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Definición
Siguiendo a la SEP (Sociedad Española de Psiquiatría), la psicopatía es un trastorno de personalidad caracterizado por la falta de empatía, la manipulación y la ausencia de remordimientos. Este trastorno puede manifestarse en la infancia o adolescencia, aunque suele diagnosticarse en la edad adulta. Las causas de la psicopatía no están bien definidas, pero se cree que tiene una base biológica, genética y ambiental. Los psicópatas suelen ser encantadores y manipuladores, pero pueden ser peligrosos si se sienten amenazados o aburridos.
La psicopatía es un trastorno de la personalidad complejo y a menudo incomprendido que afecta a la capacidad de una persona para conectar con los demás a nivel emocional. Se caracteriza por la falta de empatía, el comportamiento socialmente irresponsable y el desprecio por los derechos de los demás.
Causas de la psicopatía
La genética puede ser una causa principal del comportamiento psicopático. La investigación ha demostrado que ciertos individuos pueden estar genéticamente predispuestos a este trastorno mental. Además, los factores ambientales pueden influir en la aparición de tendencias psicopáticas en la edad adulta, incluyendo traumas infantiles, abuso y negligencia. Aunque los componentes genéticos y ambientales pueden aumentar la probabilidad de psicopatía, no todos los individuos con estos factores de riesgo desarrollarán la enfermedad.
La estructura y la actividad neurológicas también pueden contribuir al desarrollo de la psicopatía. Los estudios han indicado que las personas con psicopatía presentan patrones distintivos de funcionamiento y anatomía cerebral en comparación con las que no padecen el trastorno. Esto puede conducir a una falta de simpatía por los demás, así como a una ausencia de respeto por las convenciones sociales. Aunque todavía se está explorando la relación entre el funcionamiento del cerebro y la psicopatía, existe una conexión observable entre ambos.
Síntomas de la psicopatía
Uno de los signos más evidentes de la psicopatía es la incapacidad de empatizar. Los psicópatas son incapaces de experimentar compasión o solicitud por los demás, y son incapaces de sentir culpa o arrepentimiento por sus actos. Esto puede traducirse de diversas formas, como la explotación de los demás en beneficio propio, la mentira y el engaño, y la disposición a participar en actos de violencia sin preocuparse por las repercusiones. Además, los psicópatas pueden expresar emociones superficiales, mostrándose distantes e insensibles incluso en situaciones que normalmente provocarían una intensa reacción emocional en los demás. Esto puede dificultar la formación y el mantenimiento de relaciones, además de hacer caso omiso del bienestar de los demás.
Un indicador clave adicional de la psicopatía es la tendencia a un comportamiento socialmente imprudente. Esto puede abarcar desde actividades delictivas como el robo y el fraude, hasta formas más astutas de influencia y coacción. Los psicópatas suelen ser expertos en reconocer y aprovechar las vulnerabilidades de los demás, y pueden utilizar su encanto y carisma para conseguir sus objetivos. También pueden tener una falta de moderación, involucrándose en prácticas peligrosas como el abuso de sustancias o la conducción imprudente. En general, los síntomas de la psicopatía pueden ser muy perjudiciales y provocar un considerable efecto desfavorable tanto en el individuo como en quienes le rodean. La psicopatía es un trastorno de personalidad caracterizado por la falta de empatía, la manipulación y la ausencia de remordimientos. Este trastorno puede manifestarse en la infancia o adolescencia, aunque suele diagnosticarse en la edad adulta. Las causas de la psicopatía no están bien definidas, pero se cree que tiene una base biológica, genética y ambiental. Los psicópatas suelen ser encantadores y manipuladores, pero pueden ser peligrosos si se sienten amenazados o aburridos.
Así pues, la psicopatía es una condición compleja y a menudo incomprendida caracterizada por desapego emocional, falta de empatía, impulsividad y comportamiento antisocial.
Estos rasgos afectan gravemente el funcionamiento social y plantean riesgos considerables no solo para los propios individuos sino para la sociedad en general, que van desde la disfunción interpersonal hasta actos manipuladores o violentos.
Oxitocina
Una nueva revisión exploratoria ofrece un ángulo intrigante sobre cómo el neuropéptido oxitocina podría ayudar a abordar estas deficiencias, particularmente al mejorar el reconocimiento facial de emociones y modular las respuestas neuronales relacionadas con la empatía y la agresión.
La revisión evaluó sistemáticamente los estudios en dos frentes principales: los mecanismos psicofisiológicos del reconocimiento de emociones en personas con rasgos psicopáticos y los efectos de la oxitocina en esos mismos mecanismos.
Sorprendentemente, hasta la fecha no hay estudios que hayan investigado directamente los efectos de la oxitocina en personas con psicopatía utilizando tareas de reconocimiento facial de emociones.
En cambio, los autores sintetizaron los hallazgos de 66 estudios que exploraron estos elementos por separado. Sus hallazgos sugieren que los efectos de la oxitocina, y los déficits de reconocimiento emocional en la psicopatía, no solo son reales, sino sorprendentemente específicos de la dimensión.
Las dos caras de la psicopatía
Las herramientas psicológicas modernas a menudo dividen la psicopatía en dos dimensiones principales. El primero, denominado "Interpersonal-afectivo" (Factor 1 o F1), se caracteriza por un encanto superficial, desapego emocional y falta de culpa o empatía. El segundo, "Estilo de vida antisocial" (Factor 2 o F2), incluye rasgos como impulsividad, control conductual deficiente y antecedentes de comportamiento delictivo.
Estas dimensiones muestran patrones divergentes de actividad cerebral y respuesta conductual a los estímulos emocionales. Las personas con rasgos F1 a menudo exhiben respuestas fisiológicas embotadas a las emociones de los demás, particularmente el miedo y la tristeza. Los estudios muestran una reducción de la activación de la amígdala y una disminución de la atención a las señales faciales emocionales en este grupo.
Por el contrario, los rasgos F2 están relacionados con una mayor reactividad emocional, especialmente en respuesta a la ira y la amenaza, y se asocian con la agresión reactiva y la impulsividad. Comprender estos patrones divergentes es fundamental para desarrollar intervenciones específicas.
La hipótesis de la prominencia social
La oxitocina ha sido reconocida durante mucho tiempo como un neuropéptido "prosocial", asociado con la confianza, el vínculo y la empatía. Ejerce sus efectos tanto centralmente, a través de receptores cerebrales generalizados (particularmente en la amígdala y la corteza prefrontal), como periféricamente, a través de sistemas involucrados en la excitación y la atención.
Una hipótesis convincente, conocida como la "Hipótesis de la prominencia social", sugiere que la oxitocina mejora la capacidad del cerebro para asignar importancia a los estímulos sociales, como las expresiones emocionales.
Se ha demostrado que la oxitocina intranasal (in-OT) aumenta la atención a la región ocular de las caras, mejora la dilatación de la pupila (un marcador de excitación) y aumenta la actividad en regiones del cerebro como la circunvolución fusiforme y la corteza cingulada anterior, todas las cuales están involucradas en el reconocimiento de emociones. Estos efectos se alinean con los déficits observados en la psicopatía, especialmente en los rasgos relacionados con la F1.
Psicopatía, reconocimiento de emociones y oxitocina; una interacción tripartita
La revisión destaca numerosos estudios que demuestran que las personas con rasgos psicopáticos, particularmente aquellos con alto nivel de F1, luchan por reconocer e interpretar las emociones faciales, particularmente el miedo, la tristeza y el disgusto.
Estas deficiencias aparecen tanto en tareas conductuales como en medidas fisiológicas como la activación de la amígdala, los potenciales relacionados con eventos (p. ej., la amplitutud N170), el seguimiento de la mirada y la dilatación de la pupila.
Curiosamente, la oxitocina parece modular muchos de estos mismos marcadores, pero en la dirección opuesta. Por ejemplo, la oxitocina puede mejorar la amplitud de N170 durante las primeras etapas del procesamiento facial y aumentar la mirada hacia la región de los ojos, lo cual es crucial para interpretar la emoción. Esta convergencia sugiere una posible vía terapéutica: la oxitocina podría contrarrestar los déficits de reconocimiento de emociones observados en la psicopatía.
Pero la imagen es más matizada para las personas con rasgos F2. Estos individuos a menudo muestran hiperactividad en la amígdala y otras regiones sensibles a las amenazas, correlacionándose con la impulsividad y la agresión reactiva. Los efectos de la oxitocina en este contexto parecen amortiguar las respuestas hiperactivas de miedo e ira.
Varios estudios mostraron que la terapia ocupacional redujo la activación de la amígdala en respuesta a caras enojadas en individuos con rasgos antisociales, lo que podría reducir las respuestas impulsivas y agresivas.
Más allá del comportamiento;oxitocina y modulación cerebral
Los estudios de resonancia magnética funcional en poblaciones no psicopáticas revelan que la administración de oxitocina modula la actividad en áreas clave del cerebro involucradas en el procesamiento y la regulación de las emociones, incluida la amígdala, la ínsula anterior y la corteza prefrontal ventromedial.
Estos cambios parecen promover el comportamiento prosocial, aumentar la conciencia emocional y reducir la sensibilidad a las amenazas percibidas. En poblaciones clínicas como las que tienen autismo o ansiedad social, se ha demostrado que la oxitocina normaliza la actividad en estos circuitos, mejorando la interacción social y la comprensión emocional.
Si bien pocos estudios han evaluado directamente la oxitocina en personas con altos rasgos psicopáticos, aquellos que lo han hecho, incluidas las personas con trastorno de personalidad antisocial (TEA), respaldan su eficacia potencial.
Por ejemplo, se ha descubierto que la oxitocina revierte la hiperactividad en la amígdala entre los delincuentes violentos y mejora el reconocimiento de emociones en pacientes forenses. Entre los jóvenes con rasgos insensibles y sin emociones (un marcador temprano de psicopatía), la oxitocina aumentó la empatía y la atención a las señales emocionales.
Sin embargo, siguen existiendo importantes lagunas en la investigación. Hasta la fecha, ningún estudio ha probado directamente los efectos de la oxitocina sobre el reconocimiento de emociones en adultos con psicopatía mediante análisis de rasgos dimensionales. Este es un descuido crítico, dada la heterogeneidad de la psicopatía y la probabilidad de que los rasgos F1 y F2 puedan responder de manera diferente al tratamiento.
Conclusión
La psicopatía presenta un desafío formidable para la neurociencia, la psicología y la sociedad. Sus complejas dimensiones influyen en la percepción, el compromiso emocional y el comportamiento de manera que interrumpen la conexión humana y la empatía.
Esta revisión exploratoria sugiere que la oxitocina, una molécula tradicionalmente relacionada con el amor y la confianza, podría ser la clave para mejorar el funcionamiento social en las personas con rasgos psicopáticos.
Al mejorar el reconocimiento de emociones y modular los sistemas neuronales de la empatía y la agresión, la oxitocina podría allanar el camino para nuevas intervenciones específicas en la psicopatía.
Con una investigación específica y una aplicación clínica cuidadosa, lo que antes se consideraba un trastorno intratable puede llegar a ser más manejable y comprendido.
Por último, compartir esta reflexión de Sócrates:
“Filosofía es la búsqueda de la verdad como medida de lo que el hombre debe hacer y como norma para su conducta”.