martes, 16 de julio de 2024

Un regalo sorpresa: acabo de descubrir este poema recién publicado en la página de Pedro Miguel Lamet, página que os recomiendo visitar. Infinito, apertura, luz y amor en creación constante, desde el regazo de ese PadreMadreHij@sVidaSinFin, al que todos los nombres y conceptos se le quedan pequeños, ese Océano de Luz y de Energía, del que tod@s somos goticas de su agua fluyendo sin parar en la quietud de su danza infinita, la casa de acogida sin horario de cierre...O sea, la poesía, la barca milagrosa en la que navegar de verso en verso eternamente agua, eternamente familia, eternamente el Nosotr@s. Mil gracias, hermano Pedro Miguel, por compartir los cachitos de cielo, lo mismo que quesitos de gracia y plenitud en la divina caja de lo humano...!

 

Las voces del verano

Foto: «Noche en Portimao». PMLamet
LAS VOCES DEL VERANO

Háblame, Señor, con voces del verano,
cuando sube la hormiga por mi brazo,
y me evoca otra vez que parte soy del sueño,
y la hierba o la arena me devuelven conciencia
de que fui tierra algún día, o sigo siendo polvo,
mas polvo enamorado de esa sed infinita
que alienta a este universo.

Acúneme el sopor con brisas de la noche,
-¡oh noches de verano ungidas de nostalgia!-,
con silencio habitado de lejanas canciones
y grillos escondidos que taladran el alma
de luna y soledad.

Recuérdame otra vez, más allá de los árboles,
ese mar de la infancia que me acuna en la noche
con su salmo de olas: “¡Navega, sé mi azul!”

Tararea el verano una copla perdida
de amor, de adolescencia, y llora en mis entrañas
desde aquel tocadiscos boleros de Ravel.

Me estrena sus mañanas con perfume de sol,
y acompaña mis pasos por la vera del río
en volandas del aire hacia una Virgen niña
que aún espera en su ermita un piropo infantil:
¡Dios te salve, María; qué llena estás de gracia!

Han pasado los años con luces, con sus sombras,
y el dolor en los huesos que limita mis pasos
susurra tantos nombres que son risas y lágrimas
pero también presencias que tiemblan a mi lado,
y jamás morirán.

Háblame de aquel niño que fui y ahora presiento
más cerca, más humano,
pues voy transparentando con el paso del tiempo
un verano en mis venas llevado de tu mano,
vacaciones eternas de alta Mar.

Pedro Miguel Lamet


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