Dicen que las nanas son para dormir a l@s niñ@s, pero a la vez, con las prisas de la nada, que son puro estrés, se nos olvida reconocer y recordar que tod@s llevamos dentro, en lo más hondo, un alma clara y limpia como la de los bebés. Es la energía que renace a cada instante, a cada respiración, a cada silencio compartido con el cosmos, es la paz gozosa del descubrimiento del Ser, que no tiene ataduras ni apegos, que mientras contempla su entorno es capaz de sentirse uno con los pájaros, con los colores, las hojas, los árboles, con la tierra y el cielo, con las flores, con el mar y la arena, con las rocas y montañas, con la lluvia, la nieve, el Sol, la Luna y las estrellas, con los perros y los gatos, los caballos, las abejas, las mariposas y los insectos. Y ¿cómo no?, con cada ser humano que encontramos.
Jesús el Carpintero de Nazareth lo dejó cristalino: Si no os hacéis como niños no entraréis en el Reino de los Cielos.
Aquí va esta música para que respirándola y disuelt@s en sus notas, lo podamos experimentar. La música del alma, -y en especial las nanas- es la llave para abrir la puerta de ese estado esencial, que nos puede transformar y encender la Luz que nos despierta y nos libera de las pesadillas que nos circundan en la desmemoria de lo que en realidad somos.
Buen domingo, familia... ¡A volar mientras aterrizamos y viceversa!
No hay comentarios:
Publicar un comentario