martes, 1 de octubre de 2024

Cuando las metáforas se utilizan para confundir en vez de para aclarar y comprender, se convierten en manipulación y dejan de ser explicación aclaratoria, para convertirse en estafa pseudocognitiva que se queda impresa en el inconsciente colectivo y personal, con resultados como los que estamos obteniendo social, política, histórica y personalmente. Si perdonar se reduce a metáfora, la hemos liado. Hay que evolucionar para no acabar en lo mismo de siempre, no sólo en lo que hacemos, sino también en cómo lo expresamos, pues el lenguaje es la digestión y asimilación del alimento mental y emocional.Por eso hay que cuidarlo y sanearlo lo mejor posible a la hora de cocinarlo y servirlo en la mesa común. Ains!!!

 

TRIBUNA DE OPINIÓN

Sobre perdones y otras metáforas

Felipe VI y López Obrador durante la visita del monarca al país latinoamericano para la investidura del expresidente (2018)
Felipe VI y López Obrador durante la visita del monarca al país latinoamericano para la investidura del expresidente (2018)

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Si en los últimos tiempos, las relaciones diplomáticas entre España y Latinoamérica ya eran bastante complejas –llamada a consultas en mayo a la Embajadora en Buenos Aires, como respuesta a las declaraciones públicas del presidente Miley sobre Begoña Gómez; más recientemente, amenaza de ruptura de relaciones, incluso comerciales. por parte de Venezuela– esta semana se ha producido una nueva vuelta de tuerca con el veto al jefe del Estado español en la toma de posesión de Claudia Sheinbaum como presidenta de México. El motivo: no responder a la carta enviada en marzo del 2019 por su antecesor,  López Obrador –si bien no se hizo pública de manera oficial en conferencia de prensa por parte del exmandatario hasta enero del 2021– donde instaba a Felipe VI, a  pedir perdón por los desmanes producidos durante la Conquista y la Colonia. 

Dejando de lado la oportunidad de la acción por parte de la nueva presidenta, la respuesta del Gobierno o asistencia de representantes de los partidos a la izquierda del PSOE a dicho acto, tal vez sería necesario plantearse de nuevo si tiene sentido una petición perdón por unos acontecimientos que tuvieron lugar más de quinientos atrás [I].

No debemos olvidar que la sociedad española actual es fruto de un devenir histórico que ha configurado su identidad y parte de esa identidad es su relación con Latinoamérica

Desde un punto de vista estrictamente social, los españoles y españolas del siglo XXI, para nada tienen responsabilidad sobre unos hechos, pese a su gran luctuosidad, causados por sus antepasados en épocas remotas. Sin embargo, tanto en esos años, como en la actualidad, las razones y reacciones sobre la petición varían: desde la indignación de quienes reivindicarán la gesta de la Conquista y la Colonia como garante de un proceso de civilización, a la postura mucho más comprensiva de quienes consideran necesario asumir como parte de la historia el etnocidio cometido, en unas circunstancias sociohistóricas que nada tienen que ver con las actuales y que tampoco justifican el retraso y la pobreza de la región. 

Si Felipe VI no ha pedido disculpas a su país por los excesos cometidos por la monarquía en la persona de Juan Carlos, difícilmente los va a pedir por unos hechos acaecidos hace 500 años

Dicha petición de perdón por unos hechos ajenos a las generaciones actuales no serían otra cosa que una metáfora sobre una nueva óptica para analizar los acontecimientos que nos ocupan y posiblemente un buen ejercicio como sociedad. Así, no debemos olvidar que la sociedad española actual es fruto de un devenir histórico que ha configurado su identidad y parte de esa identidad es su relación con Latinoamérica. En este sentido, queremos resaltar las palabras del Papa Francisco que sí respondió a una carta formulada en términos parecidos con respecto al proceso evangelizador: seguir dando pasos en vistas a sanar las heridas, a cultivar un diálogo abierto y respetuoso entre las diferencias y a construir la tan anhelada fraternidad, priorizando el bien común por encima de intereses particulares, las tensiones y los conflictos.

Por el contrario, siendo realistas, podemos afirmar sin demasiado temor a equivocarnos, que dicha petición no se va a producir. Felipe VI no ha pedido disculpas a su país por los excesos cometidos por la monarquía en la persona de Juan Carlos; más ahora, cuando se han hecho publicas imágenes y detalles de su relación con una artista muy conocida en su momento que –además de la participación de los servicios secretos para facilitarla primero y ocultarla después; el conocimiento y por ello la connivencia de los gobiernos de turno– ha sido financiada con dinero público. Si no ha pedido perdón por esos acontecimientos de nuestra historia reciente, difícilmente los va a pedir por unos hechos acaecidos hace 500 años y realizados en parte por una dinastía a la cual él no pertenece-. Por supuesto que actuar de esta manera, no solucionaría nada, pero tal vez contribuiría a mejorar, y más en estos últimos días, su ya bastante deteriorada imagen.  

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Comentario del blog:

 

Aprovechemos esta circunstancia lectora y escribiente para aclarar situaciones peliagudas, como muy bien  lo expresa este artículo de Antonio Ureña en Nueva Tribuna, aludiendo al concepto del término perdón. Aclaremos que esa palabra de morfología latina no existe como tal en el latín antiguo, es una expresión innovadora materializada en la vieja lengua original, pero construida a partir del siglo IV de la Era Cristian, cuando Constantino incorpora la nueva religión de procedencia oriental como sistema renovador y sustituto del viejo Imperio politeísta y en las antípodas del cristianismo, dejando atrás, al menos teóricamente, un sistema ya desgatado superado con creces en humanidad y en calidad de vida y valores por un cristianismo recién estrenado, e implantado en el Imperio por el Edicto de Milán, como si los caminos del Espíritu se pudiesen transplantar igual que los vegetales. Así se derivó en lo que luego fue sucediendo durante siglos y siglos...amén.

El término per donare, significa literalmente para dar. O sea, para desprenderse, entregar, renunciar, ceder, aceptar por encima del ego primitivo, lo que no es fácil y cambiar de actitudes vitales, y así superar los errores, los delitos y las ofensas, desde una nueva realidad, que ya no depende de tomar la justicia como venganza y castigo para quienes han hecho el mal, sino de una nueva concepción de las relaciones humanas, entendiendo desde la empatía y la salud psicoemocional, -la energía del espíritu- el nuevo camino de la vida. 

Veamos, desde este plano, cómo ha ido entendiendo la humanidad ese proceso. ¿Cómo aplicar el perdón como un paso esencial de nuestra evolución y no sólo como un trámite que pide disculpas sin ninguna conciencia que acompañe el mero gesto protocolario? 

En el caso de Méjico y España es imposible que haya perdón auténtico, consciente y sanador histórico, tanto para pedirlo como para darlo. Casi seiscientos años transcurridos entre la conquista de Méjico en el siglo XVI, sin tomar conciencia ni los unos ni los otros -¿sería justo y normal que los mejicanos ahora se pusieran a exigir a sus representantes políticos una indemnización estatal y pedida de perdón para las víctimas de la religión y de la cultura azteca, que asesinaba como ritual a los jóvenes más valerosos y heroicos, en sus templos y ceremonias dedicadas a Quetzalcoalt y a sus amiguetes compañeros de "diosidad"? Pues lo que los actuales mandatarios mejicanos pretenden es eso mismo. ¿Ha sido Felipe VI el que ha mandado una flota invasora para conquistar América? ¿Hemos sido los españoles del siglo XXI los que invadimos el Nuevo Continente y matamos a los indígenas para robarles sus riquezas haciéndolos esclavos? ¿Estaríamos los españoles y españolas ahora mismo al nivel social, político, intelectivo y humano para comprender causas y efectos, y al mismo tiempo repetir las barbaridades de aquellos antepasados? 

Afortunadamente millones de mejicanos y mejicanas no comparten semejante visión del mundo, son mucho más inteligentes y socialmente adultos, que rabieta-dependientes. Personalmente tengo familia política mejicana, que para colmo se apellidan Villa, como Pancho: un yerno y tres nietos. Y unos consuegros fuera de serie. Son extraordinarios y de una humanidad ejemplar. Muy por encima de esa inmadurez social y política de la señora Sheinbaun y su antecesor en el trono del taco, el chile y el guacamole. Mucho más ocupados en el Bien Común que en el folklore carca-revolucionario del montaje y del espectáculo político dando marcha atrás a una historia que ya no tiene sentido, sino simplemente, huellas primitivas, que sustituir por la verdadera inteligencia mejicana y española; mundial. ¿Acaso podríamos alfabetizar a los neanderthales y matricular en Bellas Artes a los pintores de las Cuevas de Altamira, o civilizar a los Reyes Católicos para que comprendan en plan momia, después de seis siglos, la que liaron con su manía de conquistar todo lo que pillaban subidos, para colmo,  al púlpito de la Inquisición? Pues ese mismo ridículo más histérico  que histórico equivale a intentar que tenga sentido resucitar la Conquista de América en el siglo XXI, xd! O que pidamos perdón por haber provocado el diluvio universal o la Batalla de Waterloo...

Es una ofensa a la inteligencia pensar que una civilización sana y centrada en su curso vital pueda arrepentirse de lo que jamás ha hecho ni sería capaz de hacer, hoy en día, excepto si se padece el síndrome de Netanyanju, Putin o Zelensky, Trump, Milei, Maduro, también Sheinbaum... porque esa nueva tierra en gestación, lo rechaza en todos los sentidos. Máxime cuando hasta en su presente actual , se consideran hermanos de su familia ultramarina, no sólo mejicana, sino de todos los continentes y de todos los pueblos, que es el estado que necesita asimilar y disfrutar nuestro Planeta para poder seguir siendo la Casa de Tod@s y no irse a la mierda sin remedio. 

O todos y todas nos reconocemos desde ya mismo, parte integrante del perdón tan imprescindible, como respirar, hidratarse y comer, o adiós humanidad, bonica, for ever and ever! 

¿El mejor arrepentimiento? No seguir repitiendo las mismas causas que hacen necesario el perdón como único y mejor resultado constante, eso sí, siempre disponible...que no nos falte!




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