domingo, 22 de agosto de 2021

Que sí, que se puede hacer efectivo el autoconsumo de energía solar en España, que ya hay mucha gente despierta que se apunta a Somos Energía o Som Energía, com es diu a València i a Catalunya. Que además de consumidor@s también podemos y debemos ser soci@s activ@s y cooperativ@s del proyecto común y no marionetas en el guiñol de siempre: devotos a la fuerza y, obviamente, arruinados por San Truño de la divina estafa. Vamos despertando y eso reconforta muchísimo. Olé, esa conciencia que no monta pollos, sino que lo dice y lo hace. Ahora, que siga el empuje y el contagio imparable de inteligencia, ética y eficacia. Un abrazo inconfinable, familia de Lanzarote, de La Palma y de donde sea... lúcida, responsable y humana de verdad!


Cooperativas de energía verde, una alternativa al monopolio: “¿Puedo ser copropietaria de Endesa? Dijo que no y me colgó”👍👍👍👍👍👍👍👍👏👏👏👏👏👏👏👏🙏🙏🙏🙏🙏🙏🥰🥰🥰🥰🥰🥰

Placas fotovoltaicos en una vivienda de La Palma.

En un día cualquiera, un teleoperador de una empresa eléctrica llama a una consumidora para tratar de convencerla a que se pase a su compañía. Pero a diferencia de muchas ocasiones, cuando las negativas se esquivan en largos intentos de persuasión, ese día la conversación acaba pronto. “¿Me puedes ofrecer ser copropietaria de Endesa y decidir la estructura de precios? Me dijo que no y me colgó”. Así recuerda el episodio Nuria Albet, que desde que reside en La Palma tiene contratada como comercializadora en su vivienda de Puntallana, donde tiene instalados paneles fotovoltaicos de autoconsumo, a Som Energía, la primera cooperativa en las Islas dedicada a la comercialización y a la generación de energía verde.

Creada en Catalunya en 2010, cuenta con más 70.500 socios en toda España. Tras la creación de grupos locales en Gran Canaria, Tenerife y La Palma, tiene 863 socios y ha efectuado más de 1.500 contratos como el de Albet, quien formó parte del consejo rector de la cooperativa de forma voluntaria durante cuatro años en el ámbito nacional (2017-2021). Licenciada en Física por la Universidad de Barcelona, hizo un doctorado en bionanotecnología en Suecia, donde vivió 13 años y quedó “fascinada” de la cultura cooperativista del país escandinavo. Tras quedar prendada de La Palma durante un viaje, decidió trasladarse a la Isla Bonita en 2016. Y comprobó que la única cooperativa renovable que existía era Som Energía, que recientemente había creado sus grupos locales en el Archipiélago. 

En las islas, al igual que en otros territorios, se estructura en base a grupos de trabajo con la supervisión de un coordinador, un secretario y vocales, que principalmente se enfocan hacia la formación sobre el sistema eléctrico o la factura de la luz, el autoconsumo y la generación -para ayudar en las instalaciones o buscar una planta de producción con compras colectivas- y también en el fomento del vehículo eléctrico. El coordinador del grupo local en Gran Canaria, Fidel Cabrera, explica que el principal objetivo es fomentar las renovables entre la ciudadanía.

La comercialización es el único espacio junto a la generación donde existe un mercado más competitivo, pues la distribución (en manos de Endesa) y el transporte (Red Eléctrica de España) son monopolios. “Una comercializadora lo único que hace es ofertar la factura que crea conveniente en base a los datos de consumo que aporta la distribuidora”, añade, y en este caso Son Energía “no es la más barata”, pero “la ventaja que tiene es que te ofrece una forma diferente de hacer las cosas”, añade Cabrera, porque “no tiene ánimo de lucro y sus socios son copropietarios” y deciden los precios.

Además, en el vía crucis que en ocasiones supone tramitar una instalación fotovoltaica de autoconsumo con la compensación, es decir, obtener un descuento en la factura de la luz por el excedente que se vierte en la red, Cabrera, que ejerce como profesor colaborador en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria en Señales y Comunicaciones, considera que Som Energía aporta “un elemento adicional de presión sobre la distribuidora que libera al usuario”. El proceso para tener en funcionamiento paneles solares en el tejado de una vivienda depende, en un primer paso, de que la Dirección General de Energía registre la instalación para legalizarla, una fase que puede tardar de dos a cuatro meses, principalmente a causa de la falta de personal.

Después el Gobierno de Canarias comunica la nueva instalación a la distribuidora, que se encarga de llevar la electricidad hasta los puntos de consumo y obtener los datos. Luego Endesa (la distribuidora) traslada la información a la comercializadora para que active el contrato al usuario y poder compensar la energía. Pero esto proceso se puede eternizar más de un año por los obstáculos de las entidades responsables de llevarlo a cabo. A juicio de Cabrera, la cooperativa puede agilizar ese proceso al ser “una parte activa” y “si es necesario se encarga de presentar reclamaciones ante la distribuidora” para acortar los plazos. Este trámite se efectúa en torno a los 7 meses, según los datos de los 68 usuarios en las islas que han contratado autoconsumo con Som Energía y han logrado compensar los excedentes.

La Palma Renovable

“Con la introducción de Som Energía en La Palma hemos realizado varias reuniones y encuentros que han contribuido a generar más conciencia”, señala Albet. Desde 2018, es una de las coordinadoras del proyecto La Palma Renovable, creado al albur de las movilizaciones de la plataforma estatal por un nuevo modelo energético en la isla, que en 2016 impulsó el llamado Manifiesto del Electrón. El documento fue suscrito por todas las administraciones locales con la meta de alcanzar una isla 100% renovable priorizando la generación distributiva y ciudadana y la economía local. Aunque La Palma Renovable comenzó integrado en la empresa pública Sodepal del Cabildo de La Palma, por motivos de “rapidez y agilidad”, dice Albet, desde 2020 es una asociación sin ánimo de lucro.

Se trata de un proyecto ciudadano colectivo y cooperativo que recibe financiación del Cabildo de La Palma y también trabaja estrechamente con los ayuntamientos. “Sumamos entre todos porque el reto es muy grande”, añade Albet. Además, en 2019 La Palma fue una de las seis islas piloto seleccionadas dentro de un proyecto de la Comisión Europea de Energía Limpia. “Desde hace muchos años, la UE está poniendo el foco en las islas para la transición renovable porque las ven como laboratorios, un modelo pequeño de una sociedad que si avanza es replicable; eligieron territorios donde ya existían movimientos ciudadanos fuertes”, explica Albet. Este respaldo se ha basado, sobre todo, en apoyo técnico.

El trabajo que desarrolla La Palma Renovable abarca desde la asesoría para ayudar en el ahorro en la factura de la luz a particulares, instituciones u organizaciones, a trazar una radiografía de la situación eléctrica de la isla y calcular la huella de carbono para saber como actuar en la transición hacia las renovables. “En la actualidad, lo que cuesta quemar diesel en La Palma es equivalente, en orden de magnitud, a los presupuestos del Cabildo o de los ingresos del plátano”, refleja Albet. También fomenta la emprendeduría en el sector, haciendo un seguimiento y ayudando en labores de promoción, así como el desarrollo de talleres en los que se crean grupos de acción, que trabajan de forma autoorganizada para impulsar diferentes temas que ayuden a reducir las emisiones de la isla.

De estos grupos surgen acciones como impulsar la puesta en funcionamiento de la central hidroeléctrica del Salto del Mulato a través de entidades de derecho público o de participación ciudadana. También se ha planteado la creación de una cooperativa de movilidad a semejanza de Son Mobilitat en Catalunya, AlternaCoop en Valencia o eKiwi en Valladolid, con “la idea de aprender a compartir los coches y que la propiedad sea de la cooperativa”, explica Albet. Además, se ha avanzado en la idea de crear la “Comunidad Energética Local Energía Bonita” a través de una cooperativa con proyectos de autoconsumo compartido a través de la red.

Un estudio de la ONG Amigos de la Tierra concluyó en marzo de este año que las comunidades energéticas podrían llegar a cubrir en 2030 el 60% de la demanda eléctrica en España y el 100% del consumo de los sectores doméstico y terciario. En este sentido, Albet aclara que hay que distinguir las comunidades energéticas, una figura aún no reconocida en la legislación española, y de autoconsumo compartido, que ya se regulan con el real decreto 244/2019.

“Son instalaciones de generación renovable que pueden ser usadas por cualquier persona para producir y consumir electricidad en viviendas ubicadas en un radio de 500 metros como si estuviesen en su tejado. Se reparte mediante coeficientes, por ejemplo, si tiene 100 kilovatios (KW) de potencia, en el contrato con la distribuidora se establece cuanto va a consumir cada vivienda, en base a porcentajes por horas de consumo”, señala Albet. En cambio, una comunidad energética incluye esta acción pero “va más allá”, pues se trata de una entidad legal en la que la ciudadanía, las administraciones locales y las pequeñas y medianas empresas cooperan en la generación, distribución del consumo, el almacenamiento y el suministro.

“La potencialidad de una comunidad energética es brutal”, añade Albet. En La Palma, a finales de 2020 el Gobierno de Canarias subvencionó un informe geotécnico económico de viabilidad para instalaciones de autoconsumo y donde más se ha avanzado es en una que se ubicaría en Los Sauces y otra en Los Llanos de Aridane. Pero el objetivo es lograr “una comunidad energética de ámbito insular con varios autoconsumos colectivos”, subraya Albet.

Recoopera en Lanzarote

No solo La Palma ha avanzado hacia la creación de su propia cooperativa en la isla. En Lanzarote existe Recoopera, una entidad creada en 2018 también a raíz de la plataforma por un nuevo modelo energético. Pero a diferencia de la Isla Bonita, esta no ha contado con tanto respaldo por parte de instituciones. Actualmente cuenta con 44 socios y sus acciones se centran fundamentalmente en la autoformación y formación externa en sistemas energéticos, así como la celebración de jornadas abiertas para ampliar el debate en torno al nuevo modelo de transición hacia fuentes limpias.

La cooperativa intentó sacar un concurso para instalar fotovoltaica en dos centros educativos de la Isla, pero chocaron con los ayuntamientos y no se pudo llevar a cabo. Luna Alemán, una de sus participantes, dice que esta acción se ha convertido en una de sus prioridades, pero hasta la fecha la coordinación con las administraciones locales ha sido escasa. Aunque sí remarca que han mantenido un dialogo con administraciones que otorgan subvenciones a instalaciones renovables. “Los fondos se daban a posteriori y eso impedía el acceso a personas con escasos recursos y pedimos que se concediera con anterioridad; en algunos se ha conseguido”, añade Alemán.

En Gran Canaria, el Consejo Insular de la Energía lidera la transición energética en la isla, ofreciendo subvenciones para la instalación de fotovoltaica para autoconsumo, generando debates y encuentros o fomentando las instalaciones de puntos de recarga de vehículos eléctricos. También ha anunciado que en Arinaga se creará la primera comunidad energética industrial de la isla, cuyo objetivo es que las 690 empresas allí instaladas generen, almacenen y consuman su propia energía con renovables.

El ingeniero Álvaro Artiles asegura que en la isla también se está intentando crear una cooperativa, “solo falta el empuje”. Fue uno de los fundadores del Instituto de las Comunidades Energéticas Autosuficientes de Canarias (Iceacan), una asociación sin ánimo de lucro que se creó en 2015 impulsada por miembros de la cooperativa Som Energía que promovían la formación, divulgación e impulso de proyectos relacionados con la autosuficiencia energética. “Pero ahora está dormido”, añade. 

A pesar de los intentos, Artiles relata que siempre se ha topado con los mismos obstáculos: “A la hora de implicarse colectivamente, falta una cultura cooperativista como la puede haber en el País Vasco, en Catalunya o en Valencia”, donde existen proyectos como una comunidad energética en Llíria (Valencia), promovido por el Ayuntamiento y la cooperativa Sapiens Energía, un molino de viento de 2,3 megavatios cofinanciado por 615 partícipes (en Pujalt, cerca de Barcelona) o un ayuntamiento que apuesta por empoderar a sus vecinos como consumidores (Rubí, en Barcelona).

Artiles recuerda que formó parte del grupo de coordinación de Som Energía en Gran Canaria, pero se marchó porque la capacidad de decisión, a su juicio, era limitada. Y, por ello, vio necesario crear una cooperativa en la isla con el objetivo de avanzar en la creación de comunidades energéticas. Pero el ingeniero considera que “falta capacidad para trabajar de manera colectiva, solo en La Palma parece que está funcionando con éxito”, pero “no germina nada en el ámbito regional, los activistas no acaban de crear una cooperativa que funcione en toda Canarias en la que peleemos por los mismos intereses”.

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