lunes, 9 de septiembre de 2024

Aquí tenemos un buen aporte para meditar y reflexionar antes de irnos a dormir. Y que la luz y la paz nos den pistas para poner orden en el caos, energía en la flojera, salud en la enfermedad, apertura en la cerrazón y alas para remontar el vuelo hacia los adentros, y que así logremos organizar los afueras con amor, empatía, compasión y cariño. Gracias, Juan José Tamayo e InfoLibre👍👍👍👏👏👏🙏🙏🙏!!! .

 

Paz, violencia y religiones

Juan José Tamayo

InfoLibre 

La paz, un bien preciado, pero frágil y amenazado

La paz es uno de los bienes más preciados y anhelados por la humanidad, pero, al mismo tiempo, uno de los más frágiles y amenazados. Rastreando las huellas de la historia, en vano buscaríamos un estado duradero de paz. A lo más, encontraríamos armisticios, es decir, breves periodos intermedios entre dos guerras, que no son precisamente remansos de paz, sino tiempo dedicado de manera calculada a preparar nuevas guerras con nuevos y más destructivos mortíferos de los seres humanos y de la naturaleza. La humanidad, o por mejor decir, sus dirigentes, también los religiosos, parecieran seguir la consigna belicista: "Si quieres la paz, prepara la guerra". Una consigna muy alejada del ideal ilustrado de la "Paz perpetua" que propusiera Immanuel Kant –cuyo tercer centenario de su nacimiento estamos celebrando este año– en la obra del mismo título, publicada en 1795, donde podemos leer: “Esta facilidad para hacer la guerra, unida a la inclinación que sienten hacia ella los que tienen la fuerza y que parece congénita a la naturaleza humana, es el más poderoso obstáculo para la paz perpetua”. ¡Kant, siempre tan oportuno, certero y actual!

Y las religiones, ¿qué actitud adoptan ante la violencia, ante las guerras? Lo que comprobamos es que existe una falta de sintonía entre los mensajes de paz que predican y algunas de sus manifestaciones históricas violentas a través de las cuales han logrado imponer las creencias por la fuerza de las armas y dominar las mentes y las conciencias de la gente.  Lo que decía con gran lucidez de los cristianos Baruc Spinoza, que sufrió en su propia carne la expulsión de la comunidad judía, es aplicable a no pocos creyentes y dirigenets de otras religiones: 

"Me ha sorprendido a menudo ver a hombres que profesan la religión cristiana, religión de paz, de amor, de continencia, de buena fe, combatirse los unos a los otros con tal violencia y perseguirse con tan terribles odios, que más parecía que su religión se distinguía por este carácter que por lo que antes señalaba. Indagando la causa de este mal, he encontrado que proviene, sobre todo, de que se colocan las funciones del sacerdocio, las dignidades y los deberes de la iglesia en la categoría de las ventajas materiales, y en que el pueblo imagina que toda religión consiste en los honores que tributa a sus ministros".

La paz es uno de los bienes más preciados y anhelados, pero, al mismo tiempo, más frágiles y amenazados. La humanidad pareciera seguir la consigna belicista: "Si quieres la paz, prepara la guerra"

Dios, “la palabra más vilipendiada”

Más contundente se muestra el filósofo judío Martin Buber en torno a la utilización de la palabra “Dios” para legitimar la violencia e incluso para ejercerla en su nombre y por mandato suyo. “Dios –afirma– es la palabra más vilipendiada de todas las palabras humanas. Ninguna ha sido tan mancillada, tan mutilada... Las generaciones humanas han hecho rodar sobre esta palabra el peso de su vida angustiada y la han oprimido contra el suelo. Yace en el polvo y sostiene el peso de todas ellas. Las generaciones humanas, con sus partidismos religiosos, han desgarrado esta palabra. Han matado y se han dejado matar por ella. Esta palabra lleva sus huellas dactilares y su sangre... Los hombres dibujan un monigote y escriben debajo la palabra ‘Dios’. Se asesinan unos a otros, y dicen: ‘lo hacemos en nombre de Dios...’. Debemos respetar a los que prohíben esta palabra, porque se rebelan contra la injusticia y los excesos que con tanta facilidad se cometen con una supuesta autorización de ‘Dios’. ¡Qué bien se comprende que muchos propongan callar, durante algún tiempo, acerca de las ‘últimas cosas» para redimir esas palabras de las que tanto se ha abusado!’. Bien seguro que ya no será posible purificar la Palabra de «Dios» de tanto vilipendio y mancillamiento, de tanto desgarro y mutilación, de tanto secuestro y manipulación a que ha sido sometida a lo largo de los siglos. Pero no nos descorazonemos. Porque sí, podemos, mancillada y mutilada como está, levantarla del suelo y erigirla en un momento histórico trascendental”.

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Juan José Tamayo es teólogo de la liberación y autor de la trilogía 'Religión, razón y esperanza. El pensamiento de Ernst Bloch' (Tirant, 2015, 2ª ed.), 'Invitación a la utopía. Ensayo histórico para tiempos de crisis' (Trotta, Madrid, 2016, 1ª reimpresión) y '¿Ha muerto la utopía? ¿Triunfan las distopías?' (Biblioteca Nueva, 2020, 4ª ed.).

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Comentario del blog:

Tal vez ya vaya siendo hora de que dejemos de repintar y retocar el origen de la palabra 'dios', con los resultados del equívoco lingüístico que la lleva manipulando desde no se sabe cuando. Nada tiene que ver la Realidad de la Esencia Infinita de lo que ES, con el confuso y caótico "baúl de los recuerdos" heredado a través de milenios y civilizaciones, confundiendo el tocino con la velocidad y la realidad con el cuento litúrgico tapa agujeros. La Esencia Infinita no cabe en los packs del apaño religioso; recordemos lo que significa "religare", o "religio/onis": atar dos veces. O sea, todo lo contrario de lo que nos regala esa Esencia sin límites ni remilgos, que no tiene pueblos favoritos ni humanos "elegidos", que es pura gratuidad y pura sorpresa inocente y limpia, que se vuelca, justamente, con los que nadie elige, ni pone por encima de sus hermanos de especie. El "diosismo" ata, religa, divide, encadena y sigue la trayectoria viejísima de los poderes de este mundo mezclado con una especie de chamanismo litúrgico, juzgón y reticente, del clasismo, de la división entre "buenos y malos", dura como un pedrusco, en la que el perdón liberador y sanador es un imposible, y por ello el arrepentimiento es un ritual de confesionario que en realidad no cambia a nadie, sino que se usa por costumbre como una tirita para tapar heridas y desgarros crónicos y asumidos como "normalidad" o quitamanchas de repetición, pero que no cura la enfermedad ni las heridas, porque le faltan los rayos X de la conciencia y la capacidad para ver y sentir las resonancias magnéticas de lo que hay dentro de cada un@ de nosotr@s. El religionismo es un impermeable postizo que impide empaparse del agua limpiadora que nos lava y nos regenera desde el cambio y no desde la rutina beata en el peor sentido de la palabra, o sea, en el verdadero bautismo de la transformación evolutiva, que fue lo que intuyó y aplicó Juan Bautista en el Jordán. No un rito ni una fiesta para bebés en el limbo, que sólo lloran en la pila bautismal sino una resurrección para adultos que celebren el despertar, el cambio, la regeneración que se abre ante la luz que hasta ese momento no se ha conocido ni mucho menos, asimilado. 

El ser humano ya no puede seguir haciendo teatro y repitiendo personajes absurdos, haciendo guiñol con su "dios" a salto de mata, sin caer en el abismo de la nada y del sinsentido, como las monjas de Belorado o los obispos del negocio o los curas pederastas, que son, nada menos, que los "gestores" públicos del 'religare'. O las barbaridades de la Biblia, convertidas en los mandamientos de un "dios" que pone su adoración por encima de todo, como los tres primeros mandamientos de su ley. Un dios tan vengativo y absurdo como relata el Génesis, para vengarse de los egipcios matando a seres inocentes como los niños primogénitos y así "salvar" a "su pueblo" y castigar al  faraón de turno, un rito, que al parecer ha adoptado religaroramente Netanjahu con los niños de los gazatíes.  

Nuestra evolución creadora y regeneradora ya no es compatible con semejante caos, realmente nunca lo ha sido, pero el lento avance evolutivo de las conciencias no daba para más y además con la confusión de poderes, de imperio en imperio. Pero todo tiene un límite. También físico, material y energético. No tiene ningún sentido que los humanos perdonen a los enemigos y "su dios" los castigue, si de verdad es Amor y Compasión, y como hizo Jesús, se vuelca, precisamente con "los malos" que lo necesitan mucho más que "los buenos", tal como explica el padre en la parábola del hijo pródigo, al hijo "bueno" que protesta por la alegría con que el padre celebra el regreso del "oveja negra" y bastante tonta, también. 

No ha sido nada acertado históricamente que el mensaje y testimonio de Jesús se convirtiese en el Nuevo Testamento unido, como continuación,  al viejo depósito bíblico de tradiciones "religadoras", justo, todo lo contrario que aporta el Evangelio, la Buena Noticia y la liberación de las ataduras cegatas y repetidoras de los mismos disparates y rutinas bloqueantes, que impiden avanzar evolutivamente, considerando ateos a todos los hijos que vuelven a casa desde la conciencia y la luz con que el PadreMadre los recibe en el viaje evolutivo de regreso a la Casa Infinita, trayendo en la mochila del alma consciente, nada menos que la posibilidad de un Imperativo Categórico como medicina curativa para que el Ser Humano, de verdad, pueda transformar el mundo de una bendita vez. Si las células humanas no se regeneran, el cuerpo de la Humanidad nunca podrá sanar ni mejorar, sólo extinguirse y desaparecer. 

Sin embargo, aún hay luz suficiente y ocasiones para cambiar y saltar tan humana como divinamente por encima del precipicio. Ese salto es hacia dentro y nunca falla. Es la ascensión tras la resurrección. El proceso que Jesús quiso mostrarnos, no para que le adorásemos "diosísticamente", y que todo siga igual en nuestro caos, sino para que aprendiésemos a caminar sorofraternalmente en la luz verdadera e infinita del milagro natural y diario. Sin ataduras. Sin ídolos ni "dioses" a medida de la ignorancia, el miedo y el fanatismo, capaz de montar guerras hasta "en el nombre de dios". Pero ¿qué dios es ése? Un verdadero cuento chino. Un globo que se pincha y nunca está presente cuando se le necesita. ¿No será que llevamos milenios dando la espalda a la luz y rezándole a las tinieblas? El Amor Infinito no está ni ha estado ni estará jamás a las bajuras de Zeus, Júpiter, Neptuno, Afrodita, Apolo, Ares, Thor, Cibeles o Atenea, Odin, Amón, Atón, etc, etc...Esas caricaturas nunca han existido, fueron personajes equiparables a las series actuales de T.V. y de Internet. Una especie de Hollywood imperial, especialista en mamotretos inútiles, manipuladores y destructivos. Sólo seres como Buda, LaoTse, SunZu, Jesús de Nazaret y seguramente muchos más, desconocidos pero realmente vivos, amorosos y fundidos en el amor infinito, y de los que no ha habido noticias, son quienes han ido ayudando a que este mundo siga en pie, y en ello siguen. Seguro. Capaces ahora de cambiar el rumbo y de crear un mundo nuevo. Una Nueva Casa Universal donde el cariño, el cuidado mutuo y el amor sin fronteras serán las causas y los efectos de una nueva y verdadera Humanidad. Cielo Nuevo y Tierra Nueva.

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