez con el presidente en la fiesta de cumpleaños de su tía, que se celebró en la Casa Blanca en abril de 2017 y no tiene interés en volver a hacerlo. En 2018, ayudó en secreto a los periodistas del New York Times en una investigación que describía cómo Trump y sus hermanos evadieron millones de dólares en impuestos.

Su victoria en 2016 me devastó por completo es que aunque sabía que [mi tío] era completamente incapaz e incompetente y cruel

¿Quiere a su tío? “No, no lo quiero”, dice sin dudarlo. “Solía sentir compasión por él. De verdad que la sentía. Pero más tarde, cuando empecé a enterarme de lo que había hecho y a ver lo que ha estado haciendo desde el 20 de enero de 2017, me resultó imposible seguir sintiendo pena por él”.

La guía que ha escrito Mary sobre el laberinto psicológico de Trump sostiene la idea de que 'el niño es el padre del hombre'. Si todos somos producto de nuestras circunstancias, ¿merece Trump algo de compasión? Ella vuelve a responder con rotundidad. “No, no la merece. Entiendo completamente que alguien sienta simpatía y empatía por el niño que sufrió mucho, pero no es una excusa para su comportamiento”.

“Es un ser humano adulto que sabe la diferencia entre el bien y el mal, aunque no crea que estas reglas le sean aplicables. Sabe lo que hace y una de las razones por las que estamos como estamos es que nunca se le han pedido responsabilidades. Así que sus transgresiones se vuelven más atroces con el tiempo y es necesario que rinda cuentas”, zanja.

Traducido por Emma Reverter


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