lunes, 30 de septiembre de 2024

Me sumo y asumo todo el contenido de esta carta imprescindible dedicada por nuestro hermano José Ignacio González Faus a nuestro desgraciado y también hermano de especie, Netannazi-Judasyaju, -más Iscariote que otra cosa-, mediante esa fraternidad universal de la que, evidentemente, el desgraciado verdugo exterminador de su familia humana no se ha enterado aún. Pobre hombre. Sin conciencia, con el alma perdida en la jungla del caos, el odio, la violencia y la ceguera total. No hay peor suicidio que vegetar voluntariamente muertos por dentro y negarse a resucitar mientras se pueda cambiar y trascender. Ojalá lo hagas cuanto antes, hermano perdido y autosecuestrado en su propio infierno. ¡Despierta, Netan-Judas, porfis, ahora que aún puedes hacerlo, también por tu propio rescate, y así la luz del perdón logre cambiar tu actual estado de zombi asesino y depredador en auténtica vida. ¡Que así sea cuanto antes!

 

¿Hacia una catástrofe mundial? NETAN-JUDAS ¿Con una conquista entregas a tu pueblo? (Cf. Lucas 22,48)

El proceso de Hitler se está repitiendo. Ojalá no termine con un suicidio como el de Hitler  el de Judas

Hermano y Amigo Benjamín:

“A eso has venido” (cf. Mateo 26, 50): a convertirte en el mayor antisemita de la historia y el que más daño ha hecho a su propio pueblo judío. Queriendo defenderle y engrandecerle, por supuesto. Pero recuerda que también Hitler quiso defender y engrandecer a su pueblo y es la persona que más daño ha hecho al pueblo alemán a lo largo de toda la historia. Y daño también al querido pueblo judío: porque ya dije otra vez que el mayor mal que hizo Hitler no fue solo asesinar a 6 millones de judíos sino hacer posible que surgiera un nuevo Hitler (llamémosle Netannazi) dentro de ese pueblo que sufría el holocausto.

Y el paralelo entre Hitler y tú puede prolongarse: porque recordarás que hubo un momento en que Hitler iba de victoria en victoria, tenía conquistada media Europa y nadie hubiera dicho en aquellos años 1942-43 que acabaría derrotado y suicidándose. Como Judas otra vez.

Quisiera advertirte de que eso mismo te puede pasar a ti: hoy puedes contar con la cobardía del Pilato norteamericano y la huida vergonzosa de los europeos, como huyeron los discípulos de Jesús (cf. Mt 26, 56). Pero es una lección de nuestra historia que los humanos, aunque tardemos en reaccionar, acabamos reaccionando. Y nadie hubiera dicho en aquellos años 42-43, cómo íbamos a estar en mayo de 1945. Ni tú quieres pensar hoy cómo estarás dentro de un tiempo que yo no sé medir: prefieres refugiarte en huidas hacia adelante que son las más peligrosas

Condeno, como tú, el bárbaro atentad de Hamás. Pero condeno también la política injusta de “los colonos” (tanta veces violenta además). Y condeno también la no aceptación de los acuerdos de Oslo y de las decisiones de la ONU. Durante siglos, la humanidad ha estado procurando que si alguien se siente ofendido maltratado (con razón o sin ella), acuda a un tribunal en vez de tomarse la justicia por su mano: aun sabiendo que no todos los jueces serán tan sabios como el Salomón judío, y aceptando por eso instancias de apelación etc. Tú, con tus respuestas violentas nos estás haciendo retroceder a los tiempos que llaman “de las cavernas”. Y estás invitando a la sociedad de hoy a proceder así, cosa que ya estamos viendo hoy en otros ejemplos (mucho menos graves que el tuyo pero que van en tu misma dirección y que podría citar aquí). Estamos viviendo una época de egoísmos grupales y mal justificados.

Ojalá comprendas entonces que ese falso eslogan defensivo de llamar antisemita a todo el que te critica es hoy tan inútil como aquel de llamar comunista a todo el que pide pan para los pobres, o de llamar enemigo del pueblo a todo el que no piensa como yo. No solo porque semitas son también los árabes a quienes tú odias y consideras infrahumanos, sino porque entre quienes se te oponen hay grupos de judíos admirables que están sufriendo lo indecible por verte convertir la estrella de David en una nueva esvástica.

Una última petición para terminar: el día en que te encuentres como te he anunciado: como se encontró Hitler al final de la segunda guerra mundial, o como se encontró Judas cuando la muerte del Nazareno, no caigas en la tentación de suicidarte como ellos. En la profundidad increíble de nuestra condición humana sigue latente esa verdad de que el perdón es siempre posible y que (en contra de lo que pensamos superficial y egoístamente) la verdadera justicia no consiste en destruir y machacar al pecador sino en transformarlo.

Así es como esperamos poder abrazarte un día.

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