George Orwell: «En tiempos de engaño universal, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario».
jueves, 14 de abril de 2022
Homenaje. ¡Viva la República = viva la Democracia! Es decir lo contrario, de la monos/arkía, estamos de las coronas hasta la coronilla...
Los conceptos y las palabras no tienen el mismo significado en la historia de los pueblos. Para los USA, por ejemplo, los conceptos "demócrata" y "republicano" son antagónicos. Republicana en USA, sería la derecha española, carca, racista, inculta en sus fundamentos, aunque no en los rótulos de sus testaferros, esos personajes absolutamente mediocres y enchufados, peleles manejables, que aunque pasen por la universidad, la universalidad esencial nunca pasa por ellos, no la entienden, (unus versus alia = uno abierto a comprender la diversidad de lo plural), una rara "virtud" connatural a una subespecie capitalista depredadora muy tradicional y apegada al pasado, mientras solo ve futuro en acumular dinero, mansiones, cochazos y privilegios que dejen a los pobres tirados, una camada completamente xenófoba y capaz de lo peor con tal de pillar poder y hacerse los reyes del mambo y de lo que haga falta. Mientras que demócrata es el pueblo=demos con poder de decisión organizativa=krathía, que corresponde a la mentalidad y valores menos cerrados, más igualitarios en las oportunidades y, estos sí, más universitarios naturales, más a abiertos a los valores universales, aunque no hayan pisado la universidad, menos rancios, menos egópatas, cerrados y obtusos ante los procesos colectivos y cambios necesarios en la humanidad. Más inteligentes, sin duda y menos deplorables. O sea, que para deslucimiento y quebranto total de la derecha española, lo suyo, en USA, es ¡ser republicanos! y nunca demócratas. Algo que dejan clarísimo tanto cuando desgobiernan como cuando tratan de impedir que los demócratas gobiernen.
En
cambio, en España, y en la Europa menos cavernaria, ser republicanos
equivale a ser demócratas. Republicanos son, sin ir más lejos, Marie Le
Pen, Angela Merkel, Berlusconi, Salvini...también los alemanes que votaron a los nazis en los años treinta del siglo pasado, creyendo que su amor a la patria era la democracia y no el lavado de cerebro y la carnicería psicópata de los nazis, y lo mismo pasó con los europeos orientales machacados por las dinastías y el pastón, que en 1917 aceptaron la imposición antidemocrática de un comunismo convertido en oligopolio ideológico completamente demagógico y hegemónico; es decir, que esencialmente república y democracia son conceptos indisociables, porque cuando se intenta separarlos en la práctica, aunque se venda lo contrario en los discursos de la manipulación psicoemotiva, se pervierten los dos a la vez y, como resultado, con el tiempo, nos salen como eurocosecha la Rusia putinesca y la Ucrania zelenskita, sin más propuestas ni más consideraciones para dialogar que matar y morir como insectos fumigados por la crueldad más desalmada. Atila y el KGB versus Calígula/Nerón pidiendo likes en Instagram, mientras el pueblo muere por todas partes o escapa como puede de la ratonera letal y el país se hace picadillo, eso sí, todos súper republicanos que se pasan la democracia por la monarquía absoluta del descerebre, de las bombas y los kalashnicovs. Menudo marrón. Cuando, posiblemente, si hubiese democracia en la res pública, con un referéndum para determinar qué territorios se sienten ucranianos o rusos, se habría solucionado el problema sin llegar a la hecatombe actual. ¿Qué entenderán Zelenski y Putin qué son la democracia y la república? ¿Vale la pena, en dos supuestas repúblicas democráticas obligar a los ucranianos a convertirse en la versión siglo XXI de las Termópilas? ¿Se puede pensar con claridad y acierto cuando no hay conciencia y su hueco lo han rellenado patológicamente unos egos tan descomunales como el Empire State o la catedral de Colonia?
Queda clarísimo que tanto república como democracia solo pueden tener sentido y ser herramientas acertadas cuando los seres humanos están despiertos y convocándose un@s a otr@s, desarrollan valores como la responsabilidad, la empatía, la compasión, la justicia, la igualdad, la ética, el alma, la inteligencia, la conciencia, la creatividad solidaria, y como plenitud social y personal, el amor, que sin la luz del espíritu solo se queda en las novelas, en las canciones y en las películas, sin pasar de ahí. En el efímero mundo de la ilusión. Obras son amores y no solo buenas razones. Nunca lo olvidemos si queremos que esto cambie.
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