jueves, 4 de julio de 2024

Gracias Nueva Tribuna!!! Y gracias, también a vosotr@s, querid@s herman@s Jueces y Juezas para la Democracia por este responsable manifiesto de ética y decencia ante la barbarie corrupta de una justicia(¡?) 'democráticamente' demoledora. O sea, todo lo contrario, el lado más oscuro y patético, de la Justcia verdadera. Es evidente que una auténtica democracia debería tener la obligación, la responsabilidad, el deber y el derecho de elegir en las urnas a los miembros del Poder Judicial, como elegimos a los miembros de los poderes Legislativo y Ejecutivo. Porque si eso no es posible, tampoco lo es que la Justicia lo sea, si son sólo las ideologías parlamentarias en constante efrentamiento tanto en criterios como en valores civiles, sociales y morales, mucho más okupadas en mangonear, romper y dividir, que en cooperar y sumar, las que eligen a los gestores del Poder Judicial. Quizás habría que cambiar el sentido de las instituciones estatales y en vez de "Poderes", comenzar a llamarlas y a considerarlas "Servicios", que es lo que DEBEN SER, para eso se les vota y reciben como sueldo un pastón cada mes, a base de nuestros impuestos obligatorios. Lo lógico, lo decente, lo ético y lo humanamente obligatorio es que quienes no cumplan con esas obligaciones FUNDAMENTALES, abandonen sus puestos por mandato constitucional y queden excluidos del acceso a puestos de trabajo con responsabilidad estatal, para la que evidentemente no dan la talla ni las capacidades necesarias, por una actitud personal o "cultural", y no por ninguna deficiencia física o racionalemotiva. que les impida su trabajo integrador y lo convierta en desintegración patológica del factor humano convivente. Seguro que en ese plan, la honestidad, la decencia, la ecuanimidad y la ética, tanto para establecer como para gestionar la aplicación de la Ley, adquirirían en la comunidad humana, -en este caso, además, española-, los valores imprescindibles que de verdad SON tan fundamentales como la misma vida y su mantenimiento, mucho más HUMANOS y JUSTOS DE VERDAD, que hippócrita y ppodridamente inhumanos. Imparcialidad no es indiferencia, sino todo lo contrario, RESPONSABILIDAD+ALMA+CONCIENCIA = INTELIGENCIA VERDADERA. La ecuación sine qua non, para la misma vida.


JUEZAS Y JUECES PARA LA DEMOCRACIA

Comunicado íntegro de Jueces para la Democracia sobre la imparcialidad del Tribunal Constitucional

Reproducimos íntegro el comunicado de JJpD en defensa del TC tras las críticas a su imparcialidad.
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LA IMPARCIALIDAD DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

JJpD quiere recordar que el Tribunal Constitucional es piedra angular en la bóveda del Estado de Derecho que nuestra Constitución define y sanciona. Sus magistrados son independientes e inamovibles. El propio tribunal sólo está sujeto a la Constitución y a su propia Ley Orgánica. No responde ante las presiones de nadie. Nadie puede dirigir instrucciones a los mismos que no pueden ser cesados, sancionados o perjudicados por el ejercicio de su labor jurisdiccional. El Tribunal Constitucional es la garantía de la ciudadanía y de la efectividad de nuestra Constitución. Las imputaciones que arbitraria e intencionadamente se le dirigen no tendrán más resultado que generar recelo y desafecto en la ciudadanía respecto sus instituciones y del Estado de Derecho que la ampara.

Los miembros del Tribunal Constitucional han sido designados conforme a los procedimientos y las normas previstas para ello con un alto grado de consenso en las instituciones parlamentarias. Su composición responde a la decisión del Congreso y Senado, el Gobierno y el Consejo General del Poder Judicial, que hicieron los nombramientos y se ajustan al marco legal que la Constitución y las Cortes han previsto.

La crítica a la imparcialidad o independencia del Tribunal Constitucional, sin fundamento en hechos objetivos, solo aporta deslegitimación a una función crucial en el Estado de Derecho.  Por ello es fundamental que los representantes políticos muestren moderación y coherencia en el respeto a las instituciones, pues el Tribunal Constitucional es el garante leal de nuestra Constitución y de los derechos fundamentales de la ciudadanía.

Queremos recordar que la crítica a las resoluciones judiciales es plenamente legítima. La libertad de expresión y opinión es básica en una democracia. Pero eso es lo criticable, las sentencias, no el tribunal que las dicta, en cuya conformación intervienen quienes dispone la ley, por el procedimiento reglado y con las exigencias que requiere el ordenamiento jurídico. Lo contrario cuestiona nuestra organización institucional y las garantías que lo disciplinan. Una crítica que socava aspectos fundamentales para un tribunal, como su imparcialidad o independencia, además de no responder a más realidad que la subjetiva opinión de quien ve sus particulares intereses frustrados, sólo aporta deslegitimación a una función que resulta crucial en el Estado de Derecho. El interés de unos no justifica destruir las instituciones de todos.

Por ello es fundamental que los representantes políticos se expresen con moderación y respeto a las instituciones. Deslegitimar el Tribunal Constitucional, criticar no sus resoluciones sino su composición, a la que todas las instituciones han contribuido, es una irresponsabilidad inaceptable. Defender las instituciones es garantizar nuestro Estado de Derecho, una responsabilidad colectiva que nadie debe abandonar, sean cuales sean sus opiniones sobre una determinada sentencia.

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