George Orwell: «En tiempos de engaño universal, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario».
miércoles, 21 de febrero de 2024
Precioso canto del amor sorofraterno en un mundo-manicomio total, pero también con posibilidades de sanar, si así se quiere y se elige despertar, que con tanto bombazo y tiroteo, es cada vez más fácil, también hay que reconocerlo, verdad? Es lo bueno que puede aportar lo malo...siempre que estemos disponibles y no amarrad@s al morbo del cuento chino, considerándolo la única realidad creíble. Muchas gracias, hermano José Ignacio y Religión Digital, por compartir la luz y sus paisajes de interior siempre proyectados en exterior, que en el cariño infinito de la familia humana, son el mismo horizonte...Amén y aleluya!!!
(Busco traductor al árabe y al hebreo)
Diálogo en el más-allá entre una mujer judía y o otra palestina
Israel y Palestina
Desde el más allá las cosas se ven de otra manera
"¡Tú judía y yo árabe! Tiene gracia:
allí en el “ante-acá” anduvimos siempre peleándonos. Y aquí, en lo que
ellos llaman el “más-allá”, descubrimos el gozo inmenso de sabernos
hermanas"
"Nuestro maestro Ibn Arabí escribía que la única religión posible es la religión del amor"
"El mayor daño que puede hacernos el
mal no es el sufrimiento que pueda causarnos sino el volvernos malos
(con esa ceguedad intrínseca a toda maldad). Y eso es lo que parece
haber ocurrido con el actual gobierno de Israel"
- (J) Gloria al Misterio Infinito: ¿con quién tengo el gozo de encontrarme?
-
(P) Subhan Allah: soy una mujer palestina que acaba de morir en un
hospital de Gaza a los 46 años. Trabajaba allí de enfermera; entraron
los soldados judíos y nos asesinaron a casi todos.
-
(J) Es curioso: vosotros en la tierra habláis de morir. Aquí en la
dimensión no espaciotemporal hablamos de nacer. Yo soy una muchacha
judía que “nací” en Auschwitz a mis 29 años.
- (P)
¡Tú judía y yo árabe! Tiene gracia: allí en el “ante-acá” anduvimos
siempre peleándonos. Y aquí, en lo que ellos llaman el “más-allá”,
descubrimos el gozo inmenso de sabernos hermanas.
Navidad en Gaza
- (J) Es que
nuestras relaciones durante la historia humana estuvieron marcadas por
un cierto “nazi-onalismo” religioso; el destierro nos hizo comprender
eso pero no todos los judíos supieron aceptarlo. Hitler más tarde
instauró unas relaciones marcadas por un claro “nazi-onalismo” racista.
Los humanos en la tierra tendemos siempre a eso y por eso necesitamos
críticas constantes pero positivas.
- (P) Y fíjate:
el pobre hermano Benjamin Netanyahu (que visto desde aquí da incluso más
pena que los más de 25000 palestinos de cuya muerte es responsable),
pretende que sus soldados entraron en nuestro hospital porque “allí
había rehenes”. Y claro que había rehenes: ¡Éramos todos rehenes suyos!
-
(J) Es eso que llamamos hipocresía y que es lo que más amenaza a los
humanos. Fíjate: Jesús de Nazaret, quizá el judío más grande que ha
existido, nos definía a los seres humanos de la tierra como “ciegos e
hipócritas”. Y encima añadía: “ciegos guías de ciegos”.
-
(P) Pues nuestro profeta Mahoma dejó escrito en el Corán que los
hipócritas “están en el nivel más bajo y que no encontrarán quien los
socorra” (4, 145); y que “han sido bloqueados y no pueden comprender”
(63, 3).
- (J) Y ¿dónde situarías tú más esa hipocresía en ese que en la tierra llaman 2024?
-
(P) Yo la veo sobre todo en que los llamados “derechos humanos”, que
quisieron definir la que debe ser mi actitud ante los demás, allá en la
tierra los usan para definir la actitud que los demás han de tener para
conmigo. Con eso naturalmente dejan de ser universales.
Bombardeo sobre Gaza
- (J) Claro:
porque en teoría se proclaman como universales pero en la práctica solo
se manejan como individuales. ¡Menuda hipocresía!
-
(P) Fíjate: “Israel tiene derecho a defenderse”, dicen por allá. Y yo
digo que sí, pero solo él. Los palestinos, durante tantos años
maltratados, no teníamos ningún derecho a defendernos. Y fíjate que
también el señor Putin dijo que bombardeaba Ucrania solo “para
defendernos de las amenazas que nos plantean”. Ucrania tampoco tenía
ningún derecho a defenderse.
- (J) Claro. Y así, a lo que se llega es a lo que una gran hermana mía judía llamó la “banalización del mal”.
-
(P) Pues qué bien entiendo a esa hermana tuya: una hipocresía que
convierte mis deberes en derechos genera esa total incapacidad de
comprender, que acaba trivializando el mal. No tienes idea de cómo se
ponen los del gobierno israelí cuando se les dice que todo lo que están
haciendo con nosotros es una respuesta absolutamente desproporcionada al
crimen de Hamás y un auténtico crimen. ¡Les parece que no están
haciendo nada malo! Han convertido ese crimen en algo banal.
-
(J Y eso que dices me recuerda cuando trabajé yo en un campo donde se
recogía a los judíos para luego llevarlos a las cámaras de gas en
Polonia. Allí estaba todo tan normalmente organizado como si en vez de
tratarse de un genocidio se tratase de la actividad cotidiana: se
construían nuevos pabellones si hacía falta, funcionaba un servicio de
correos, llegaban los trenes a sus horas (aunque eran casi siempre
vagones de mercancías, no de personas), había incluso una enfermería por
si alguien se ponía mal…
- (P) ¡Claro mujer!: para
que no muriesen antes de tiempo. Porque matarlos luego en Auschwitz no
era ningún holocausto sino una simple acción de gobierno.
Auschwitz
- (J) Todo tan
bien planificado y funcionando con tanta precisión como si se tratase
de construir una nueva industria o una nueva ciudad y no de exterminar a
seis millones de seres humanos. Realmente la maldad, la mayor maldad,
no podía ya volverse más banal y más trivializada.
- (P) Pues algo de eso se está repitiendo hoy en Palestina.
-
(J) Yo recuerdo que uno de los peores momentos de mi vida en la tierra
fue un día allí, en aquel “campo previo”, en que, de mañanita, tuve que
cargar criaturas y equipaje para llevarlos al tren de partida. Escribí
luego en una carta que “esas pocas horas bastaban para acumular tristeza
para toda una vida”. Recuerdo que era lo que ellos llamaban un 8 de
junio, del 1943.
- (P) Pues como yo he salido más
tarde que tú de esa cárcel espaciotemporal que allí llaman tierra,
déjame decirte que buena parte de la causa de esa banalización está en
lo que ellos llaman “medios de comunicación”.
- (J)
Caray hermana eso es muy duro: ¿tan pesimista vienes de la tierra que te
atreves a llamarlos medios de manipulación? Eso es muy duro. Nosotros
los deseábamos mucho como medios de denuncia.
- (P)
Es verdad. Y te concedo que puede ser una manipulación inconsciente:
estructural como dicen allí. Pero pasa que allí solo cuenta la cantidad,
nada cuenta la calidad: al lado de la noticia del asesinato de miles de
palestinos viene la noticia de que un equipo que yo no conocía y que
llaman Barça ha ganado un partido por un penalty en el último minuto y
repetido, o si subirán las temperaturas al día siguiente… El mal queda
alineado al lado de lo banal, y así se banaliza.
-
(J) Bueno, pero no siempre. Yo recuerdo aún, de mi estancia en la
tierra, a bastantes judíos a los que unos amigos les ofrecían la
posibilidad de esconderlos o camuflarlos de algún modo para que no
fueran a Auschwitz, y no lo aceptaron porque eso, si se descubría, podía
ser un peligro para quienes querían ayudarlos ayudaban, dada la
seriedad del espionaje alemán
- (P) De acuerdo, no
siempre. Y precioso lo que me cuentas de esos judíos; pero ya recordarás
que en la tierra funcionan las cosas por mayorías. Sigo pensando que en
un ningún otro campo han conseguido los humanos esa igualdad de que
presumen, tanto como en la igualdad de bien y mal.
- (J) ¡Ay hermana!
Has salido de la tierra un poco pesimista. Yo no veo otro modo que el de
mayorías para que puedan funcionar las cosas si no queremos que los
humanos se vuelvan inquisidores (que bastante tendencia tienen a ello).
El problema es que esas mayorías se constituyen hoy desde la publicidad y
la busca del dinero, no desde la educación y la búsqueda de la verdad.
Por eso, otro de los grandes genios del judaísmo, el profeta Isaías,
comenzaba la crítica a su pueblo con aquellas palabras: “el buey conoce a
su amo y el asno conoce su pesebre, pero mi pueblo no me conoce a mí”.
-
(P) Y nuestro maestro Ibn Arabí escribía que la única religión posible
es la religión del amor. Pero ya habrás sabido que todos los de esa
escuela (que en la tierra llaman sufíes) y que es lo mejor que el Islam
ha aportado al mundo, están prohibidos en casi todos los países
musulmanes.
- (J) Desde luego es para reírse y llorar a la vez. Y yo me pregunto por qué será así.
- (P) ¿Tú conociste eso que en la tierra llaman reencarnación?
-
(J) Sí, pero nosotros los judíos no la admitimos, salvo algunos con
ideas de la Cábala: lo que llamamos alma y cuerpo están entre sí
demasiado relacionados y demasiado condicionados como para que un alma
pueda cambiar de cuerpo como quien cambia de vestido.
Netanyahu
- (P) Te entiendo,
pero tampoco sé si tu argumento es definitivo. Otras cosmovisiones de la
tierra aceptan la reencarnación. Y yo, cuando estaba allí, pensaba que
si Netanyahu fuese una reencarnación de Hitler todo se explicaría mucho
más fácilmente. Porque fíjate que, además, todos sus ministros (algunos
casi peores que él) podrían ser reencarnaciones de Ribentropp, Himler,
Rosenberg, Rudolf Hess y demás ministros de Hitler. ¿Eh que todo cuadra
muy bien?
- (J) Haces una hipótesis sugestiva. Pero
no sé… Esas cosas solo podremos saberlas cuando llegue el llamado “fin
de los tiempos”, o de la historia humana. Ahora solo estamos fuera de la
cárcel del espacio y tiempo, que los terrícolas creen que no son
“cárcel” sino dimensiones de la realidad verdadera.
-
(P) Bueno, pues al menos quedémonos con esto que parece más seguro: el
mayor daño que puede hacernos el mal no es el sufrimiento que pueda
causarnos sino el volvernos malos (con esa ceguedad intrínseca a toda
maldad). Y eso es lo que parece haber ocurrido con el actual gobierno de
Israel.
- (J) Por eso a mí, desde aquí me gustaría
hacer llegar un Soplo (= Espíritu de fuerza) a esos pocos hermanos míos
judíos que están sufriendo lo indecible (y a veces jugándose el tipo)
con la deriva del actual gobierno del querido Israel.
- (P) ¿No sois vosotros los que decís “Amén”? Pues yo también lo digo ahora: AMÉN.
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