sábado, 24 de febrero de 2024

Nada es casual, todo es causal. Nada pasa por arte de magia, todo efecto tiene unas causas.Busca, busca, Salvatore, como en el Nombre de la Rosa...

 

 LLANTO POR LAS VÍCTIMAS DEL POLIURETANO

(O DEL POLIETILENO, O DE LANA ESTRUJADA COMO AISLANTE, FLOTANDO ENTRE LOS HUECOS DE HORMIGÓN INSUMISO QUE LUEGO INVADE EL VIENTO...UFFF...CHI LO SA! MEJOR, PREGUNTARLE A DANTE...EXPERTO EN EL TEMA...)


Eran las cinco y media de la tarde

de un jueves 22 largo y bisiesto.

El viento de Poniente ya estaba celebrando 

esa Crida fallera que anima los comienzos de la fiesta

cada año en primavera,

acabando febrero, para ir abriendo boca

entre humo y mascletaes, petardos y jaleo,

aunque el Planeta sufra,

la atmósfera se pudra entre cenizas, 

los tímpanos estallen, la paz pase de largo

y la belleza hundida en desfile fallero

pierda la compostura y el talento 

para mostrar ninots apuntalados de casal en casal,

de pufo en muermo...

 

Pero mira por donde, 

el imperio tenaz de la horterada

ya convertida en fiesta nacional y turismo rabioso

usando como excusa a San José y a la Xeperudeta

antes de confiscar las Torres de Serranos,

 se han quedado colgando de la nada. 

 

Sin saber el motivo 

una cremà espantosa y repentina

estalló en Campanar 

y arrasó el campanario sin campanas.

Un edificio inmenso se encendió de repente

entre el cielo y la mugre del asfalto.

Llamas enloquecidas estallaban de pronto

en los balcones, en suelos y paredes,

lo mismo que el conjuro de un infierno

pleno de inteligencia artificial

entre el poliuretano -ahora polietileno(¡?)-

y el cemento...

 

¿Cómo apagar el soplo de la nada

convertida en terror, dolor y muerte? 

¿Dónde encontrar a la familia humana

para poder sacarla  del espanto?

 

Y qué casualidad que esta hecatombe llegue

cuando la fiesta se anuncia y se celebra,

convertida en hogueras,

en cohetes, petardos y masclets 

enredada en negocio 

con tanto regocijo especialista 

en dejar hecho polvo el medio ambiente...

 

¿Qué sentirán las almas arrancadas de los cuerpos

al lado de unas fallas habitadas

tan sólo por ninots de carne y hueso?  

 

Tal vez Valencia deba parar ante el horror

para entender desde el alma y la Tierra,

en donde está encarnada la cultura fallera.

Levantar edificios y viviendas, 

como si fuesen fallas,

construidas, envueltas y pintadas con venenos,

que convierten en fiesta insoportable la ciudad

y en ninots y cenizas festeras

las vidas de los mismos ciudadanos

a quien nadie protege de las fieras.


Llora, llora, Valencia, lo mismo que Boabdil

cuando perdió Granada,

llora por cada vida arrebatada

por la especulación y la codicia

en manos del negocio inmobiliario

de quienes por hacerse millonarios

se quedan sin conciencias y sin alma,

un mundo paralelo

patético esperpento de diseño...


No se trata del luto y de las penas,

ni de aplazar la juerga encalomada

para seguir nadando en el entuerto,

se trata de cambiar ,

de revisar costumbres ancestrales y salvajes,

que tienen como esencia

el tóxico festejo de las fallas tal y como se viven

y/o perpetran, sin contar con enfermos

que soportan los humos, los venenos,

el estruendo y el fuego repartido en las esquinas

sin pensar en quien muere en el silencio

de una toxicidad hecha costumbre, ritual religioso,

podredumbre moral, 

donde el derecho a quemar y divertirse 

al modo más salvaje y más rupestre

arrasa sin pensar con los derechos

de cada ser humano  a vivir una vida serena,

a gozar de unas fiestas ricas en aire limpio

y vida natural, sana alegría que no atasca las plazas

con lo suyo, 

ni las calles cortadas por las carpas falleras

impidiéndole el paso a una ambulancia 

en la urgencia imprevista de cualquier ser humano

en peligro de muerte...

Tod@s necesitamos, por encima de todo,

unas fiestas más dignas y más sanas,

que no obliguen a nadie, año tras año,

cuando llegan las fallas,

a huir de la ciudad que es la Casa Común

de la familia humana ,

y no ese miserable señoril cortijismo

sin conciencia y sin alma,

vestido de fallera y de fallero: 

el imperio de un ego sin fronteras,

donde sólo el pastón con su mugre perpetua,

mientras hace callar con el estruendo,

amordaza, hipoteca, secuestra,

ordena y manda, en forma de festejo

y colocón. Así, de siglo en siglo.

Un movidón; para que nada cambie

con tanta innovación, 

convirtiendo el entuerto de siempre,

con marcha innovadora

en ruidosa y "sagrada" tradición,

-en modo Lampedusa y los Salina-,

de rueda de molino encantadora.


Si sois tan compasivos con los muertos

de ayer tarde,

que ha causado el incendio

del tóxico marrón de un edificio-falla,

¿por qué no hacer lo mismo con los vivos,

víctimas silenciosas del juego irresponsable

que jamás da la gracia ni la talla,

entre pasta, negocio, señorit@s y esclav@s,

hogueras y cenizas, petardos y morralla?

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