lunes, 8 de noviembre de 2021

Gracias, a CTX, a Público y a Sánchez Cuenca, cómo no! La coherencia, el discernimeinto y la lucidez son inseparables de la ética

BIPARTIDISMO

¡Tu quoque, Podemos!

Si UP no hubiera apoyado el pacto PP-PSOE sobre la renovación del Constitucional, los dos grandes partidos habrían tenido que asumir un coste notablemente mayor por mantener el juego de cromos del llamado régimen del 78

Ignacio Sánchez-Cuenca 7/11/2021

CTX/Público 

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Supongo que todos ustedes están al tanto de que por fin se ha desbloqueado la elección de cuatro magistrados del Tribunal Constitucional (TC). Se trata de la cuota que corresponde nombrar al Congreso de los Diputados. En principio, es una buena noticia, pues el bloqueo institucional a la renovación de cargos que ha impuesto el PP desde que está en la oposición, es una anomalía y una flagrante violación de las reglas y espíritu del sistema constitucional. No es la primera vez que el PP practica un bloqueo prolongado. Lo hizo también cuando José Luis Rodríguez Zapatero fue presidente del Gobierno. No hace falta extenderse mucho en las razones del bloqueo: sus autores quieren impedir un cambio en la “sensibilidad” del órgano del que se trate, ya sea el TC, el Consejo General de Poder Judicial o el Tribunal de Cuentas. Puesto que el bloqueo solo beneficia a la derecha, atribuir la exclusiva responsabilidad del mismo al Partido Popular es la única interpretación con sentido.

Para los olvidadizos: la renovación de los cuatro magistrados del TC nombrados por el Congreso requiere una mayoría cualificada, en concreto de 3/5 (210 diputados). La suma de los diputados del PSOE y PP da 209. Con un diputado adicional ya tienen una mayoría suficiente.

El pasado 2 de noviembre, en la Comisión Consultiva de Nombramientos del Congreso, se produjo una votación única sobre los cuatro candidatos pactados entre PSOE y PP. Aparte de estos dos partidos, Podemos fue la otra fuerza que se sumó al voto favorable. Ponderándose el voto en función del tamaño de los distintos grupos parlamentarios, la propuesta salió adelante con 242 votos a favor, 12 abstenciones y ningún voto en contra (los grupos minoritarios no quisieron participar en la votación en signo de protesta).

El último paso consiste en una votación en el pleno de la cámara, secreta y separada para cada uno de los cuatro candidatos, que tendrá lugar el próximo 11 de noviembre. En principio, se espera que gracias al voto favorable de los diputados de los tres grupos, PSOE, PP y Podemos, se obtenga una mayoría similar, por encima de los 240 votos.

Los cuatro nombres elegidos se han pactado en secreto entre PSOE y PP. Los intereses de Podemos han sido defendidos por el negociador del PSOE, Félix Bolaños. Juan Ramón Sáez, quien fue vocal en el Consejo General del Poder Judicial entre 1996 y 2001 a propuesta de Izquierda Unida, es el magistrado que va por la cuota de Podemos.

La polémica ha saltado por los dos candidatos propuestos por el PP, Concepción Espejel y Enrique Arnaldo. Ambos han mantenido estrechas relaciones con el Partido Popular. En el caso de Arnaldo, además de participar en múltiples seminarios de FAES, ha cultivado amistades peligrosas con políticos corruptos como Ignacio González y Jaume Matas. La prensa se ha hecho eco también de algunas irregularidades administrativas (como compaginar su puesto de letrado en Cortes con negocios privados). Aunque no es este el lugar para entrar en un examen pormenorizado, permítanme que señale que, tras haber repasado sus principales publicaciones, no parece que este catedrático tenga mucho que aportar a la interpretación de la Constitución. Lo más seguro es que su nombramiento contribuya a lo que parece una imparable degradación del TC.

Los nombramientos de Espejel y Arnaldo son una más de las provocaciones del Partido Popular, cuyo interés máximo es tener magistrados leales en el TC. Que estas dos personas puedan llegar a ser magistrados del TC sólo se explica por esa perversión de la ley que consiste en reemplazar el consenso parlamentario que se pretende al exigir una mayoría cualificada de 3/5 por el llamado “intercambio de cromos”, en el que cada uno de los dos grandes partidos cierra los ojos ante los nombres que propone su rival. En lugar de buscar candidatos cuyos méritos innegables les haga aceptables para todas las partes, cada partido busca a los suyos y aplica un criterio de reciprocidad: yo no objeto a los tuyos si tú no objetas a los míos.

El “intercambio de cromos” es una de esas prácticas que han dado mala fama al llamado “régimen del 78”. Se basa en acuerdos opacos entre los dos partidos dominantes en los que se pone de lado una consideración imparcial de los méritos que reúnen los candidatos. Es una manifestación muy clara de dominio partidista de una institución que no es partidista en su definición. Por supuesto, la orientación ideológica de los magistrados es una cuestión fundamental, pero sólo debería operar como criterio una vez haya quedado claro que los candidatos tienen una alta cualificación profesional y técnica que les permitirá enriquecer con sus puntos de vista la interpretación constitucional.

No es demasiado sorprendente que PSOE y PP continúen con este juego, llevan haciéndolo décadas con resultados menguantes. Lo que sí que llama la atención es que Podemos se haya unido sin apenas debate al respecto. Ha sido un rito de iniciación en el sistema. Resulta sencillo imaginarse las justificaciones de Podemos ante su participación en el juego del “cambio de cromos”: es imperativo desbloquear el TC;  a corto plazo, se gana un magistrado de izquierdas cuya voz será importante cuando se traten cuestiones difíciles como el aborto o la eutanasia; el coste de admitir a alguien como Arnaldo es menor frente al beneficio conseguido; al fin y al cabo, la responsabilidad es del PP por proponer a candidatos tan inadecuados; a veces hay que transigir, el purismo sólo conduce a la melancolía; etc.

Sin embargo, Podemos llegó a la política española denunciando estas prácticas podridas. Su mensaje era que tales prácticas habían acabado configurando una oligarquía política, económica y mediática que estrangulaba la justicia social y el progreso del país. La aspiración era romper esos vicios. Si Podemos no hubiera apoyado el pacto PP-PSOE sobre la renovación del TC, que, recuérdese, es un pacto parlamentario, sin relación con la actividad ejecutiva de la coalición de Gobierno, los dos grandes partidos habrían tenido que asumir un coste notablemente mayor por mantener el juego de cromos.

La entrada en la política institucional de una fuerza como Podemos tenía que traducirse en una intransigencia radical frente a los vicios del bipartidismo. La renovación del TC es uno de esos terrenos en los que puede verse la utilidad y necesidad de una fuerza que critique con dureza el establishment. Ciertamente, denunciar el juego de cromos puede, a corto plazo, prolongar el dominio conservador del TC, pero es la única manera de revertir la decadencia del tribunal. Cada vez que el TC baja un peldaño en su prestigio institucional, se hace menos incómodo (y menos anómalo) incluir a magistrados como Arnaldo. Los diputados de Podemos no pueden votar a favor de Espejel o Arnaldo, por mucho que consigan que entre un magistrado de izquierdas en el TC. Es una indignidad política. 

Autor >

Ignacio Sánchez-Cuenca

Es profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III de Madrid. Entre sus últimos libros, La desfachatez intelectual (Catarata 2016), La impotencia democrática (Catarata, 2014) y La izquierda, fin de un ciclo (2019).

 
 
 
 Respuesta del blogg
 

El profesor Sánchez-Cuenca lo deja transparente: Podemos, quoque! Sí, Podemos, también demuestra que está a las mismas bajuras del mogollón mucho más adicto al mejunje que a la política de verdad. Político significa "servicio a la comunidad civil" y no una apañología recurrente y contagiosa, al servicio de los intereses de los partidos, más adictos al poder que a la regeneración de la salud social. 

En realidad esta vocación de Podemos no es de ahora, ni mucho menos, es innata, diríamos que genética. Así lo lleva demostrando desde los comienzos, ya por 2014 apuntaba maneras. Precisamente en las asambleas de València en verano y luego en la de Vista Alegre I, lo dejaron cristalino. Es lo que tiene convertir la política en profesión vitalicia. Una desgraciada tendencia, que al parecer en España es ya casi un precepto. No hay izquierda decente que pueda resistir semejante "virtud"como código de conducta. La política convertida en profesión sempiterna, indefectiblemente deja de ser un servicio a la comunidad. ¿Cuántos políticos de izquierda auténtica se han jubilado y muerto enchufados al poder, repitiendo cargos y cargos sine die, que en una sociedad sana solo deberían ser en-cargos temporales sin necesidad de prorrogarse ad infinitum en el sistema giratorio, solo "por ser vos quién fuistéis"? 

Podemos debería haber sido un ejemplo deontológico de todo lo contrario al establishment del morro adjunto. Veamos, en la izquierda auténtiica lo normal es la decencia, la modestia. Nunca olvidaré la reacción de Julio Anguita en Comisones Obreras de València allá por los años del 0'7%, enfadado, diciendo a la gente que le aclamaba "¡Julio, Julio!", "¡Pero qué Julio, ni agosto! ya vale con este despropósito, yo solo soy un servidor del bien común, un mandao de todos vosotros, no he venido a que me aplaudáis ni aclaméis, ni a perder el tiempo en tonterías, sino solo a dejar las cosas claras, a ver si logramos entre todos que funcionen, ¿vale?" .

Servir, trabajar y después recuperar la vida anterior, con la profesión o la jubilación, por ejemplo, como Gerardo Iglesias, Julio Anguita, Marcelino Camacho, Nicolás Redondo, Cristina Almeida, Manuela Carmena, Gloria Marcos, Pérez Tapias, Rodríguez Zapatero, Pérez Rubalcaba, Adolfo Suárez también lo hizo aunque no era de izquierdas ...Tod@s ell@s, una vez terminados sus compromisos con el servicio a la comunidad regresaron a la normalidad sin privilegios ni parasitismos. Sólo desde esa libertad responsable se puede ser un revulsivo en la política, un elemento ético depurador. Un ejemplo práctico de que es posible ser decentes sin tapujos, y además valorados y queridos por la mayoría social. 

Pero cuando la política se hace sistema profesional y cuadro de mandos perenne para la manipulación de masas, la hemos liado, porque es una ppepperización sinuosa de la misma democracia. Y a Podemos lo de las masas manejables le va como anillo al dedo desde el principio, porque ya vino de casa con el sello de la ganadería en el lomo del objetivo primordial: hacerse con el poder de la calle y con  la izquierda más autentica para desmantelarla cuanto antes, basando todo en estrategias, tácticas y juegos de tronos a saco. Podemos basa su funcionamiento en ser el videojuego más rentable metido en las instituciones. Conciencia, cero pelotero. 

La prueba del nueve es evidente: solo l@s ministr@s procedentes de IU saben por donde tirar sin destruir, desgarrar, bufar, ni perderse por los Cerros de Úbeda. Como Pablo Iglesias, el modelo a seguir por la feligresía podemita, según parece, las ministras de Podemos solo hablan y protestan incoherencias, pero no pasan ahí. Mientras cobran un pasta mensual de nuestros impuestos -como el pp y vox, también, - por despotricar solamente. No saben escuchar ni dialogar, solo imponer y refunfuñar. Ya estamos saturad@s de tanto figureo inconsistente, de tanto "vos, quoque?"

Lo peor de Podemos es que su inmadurez y su afán por trepar hejemónicamente  lo convirtió en Caballo de Troya del mismo sistema que, teóricamente, quería cambiar a mejor. Hasta ahora, a base de egos y contradicciones de manual, Podemos solo ha conseguido tres éxitos que no se esperaba: 1) dejar claro, por si había alguna duda todavía,  que IU le da cien vueltas en todo aunque sea bajo mínimos, gracias a ocurrencias brillantísimas como predicar lo contrario de lo que se hace, para ganar caché y originalidad despendolada y sin fuste 2) que gracias a sus patinazos constantes y desesperantes haya nacido una iniciativa nueva como Más País derivada directamente del 15M, y 3) demostrar a piñón fijo su incapacidad innata para aportar lo que se esperaba de su empuje social, político y económico, terminando en Galapagar lo que se empezó en Vallecas. Como dicen en Italia: dalle stelle alle stalle. De las estrellas a los establos.

Por eso, el "tú/vos quoque" es el número exacto en su zapato de cenicienta, a la hora de la verdad. Se le votó para que se acabara el baile en Palacio y ha resultado que lo que más le molaba era zascandilear pisando el callo y los juanetes de sus parejas de baile. 

Seguramente por esa razón las ministras de Podemos no van a poder acudir al aquelarre de políticas despiertas en València, el 13 de noviembre en el Teatro Olimpia. Aunque la esperanza es la única cosa que no se puede perder. Y ahí estamos, a verlas venir, si es que de repente las bellas durmientes podemíes, van y despiertan, aunque sea por casualidad, como el burro flautista de la fábula de Iriarte. Que también hay milagros inesperados en esta España cañí, tan previsible para lo peor como  imprevisible para lo contrario. Un verdadero oximoron de antagonismos desparramados. Ains!


 

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