jueves, 25 de febrero de 2021

Tal cual

 

Este 23F se paró otro golpe

Este 23F se paró otro golpe en el Congreso. Después del estrafalario homenaje a un rey huido que se ha refugiado en una dictadura para escabullir sus bultos, se produjo el mejor homenaje que se le puede hacer a la democracia. Todas las fuerzas parlamentarias respondieron unidas contra la propuesta de Vox de suprimir la Ley de Violencia de Género. Después de la anormalidad democrática que supuso rendir honores a un rey sin honor, se produjo lo que debería ser normalidad democrática: la unanimidad frente a la ultraderecha. Por fin, el cordón sanitario. 

Los partidos de izquierdas y nacionalistas pactaron un texto conjunto de rechazo a la proposición de Vox en el que se leyó el nombre de las 1.081 mujeres asesinadas por la violencia machista desde que hay registro de las víctimas, a imitación de lo que hizo Abascal con las víctimas de ETA. Ciudadanos y PP dieron réplicas propias y no se sumaron a la lectura, pero sí al aplauso durante el recuento y a la ovación de dos minutos que estalló después escucharse el nombre de la última asesinada. Como dijo Baldoví, uno de los momentos más emocionantes vividos en el Congreso. Un Congreso que nos da pocas alegrías y muchos disgustos, añado.

Ni siquiera en la moción de censura, la ultraderecha había estado tan sola. Nunca se habían unido todos los partidos para aplaudir juntos, de pie en el hemiciclo, contra el retroceso social, la involución ideológica y los falsos debates de la extrema derecha. Nunca tampoco habíamos visto a la portavoz del PP aplaudir a la de la CUP cuando empezó la lectura o a Esquerra Republicana de Catalunya aplaudir a la ponente de Ciudadanos. Antes de pasar a las contradicciones, disfrutemos un segundo de este momento fugaz de respeto, concordia y sensatez frente a la sinrazón, el machismo y el rencor. 

Sí se puede. Cuando quieren, pueden ponerse de acuerdo en lo que es y no es democracia. Vox no lo es. Es iliberal y antidemocrático, no cree en las libertades, defiende los gobiernos franquistas y la ilegalización de partidos, pretende decidir qué es España y quiénes no merecemos pertenecer a este país. Promueve el odio entre compatriotas, hacia las feministas, contra los inmigrantes. Es cómplice de la violencia contra las mujeres, los homosexuales y los menores extranjeros no acompañados. Alienta la violencia policial contra los ciudadanos que ejercen su derecho de manifestación. Hace apología del terrorismo de Estado. 

En los últimos días, Macarena Olona ha homenajeado en Twitter a Rodríguez Galindo, condenado a 75 años y expulsado de la Guardia Civil por su responsabilidad al frente de los GAL en el secuestro, tortura y asesinato de Lasa y Zabala, cuando dirigía el cuartel de Intxaurrondo. También ha publicado otro tuit incitando a los antidisturbios a ensañarse con los manifestantes. Hacen apología de la violencia contra las mujeres, al negar que exista. Son responsables de agitar el racismo que provoca palizas y cacerías. Son un peligro para la democracia y para la vida. 

Representan lo mismo que representaban Tejero y compañía, la España bárbara, retrógrada y excluyente que quiere imponerse a la otra España por la fuerza. Por eso eligieron el 23F para intentar dar un golpe a una de las conquistas más importantes de nuestra democracia. Entonces como ahora, se les ha derrotado. Pero de poco sirve parar este golpe y encajar el resto. Vamos con las contradicciones. Esta vez se han opuesto, pero PP y Ciudadanos gobiernan gracias a ellos en Madrid o Andalucía, donde les han dejado suprimir ayudas y protección a mujeres, gays y víctimas del franquismo. En Cataluña le han visto las orejas al lobo, a lo mejor por eso han reaccionado por fin, para que el lobo no les devore. Siempre es bienvenida la unidad frente a los herederos del franquismo. 

Ésa es la unidad que hay que perseguir y no la uniformidad que se quiere imponer bajo la palabra España: la unidad en torno a unos valores básicos de convivencia, la que puede construirse desde la discusión, no desde la confrontación, desde la rivalidad, no desde la enemistad. Tampoco PSOE y Unidas Podemos deberían apalancarse. Los fascismos se nutren del malestar social y en España hay mucho provocado por la crisis territorial, sanitaria, económica y migratoria. El Gobierno no está actuando con diligencia para rescatar a muchos, para acabar con los focos de pobreza y conflicto, para dar un futuro a los más jóvenes. Cuidado con eso. Este 23F se paró un golpe, pero no nos confiemos, la extrema derecha sigue avanzando y seguirá intentándolo. 

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