Nunca segundas partes fueron buenas
Desde las elecciones de 1993 la preocupación del PP no ha sido el
centro político, sino que no se abriera un espacio político a su derecha
Ha vuelto el PP, ha dicho Pablo Casado. El PP que representó José María Aznar desde el Congreso de Sevilla, debería haber añadido
Ha vuelto el PP, ha dicho Pablo Casado. El PP que representó José María Aznar desde el Congreso de Sevilla, debería haber añadido

Convertir al centro en
rehén de la derecha fue la estrategia de AP desde su fundación en 1977
hasta su refundación como PP en 1989. Derrotar a la UCD en las
elecciones generales de 1982 y llevarla a su disolución a continuación
fue su máximo éxito, aunque la victoria no sería completa, ya que el
centro con la fundación por Adolfo Suárez del CDS tendría una
representación minoritaria pero significativa en el sistema político
español.
La suficiente como para hacer imposible que
AP tuviera posibilidad alguna de llegar al Gobierno. La división del
voto de la derecha española entre un partido muy de derecha y un partido
de centro otorgaba una ventaja considerable al PSOE, que, tras la
crisis del PCE-PSUC, había concentrado el voto de la izquierda española.
En las elecciones generales de 1989 se vería con claridad. La mayoría
absoluta del PSOE se debió exclusivamente a la división del voto entre
AP y CDS.
Acabar con el centro se convirtió en el objetivo de AP
refundada como PP en el Congreso de Sevilla. Lo conseguiría tras la
operación de hacer alcalde de Madrid a Rodríguez Sahagún, candidato del
CDS, que había sido la tercera lista, tras PSOE y PP en las elecciones
municipales de 1991. En las elecciones generales de 1993, el CDS había
prácticamente desaparecido. Su secretario general, Calvo Ortega, estuvo a
punto de obtener escaño por Madrid, pero la barrera legal del 3% se lo
impidió. Se quedaría como partido extraparlamentario. Sería la puntilla
para el centro-derecha español. A partir de ese momento el PP ocupó todo
el espacio de la derecha.
Desde las elecciones de
1993 la preocupación del PP no ha sido el centro político, sino que no
se abriera un espacio político a su derecha. Con buen criterio, José
María Aznar daba por conquistado el espacio de centro derecha y
conquistado de manera definitiva e irreversible. El PP no tenía nada que
temer desde ese espacio. De lo que tenía que precaverse es de que en su
espacio originario, en la extrema derecha, no se constituyera alguna
opción que se considerara traicionada por una acción de gobierno que no
fuera lo suficientemente consecuente con la ideología de origen. El PP
siempre ha estado mirando de reojo hacia la extrema derecha con la
preocupación de que no le saliera un competidor en ese espacio.
En realidad, la estrategia de AP primero y PP a continuación ha sido la
estrategia del Partido Republicano de Estados Unidos desde la
presidencia de Ronald Reagan. Desplazarse de manera continua y
progresivamente más acentuada hacia las posiciones de extrema derecha en
el convencimiento de que el centro derecha no tendría posibilidad de
afirmarse autónomamente. La polarización social y política en el
conjunto del país que con esa estrategia se produciría, achicaría el
espacio de centro de tal manera que ninguna opción política podría
prosperar.
Ese desplazamiento permanente hacia la
derecha es el que conduciría al Partido Republicano a renegar del primer
presidente Bush, al que el partido no consideró nunca lo
suficientemente republicano. Esta fue una de las razones por las que en
las elecciones de 1992, que ganó Clinton, hubo tres candidatos: Bush,
Clinton y Ross Perot. Bush padre no fue lo suficientemente polarizador
como para impedir que surgiera una tercera opción. El Partido
Republicano aprendería la lección y acentuaría todavía más el
desplazamiento hacia la derecha a partir de entonces. Ese desplazamiento
es el que acabaría creando las condiciones para que Donald Trump fuera
presidente de los Estados Unidos.
Algo similar es lo
que le ha ocurrido al PP con el tránsito de José María Aznar a Mariano
Rajoy. Aunque durante los últimos años el PP ha cerrado filas en torno a
Mariano Rajoy, nunca ha ocupado la posición que tuvo en su día José
María Aznar. Este último ha sido la referencia ideológica de la derecha
española. A pesar de que Mariano Rajoy ha estado más años que José María
Aznar como presidente del PP, no tiene comparación su presencia en el
imaginario ideológico y programático de la derecha española con la de su
predecesor.
En el Congreso del PP recién celebrado
ha podido comprobarse. A pesar de estar presente, Rajoy era el pasado. A
pesar de no estarlo, Aznar era el presente y el proyecto de futuro. Por
eso Pablo Casado derrotó a Soraya Sáenz de Santamaría.
Ha vuelto el PP, ha dicho Pablo Casado. El PP que representó José María
Aznar desde el Congreso de Sevilla, debería haber añadido. En todo
caso, así se ha entendido. Es a ese José María Aznar al que Pablo Casado
quiere imitar. La inmigración ocupará el lugar del terrorismo. Los
españoles ya sabemos lo que eso significa. Nadie puede llamarse a
engaño.
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