miércoles, 28 de febrero de 2024

Es un verdadero alegrón encontrar, una vez más, esta lección magistral del Dr. Manzano Callejo, ¡Cómo no, en Nueva Tribuna! ¡Gracias inmensas!

 

PSICOECOLOGÍA

Dieta, coeficiente intelectual y niñez

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Un estudio, realizado en la Universidad de Adelaida analizó la relación entre los hábitos alimentarios de los niños a los seis meses, 15 meses y dos años, y su coeficiente intelectual a los ocho años.

  1. 10 consejos para mejorar la alimentación y el aprendizaje de los niños

El estudio de más de 7.000 niños comparó una variedad de patrones dietéticos, incluidos los alimentos tradicionales y contemporáneos preparados en casa, los alimentos preparados para bebés, la lactancia materna y la comida "discrecional" o basura.

La dieta suministra los nutrientes necesarios para el desarrollo de los tejidos cerebrales en los primeros dos años de vida, y el objetivo de este estudio era observar qué impacto tendría la dieta en el coeficiente intelectual de los niños.

Se descubrió este estudio que los niños que fueron amamantados a los seis meses y tenían una dieta saludable regularmente que incluía alimentos como legumbres, queso, frutas y verduras a los 15 y 24 meses, tenían un coeficiente intelectual hasta dos puntos más alto a los ocho años.

Los niños que tenían una dieta regular que incluía galletas, chocolate, dulces, refrescos y papas fritas en los primeros dos años de vida tenían un coeficiente intelectual hasta dos puntos más bajo a los ocho años.

También se vio un impacto negativo en el coeficiente intelectual de los alimentos para bebés preparados que se administran a los seis meses, pero algunas asociaciones positivas cuando se administran a los 24 meses.

Este estudio refuerza la necesidad de proporcionar a los niños alimentos saludables en un momento crucial y formativo de sus vidas.

Si bien las diferencias en el coeficiente intelectual no son enormes, este estudio proporciona algunas de las pruebas más sólidas hasta la fecha de que los patrones dietéticos de seis a 24 meses tienen un efecto pequeño pero significativo en el coeficiente intelectual a los ocho años.

Otro estudio publicado en el Journal Child Development investigó si existe relación entre la obesidad y el desempeño escolar. Se realizó un estudio longitudinal, que incluyó una cohorte de 6,250 niños con sobrepeso y con obesidad, desde preescolar hasta quinto grado.

Los niños que al iniciar el preescolar tenían sobrepeso o que estaban obesos, obtuvieron bajas puntuaciones en las pruebas de matemáticas desde primer hasta quinto grado, en comparación a los niños que no eran obesos. Los efectos fueron variados para los niños que se convirtieron en obesos después de iniciado el estudio:

· Los varones que se convirtieron en obsesos desde tercer a quinto grado experimentaron caídas en sus notas de matemáticas.

· Las niñas que se convirtieron en obesas después de iniciado el estudio, mostraron lapsos en su desempeño de matemáticas.

Los resultados del estudio se mantuvieron constantes, aún después de que los investigadores consideraron otros factores que pueden afectar el aumento de peso en los niños y su desempeño escolar, como, por ejemplo, el sueldo de la familia, la educación de la madre y el tipo de empleo.

Siguiendo a la experta Roberta López: "Es importante que consideremos el impacto a largo plazo de los alimentos que alimentamos a nuestros hijos". Propone:

10 consejos para mejorar la alimentación y el aprendizaje de los niños

1. Planifica la alimentación semanal: siguiendo horarios regulares en las comidas y evitando la improvisación. 

2. Basa la alimentación de la familia en alimentos de origen vegetal: como, por ejemplo, frutas, hortalizas, aceite de oliva, pan integral, pastas, legumbres, etc., y limita los alimentos de origen animal, seleccionando los bajos en grasas y poco procesados.

3. Sé su espejo: la familia es el principal referente, también para la alimentación: Si tomas frutas y hortalizas variadas diariamente, tus hijos e hijas también acabarán haciéndolo. Aunque pueden rechazar algunas, ten paciencia y ofrécelas en diferentes ocasiones y con diferentes preparaciones porque las acepten. ¡Están en constante transformación!

4. Utiliza las hortalizas a la comida y a la cena como ingredientes principales o en guarniciones; y las frutas por almuerzo, a los postres o entre horas: cuantos más colores haya, mejor, puesto que cada color de los alimentos ofrece una amplia gama de vitaminas, minerales y fitonutrientes que nos ayudan a luchar contra el envejecimiento y las enfermedades crónicas, además de ser buenos para los sistemas cardiovasculares e inmunológicos.

5. Ofrece las frutas enteras en lugar de zumos o batidos: si elegimos zumos, naturales o comerciales, mejor no pasar de un vaso pequeño al día. Los efectos metabólicos de la fruta no son iguales ni equiparables a los que ejercen los azúcares de los zumos, puesto que se ingieren más rápidamente que la fruta sin exprimir. Tampoco estamos estimulando la masticación y eliminamos gran parte de la fibra. Hay datos que relacionan el consumo de zumos de fruta con riesgo de sufrir caries dental.

6. «No los compres, ¡que te los comerás!: evita tener en casa alimentos ricos en azúcar, en grasas poco saludables o muy salados, como, por ejemplo, pastelería, bebidas azucaradas, néctares y otras bebidas a base de frutas, comer rápido, aperitivos fritos, etc. procura tener siempre al alcance alimentos saludables como, por ejemplo, fruta, frutos secos, hortalizas (zanahorias, tomates cherry…).

7. Establece el agua como bebida habitual durante las comidas y a lo largo del día: no la sustituyas por otras bebidas, como refrescos o zumos, evita las “bebidas energéticas”, ya que tienen un alto contenido en cafeína (aportan más de 15 miligramos de esta sustancia por 100 mililitros de bebida). El Reglamento (UE) 1169/2011 obliga a incluir la siguiente mención en el etiquetado de bebidas con alto contenido en cafeína “contenido elevado de cafeína: no recomendado para niños ni mujeres embarazadas o en periodo de lactancia”. 

Las bebidas energéticas con azúcares pueden contribuir a exceder la ingesta diaria recomendada de azúcares simples (50 g en el día según la recomendación de la OMS), puesto que una lata de 250 ml aporta entre 27,5 g y 30 g. un consumo excesivo de cafeína puede provocar efectos fisiológicos no deseados como, por ejemplo, la alteración del sueño, tanto en el tiempo de conciliación como en la duración; efectos psicológicos y alteración del comportamiento, así como trastornos cardiovasculares. Estos efectos son comunes a otros alimentos que contengan cafeína: café, té, chocolate, guaraná, etcétera.

 8. No utilices los alimentos como castigo o premio: intenta transmitir a los niños los valores positivos que aportan los alimentos: color, variedad, sabor, estacionalidad, sostenibilidad, etc.

 9. Recupera las recetas tradicionales de la dieta mediterránea: especialmente las que incluyen legumbres, peces, frutos secos, huevos y hortalizas.

10. Haz que tus hijos e hijas participen en la compra, la planificación y la elaboración de las comidas: de esta forma, aceptarán más fácilmente los alimentos y las recetas que cocináis en casa.

Por último, compartir esta reflexión de Jonathan Swift: “Los mejores médicos del mundo son: el doctor dieta, el doctor reposo y el doctor alegría.

 

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Comentario del blogg:

 

Personalmente estoy súperfeliz al encontrar en la orientación de un gran maestro de la Medicina y del Bien Común, compartidos en la comunicación pedagógica, esta especie de certificado orientativo, que a la edad que tengo (76 tacos) me confirma desde la Ciencia y su experiencia, que acerté en el método alimenticio maternal, conectando mediante la alimentación el camino evolutivo de cada criaturita que ayudé conscientemente a formarse dentro de mi cuerpo y a llegar a este mundo aprendiendo a crecer desde sí mismos en conexión con el Planeta, sus elementos y la alimentación que nos regala mediante la Naturaleza y su Botánica; en casa ser vegetarian@s era lo que había y sigue habiendo, aunque nunca fue una imposición, si alguna vez alguien quería probar algo de carne, pescado o fiambre, pues, podía hacerlo sin ningún problema, y así, precisamente, el vegetarianismo adquiría de un modo natural, y libremente,  el primer puesto del menú y de las ganas de comer. 

Lo cierto es que todas la criaturitas que nacieron a través de mí, se alimentaron de leche materna hasta más o menos los seis-siete meses, cuando los dientes ya comienzan a morder porque echan de menos algo más sólido y saciante que la leche materna. Lo primero que probaban era la fruta triturada, medio zumo, medio  puré, luego papillas de harina de maíz y leche, luego purés de verduras, de legumbres  y de más frutas...después, poco a poco, todo lo demás...Nunca puse un plazo para el cambio progresivo de formatos alimenticios, porque cada personita es diferente de las demás y puede necesitar otro ritmo de adaptación, de frecuencias y de aspectos, de juegos y de sorpresas. El resultado es siempre muy sano y agradable, si se respeta el fondo esencial de cada ser humano, justamente para adaptarse mejor a la comunidad familiar. Siempre traté de demostrarles en la práctica diaria, que yo en realidad, era y soy madre de ocho hij@s únic@s.

La cocina se fue convirtiendo, año tras año, en  el taller/laboratorio alimenticio habitual de la familia. Ocho hermanit@s son un verdadero tesoro cocinero cuando deciden serlo. Sobre todo los días de fiesta, y las vacaciones aquello era una fábrica de inventos...Abríamos la mesa de la cocina, nos sentábamos alrededor y se proponían ideas sin parar, mientras se colocaban los ingredientes, los cacharros, los taburetes, los delantales  y las sillas plegables...Teníamos un recetario que iba naciendo de nuestros inventos, siempre derivados de los restos, de las sobras, añadidos a las nuevas ideas, inspiradas muchas veces en los platos de siempre...Croquetas de verduras, por ejemplo, macarrones con albóndigas de legumbres, como garbanzos, lentejas, alubias o soja, la quinoa, el arroz integral, el tomate y la remolacha rallados, las cremas de calabaza, las ensaladas y los gazpachos, las espinacas fundidas con la clara de huevo, las tortillas de patatas o de boniatos, los purés de todas las verduras juntas o separadas, la menestra con tofu, los patés de legumbres, de berenjena, el humus y los filetes de seitán para los no-celíacos, -y no como yo, por el dichoso gluten-...La fruta en los postres, en los desayunos, en las meriendas, en la repostería festiva, en las mermeladas con miel prediluida, la crema de aguacate para untar en el pan, el mazapán casero, los bocadillos de pisto y de asadillo vegetal con filetes de berenjena, de calabacín, de pimiento verde y rojo con cebolla asada y ajito precocido al horno...Las natillas y el arroz con leche vegetal, de almendras o de avellanas, de soja, arroz, avena (para no-celíacos), con miel o azúcar de caña, en vez de azúcar blanco. 

Los inventos fluían y se adaptaban a las nuevas ideas y sugerencias que aportaba la chiquillería, consultando las dudas en una viejísima enciclopedia vegetariana de los años cuarenta del siglo pasado, que nos había regalado mi abuela Virginia (catalana del Valle de Urgell), y que había sido su guía alimenticia, vegetariana  y medicinal, desde la posguerra civil, escrita por un tal Dr. Vander, un médico alemán, que iba explicando, hasta con los testimonios directos de sus pacientes, cómo el mundo vegetal, el agua, el aire, la tierra, el calor y el frío del agua en baños de vapor y también 'vitales', -como se les denominaba a unas duchas parciales calientes, templadas y frías, sobre el vientre y las piernas- y por supuesto la alimentación vegetariana, hacen verdaderos  milagros, liberándonos de vivir sin conciencia ni atención a lo que somos mucho más que a lo que imaginamos ser sin serlo...Los vegetales son un depósito y un archivo cósmico de filosofía viva y natural.

Con ese método fluido y sanísimo, nunca tirábamos nada comestible. Todo se transformaba cuando sobraba, en sopas, caldos, cremas o bollos, torrijas dulces o saladas y soufflés. Una magia inteligente y espontánea, primero, presidió la cocina a estrenar en la campestre Colonia Militar de Alcalá de Henares, como, años más tarde lo hacía en  la vieja, oscura y cascada cocina de la casa militar de Joaquín Costa, en el barrio del Ensanche  valenciano.

Teníamos, además, para que el alimento fuese más completo, la vocación constante del canto coral, que al ser tant@s en casa nos facilitaba el oficio. Mientras cocinábamos, poníamos o quitábamos la mesa, recogíamos o sacábamos la vajilla y ordenábamos la cocina y el comedor, formábamos un orfeón de diez voces, -aunque el padre sólo cantaba desde lejos y sottovoce-, un mini-conservatorio activo a la buena de dios, que muchas veces componía canciones sobre la marcha e incluso recibía el aplauso de los vecinos de toda la casa, desde el patio interior al que daban las cocinas, algunas habitaciones y los baños, ell@s, desde allí, nos animaban gritando ¡gracias! y aplaudiendo desde las ventanas y las terracitas-tendedero interiores:"¡Otra, otra,otra!" Normalmente les encantaba que repitiésemos una canción del Renacimiento, de  Juan del Encina, que venía siempre muy a cuento con nuestra animada vocación  cocinera y disfrutona:

 "Hoy comamos y bebamos, 

y cantemos y holguemos, 

que mañana ayunaremos.

Por honra de San Antruejo,

parémonos hoy bien anchos,

embutamos estos panchos

recalquemos el pellejo,

que costumbre es de consejo

que todos hoy nos hartemos

que mañana ayunaremos.

 

Bebe Blas, más tú, Beneito,

beban Pidruelo y Llorente,

bebe tú primeramente, 

quitarnos has de este pleito,

que en comer bien me delito,

daca daca bebremos,

que mañana ayunaremos"

 

En realidad aquellas sesiones vegetarianas eran un canto a la vida, en el que participaba el mundo, el Palau de la Mùsica, los mendigos y gitanicos que conocimos pidiendo limosna en la puerta de San Bartolomé, como Manuel, José Luis y su madre Leonor... unid@s por el cosmos y la conciencia universal. Los niños notaban todo, lo respiraban y hasta lo convertían en versos, en relatos y en canciones, además de en croquetas, empanadillas y albóndigas...¡Vegetales! Sin duda, unidos y repartidos por los eminentes y lúcidos doctores y doctoras Dieta, Reposo y Alegría...presentadas por Jonathan Swift y el Dr. Manzano Callejo. Un verdadero trío/quinteto de ases, en el bendito recetario de la Creación.... 

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