lunes, 9 de noviembre de 2020

La voz de Iñaki | 9/11/20 | Degradación y rabia

   


Indudablemente, cuando las barbas del vecino se cortan y afeitan, lo más sensato es revisar las barbas propias, como en la pandemia se cuida la salud más que nunca y se evita el riesgo de contagio en todo lo posible. USA está siendo una muestra irrevocable de hasta qué extremos puede degradarse y dividirse una sociedad cuando no tiene más base que el interés material por el dinero y el poder, la rabia y el odio, se convierten en el motor de la política, cuando sus intereses fundamentales no se consiguen. Un ejemplo terrorífico para nuestra especie y que debe hacernos pensar y revisar en profundidad  por qué caminos nos podemos perder irremisiblemente y, en las actuales condiciones ecológicas del Planeta y la insostenibilidad del modelo de crecimiento sin fin que han impuesto especialmente los USA, sobre todo durante la segunda mitad del siglo XX y las dos primeras décadas del XXI, setenta años de hejemonía económica y de modelo social, nos traído hasta aquí. Y sí, hasta aquí hemos llegado. No porque lo diga el líder del pp ante las aberraciones de vox, sino porque lo dicen a gritos de socorro la Naturaleza, las crisis encadenadas desde el dinero, el trabajo y la producción enloquecida, a la deficiencia, la contaminación masiva por residuos tóxicos que no se consigue reducir, la emigración incontenible, la pobreza demoledora y el desmadre de una tecnología sin pies ni cabeza que aun no sabe las consecuencias en la salud del Planeta y sus especies de su propia expansión, como sucedió con la radiactividad durante los primeros pasos de su descubrimiento  a principios del siglo pasado. Se ve que nuestra inteligencia es muy viva para medrar con cualquier cosa, pero muy torpe y primaria para descubrir los contras y los peligros de su entusiasmo por las ganancias, los descubrimientos rentables y las prisas por disfrutar y apoderarse del pastel. Si EEUU tiene un récord olímpico es en su capacidad instantánea para hacer un mercado global con su poder financiero y su glamour "democrático", aunque sea a base bombas, misiles, rifles, ametralladoras y lo que haga falta. 

Se llaman a sí mismos "América", olvidando que comparten continente con muchas otras culturas, etnias y formas de vida, a las que se redujo a núcleos aislados como hicieron tras la Guerra de Secesión, con los verdaderos americanos del Norte: las tribus indígenas que habitaban mayoritariamente aquellas tierras antes de la ocurrencia de Colón y de los imperios español, inglés, francés  y portugués, que se pusieron las botas despojando a los americanos de verdad de su propio territorio. E imponiendo violentamente normas, religiones, lenguas inentendibles, formas de una convivencia en la que es fundamental ganar dinero para tener poder y ser alguien, al precio que sea. No se compartió nada, se impuso todo. Porque para colmo aquellos pioneros eran opresores e incultos, y escapaban de su incapacidad de adaptación y de su pobreza e ignorancia en sus tierras de origen. O se obedecía a los reyes pagando encima por ello, o eran condenados a emigrar a "las Américas".  En ese plan tiene toda la lógica que las culturas indígenas mucho más inteligentes, lúcidas y unidas al plano espiritual mediante la simbiosis con la Naturaleza se condenaran a morir lentamente en las reservas , pues les repugnaba degradarse y terminar integradas en un mundo tan ruin y miserable, en realidad mucho más retrasado y primitivo que las culturas originarias del continente, que recibió hasta un nombre importado: América, en honor a un cartógrafo europeo. El continente de "los listos". Tan listos como letales.

En semejante plan es completamente lógico que ese sistema endiosado en sus carencias que se admiran como virtudes, se pudra con el tiempo, pues su capacidad de supervivencia no es resiliente sino devoradora de todo, para poder forrarse reponiendo material constantemente. No contentos con ser una verdadera plaga, han divinizado sus talentos killer y los han convertido en paradigma, en modelo de civilización, que se ha contagiado por todo el Planeta.

Ahora tenemos delante el resultado del sistemita, del que Europa, sin duda, ha sido el origen y la cantera de la depredación. 

Es cierto que ahora son otros tiempos y que millones de seres humanos ya no son los mismos analfabetos cognitivos de tiempos pasados; un nuevo continente se está descubriendo en la humanidad, esta vez es el continente Conciencia. El eslabón perdido del biós. Territorio del espíritu. Los indios de las nuevas tierras transatlánticas lo llamaban Gran Espíritu, y en él nacían, vivían y se fundían al final del tiempo existencial. No estaban locos, sabían lo que hacían, eran sus invasores y descubridores los que nunca han sabido quienes son ni para qué están aquí. Por eso se comportan como una plaga global: devoran la Naturaleza que les hace posibles hasta que ellos mismos la liquiden con el exceso y la adicción a devorar, como forma de vida. Han sido confundidos con manipulaciones, con el miedo, con las más bajas tendencias convertidas en motivación y falsa cultura, farsas religiosas que confunden y enloquecen o acomplejan, culpabilizan y condenan, que en vez de reconocerse y transformarse en alma y verdadero conocimiento, repiten mecánicamente rituales y domas, con los que pretenden "salvarse" de una quema que ellos mismos mantienen encendida sine die

El infierno es este pobre planeta en manos de un error milenario que se reproduce como pandemia en muchos canales, primero psicoemocional y luego, materializada, y cuanta más "ciencia" se descubre y practica en ese estado lamentable e insostenible, más rápido e intenso es su contagio. Es como internet, conexión exponencial e imparable si no se desconecta; todo va unido. 

Sólo la fusión en El Gran Espíritu, que tan accesible era para los antiguos pobladores del Nuevo Mundo, es la puerta que permite trascender de un plano tan mísero, turbio y enfermo. Ese plano no lo venden ni lo sirve Amazón. Lo llevamos dentro y al mismo tiempo mantiene y sostiene todo lo que existe. Que le llamen como quieran, porque todos los nombres se quedan cortos para definir lo indefinible. 

Hasta que esa experiencia no sea lo más global posible en masa crítica y descubramos nuestra pertenencia a la misma familia humana, nada ni nadie va a cambiar nada en realidad, seguiremos inmersos en la ficción de lo que puede ser la vida pero si no se ve ni se asume, se quedará  solo en parodia incapaz de trascender su propia ficción espacio-temporal. Nuestra peor trampa.

Sería genial que los USA, desde la escuela y en casa,  leyesen la saga de  Las nueve revelaciones  . Y que una vez al mes, al menos, viesen Bailando con lobos , Doce hombres sin piedad, The Mission y Matrix. Si además leen a Noam Chomsky y repasan los mensajes de Luther King, las lecciones de Naomi Klein y los documentales de Michael Moore, seguro que el mundo cambiaría muchísimo. El Evangelio no se escribió para que nos lo cuenten en plan sermón, sino para que lo hagamos posible en nuestras vidas, por amor y por justicia, no por conquistas ni imposiciones. Por acuerdos, escucha, diálogo, inteligencia colectiva, empatía, discernimiento y lucidez. 

Como seguramente hacían los indios precolombinos antes de que los destruyera la desgracia de su "descubrimiento". 

Lo que vale para que los USA cambien a mejor, también es imprescindible para el resto del mundo. No somos mejores que ellos si hacemos lo mismo , los ponemos en un pedestal y les permitimos que nos marquen la forma de vida y el modelo político. Hemos visto y comprobado desde Hiroshima y Nagasaki hasta hoy, adonde lleva ese camino. Ya hemos tenido bastante ración del mismo menú terminator. Ojalá lo de Joe Biden y Kamala Harris vaya en serio y sus propuestas se hagan realidad. Y ojalá el resto del mundo aprenda de una vez a decir no al sistema anticonciencia que hasta ahora ha sido el único modelo disponible.

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