miércoles, 27 de mayo de 2020

La voz de Iñaki Gabilondo | 27/05/20 | Indecencia y deslealtad

 


Según se precipitan los acontecimientos se va revelando el fondo de la cuestión: el problema verdadero que la humanidad no atina a resolver no es que por gafe o "mala suerte" sucedan acontecimientos desgraciados, sino que los seres humanos que los generan, los crean y los contagian, no sean conscientes de su participación, activa o pasiva, en lo que les/nos sacude, hace sufrir y mata indiscriminadamente, 'pagando justos y pecadores' por igual, aunque con diferente gestión y diverso reparto de entuertos para ricos y pobres. Eso no falla. 

Lo que está pasando en España en el nivel de la 'desgovernanza' es el reflejo lógico de la tónica general. Nos han deseducado durante siglos, eso sí, con nuestra resignación cooperativa, con nuestra aprobación silenciosa y acomodaticia poder/dependiente que se ha convertido con el uso en pedagogía social tóxica y cratodependiente, o sea apegada al poder y por ello generadora de caciques, y ahora en medio del Armagedón planetario no tenemos herramientas desarrolladas para capear el temporal sin hundirnos en él. Nos falta aquello por lo que Lutero en su día fue excomulgado y perseguido: la Conciencia independiente de cualquier manipulación (fue el descubrimiento de que 'lo sagrado' no debe ser manipulado ni interpretado por nadie, ni convertido en 'misterio', porque ya de origen está depositado en el interior  de los seres humanos que solo necesitan conectar con los mensajes directos para entender profundamente lo necesario, sin interferencias ni interpretaciones ajenas y siempre tirando a manipular. Eso significó traducir la Biblia al alemán. Y que la imprenta recién aparecida hiciese el resto en la sociedad) La Reforma protestante no fue un golpe de estado para quitar un papa católico y poner otro luterano, ni un juego de poder contra el Sacro Imperio que pilotaba Carlos V en aquel tiempo. 
 Era evangélicamente la reivindicación del libre albedrío inteligente y sano  que  permite a la humanidad desarrollar la Conciencia, descubrir la conexión entre lo que sentimos, pensamos y hacemos, sin que nadie nos imponga el miedo al castigo ni el apego ansioso al ilusorio anzuelo de un premio regulado e impuesto por el clero y sus dogmas. 

Hemos crecido en ese paisaje demoledor, en el que hasta los ateos tienen dios: su ego, su "poder", sus posesiones, sus creencias y sus intereses ideológico/monetario y gerifalte. Es imposible que enjaulados en ese cuchitril asfixiante, empachados de filigranas sin contenido y dispersos en felicidad y rutina consuetudinaria "porque siempre ha sido así", se pueda entender el sentido de la existencia y la energía de la vida,es decir el combustible no contaminante de la propia vida. Todo está confundido desde hace centurias y ese caos está al servicio del mejor postor, de quien mira y vuela más bajo. Algo que para colmo se ha llegado a establecer como virtud, estabilidad, "shentido común" y habilidad política. Tomayá nivelazo. Las tretas. Las zancadillas. El 'ingenio' fastuoso de la puñalada trapera y cosas por el estilo. La soberbia del torpe con dinero, desalmado, y con cargo adjunto que defender a capa y espada. La más baja estofa del pensamiento al servicio del mejor postor/pastor. Y todo ello inculcado siglo a siglo en la manada social, año tras año, procesión tras procesión, desfile tras desfile, guerra tras guerra. Odio tras odio, miedo tras miedo. Por ejemplo, llaga un Bartolomé de las Casas con el terrible relato de una realidad escalofriante en su Brevísima relación de la destrucción de las Indias , más un elenco de obras prácticas con iniciativas para mejorar la gestión con una atención e interés por las vidas y entornos indígenas maltratados y destruidos por "lodesiempre" (como ahora) y no se le hizo ni caso, e incluso se dudó de su lealtad al Imperio españolón. Es solo un detalle histórico del que casi nadie se acuerda, pero significa mucho a la hora de entender el bloqueo general a las entendederas ppatrias carentes de la más mínima sensibilidad humanitaria, pero co-regentes con la Iglesia católica del desbarajuste normalizado y hasta bendecido, por los mismos que declararon a Lutero hereje. Habría que ver los laureles que Las Casas habría recibido y las calles y plazas que ahora tendría dedicadas a su nombre si hubiese dedicado su escritura a la loa del Imperio, con sonetos, romances cortesanos y espinelas laudatorias al majestad imperante del momento. En ello seguimos tal cual.
Se ofrece un buen escaño o cargo importante a los más beligerantes sociales y ¿quién se resiste a desperdiciar esa oportunidad de oro que es legal totalmente y no hace daño a nadie? Pero ¿se puede tener la misma visión de un problema social desde un piso de Vallecas que desde un chaletazo en Galapagar, por ejemplo? ¿Se ve la misma calle con la misma claridad y detalle desde un ático que desde un sótano con ventanas/respiradero a ras de asfalto o desde una planta baja?

El hecho es que quienes deberían representarnos según las urnas no están a la altura de su responsabilidad, ni a derecha ni a izquierda. Pero lo más grave es que no son una rareza, son el resultado del mismo proceso que nos martiriza y que nos incluye a todos los que votamos en ese círculo vicioso desde el comienzo de esta democracia tan original basada en el chantaje más desolador: o votas a lo menos escandaloso del disparate o nos gobernará lo más horrible, pero si lo menos escandaloso gana por los pelos, porque el pueblo quiere entendimiento y cooperación en vez de guerra y estropicio unilateral, lo más horrible  montará un caos hasta volver a mandar otra vez por mayoría aunque para ello tenga que aliarse con el mismísimo demonio camuflado de salvapatrias voxciferante en plan delirium tremens. Un verdadero callejón sin salida en la que quienes deben decidir constantemente sobre asuntos gravísimos como lo es una pandemia, acompañada del lógico desbarajuste  económico, sanitario, laboral, familiar, educativo, etc... tienen que enfrentarse en paralelo a un escuadrón fascista de la muerte social, que vive y prospera con el caos que le aporta "soluciones" empresariales. Por eso Rajoy lo tenía tan claro y no se callaba: "cuanto mejor para ti, peor para mí, y cuanto mejor para mí, peor para ti", es el 'código ético' del pp &company, y  el único sistema de gobernar que conoce la ultraderecha española, porque en España, no hay derecha que no sea ultra, como tampoco hay izquierda lúcida en proporción suficiente como para ser el antídoto social de la aberración consuetudinaria.

Parecerá que no tiene relación una cosa con otra, pero un país cuya fiesta nacional consiste en aplaudir el martirio y asesinato a sangre fría de animales, o el caso levantino, de incendiar ciudades y pueblos  por las esquinas en sus fiestas más señeras, como son las Fallas o San Juan dejando el medio ambiente para el arrastre con la quema enloquecida de plásticos y derivados, cortando la vida civil sin pensar en nada más que en su juerga y su negocio, para divertirse como animales de corral comiendo, regurgitando y vomitando en carpas- cochiquera por las esquinas, y a eso piden y obtienen que internacionalmente  la UNESCO  reconozca esa barbarie patrimonio inmaterial del humanidad...Por no hablar de los Sanfermines y demás pachangas del Paleolítico Superior. En un estado semejante solo se puede disfuncionar a base de estados de emergencia, llámese 155, ley mordaza, reforma laboral despendolada, palizas en las manifestaciones y pprisión ppolítica para quien se atreva a poner peros al invento. ¿Cómo toleró el Psoe la barbaridad del 155 y lo apoyó sin peros? ¿Quién se atreve en esta cochiquera a poner el cascabel al gato de una justicia cuyo nombre es puro eufemismo y cuyo funcionamiento es un chantaje total a favor del enjuague? ¿Qué clase de moral tiene una Guardia Civil que es una Gestapo manipuladora camuflada de lagarterana, al servicio de ideologías políticas, odios y rencores sin solución ni curación? Y que conste que mi abuelo materno era guardia civil, un mediador nato, un ciudadano querido y respetado sobre todo por los más humildes y sufridores, que jamás dejó de considerarse un ser humano fraternal y al servicio del bien común antes que guardia civil, fue de él y de mi abuela de quienes pude aprender en la práctica lo que es la ética, la solidaridad sin castas, la acogida al que carece de recursos y de ayuda de todo tipo, la verdadera justicia y la humanidad en primera línea por delante de religiones, ideologías e incluso de compromisos y juramentos profesionales si estos representan la violación de la propia conciencia y de los derechos humanos. Ojalá a personas así no se las condecorase ni se las pusiera por las nubes como una rareza por ser lo que debería ser lo normal, ojalá esa fuese nuestra normalidad. Como decía el abuelo cuando alguien le ponía por las nubes "solo es mi deber como hermano de mis hermanos". Y era hijo único. Cuando desde chica ves y experimentas el contacto con esa realidad algo te abre la inteligencia y el corazón para toda la vida.

Pero lo nuestro es otra historia. Que hace llorar por lo triste y lo demoledor. Por lo ciega y lo perversa que es a lo tonto. Donde por ganar una sardina más que el rival se hunde el barco de pesca en el que todos faenan.
Sin duda es una  realidad degradante. Penosa y terrible, por su gravedad que nunca se toma lo suficientemente en serio como para afrontarlo y mediante el apoyo mutuo, salir del abismo eterno, del suplicio de Tántalo o de Sísifo. Y es imprescindible que reconozcamos este estado de calamidad desde la ciudadanía cuanto antes y sin paliativos ni bandos, para poder remediar el caos y el desbarajuste que se dedica a buscar culpables de una trayectoria descoyuntada de la que es inútil culpar a este o al otro, porque no es una "culpa" sino una condición de peste antropológica "normalizada", en la que estamos implicados desde que nacemos sin haberlo podido evitar y que no hemos podido descubrir antes: es una vacuna-sambenito anti inteligencia colectiva que nos aplicaron y se ha seguido aplicando en dosis infinitas a lo largo de tiempos inmemoriales, con amnesia incorporada, hasta modificar la respuesta normal y el tejido del organismo colectivo. Así estamos. Por eso lo primero es como en toda enfermedad, el diagnóstico. Los síntomas ya son un escándalo público. Bastan las noticias para verlo. Lo chungo es que no disponemos de personal sanitario porque la sociedad entera está tocada y no distingue ya la enfermedad de la salud. De tal modo que todo aquello que es distinto y funciona, resulta raro y extraño, hasta patológico. Si no está sometido a la ley detodalavida, del loqueseiempresehahecho porquesí, y tiene más peso que la evidencia de la realidad, la devoción por el legado de las momias.

La pandemia ha dejado clarísimo que sigue habiendo dos Españas, pero no en plan postureo idelógico, sino en plan humano de verdad. A tocateja. Una España que complica todo y otra que trata de resolver sanamente lo que la complicación enferma y sociópata estropicia sin parar porque no sabe hacer otra cosa mejor. Una España que intenta someter a al resto a su ideología en plan gangsteril , mintiendo y manipulando para llevárselo crudo, y otra que funciona intentando obrar de tal modo que su conducta se pueda convertir en ley universal porque no hace daño a nadie, sino que mejora y protege  la vida de todos, sean quienes sean y piensen lo que piensen. Eso que Kant llamó Imperativo Categórico.

Con esa realidad delante, los gestores políticos deberían hacerse el test moral de sus políticas, sin trampas ni chanchullos ni disfraces ad hoc, que no sirven de nada cuando la realidad los deja en cueros por igual. Y quienes no pasen el test de la decencia, de la humildad, del arrepentimiento y de pedir perdón a la sociedad machacada, que dimitan y se vayan. Que no convoquen elecciones para que todo siga igual, o sea, a peor. Sino que hagan los deberes que se les pidieron en las urnas: ponerse de acuerdo, dejar la agresividad y de convertir el Parlamento en un sainete de Arniches. O un patético astrakán de Muñoz Seca, por lo inoportuno de su "gracia" y el constante esperpento.

La prensa libre y responsable tiene también una tarea fundamental en este trance. Debe dejar de banalizar la situación quedándose en la anécdota y en el rifirrafe para entrar de lleno en el problema axial. En el eje de la situación y dejar de enfrentar egos de políticos en el ring de la idiotización. Exigirles aportar datos concretos y contrastados, propuestas y soluciones reales a los problemas reales, que la ciudadanía esté presente sea por teléfono o por videoconferencia, y pueda valorar y decidir qué le interesa de cada uno de ellos y que el escaqueo, la manipulación y los argumentos sin más sentido que dañar al opuesto se consideren motivos para no invitarles a los debates y tertulias. Y decirlo a la audiencia. No es censura, es simplemente un preventivo por salud mental y democrática en un momento delicadísimo. Las locuras y pérdidas de conciencia, los arrebatos descerebrados, deben ir al psiquiatra o a clase de ética, a Sálvame o a las tardes de La Cuatro, pero nunca deben ser dignas de emitirse como elementos válidos ni recomendables para la salud de una sociedad tan debilitada emocional, racional y políticamente.

Todos y todas tenemos muchísimo que aportar. No dejemos que el cansancio y la desesperanza nos callen, nuestros pensamientos críticos deben siempre orientarse en positivo para lograr el bien común, debemos utilizarlos para convertir la entropía en eutropía, el problema en resiliencia, mediante lo que el Nobel de Física Ilya Priogogine llama estructuras disipativas en los sistemas abiertos al intercambio de materia y energía, mediante la cooperación de fuerzas e impulsos inteligentes, que en vez de destruirse entre sí, cooperan para lograr la salida del entropismo mediante una sabia y nueva bifurcación, capaz de modificar y de crear nuevas realidades que sustituyan el viejo desgastado paisaje de lo que ya no puede funcionar . Porque su vigencia ha caducado y sus fundamentos ya no son los que se necesitan en otro tiempo y otras circunstancias. El capitalismo, lo mismo que cualquier otro sistema, tiene fecha de caducidad y ya es más que evidente en el propio Planeta que lo sufre.

Debemos forzar a los representantes políticos a entrar en razón y que los más bárbaros que se niegan a cooperar sean rechazados por sus votantes con contundencia, que se vea en las encuestas, en lacalle y en las opiniones en público. Rechazando sus exhibiciones y su apropiación de la "patria"como si fuese de su propiedad privada y del sector público como si fuese su cortijo y su negocio.

Ese tiempo ha terminado. Lo que estamos presenciando son las boqueadas agónicas y fantasmales de lo que ya potencialmente está muerto pero no se lo cree. Como pasaba en la peli de El sexto sentido.

No van a tener más remedio que reconocerlo. El tiempo no perdona. Pero cuanto más tarden en comprender y cambiarse las gafas, más sufrirá la ciudadanía, lo que también contribuirá al cambio de paradigma ideológico, sin duda alguna. Y a que los pesos muertos por currupción masiva, se desechen para siempre como posibilidades gestoras de política, economía y sociedad en general.


Es algo muy importante que debemos plantearnos en un momento de tanta confusión. ¿Qué es más peligroso para el sano gobierno de los pueblos en momentos complicados y difíciles: un gobierno plural y lo más transparente posible que atiende y está atento a las urgencias y necesidades, aunque esa flexibilidad para los cambios tenga el riesgo de equivocarse en cifras, números y decisiones puntuales que si salen mal se corrigen, y se explican,  o tener un gobierno-bunker, opaco, atravesado y circundado por infinitas cloacas, que de cada problema que se presenta hace un blindaje y un uso indecente de los tribunales de justicia, para que cualquier expresión que no le mole se convierta en delito de odio, de rebelión, de desobediencia o de lo que se les ocurra, con tal de mantener una dictadura leguleya camuflada de democracia y que en su sistema judicial haya bula para los delitos del ppoder?

No pretendo justificar lo injustificable como lo son las prisas, los prejuicios y los miedos y los errores por precipitación y falta de entrenamiento, pero creo que la trascendencia de los los errores y torpezas de este gobierno que está golpeado por viento y marea, rayos y truenos, intentando que las cosas salgan de la mejor manera, que los riesgos del covid-19 sean lo menos insalvables posible, que está dispuesto a corregir cualquier variante que se muestre errónea, y que también está expuesto a alteraciones de la realidad como por ejemplo, los informes de la Guardia Civil, que ha dejado clarísimo para que lado barre, y lo mismo se puede deducir de quienes siendo afines al pp controlan datos e informaciones en el funcionariado, yo misma he tenido la ocasión de comprobarlo en las juntas municipales de distrito, como en un concierto en el Palau Antiguo de la Generalitat Valenciana, prohibiendo el acceso a los servicios a los asistentes, mandándolos a los retretes de los bares circundantes de la calle y diciendo que cumplían órdenes " de arriba". No tienen moral. Ni sentido de la responsabilidad. Y usan su funcionariado para cargarse desde dentro los gobiernos que les molestan y que no son caciques ni están a favor de los privilegios; de ese modo pretenden desautorizarlos. Pues eso mismo hacen con todo lo que manejan. Realmente este gobierno está sobre un suelo minado por la delincuencia convertida en sistema, mafia fashion.
Para ese tipo de gente todo lo que les dé el poder y el dinero, y quite del medio lo que les impide seguir mandando, está permitido y justificado. Es parte de la herencia amoral y farisea que socialmente se ha recibido y que va incluida especialmente en el legado de la derecha más primitiva y contaminada. Más enferma social y política. 

Lo que podría ser terrible es que la izquierda cayese en la misma fosa séptica siguiéndoles el juego. No deben responder nunca a las provocaciones de tan baja estofa, aunque sean ofensivas, personalizadas  y demoledoras. Es un juego cínico de desgaste y de desesperación por mandar y tapar agujeros negros.  Lo mejor que puede hacer el gobierno es centrarse en el momento gravísimo que atravesamos, con propuestas, con iniciativas y con realidades palpables. No responder de ninguna manera a calumnias ni insultos con el mismo lenguaje y mismo talante, dejarlos a un lado y responder directamente solo al problema planteado, y caso de no haber problema al que responder, proponer asuntos necesarios y experiencias concretas que la ciudadanía lleva a cabo, solicita o exige. Y recordar a los pitbulls rabiosos, que el protagonista de una democracia es el pueblo que les paga para gobernar y no para montar un circo vergonzoso. Y dejarlos ladrar en solitario. La respuesta del pueblo, será mucho mejor cuando vea que el Gobierno sabe estar por encima del barrizal.

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