sol, ¡vuelve nuestro podcast!
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George Orwell: «En tiempos de engaño universal, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario».
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Opinión
Directora corporativa y de Relaciones institucionales.
La identificación entre inmigración (pobre) y delincuencia es el mantra estrella del neofascismo global, llámese Donald Trump, Georgia Meloni, Viktor Orbán, Santiago Abascal, Marine Le Pen, Alice Waidel o Javier Milei. Las mentiras y manipulaciones sobre los residentes extranjeros han alcanzado cotas insoportables con las deportaciones y el tratamiento inhumano que se está dando a personas que ejercen su derecho a escapar de la muerte, la esclavitud, la tortura, el hambre, la guerra, la emergencia climática o los riesgos para sus hijos/as.
Y sí, la falta de complejos de los Trump y compañía, en Europa y América, resulta insufrible, pero estas salvajadas, aunque fueran de tapadillo, llevan cometiéndose desde hace años y por parte de democracias tan ilustres como las que integran la Unión Europea: Libia o Turquía ejercen desde hace mucho años como sicarios de unos países que se escandalizan con la brutalidad, en forma y fondo, del nuevo presidente de EE.UU., pero que no han dudado en pagar millones de euros a los gobiernos de estos dos países -entre cuyas virtudes no se encuentra, precisamente, el respeto a los derechos humanos- para que frenen como sea a los migrantes que tratan de pasar a Europa.
No existen actos inhumanos pequeños, ni una gradación de la xenofobia, así que lo que hace la UE es tan cruel como las deportaciones que está llevando a cabo Trump y su intención de encerrar a las víctimas en Guantánamo. Una vez se ha abierto la espita del maltrato al extranjero (pobre), es imposible ponerle límites, por más que existan dos formas de abordarlo: sacando pecho, sin complejos, como la extrema derecha, o haciendo como que no se hace, disimulando; pretendiendo que la retención de migrantes en centros de internamiento de Turquía o Libia a cambio de dinero (mucho) no parezca lo que es: un atentado contra los derechos de esos hombres y mujeres, niños y niñas desesperadas. Xenofobia y/o aporofobia.
La espita contra la inmigración (pobre) se abrió, pues, hace mucho tiempo y no debe sorprendernos que ese caldo de cultivo por parte de instituciones democráticas devenga ahora en bandera política de los neofascistas, una vez se ha sembrado el miedo, la inseguridad o el simple rechazo al igual, pero vulnerable, en las distintas poblaciones. Lo del encierro de inmigrantes en Guantánamo -símbolo universal de las violaciones de derechos humanos más elementales en democracia avanzadas (un decir)- ha sido un aldabonazo en nuestras conciencias maquilladas, ¿pero acaso las deportaciones de Meloni a campos de concentración en Albania, previo pago, no son lo mismo y fueron elogiadas por el principal partido de la oposición en España, el Partido Popular? ¿De qué nos sorprendemos ahora? ¿De que Trump es una mala bestia, que parece (pa-re-ce) funcionar por instinto y un lenguaje aberrante y déspota contra quienes no considera ni sus iguales ni merecedores de derecho alguno?
El regreso de Guantánamo como símbolo de inhumanidad y el grito de Angela Merkel contra su partido, la CDU, por pactar con los neonazis de AfD medidas xenófobas, todo en pocas horas, es uno de los últimos avisos que Europa puede recibir a estas alturas de la brutalidad humana latente y patente en demasiadas instituciones. La CDU ha sido de las pocas derechas europeas que ha ido manteniendo el cordón sanitario contra la extrema derecha… salvo que se llame Netanyahu, o sea, por el carácter neonazi que los fascistas tienen en su país, aunque, por las mismas razones -su memoria histórica incrustada de nazismo- son incapaces de condenar al citado primer ministro corrupto y ultrasionista en sus justos términos (la cárcel) Las contradicciones de las democracias, su dejadez en la defensa de los derechos humanos -que se supone su razón de ser-, sus complejos ante derechas extremas oscilantes y poco claras nos han traído hasta aquí, con Merkel como voz de la conciencia. Cómo estaremos…
Directora corporativa y de RR.II. de Público. Colabora en RTVE, Mediaset, TV3, Catalunya Ràdio y EiTB. Filóloga y periodista, trabajó en La Voz de Galicia, Tiempo y Diario 16. Con Zapatero fue asesora en varios ministerios. Es coautora de 'La armadura del rey' (Ediciones B y Ara Llibres, en catalán) y autora de 'Chantaje a una jueza' (Espasa).
Ahí van, el Arcipreste de Hita y Blas de Otero, dos poetas musicados por Paco Ibáñez, dejando claro que la conciencia, la palabra, el alma y la poesía auténtica son la red infinita del Amor inagotable, del Nosotr@s imprescindible e integrador para que la misma vida tenga sentido y verdadero valor. Que lo difrutéis, querida familia!
Opinión
Por Víctor Sampedro
Catedrático de Opinión Pública y Comunicación Política en la URJC
Transcribo, en dos entregas, el análisis que me hace llegar un catedrático marciano de Comunicación Política. Sí: marciano, que no murciano. La distancia sideral le confiere una mirada generosa que sobrevuela las miserias partidistas: ensalza al gobierno actual y el papel de las fuerzas que se reclaman como izquierda alternativa. El extraterrestre les sugiere que, a la luz de sus éxitos, refunden el postcomunismo y la socialdemocracia. No vaya a ser que Elon Musk nos conquiste antes que a los marcianos.
Estimado colega, he leído de un tirón las memorias de Irene Montero tituladas Algo habremos hecho. Gracias por recomendarme su lectura. Al principio creí que el sujeto ausente (ellas) eran las mujeres consideradas culpables de las muchas agresiones que les infligís los terráqueos. Pero luego constaté que hablaba de “nosotras”, siendo “ellas” sólo la exministra y algunas compañeras de Unidas Podemos. Tienen motivos sobrados para reivindicar su labor. Pero me falta el balance conjunto de todas “las izquierdas”. No entiendo por qué, ante un legado tan positivo, los liderazgos se presentan antagónicos habiendo resultado tan complementarios.
Cuesta entenderles. Las primarias del mencionado partido apenas convocan simpatizantes. Otros ni las celebran. Se augura una sangría electoral. Evitable, únicamente, con transfusiones de votos de otras siglas que, siendo “hermanas”, se comportan como Caínes. Los descensos de popularidad de los actuales líderes en los sondeos recomendarían renovar todo el elenco. Pero no parece haber reemplazos ni plazos factibles para que surjan. Habrá que contar con quienes quedan en pie, después de las escabechinas que (les) han hecho.
Yolanda Díaz e Irene Montero no amagan con hacerse a un lado. Pablo Iglesias se ha ganado un lugar propio en los medios, como antes en el sistema de partidos. Ellas compiten por ser lideresas. Antonio Maíllo, IU y el PCE ofrecen “una casa común”; pero conservando las llaves. Otras siglas orbitan en torno a los anteriores satélites. Cuesta percibirlas como astros de una misma galaxia.
La coalición que os gobierna carece de precedentes. Diferentes culturas políticas y la rivalidad electoral entre los socios complican el balance común. Unidas Podemos compite con Sumar, IU y el PCE. Y todos entre sí. ERC disputa votos a Junts y el PNV a EH-Bildu. Encima, no pocos españolistas que se dicen de izquierda recelan de los independentistas. Los hay que odian a Puigdemont más que (a) Abascal.
En Marte creemos que se están disputando unas siglas que, en realidad, son marcas personales antes que colectivas. Las camarillas sustituyen a los camaradas. Pugnan y se purgan. Contumaces, en el PSOE y a su izquierda desconocen la compasión.
Aplicando a Espinoza, que lo tenéis muy olvidado, vuestras izquierdas ni siquiera comparten pasiones tristes, como sería condolerse de las embestidas de los morlacos de la (ultra)derecha. Al contrario, callan cuando no les tocan. O peor, aprovechan para desacreditarse. Y rematan la faena, sin tampoco mostrar pasiones alegres. No alimentan esperanzas porque no comparten triunfos. En fin, que ofrecen una estampa terrible. Un desastre goyesco de una interminable guerra interna. Precisamente, cuando el trumpismo impone la política de las pasiones.
Sin defensa recíproca, los partidos de este espacio carecen de entidad común. Negando los logros ajenos, no se percibe la tarea de gobierno que les valida. Desde Marte, nos parece imposible que sumen los 40-50 escaños necesarios para evitar un gobierno PP + Vox o PP + Junts.
La guerra sucia contra el presidente Sánchez y su entorno fue allanada por la judicialización previa del Procés y la consiguiente criminalización de sus líderes, unida a la de Podemos. Quien tolera que tachen de golpista y terrorista a quien luego es su aliado se expone a que le inhabiliten por cargos semejantes. Al menos, eso es lo que pasa en Marte.
Muy pocos abogasteis por los imputados, procesados y encarcelados. Menos aún os autoinculpasteis de sus supuestos delitos. Y eso que Amnistía Internacional reconoció a los “presos de conciencia” catalanes. Y que ningún tribunal ratificó las terribles acusaciones contra miembros de Podemos. Pagaron un altísimo precio, unos por cuestionar la integridad territorial y los otros, la jefatura del Estado. Pero, gracias a ellos y ellas, España suena más a lo que es, plurinacional. Y la monarquía pasó de tabú a ser motivo de escándalo.
A pesar de tamaños triunfos, los procesos judiciales y los titulares del enemigo sirven de “fuego amigo” en este espacio. Resulta demasiado burdo, pero van pa’lante. ¿No lo dijo así un tal Ferreras? En Marte, donde estamos siempre al rojo vivo, nos resultaría intolerable. Ahí parece que no. ¿Han ilegalizado ya a Amnistía Internacional? ¿No teméis, como nosotros, que os invada Elon Musk?
Se atacan tanto como se victimizan. Sánchez, el primero: publicando una carta de amor y montando un thriller de cuatro días. Yendo de víctima cuesta arrogarse el triunfo más avalado, el macroeconómico. Se quejan de que los españoles no premian la tasa de crecimiento. Pero es que no leéis The Economist. Ni os movilizáis por la economía sino por “malestar político”.
Si la izquierda que se dice “alternativa” denunció el enfado contra la casta, ahora lo genera. Y lo capitaliza una (ultra)derecha trumpista que se desató el 11M de 2004 (¿cómo pudisteis tolerarlo?). Luego se ha normalizado cogobernando autonomías y municipios. Por si fuera poco, los medios les blanquean cuando más se evidencia su necedad e incompetencia. Desde aquí percibimos la indolencia autoritaria con la que abordan vuestro sufrimiento; agravado por su codicia.
No denunciáis con la contundencia necesario lo que aquí, con preocupación, llamamos el autogolpe de València. Tras la Dana, el PP encargó la reconstrucción a un general. Resulta que cobra más que el presidente; porque, según el argumentario (ultra)conservador, Sánchez se escaqueó y puso pies en polvorosa. El nuevo caudillo uniformado dice no admitir debates ni órdenes políticas. Mientras, las empresas ligadas a la corrupción clientelar del PP se siguen lucrando. Pura doctrina del shock, que diría la Klein, que está desatada: merece la pena verla. Añádase que vuestra monarquía, sin origen ni validación democrática, ha resultado ser la institución más favorecida por las encuestas (y los editoriales) tras la Dana.
La prensa marciana, en cambio, ha señalado que el fiasco de la visita a Paiporta se debió a un “fallo de protocolo”. Y recordó que el 23F, también Tejero rompió el “protocolo” golpista que Juan Carlos había acordado con él y Armada. Entonces, el demérito (como aquí le conocemos) apostó por Felipe González. Felipe VI, en cambio, se puso a hablar con las juventudes de Vox sobre desinformación mientras le arrojaban lodo. La verdad sea dicha, nadie parece estar a la altura de lo que (os) pasa. Menos aún de lo que se (nos) avecina.
Ciencia+Conciencia=Liberación completa. Lo tenemos dentro y lo encontramos dentro y fuera. No perdamos el tiempo en tonterías y sufrimientos. Gocemos de la luz y de la sombra unidas en el Infinito de la Supraconciencia. Hace cincuenta y un años yo misma pasé por ese trance y no me he cansado jamás de agradecer aquel salto cuántico que me cambió la vida para siempre. Amén, aleluya y gracias infinitas, por encima y por debajo de todas las religiones!
Opinión
Filósofo, escritor y ensayista
El éxito del fascismo, en el período de entreguerras del siglo pasado, fue el de saber combinar lo viejo y lo nuevo a los ojos de poblaciones cansadas de democracia. El trumpismo, como rubro integrador de distintas variantes del fenómeno, ha sabido encontrar hoy de nuevo esa conexión, como quedó claro en la ceremonia de investidura (o de coronación) del pasado día 20, donde reaccionarios cavernícolas y libertarianos digitales compartieron el protagonismo público en la tribuna. Esta conexión es a veces reivindicada de forma muy consciente por los pensadores (que los hay) del trumpismo. Hace unos días, por ejemplo, leía en Le grand continent una entrevista a Curtis Yarvin, “profeta de la ilustración oscura”, quien propone para el mundo, como garantía de “eficacia” y buen gobierno, una “monarquía tecnológica”: regímenes dictatoriales muy jerárquicos dirigidos por CEOs geeks, esos expertos en gestión de empresa que han demostrado su capacidad para hacer crecer sus negocios desde un garaje. Esta conversión del Estado en una start-up implica al mismo tiempo una dimensión exterior y otra policial: restauración del dominio imperial y reclusión perpetua de todos los ciudadanos “inútiles” (en celdas, eso sí, virtuales o metavérsicas en las que a los remanentes sociales se les mantendrá cebados de imágenes, como a bestias de una granja de Matrix). Yarvin no es un autor marginal; yo sí. Lo leen J.D. Vance, vicepresidente del Imperio, y Peter Thiel, el guru de las utopías libertarianas de Sillicon Valley. A mí no. Recogiendo la idea de Guillaume Lancereau, podría decirse que el aceleracionismo reaccionario de Yarvin sintetiza el pensamiento de Aleksandr Dugin (uno de los inspiradores ideológicos de Putin) y el icarismo de Elon Musk, el millonario juguetón que quiere colonizar Marte.
El trumpismo, como nuevo fascismo mundial, sacia, pues, estos dos apetitos de las clases medias amenazadas: el de seguridad y el de aventura. Ofrece lo más viejo y lo más nuevo. Promete patria, familia, sexo antiguo, imperio y guerras de religión; y al mismo tiempo espolea la fantasía del consumidor con un excitante horizonte de bitcoins, viajes espaciales y soluciones tecnológicas basadas en la IA. Trump cita la Biblia y recibe el apoyo incondicional de un poderoso piquete de propagandistas cristianos (Jerry Fallwell Jr., Billy Graham o la televangelista Paula White-Cain) mientras se subleva contra la OMS, promociona las criptomonedas y se rodea de milmillonarios digitales: Musk, Zuckerberg, Bezos. La idea de una “monarquía digital” resume perfectamente la síntesis de lo más viejo y lo más nuevo: si la democracia no funciona, volvamos a la dictadura; si solo funcionan las empresas capitalistas, pongamos el poder, sin mediaciones políticas ni restricciones, en manos de los que las gestionan. Los valores del antiguo régimen, pues, junto a la libertad sin límites, muy antisistema, para creer en cualquier cosa y vivir contra el otro: promesas apocalípticas, negacionismo “revolucionario”, felicidad virtual; un rey viejo y divertido que frena a las abortistas, los homosexuales y las feministas, rodeado de una corte de ricos soñadores libertarianos, rebeldes contra las leyes humanas y provistos de los medios para hacer realidad sus fantasías. Esta doble dimensión (la reaccionaria y la utópica) convierten el trumpismo en la propuesta más transversal imaginable, una propuesta irresistible en la que los intereses de los más ricos y los de los más pobres convergen sin asperezas (por ahora), al igual que, en sentido contrario, convergieron en Francia, en 1789, los intereses de los abogados revolucionarios del Tercer Estado y los de los sans-culotte.
Frente a esto, ¿qué ofrece la izquierda? Nada verdaderamente viejo y nada verdaderamente nuevo. Lo más viejo de la izquierda es en realidad recientísimo: democracia, derechos humanos, legalidad internacional, ciencia; es decir, límites a la libertad de mentir y de matar (o, más a la izquierda, un “obrerismo” sin sujeto, y casi sin enemigo, mucho menos atractivo que la publicidad de Tesla). Lo más nuevo, por su parte, tiene ya más años que el último iphone y, en lugar de excitar, irrita: se ha quedado atrás sin haber creado una tradición o habiéndola creado solo en pequeños espacios limitados: así el feminismo o el ecologismo, virtualmente hegemónicos hace diez años y hoy bestias negras de los neorreaccionarios de la ilustración oscura, pero también de ese sector de la población que tiene miedo de perderlo todo, incluidas las palabras, incluido el suelo bajo los pies, y que encuentra un último placer “revolucionario” en negar los hechos y en linchar a quienes los enuncian. Contra esa convergencia libidinal, seamos sinceros, puede hacerse muy poco.
La izquierda, lo he dicho otras veces, ha perdido la lucha de clases y la batalla cultural: no ha sabido ser ni lo bastante vieja ni lo bastante nueva para convencer a las mayorías sociales. La batalla ideológico-material, por su parte, la ha ganado ya China, vanguardia del autoritarismo tecnológico, cuyo poder centralizado y discreto le proporciona dos ventajas frente a EEUU: la de no depender de una oligarquía desinhibida y fantasiosa para crecer económicamente y la de no estar desprestigiada frente al Sur Global. En cuanto a la batalla geopolítica, la gran perdedora es sin duda Europa, cuya hipocresía democrática queda ahora desarmada frente al cinismo desnudo de lo que Vladislav Surkov, ex-asesor de Putin, ha llamado “retraducción imperial” o, lo que es lo mismo, frente al retorno desnudo de la fuerza como último árbitro en los nuevos litigios interimperialistas. Surkov cita con pionero orgullo la invasión rusa de Ucrania, pero también las declaraciones de Trump sobre Groenlandia y el canal de Panamá, el genocidio de Gaza, la intervención turca en el Kurdistán sirio y las ambiciones chinas sobre Taiwan.
(En la historia, digamos entre paréntesis, hay cosas que ocurren por primera vez: pensemos, no sé, en el lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima en 1945. Pero casi todas se repiten de nuevo según el principio de que lo que ha ocurrido una vez puede ocurrir -y hasta inevitablemente ocurre- otras veces. Durante cinco siglos, entre Beda el Venerable y Dante, Europa se deslizó en la penumbra de un mundo global cuyos centros eran China y el Islam. Puede volver a ocurrir. El mundo, de hecho, ya no es eurocéntrico y la propia victoria de Trump revela la desesperación de un país que defiende (con 800 bases militares y un presupuesto armamentístico de 900.000 millones de dólares) una hegemonía cada vez más insegura y dañada. Hace unas semanas vi una interesante película del muy recomendable director mauritano Abderrahmane Sisako, Te negro, en la que se cuenta la historia de amor entre un chino pudiente de Guanghzou (Cantón) y una inmigrante africana de Costa de Marfil. Es una película, por así decirlo, suave, tranquila, relajada; el espectador se deja acunar dulcemente hasta que de pronto repara en que esta apacibilidad civilizada está asociada a una ausencia clamorosa: en la película, en efecto, no sale ni un solo hombre blanco. Este parece ser uno de los mensajes laterales de la obra: basta eliminar a los occidentales para que la historia se desacelere y las relaciones interculturales se pacifiquen. En la película todo es reconocible: las costumbres autóctonas se inscriben en un universo tecnológico familiar; los personajes viajan por el mundo, tienen sus negocios, se enamoran, sufren, disfrutan de la vida. Hacen lo mismo que hemos hecho los europeos durante los dos últimos siglos, pero ahora, sin nosotros, los gestos son más pausados, los discursos menos grandilocuentes, los conflictos menos agresivos, los intercambios culturales menos coloniales, las relaciones de género más igualitarias. Sisako, mientras cuenta bien una historia muy bonita, emite dos enunciados provocativos: el primero, que otro centro del mundo es posible; el segundo, que hay ya mucha gente imaginando cómo será una historia sin el protagonismo europeo. No se trata de combatir esa imaginación emancipadora, que los chinos y los africanos necesitan también contra sus propias tiranías internas; lo que hay que hacer es, a partir de ella, imaginar con realismo (frente a la idea narcotizante de un “destino manifiesto” de felicidad neoliberal) nuestra inminente marginación histórica; e imaginar, al mismo tiempo, para evitar ese derrumbe, una Europa distinta, más unida, más integradora y más independiente, capaz de oponerse sin cinismo a la ilustración oscura, al autoritarismo tecnológico y a la retraducción imperial; capaz de vencer, en suma, a la utopía posthumanista y a la reacción fascista. “Imaginar”, lo recuerdo, es lo contrario de “fantasear”).
La izquierda no tiene nada lo bastante viejo ni lo bastante nuevo que ofrecer; y en diez años la Europa que conocemos podría desaparecer. El diagnóstico es tan duro como desesperanzador. ¿Qué hacer? En primer lugar, no engañarnos: en estos momentos no hay en el mundo ningún factor imperial de nueva estabilidad global y, aún menos, un proyecto alternativo de democracia no liberal; no hay en perspectiva, digamos, ninguna hegemonía de recambio y ninguna revolución. A la espera de que se nos ocurra una idea genial (y qué miedo dan también las ideas geniales), habrá que trabar vínculos en las anfractuosidades más próximas y dar batallas en todos los huecos y todas las colinas, corporales o digitales, sin olvidar que el propósito debe ser el de construir cuanto antes una internacional de la supervivencia, lo que significa sin duda imaginar y buscar alianzas amplias y realistas: con el capitalismo verde frente al capitalismo marrón, con el papa Francisco (y con la obispa Mariann Edgar Budde) frente al fundamentalismo racista y criminal, con las instituciones liberales (allí donde aún existan) frente al libertarismo digital.
Y si alguien de veinte años (o de setenta) tiene una idea genial, que no se la calle, por favor. O que la debata, al menos, con sus amigos del barrio. Nunca se puede saber a dónde irá a parar.
Filósofo, escritor y ensayista
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Nota del blog:
En efecto: no hay un poder más distópico que el empeño de lo utópico cuando se aplica al revés. Utopía es un término griego antiguo formado por dos conceptos: el no (ou) lugar (topós) = lo que no existe. Una idea que Tomás Moro en el siglo XVI y en el Reino de Inglaterra, aplicó a la capacidad del ser humano para crear y poner en marcha lo que aún no existe. Esa capacidad para poner en vida y en marcha las ideas y los propósitos es muy estimulante y muy positiva, siempre que se emplee como motor del bien común, de la verdad, de la ética, de la humildad honesta que nos permite el auténtico conocimiento de los vínculos entre causas y efectos, y de la energía que aportan el amor universal y la igualdad sin fronteras en la especie humana.
Mientras esos elementos básicos no sean los motores del empeño creador y sostenedor de una evolución sana, integradora y sorofraterna en este mundo, un nuevo cielo, una nueva tierra y una nueva humanidad quedarán tristemente convertidos, primero en ou/topía -no/lugar=imposible- que deriva, como una DANA despendolada, en una completita distopía=engaño, mentira deformadora, confusión manipulable. Y también ilusiones y sueños, que siempre se toman como estímulos legítimos, sin tener en cuenta de qué base instintiva, psicoemocional y racional, proceden esas ondas ilusorias, emocionales y calculadoras a tope en los planos más manipulables y de corta o nula transcendencia responsable. O sea, en lo que ahora mismo descontrola las bases más sanas y positivas de nuestra especie.
La utopía entendida por Tomás Moro y muchos más, como el nolugar mejorable para una humanidad posible -hasta ahora teórica- mucho más sana e inteligente, es un imposible, un no lugar, una utopía. Digamos que, es lo que nuestra humanidad lleva realizando toda su historia, un verdadero fracaso como sistema repetidor hasta el agotamiento, en el que no sirve de nada estudiar la historia, de cuyas barbaridades no se aprende nada liberador, integrativo y sano, sino que milenio tras milenio sólo se acaba repitiendo el mismo programa humanoide, aunque con constantes añadidos de un ingenio finiquitante, de compraventa, cada milenio con más inventos técnicos y pseudocientíficos, puesto que el modelito de "scientia" o ciencia, en latín, va convirtiendo en distopía la primigenia utopía, que en el fondo, en realidad, sigue siendo el "lugar imposible", el "no lugar" del mismo cuento chino antropomorfo. Un agobiante y destructivo callejón sin salida. Ahí tenemos ahora mismo a un Donald Trump ejerciendo de un neo Agamenón, neo Alejandro Magno, de un neo Ciro, de un neo Jerjes, de un Nerón, de un Julio Cesar, de un Constantino, de un Carlo Magno, de un imperio islámico, de una "santa" Inquisición, de unos Reyes Católicos, de un Imperio español, otro portugués, otro mongol, otro inglés, otro francés con un Napoleón depredador enardecido, otro ruso primero zaresco y luego, flipemos, ¡Comunista! para que no falte detalle...otro japonés, y otro yanky para re-matar, en fin, una locura total en un mundo arrastrado por el mismo lodazal que el de Troya, Cartago, Creta, Alejandría, Mesopotamia, Macedonia, Roma, Berlín, San Petersburgo, Guernika, Austzwich, Normandía y con el remate de Hiroshima y Nagsaki...provocando terribles huídas en masa de los países arruinados y agotados por el pastón euroyanky o chinoruso, o una DANA aumenteda y gestionada por el pp...que viene a ser lo mismo. Menudo curriculum mortis...
Si de verdad se estudiase la historia auténtica y sin manipular de nuestra especie no estaríamos como estamos, en un manicomio autopropulsado y aplaudido por la ignorancia y los colocones, en el que cada chiflado millonetis y en la higuera antropocénica está convencido de ser el "dios" de turno, con millones de devotos adorándole en los templos/pantalla y dispuestos a cualquier animalada para ser los "elegidos" y hasta "los santos" del pifostio. Toma castaña ¡Menudo marrón!
Es lo que tiene de chungo y perecedero acostumbrarse a fantasear de oído con las palabras y los conceptos sin haber comprendido progresivamente desde la base personal y social, el contenido semántico-vital y ejecutor de lo que se piensa, se dice y se acaba realizando del revés. Precisamente, cuanto más se discurre por el derecho de las derechas y más se ignora el izquierdo de las izquierdas, un desquiciante, jaranero e inútil "que voy que vengo" para no llegar a nada más que al agotamiento y al "porahítepudras" pobretón de mala muerte...que yo sólo quiero ir a mi bola, que me paguen por ello y forrarme para seguir en las mismas, y me da igual que no haya casas para los pobres, ni trabajo pagado justamente, ni acogida para emigrantes y refugiados en peligro como en las guerras de Gaza, del Sahara o de El Congo, ni ayuda para los mendigos ni asistencia social para abueletes abandonados muriéndose en residencias olvidadas, porque si ya son viejos, ¿para qué hospitalizarlos, si total van a durar cuatro días, mientras las mascarillas son el negocio del siglo para los especuladores del aquí te pillo, aquí te destrozo si no eres impportante ni tienes ppedigrí, que ya te vale, desgraciao!"
No, por supuesto que no. Que la utopía no nos sirve para salir del atasco multimilenario, rebañado hasta el agotamiento planetario por la misma corte del mismo reino paleolítico. ¿Cómo vamos a salir del lodo o de la mierda de mariguana mafiosa terminator de esa "normalidad" si hacemos de ell@ nuestro modo de no-vida o sea de petar cada un@ por su lado mirándose el ombligo y pegad@s a su móvil pantallista del play en play y consciencia cero?
La solución nunca vendrá del destrozo, sino de la conciencia, del alma y de la verdadera inteligencia que el conocimiento personal y social de los porqués, de los cómos, los cuántos y los dóndes, nos va revelando sin parar si los que paramos de ir a lo loco que nos cuentan, somos los que paramos, aparcamos el ego en el adiós definitivo para que sea el Yo Superior el habitante, y así ,al mismo tiempo, descubrimos la casa interna del Nosotr@s, donde nuestr@s herman@s habitan también. Nada de utópico no-lugar en esa gran sí-Topía que es el amor sin fronteras ni máscaras ni enredos devastadores que siempre acaban fatal, aunque parezca que el Imperio de la falsa topía lo controla todo.
¿Cómo puede controlar todo y ser el colmo del triunfo, un imperio vacío de sentido, que no distingue un lugar de un nolugar, que no consigue apagar incendios si no es millonario, o que en 24 horas se ve arruinado de golpe por la misma tecnología que ha inventado en plan Nvidia, sin saber el vínculo que tienen las ondas del lenguaje y de la inspiración, y que por eso todo está conectado desde la sencillez y la fluidez de lo más profundo y sencillo del propio ser humano y que por ello dice un viejo refrán religioso que "en el pecado se lleva la penitencia"? Y no porque "dios te castiga", ni mucho menos, el castigo es un@ mism@, el autor y el receptor, siempre acaba siendo idéntico. Y mientras la cosa siga como va, y no despertemos en el abrazo divino de lo más humano, el finiquito y el finipongo seguirán siendo la única referencia post/utopía de la mediocridad y su lenguaje.
Tenía miedo de que no me gustara y quedaran defraudadas unas expectativas abonadas por excelentes críticas que tanto han ensalzado la película The Brutalist, galardonada con innumerables premios y nominada para diez óscars. Pero su largo metraje se me hizo corto y el relato logró cautivarme desde un inicio. Quedé atrapado por esas primeras imágenes acompañadas de una música enfática y el texto de una carta que introduce la historia. También comprendí el motivo que ilustra su cartel anunciador: una Estatua de la Libertad vista del revés o en horizontal, pero jamás erguida.
Aunque no fueran la primera opción, el reparto hace un trabajo magnífico con actuaciones memorables, aun cuando el protagonismo lo retenga la historia. El público debe ir atando cabos y colocando en su lugar las piezas de un fascinante rompecabezas narrativo. Se van dando pistas de la biografía del protagonista y de su entorno que van decantando su personalidad e identidad. Al mismo tiempo algunas cuñas radiofónicas nos van informando del contexto histórico en que transcurre la trama, resaltándose cuestiones relevantes para reconstruirla.
El propio título es un acierto rotundo, al jugar con un doble significado
El propio título es un acierto rotundo, al jugar con un doble significado. Por supuesto se refiere a un estilo arquitectónico llamado “brutalismo”, cuya etimología se filia en Le Corbusier, partidario de utilizar “el hormigón en bruto”. Este movimiento se caracteriza por subrayar la naturaleza expresiva de los materiales y prescindir de las florituras, con arreglo al “menos es más” de la escuela Bauhaus. Pero el término también evoca la brutalidad propia del comportamiento gratuitamente cruel.
En el trasfondo vibra el holocausto judío y la barbarie nazi. Quienes hayan visitado el Museo Judío de Berlín recordarán una curiosa experiencia sensorial. Hay una sala cuya puerta se cierra para que te mueras de frío en la oscuridad, reproduciendo lo que sentía en su cautiverio la gente apiñada en los barracones del campo de concentración. Eso mismo es lo que perseguiría este arquitecto al diseñar sus fantásticos edificios.
Paralelamente se hacen ver los problemas que padecieron quienes lograron sobrevivir al holocausto. Algunos quedaron atrapados en sus países de origen cuyo régimen político estaba sojuzgado por el yugo soviético. Los más afortunados encontraban asilo en lugares como Norteamérica, donde la prosperidad convivía con una notable indigencia y las clases más pudientes demostraban escasa empatía para con los perdedores en la competitividad social.
Cada secuencia seduce al espectador con su fragancia genuinamente cinematográfica y el relato cala muy hondo en tu imaginario particular, dejando una impronta imborrable. Por supuesto, hay alguna cosa mejorable, pero nadie ni nada es perfecto. El balance no puede ser más favorable y nos encontramos ante un film que hará historia por muchas razones.
La parábola del estilo arquitectónico sirve para retratar a una opulenta sociedad enferma que se tiene por ejemplar y sepulta sus miserias bajo los oropeles del dinero, lo cual no puede ser más actual por otra parte. Ahora los empresarios más ricos del mundo se proponen decidir el destino de la humanidad y conquistar el espacio exterior llegando a Marte para poner allí una bandera. Trump describe Gaza como un lugar en demolición con mucho potencial urbanístico y Elon Musk saluda brazo en alto al resurgimiento del fascismo.
The Brutalist nos da mucho que pensar y hace pervivir un cine con ideas seriamente amenazado por el culto a los efectos especiales. Cabe hacer un uso inteligente de la IA, pero no recurrir a ella para suplantar al factor humano en todas las facetas del séptimo arte. Un guion ingenioso, con actores en estado de gracia bajo una dirección solvente no admiten sucedáneos cibernéticos. Resulta tentador analizar en detalle los hitos que jalonan el relato, pero lo mejor es inducir a ver la película sin destripar su argumento. Es un tiempo bien invertido y cualquier miniserie dura mucho más.
Respecto al uso del hormigón armado para la construcción, debo remitir al fabuloso documental Architekton, que pude ver en la pasada Berlinale. Tampoco está mal recordar aquí El aprendiz, para completar el retrato del empresario triunfador.
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Más información de Wikipedia sobre The Brutalist
The Brutalist | ||
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Ficha técnica | ||
Dirección | ||
Producción |
Nick Gordon D.J Gugenheim Andrew Lauren Trevor Matthews Andrew Morrison Brian Young | |
Guion |
Brady Corbet Mona Fastvold | |
Música | Daniel Blumberg | |
Fotografía | Lol Crawley | |
Montaje | Dávid Jancsó | |
Protagonistas |
Adrien Brody Felicity Jones Joe Alwyn Guy Pearce Raffey Cassidy Stacy Martin | |
Ver todos los créditos (IMDb) | ||
Datos y cifras | ||
País |
Estados Unidos Reino Unido Hungría | |
Año | 2024 | |
Género | Drama | |
Duración | 215 minutos | |
Idioma(s) |
Inglés Yiddish Italiano Húngaro Hebreo | |
Compañías | ||
Productora |
Andrew Lauren Productions Yellow Bear Brookstreet Pictures Intake Films Killer Films Protagonist Pictures Three Zero Six Group Proton Cinema | |
Distribución | Focus Features | |
Presupuesto | $9 millones | |
Recaudación | $11 712 94712 | |
Ficha en IMDb Ficha en FilmAffinity | ||
The Brutalist es una película de drama histórico épico3 de 2024 dirigida y producida por Brady Corbet a partir de un guion que coescribió con Mona Fastvold. Una coproducción internacional entre Estados Unidos, Reino Unido y Hungría, está protagonizada por Adrien Brody como László Tóth, un arquitecto judío nacido en Hungría que sobrevive al Holocausto y emigra a Estados Unidos, donde lucha por alcanzar el sueño americano hasta que un cliente rico cambia su vida. El reparto también incluye a Felicity Jones, Guy Pearce, Joe Alwyn, Raffey Cassidy, Stacy Martin, Emma Laird, Isaach de Bankolé y Alessandro Nivola.
The Brutalist se estrenó en el 81.° Festival Internacional de Cine de Venecia el 1 de septiembre de 2024, donde Corbet recibió el León de Plata a la Mejor Dirección.4 Recibió elogios de la crítica y fue nombrada una de las diez mejores películas de 2024 por el American Film Institute.5 Recibió siete nominaciones y ganó tres premios en la 82.ª edición de los Globos de Oro, incluido el de Mejor Película Dramática.6 Se estrenó en Estados Unidos por A24 el 20 de diciembre de 2024, antes de estrenarse en el Reino Unido por Universal Pictures y Focus Features el 24 de enero de 2025.
La película narra 30 años de la vida de László Tóth, un arquitecto judío nacido en Hungría que sobrevivió al Holocausto.Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, emigró a los Estados Unidos junto a su mujer, Erszebét, siguiendo el "sueño americano". En un principio, László afronta una época de pobreza y miseria, pero pronto consigue un contrato con un misterioso y adinerado cliente, Harrison Lee Van Buren, que cambiará por completo el curso de su vida.7
El 6 de septiembre de 2018, la revista online Deadline informó que el director Brady Corbet había elegido The Brutalist como su siguiente proyecto inmediatamente después del estreno de su segundo largometraje, Vox Lux.8 La Productora Andrew Lauren (ALP), con sede en Nueva York, desarrolló el guion junto a Corbet y financió el filme.8 Corbet coescribió el guion con su pareja Mona Fastvold, con quien escribió también The Childhood of a Leader (2015) y Vox Lux (2018).9 La película fue anunciada originalmente como una coproducción entre Andrew Lauren y DJ Gugenheim para ALP, Trevor Matthews y Nick Gordon para Brookstreet Pictures,10 Three Six Zero de Brian Young,11 y la compañía polaca Madants,1213 y con producción ejecutiva de Christine Vachon, Pamela Koffler y David Hinojosa de Killer Films.10
El 2 de septiembre de 2020, Deadline anunció que Joel Edgerton y Marion Cotillard habían sido elegidos como los protagonistas de la película, interpretando a László Tóth y a Erzsébet Tóth respectivamente, y que Mark Rylance interpretaría al cliente misterioso de László.10 Sebastian Stan, Vanessa Kirby, Isaach De Bankolé, Alessandro Nivola, Raffey Cassidy y Stacy Martin fueron anunciados también en papeles desconocidos.10 Corbet describió The Brutalist como "una película que celebra el triunfo de los visionarios más audaces y consumados; nuestros antecesores", y que era el proyecto que más se acercaba a su corazón y a su historia familiar. El rodaje se fijó para que comenzara en Polonia en enero de 2021.1310 Protagonist Pictures presentó el proyecto a los compradores del Festival Internacional de Cine de Toronto de 2020.10 La película tiene lugar en Philadelphia y contará con partes grabadas en inglés, húngaro, italiano y yiddish.910
El 9 de marzo de 2023 se anunció a Lol Crawley como director de fotografía, a Dávid Jancsó como editor y a Kate Forbes como diseñadora de vestuario.1415 Judy Becker, diseñadora de producción, fue anunciada el 11 de abril de 2023. David Blumberg será el compositor de la banda sonora de la película.16
El 11 de abril de 2023 se anunció que Adrien Brody, Felicity Jones, Guy Pearce, Joe Alwyn, Jonathan Hyde, Peter Polycarpou y Emma Laird protagonizarían la película, mientras que Edgerton, Cotillard, Rylance, Stan y Kirby ya no estarían vinculados al proyecto. Asimismo, se informó que The Brutalist sería coproducida por las compañías estadounidensers Andrew Lauren Productions y Yellow Bear, junto con Brookstreet e Intake Films, del Reino Unido y junto con Proton Cinema, de Hungría. El filme sería financiado por Brrokstreet UK, Yellow Bear, Lip Sync Productions, Richmond Pictures, Meyohas Studio, Carte Blanche y Cofiloisirs. CAA Media Finance se encargaría de las ventas en Estados Unidos, al mismo tiempo que Protagonist Pictures se haría cargo de las ventas internacionales. Posteriormente, Focus Features adquirió los derechos para la distribución internacional de la película.17
El rodaje fue previsto en un principio para comenzar en 2020, pero fue pospuesto debido a la pandemia por el COVID-19.18 Un año después, se fijó el rodaje para que empezara en enero de ese año,13 pero fue nuevamente pospuesto a agosto de 2021,19 y finalmente a principios de verano de 2022.19 En una entrevista para el podcast The Sync Reporter del 11 de agosto de 2022, Brady Corbet declaró que el rodaje fue retrasado en varias ocasiones debido a la pandemia, pero que entre las causas se encontraban también embarazos y muertes en las familias del reparto mientras se esperaba a continuar con la grabación.20
Después de varios retrasos, el rodaje comenzó al fin en Budapest,21 el 16 de marzo de 2023.2223 Seguidamente, la producción se trasladó a la ciudad de Carrara en Toscana, el 29 de abril de 2023,2425 y finalizó el 5 de mayo de 2023.26
La película fue grabada empleando cámaras VistaVision con la intención de estrenar el filme en 70mm. Corbet declaró que "simplemente la mejor manera que ideé para representar aquella época (los años 50) era grabar con algo que se había diseñado por entonces". Además, la película se presenta en dos actos con un intermedio de 15 minutos.27
The Brutalist tuvo su estreno mundial en el 81.º Festival Internacional de Cine de Venecia el 1 de septiembre de 2024, donde compitió por el León de Oro y ganó el León de Plata para Corbet.28 También se proyectó en el Festival Internacional de Cine de Toronto el 6 de septiembre de 2024.29 La carrera de festivales de la película también incluyó selecciones para proyecciones en el Festival de Cine de Nueva York de 2024, el 69.º Festival Internacional de Cine de Valladolid y el 31.º Festival de Cine de Austin.303132 Una semana después de su estreno en Venecia, A24 adquirió los derechos de distribución de la película en Estados Unidos por "poco menos de 10 millones de dólares" en lo que se describió como una situación competitiva.33 Se estrenó en Estados Unidos por A24 el 20 de diciembre de 2024,34 antes de estrenarse en Reino Unido por Universal Pictures y Focus Features el 24 de enero de 2025.35
En el sitio web de recopilación de reseñas Rotten Tomatoes , el 92% de las 199 críticas de los críticos son positivas, con una calificación promedio de 8,8/10. El consenso del sitio web dice: "Estructuralmente hermosa y bañada por la actuación conmovedora de Adrien Brody, la inmaculadamente diseñada The Brutalist del guionista y director Brady Corbet es un imponente tributo a la experiencia de los inmigrantes". Metacritic , que utiliza un promedio ponderado , le asignó a la película una puntuación de 89 sobre 100, basada en 49 críticos, lo que indica "aclamación universal".
La película recibió una reseña de cinco estrellas de Peter Bradshaw de The Guardian, quien la calificó como "una epopeya asombrosa y apasionante". Continuó: " The Brutalist obviamente toma algo de Ayn Rand , pero también de Bernard Malamud y Saul Bellow en su descripción de la aventura de los inmigrantes estadounidenses y la promesa de éxito, pero tal vez Corbet y Fastvold vayan más allá y más rápido en lo vertiginosamente sensual y sexual que es todo". Bradshaw concluyó: "Es una obra electrizante, increíblemente filmada por el director de fotografía Lol Crawley y magníficamente diseñada por Judy Becker. Salí de esta película mareado y eufórico, mareado por la curiosidad ante su monumental inmensidad". En una reseña para Vogue , la cinematografía, la banda sonora, el vestuario y el diseño de producción fueron descritos como "suntuosos", "impresionantemente elegantes" y poseedores de una "ambición asombrosa". Entre las pocas críticas que criticaron la película, incluido Adam Nayman de The Ringer , Richard Brody de The New Yorker , quien la criticó en gran medida por ser superficial, escribió: "La epopeya de Brady Corbet aborda temas importantes, pero no logra infundir a sus personajes la materia de la vida".
En España, la recepción de la película fue también muy positiva. El medio de comunicación mundoCine le otorgó una puntuación de 4.5 sobre 5 estrellas, calificándola como «una obra arquitectónica inolvidable sobre la vida y la muerte».36