viernes, 12 de mayo de 2023

Un testimonio directo: la crueldad política y sus intereses amorales y ciegos, aplastando al pueblo saharaui. Un fenómeno patológico sin sentido y fuera de lugar en un mundo que presume de inteligencia, de conocimientos y de Derechos Humanos -sin deberes, claro- , en la teoría, pero a la altura de la Prehistoria en la práctica...¿Para qué hemos inventando la ONU, la UNESCO, la OMS, ACNUR, y demás etiquetas rimbombantes, si a la hora de la verdad, cada estado y nación hace lo que le da gana, sin tener en cuenta la realidad de las comunidades humanas que se manipulan, maltratan y hasta se exterminan sin conciencia ni ética ni sentido común, como en el caso de los pueblos saharaui, palestino, kurdo, sudanés, ucraniano y ruso, ambos católicos ortodoxos, para más inri, etc, etc..? Querid@s herman@s saharauis, España siempre será vuestra casa de repuesto, os lo debe, por todo el tiempo que fue okupa imperialista e invasora de vuestro habitat natural... Ains! Como española me avergüenzo y no puedo olvidar lo compartido con vosotr@s en casa y en los cuatro meses de acampada del 0'7 en Blasco Ibáñez, en 1994, un tiempo privilegiado e intenso de convivencia profunda y fraterna, como familia universal. València se despertó y en ello sigue; gracias, querid@s saharauis, por haber sido parte fundamental y magistral del despertador! 🙏🙏🙏🙏🙏😍😍😍😍😍

 

El ofensivo “autoproclamada” república saharaui

Haddamin Moulud Said

En 1807, la invasión napoleónica de España supuso la abdicación del rey Fernando VII en favor de José Bonaparte. Ese trasvase del poder, desde un rey con legitimidad dinástica a un rey impuesto por la fuerza de la ocupación extranjera, fue la chispa que incendió la independencia de todo el continente americano. Las colonias, al no haber prestado juramento de lealtad alguno al nuevo rey impuesto, decidieron iniciar el proceso de independencia.

Durante un siglo largo, los saharauis hemos estado bajo dominación colonial europea. España, por activa y por pasiva, en privado y en público, en el territorio y en la ONU, ha repetido hasta la saciedad que nos iba a garantizar la aplicación de la resolución 1514 (XXV) para permitirnos disfrutar de nuestro derecho inalienable a la autodeterminación e independencia.

Más aún, la propia ONU nos prometió que íbamos a ejercer nuestro derecho inalienable, incluso, pidió la suspensión de los preparativos de la consulta mientras se pronunciaba el Tribunal de La Haya.

El Tribunal, aprovechando la ocasión de la embestida contra la legalidad internacional, hizo una de sus mejores faenas, llevándose las dos orejas y el rabo, con relación al principio de la libre determinación de los pueblos, dejando consolidada, para la posteridad, una de las más importantes ideas jurídicas.

Pero al final de todo, ni España ni la ONU cumplieron sus promesas tantas veces repetidas.

España se largó, con el rabo entre las piernas, dejándonos a merced de dos ejércitos armados que venían a dominarnos y a extinguirnos, mientras la ONU se ponía de perfil para observar, desde lejos, cómo languidecíamos abandonados en el desierto.

De buena fe, pusimos nuestras esperanzas en la palabra dada por España, esperando el día anhelado para proclamar nuestra libertad. Ese día nunca llegó.

Tuvimos que esperar a que España nos abandonara (14/11/1975) y esperar a que arriara su última bandera (26/02/1976). Y, entonces, sólo teníamos dos alternativas: aceptar la invasión de los ejércitos de los países vecinos o proclamar nuestro propio Estado. Optamos por lo segundo.

Sólo teníamos dos alternativas: aceptar la invasión de los ejércitos de los países vecinos o proclamar nuestro propio Estado. Optamos por lo segundo

¿Podíamos haberlo hecho de otra manera? ¿Qué es lo que teníamos que haber hecho, entonces? ¿Teníamos que haber esperado a que viniera alguien, desde fuera, para que nos proclame como República? ¿En aquel entonces y con tantas promesas incumplidas, podíamos seguir fiándonos de cualquier actor externo para que venga a declarar nuestra República? ¿Quién tiene la autoridad para hacer esa ‘proclamación’? ¿Lo hace algún papa cristiano, algún ulema musulmán, algún rey, algún príncipe? ¿A qué Deidad nos teníamos que haber encomendado?

Sin saber cómo habían actuado otros pueblos en situaciones análogas, actuamos exactamente igual que ellos. Nos encomendamos a nuestras propias fuerzas y proclamamos nuestra República.

¿Qué carga de reprochabilidad hay en el hecho de que nosotros mismos hayamos proclamado nuestra República? ¿Por qué nos lo siguen echando en cara?

Sólo la ignorancia, mucho más acusada en la prensa francesa, pero también en la española, permite seguir reprochando, a los saharauis, el que hayan proclamado su República, después de que la metrópoli haya arriado su última bandera.

Pero, además de la ignorancia, hay mucha maldad. Este discurso se asienta sobre ítems propagandísticos que incluyen la categoría de “República autoproclamada” junto con otras como “separatistas”, “independentistas”, “extremistas”, “radicales”, “apoyado por Argelia”, “recibe apoyo de Cuba y de Libia”, dentro de una cadena de equivalencias.

Este uso discursivo sirve para sembrar la confusión en los lectores, inculcándoles la idea de que determinadas prácticas, actitudes y discursos son correctos, mientras otros no lo son. Pretende pasar por válida la Marcha Verde que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas había declarado como deplorable. Y, en cambio, presentar como condenable la proclamación de la República o el apoyo de este o aquel país.

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Haddamin Moulud Said es un jurista saharaui, nacido en el Sáhara Occidental, en 1970. Licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia (España).

 

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Comentario del blog:

Qué justas y magníficas reflexiones las de Haddamin Moulud Said. 

Este caos inhumano en que flotamos y soportamos lo que hay y lo que no es posible que haya mientras no cambiemos de camino, de dirección y de equipajes, está completamente vinculado al 'religionismo' de los imperios políticos y económicos. Cuando hablo de religión no me refiero a la espiritualidad sino a la manipulación de las emociones, pensamiento y voluntad de los seres humanos por parte de las "autoridades expertas" en el religionismo, y por ello, nada espirituales. No es posible descubrir ni integrarnos en el Espíritu si ya estamos desintegrados de antemano por los sucedáneos de lo inentendible, pero de muy útil evocación devocional a la hora de manipular rebaños devotos. A la hora de basarse en leyendas mágicas y cuentos religadores, que ven a "dios" como si fuese el mundo de Harry Potter o de cualquier "secta mágica" espiritista, "vidente" de oficio y beneficios varios. 

Hemos llegado a un punto evolutivo donde nos hemos atascado en la puerta del salto liberador en el Espíritu hacia adelante, o donde también podemos quedarnos sumisa e inconscientemente, atados a las cadenas que nuestra propia comodidad e inercias adjuntas  han ido estableciendo a lo largo de milenios. No uno ni dos, sino bastantes más. 

Algo que debería hacernos despertar es que La Biblia, el conjunto de libros sagrados escrito por las élites del pueblo judío a lo largo de siglos, haya producido la triple cosecha religadora  o religiosa, más inexplicable y demoledora que se pueda imaginar. Tres religiones nacidas de la misma madre y del mismo padre invisibles y embarullados, que llevan siglos enfrentadas, a base de ¡guerras de religión!, nada más y nada menos. En una misma familia, hijas de la misma casa, que ni siquiera es capaz de asumir su condición sorofraterna y que llaman al mismo "padre divino", con nombres distintos -Yaveh, Allah, Dios- en su fijación con el poder religioso milenariamente inseparable del poder político, una convergencia muy negativa que provoca el montaje de una guerra detrás de otra, durante siglos, para eliminarse entre sí y que solo la "reli" que  gane más batallas y mate mejor a su prójimo hermano, sea considerada la auténtica heredera del patrimonio absoluto y más poderoso de ese fenómeno creador todopoderoso y despistadísimo con lo que va creando por esos espacios infinitos de la barbaridad elevada a los altares, para acabar de arreglar el "santo" berenjenal.

Está muy claro que ya es imposible seguir en las mismas, con los resultados que padecemos. Seguramente ya es el tiempo de dejar a un lado los relatos milenarios, terribles, aplicados a 'los malos'  que siempre son diversos a nosotros, ainss!. Ya toca  remangarse y escuchar esa voz interior  que lejos de enfrentarnos, nos une, nos descubre al Otro y Otra desde un horizonte nuevo, una voz silenciosa cuya luz  transforma nuestras herramientas cognitivas e impide que la inteligencia humana degenere  en un peligro para sí misma y para todo bicho y naturaleza vivientes.

Tal vez ya sea el tiempo de abandonar chupetes y biberones para usar los dientes comiendo alimentos sólidos. E incluso de aprender a cultivarlos, a cocinarlos y a compartirlos, lo mismo que se debe hacer con las recetas de cocina, sin necesidad de que un persistente y bíblico  masterchef, inventado y sostenido por nuestra incapacidad particular, tenga que darnos clases teóricas y constantes de cocina, aunque ya tengamos edad antropológica suficiente para experimentar junt@s y aprender un@s de otr@s a cocinar para tod@s la misma realidad. O sea, el descubrimiento en nosotr@s mism@s de esa idéntica energía que se puede manifestar divinamente en la diversidad sin que el menú pierda su mejor esencia alimenticia, al contrario, descubriendo lo que nos falta en lo que tal vez, a los demás les sobra, y agradeciéndolo igualmente, es decir, haciendo de la humildad un camino magnífico,  mucho más inteligente y de lo más sostenible. No para ser más 'virtuosos' o más listos que el resto de descreídos, sino para disfrutar del compartir y descubrir, lo mismo juntos que individualmente. 

De ese modo ya no tendrá sentido la incomprensión, el desprecio, las comparaciones, los piques, las guerras, la ira y las rabias que la acompañan, el miedo a lo distinto, la soberbia estúpida que nos priva de lo mejor de nuestra propia esencia que también está en cada ser humano, o la envidia, una enfermedad que impide valorar y disfrutar lo que tenemos y considerar imposible conseguir lo que tienen los demás,  sin ser conscientes de la esencia irrepetible que hay dentro de nosotr@s, sin complejos de más ni de menos. 

De ese modo evolucionamos sanamente en libertad y vamos saliendo del agujero negro, no como "el pueblo elegido" por no se sabe quién y saliendo de un Egipto paradójico hacia no se sabe donde, sino como comunidad autosostenible y sanadora, que ya no depende de unas tablas de la ley con mandamientos impuestos desde fuera por un dios que nadie ha visto nunca, en plan fantasma de la ópera, sino descubriendo una energía creadora y comunitaria de la que formamos parte y  que se manifiesta constantemente en todo, los primeros cristianos le llamaban Pentecostés, un estado integrador que se expandía entre la multitud desde el interior de cada uno, y que, a la vez, cada uno lo celebraba en común, entendiendo todo instantáneamente, a pesar de hablar lenguas distintas y de no conocerse de nada, porque en lo profundo no se distinguían entre sí los extranjeros de los nativos. 

Esos relatos no están ahí para ser repetidos bíblica y mecánicamente en una procesión ni en una novena a San Cualquiera, y después, hále, hasta otro día de juerga sacra, en que repitamos el ritual mientras nada cambia en nuestro interior ni en nuestro exterior, porque todo se hace en plan robot devoto para no convertirnos  en herejes y que luego no nos admitan en la comunión de los santos, el día uno de noviembre y así "dios" nos castiue por insumisos y rebeldes hacia unas normas, que nadie valora pero que todos temen, al menos, aparentemente, porque a la hora de la verdad se acaba haciendo lo contrario de lo que se aparenta creer tan devotamente en los detalles, pero que se ignora en lo esencial. 

Estos pifostios cada vez se quedan más fuera de tiesto. ¿Hay que aprender a vivir sin religiones? Pues seguramente sí. Si es que queremos vivir en el espíritu tendremos que abandonar las rutinas desprovistas de alma y de conciencia selectiva que nos atan y, en salto cuántico y decidido, adentrarnos en la  luz sencilla, evidente y liberadora del amor verdadero, que nada tiene que ver con ataduras, apegos, miedos, enredos y manipulaciones seductoras, ni con causar dolor a nadie, lejos para siempre de aquel dicho "normalizado" del "quien bien te quiere ta hará llorar". Un verdadero disparate sin el menor rasgo de empatía y compasión. A no ser que, si abrimos los ojos interiores de la sensibilidad consciente, ese llanto nos ayude y nos regale las lágrimas al experimentar las maravillas y el alimento vital que se van descubriendo pasito a paso. En ese caso el llanto es el regadío del agradecimiento, no la consecuencia del sufrimiento y de la impotencia ante él. 

Lo mismo que ya no hacen falta armaduras ni lanzas, ni espadas, ni murallas, ni fosos, ni catapultas, ni cañones, ni caballos de Troya engañando al personal, tampoco ya necesitamos las guerras ni los castigos que matan y destruyen nuestra humanidad. Esas guerras no sólo son entre ejércitos y potencias materializadas, también se producen en nuestro interior con los ataques del miedo, del rencor, de la "lucha" constante, un concepto agotador y tóxico reconvertido como 'virtuoso', para acabarlo de arreglar, que se utiliza como algo positivo y necesario irresponsablemente y que ya deberíamos ir sustituyendo por conceptos y realidades como resiliencia pacífica, sostenibilidad fraterna, entusiasmo, determinación, equilibrio y lucidez compartida y contagiosa. 

No podemos seguir evolucionando amarrados y religados a lo que ya se ha deshecho a sí mismo, pero continuando atados y bien atados (un dictador lo confirmó) a una cadena fósil, paleontológica, que nos impide avanzar superando el abismo de unas costumbres ya sin sentido y , por ello evolutivamente letales, pero que sigue dando seguridades falsas, negocios, posición y prestigio, poder social, comercial, político y financiero, mientras se carga el Planeta y las posibilidades de vida en mejores condiciones para todas y todos.

Las creencias heredadas y desactivadas por la misma realidad que nos rodea, la fe convertida en instinto y fijación retórica y fanática, para "salvarnos" desde nuestros egos "creyentes" mientras los "nocreyentes" nos importan un rábano porque "están equivocados y por eso "dios", nuestro dios, claro,  los castigará" mientras a nosotros nos premiará, unas convicciones que, obviamente, se nos inoculan desde un sistema religioso discriminador, tan injusto y desnortado que es una auténtica aberración, y para nada una "obra de dios" como ellos mismos se definen. Opus Dei. En fin...

Necesitamos con urgencia una Opus Fraternitatis Universalis si es que queremos de verdad que esto cambie y que se haga patente lo que todas las religiones han calificado como "dios","buda","cristo", "allah","tao", etc, etc..., y que es nuestra esencia infinita, irreconocible cuando nuestra precaria animalidad se establece como el único paradigma disponible, ¡hasta disfrazado de divinidad todopoderosa, que protege a los que le adoran y condena a los que no lo conocen, pero, paradójicamente, también creados y amados por él! ¿Qué padre medianamente humano condenaría a los hijos que ni siquiera saben que existe? 

Por eso, ese 'dios' que juzga, condena y premia y sólo busca ser adorado y alabado, no puede ser más que un invento a imagen y semejanza de sus arqueológicos inventores y de ese rebaño que nunca llega a dejar de serlo, porque no se lo permite a sí mismo, porque ni siquiera conoce su interior y vive enganchado al pastoreo que lo lleva y lo trae, para que engorde, se reproduzca y luego ser cocinado  en la barbacoa de la crueldad y el egoísmo convertidos en rito y sistema gobernante. 

¿Tiene algo que ver ese marrón con la experiencia liberadora que nos transmitieron Jesús, Shakiamuni, Juan de Yepes, Hildegard von Bingen, Teresa de Ávila, Rumi, Mikao Usui, Teilhard de Chardin, los hermanos Cardenal, Mohandas Gandhi o los mártires de la UCA salvadoreña? Tod@s ell@s, y seguramente muchos otr@s desconocid@s, pero en las mismas tesituras, fundamentalmente, vinieron y siguen viniendo a este mundo para abrir puertas y no para provocar que nosotros las vayamos cerrando a base de rituales más propios de los magos, mentalistas e ilusonistas mangoneantes, que de ese "dios" que en realidad no está nada endiosado, sino todo lo contrario. ES un Amor y Luz sin límites ni perfeccionismos obsesivos.  Por eso seguramente se nos hace tan rara su extraña y rarita omnipotencia liberadora y nunca atadora ni esclavizante de nadie y el religionismo de los imperios lo deja de lado porque  su humildad no tiene sentido ni se puede aceptar en un gallinero planetario donde el sistem in failure más valorado es el mangonear, dirigir y provocar la pelea de gallos constante, o de ciervos, de hienas  o de cocodrilos humanoides, en todas sus innumerables modalidades for ever and ever again.  Un horror, un cansancio atolondrado y agotador, lleno de fronteras materiales, pero sin fronteras ni límites psicoemocionales para el destrozo de su Inteligencia Artificial, ya que la Natural ni está ni se la espera. Así está al patio del caos.

Por eso, la misma vida, paso a paso, si queremos verlo, nos va revelando lo que hay. Despertemos, comprobemos y cambiemos, ahora que aun es posible hacerlo, porfis! Demos el salto necesario como dice la canción que cantan Emilia y Óscar. Como invita a hacer la Revelación de Juan. Un nuevo cielo y una nueva tierra. Una nueva especie resucitada. Que ya es hora, familia! Así podremos descubrir lo que las religiones y dogmatismos "sagrados" nos han impedido durante milenios y aún nos impiden alcanzar: comprender y disfrutar las claras, básicas, liberadoras y nada "religiosas" palabras de Jesús de Nazaret: "El reino de los cielos está dentro de vosotros" (Lucas 17,20-21). Pues eso mismo, carinyets!

No olvidemos lo que nos espera si esto no se soluciona cuanto antes con nuestar metamorfósis creadora y renovadora, y continuamos aplazando el curro renovador hasta 2050...si llegamos a 2030 en ese plan, será un milagro:

"El siglo XXI será espiritual o no será" (André Malraux)

 


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