viernes, 17 de julio de 2020

Greenpeace al pie del cañón como siempre...Y luego dicen los "científicos" que no saben de dónde salen los virus. Si los bosques del Planeta se queman sin parar, ¿de dónde saldrá el oxígeno para respirar y regenerar el aire que además está sobreintoxicado por los aviones, coches, motos, aparatos de todo tipo y plásticos en descomposición, que respiramos también, una toxicidad que no para, porque si lo hace las empresas y los bancos se arruinan? Hay que cambiar de sistema económico cuanto antes o la especie humana se irá a la basura que ella misma genera y aumenta sin parar, viviendo en este plan. ¿Quién reciclará guantes, mascarillas , envases de desinfectantes y demás instrumentos de 'protección'? ¿A dónde irán a parar millones de toneladas de basura "preventiva"? ¿A Ghana, a Mali, a Costa de Marfil? La misma ola de los envíos tóxicos, como un boomerang empuja y provoca la emigración que tanto molesta a los civilizadísimos europeos. El peor virus es el homo stupidus, que para colmo, va de sapiens, y ni siquiera es capaz de atar cabos entre lo que hace y lo que le pasa. ¿Sapiens, de verdad? Si no fuese una tragedia, sería desternillante,un verdadero astrakán digno de Muñoz Seca





 
Además de ser uno de los países más afectados por la pandemia, en Brasil ya ha comenzado la temporada de incendios forestales.

La agencia gubernamental de investigación espacial de Brasil (INPE), detectó en el mes de junio 2.248 incendios en la selva tropical amazónica, un aumento del 20% con respecto al mismo mes del año pasado. Ha sido el peor mes de junio en cuanto a incendios en los últimos 13 años.

La llegada de la temporada seca, sumado a la agenda anti ambiental del gobierno de Bolsonaro, han disparado el número de fuegos, que acabarán provocando el aumento de la deforestación ilegal. El año pasado, más de 10.000 kilómetros cuadrados de bosque desaparecieron (una superficie mayor que toda la Comunidad de Madrid). Los expertos vaticinan que este verano será aún peor que el de 2019 y, unido a la crisis sanitaria que sufre el país, la biodiversidad de la Amazonia y los pueblos indígenas que la habitan se enfrentan a una triple amenaza.

sol, los bosques, en especial la Amazonia, son una de nuestras mejores armas en la lucha contra el cambio climático, por su función como sumideros de carbono. En Greenpeace llevamos más de 30 años trabajando para protegerlos, ayúdanos a defender los bosques >>

La invasión y destrucción de la selva amazónica por parte de empresas y colonos para dar paso a la agricultura (fundamentalmente pastos para ganado y cultivos de soja), ha acercado el coronavirus a las comunidades indígenas, que están fuera del alcance de los recursos médicos. La amenaza se cierne sobre 180 comunidades y 400.000 personas indígenas que han vivido en la Amazonia durante cientos de años.

El presidente, Jair Bolsonaro, ha eliminado por completo las políticas de protección ambiental desde que asumió el cargo, alentando actividades económicas como la minería, la ganadería y el cultivo de soja, actividades que son incompatibles con la conservación de la la Amazonia.

En Greenpeace trabajamos para exigir al Gobierno brasileño que asuma su responsabilidad, adopte medidas urgentes y ponga la protección ambiental por encima del desarrollo económico. Al mismo tiempo, también cooperamos con otros grupos para proporcionar suministros médicos a los pueblos indígenas y garantizar su bienestar.
 Para hacer frente a la emergencia climática, cada segundo cuenta. Con tu apoyo podremos seguir investigando y monitoreando la deforestación en el Amazonas, señalando a los culpables de su destrucción y exigiendo a las principales empresas que se hagan responsables y empiecen a proteger la selva y los derechos de los pueblos indígenas. ¡Únete a Greenpeace! >>
En Greenpeace no aceptamos subvenciones públicas, ni aportaciones económicas de empresas o partidos políticos. Todo lo que hacemos es gracias a la contribución de personas como tú.

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