George Orwell: «En tiempos de engaño universal, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario».
domingo, 29 de septiembre de 2024
👍👍👍👍👍👏👏👏👏😍😍😍😍🙏🙏🙏🙏, Olé, Juan Carlos Monedero, hermano!!! Mil gracias por esta invitación a las honduras de la conciencia, que buena falta hacen en este mundo y , especialmente, en estas esppañolidades al pil-pil. Tienes más razón que un santo: es imposible que nuestras ofensas sean perdonadas si nosotr@a somos incapaces de perdonar a nadie, porque ignoramos que el perdón somos nosotr@s mism@s, cuando salimos del bucle de las rabias, los rencores, las venganzas como fundamento "patriota" e ideologista tóxico, y desde ese paso evolutivo conseguimos levantar el vuelo del basurero-lodazal hacia la luz del aire limpio...Si no lo hacemos, nunca habrá dios que arregle ese berenjenal ya convertido en puritita 'normalidad patriótica' y con menos porvenir que un espía sordo, un cantante mudo o un trapecista ciego...¡Viva la República Universal del alma, el corazón y la conciencia, los verdaderos Premios Nobel de esa Vida que sólo es posible desde la inteligencia del Bien Común escrita en el Universo con la tinta imborrable del Amor Sorofraterno!!!!...Ains
Perdona nuestras ofensas, así como nosotros no perdonamos a nadie
Foto de archivo del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez junto al mandatario mexicano Andrés Manuel López Obrador-EP
Es inconsecuente comparar la conquista de América con otros procesos
de la historia como, por ejemplo, la romanización. Hará temblar de
excitación a los que todo lo que saben de historia se lo susurró el
capitán Alatriste, pero hay vida más allá del carajillo y el yelmo con
el que se fotografió Abascal para perdonarse haberse librado como el
buen pillo que es de hacer el servicio militar. Todo por España. Los
efectos perversos de la romanización hoy no afectan a los pueblos
romanizados y no dan ninguna ventaja a Italia (bueno, salvo turistas,
que no es poco), mientras que los de la colonia española siguen vivos y
benefician a los países coloniales. En la Ciudad de México, en el
Zócalo, todos los días tienen noticia de que había otra cultura debajo
de donde los conquistadores construyeron la hermosísima catedral de la
capital. El racismo vivo en México vive de aquella sumisión de los
indios y la mezcla, que tiene resultados grandiosos, la utilizamos para
hacer jerarquías donde los blancos siempre estaban arriba. Tampoco es
gratuito que mexicanos y venezolanos, la mayoría tan ricos como
ladrones, estén comprando tantos inmuebles en el barrio de Salamanca.
Tampoco que Iberdrola se beneficiara de las reformas energéticas
neoliberales en México o que el PP participara del golpe de Estado
contra Chávez.
España está perdiendo una hermosa oferta hecha por López Obrador:
escribir juntos los dos países la historia compartida. Qué propuesta tan
bonita. Ojalá en todo el mundo víctimas y victimarios, conquistadores y
conquistados, invasores e invadidos, pudieran escribir juntos lo que
pasó y darse la mano compartiendo un mismo sentido del pasado. Así, que
Alemania e Israel pudieran escribir juntos el Holocausto y que se
incorporara Polonia para explicar el gueto de Varsovia y su colaboración
en la masacre; luego, que Alemania siguiera la colaboración con Namibia
o Tanzania y su particular holocausto, que Francia escribiera con
Argelia o con Haití su pasado común, que Bélgica se sentará con el Congo
a hablar de la esclavitud y el robo. Es una pérdida terrible que
España, con tantos lerdos que quieren vivir en el pasado la gloria que
hoy les falta, hayan empujado a la derecha y también el Partido
Socialista (que mal encajan a veces los nombres de los partidos), ha
perder esta oportunidad. Aún más cuando López Obrador ha insistido
siempre en la propia responsabilidad de México en el maltrato a los
pueblos originarios, igual que no ha dejado de recordarle a los
presidentes estadounidenses que les robaron un tercio de su territorio.
Hablamos de hermanar a los pueblos. ¿No es una forma hermosa de hacerlo
escribir juntos nuestro pasado y escribir las luces y las sombras en la
misma lengua?
Hace falta un Gobierno republicano para que se
recupere esta oferta. Cuando España tenga una presidencia republicana
nos corresponderá desempolvar esta ofrenda y hacerla valer, porque hoy
lo que pesa es la soberbia monárquica de los Borbones. Siguen creyendo
que a ellos les ha elegido la historia y les queda el regusto de haber
perdido las colonias con el infausto Fernando VII, antecesor del VI de
los Felipes que nos reina. Igual que la sumisión del PSOE y del PP a la
institución monárquica, unos porque son parte del mismo bloque histórico
y otros por cobardía. Si no se invita a un rey, no va nadie del
Gobierno de España. Como si la monarquía pudiera presentar otras actas
que las de haberle cortado la cabeza, quemado, torturado, fusilado o
exiliado siempre a la mejor España.
Pedir perdón cuando se inflige un daño es saludable para la víctima y
para el verdugo. Repara, conforta, sienta las bases para la
cooperación, restaura la confianza. Solo hay que ganar. La España de hoy
pidió perdón por la expulsión de los judíos sefardíes en 1492. Porque
la continuidad histórica del Estado lo hacía sensato y la moral lo
obligaba. ¿Por qué no hacerlo por la conquista? Hacerlo en serio, no de
pasada, con la boca pequeña. Y compartir con México el pasado. Un libro
de historia escrita no a dos manos sino a dos pueblos. Seguramente
porque aquella expulsión la hizo otra dinastía, los Austrias. Quizá
también han opinado las grandes empresas, que prefieren una relación
colonial que una entre iguales. No han entendido todavía que harían más
negocio siendo menos egoístas. Y seguramente hay algo de subconsciente
de que una dinastía montó el imperio y otra lo perdió. Y los huevones,
como se dice en la región, que perdieron el imperio no quieren
disculparse para no parecer aún más huevones de lo que fueron. Lo dicho:
soberbia.
El problema es que un Gobierno del PSOE con Sumar se comporta de la
misma manera que uno del PP con Vox. Y eso es desalentador porque
demuestra que las élites españolas repartidas entre ambos grupos
comparten todavía una mirada colonial que es la explica los errores
constantes de los gobiernos con América Latina. La España que obedeció a
EEUU para reconocer a falsos presidentes, la que no tiene una idea
propia de país, la que solo es feliz en el pasado, se condena cada vez
más a estar sola. Y hace que la España republicana sea la única solución
a ese drama anticipado. Esa República que fue tan bien acogida en
México y que sabe que les debemos las gracias y el perdón. Ese México
que también añora la república porque aprendió de los yugos y no se
olvida.
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