jueves, 5 de julio de 2018

LA FIRMA

Imprevisible

66.384 afiliados, inscritos previamente y al corriente del pago de sus cuotas, votarán para elegir al presidente del PP. Como no hay antecedentes, no hay la menor pista de lo que puede pasar


Hoy se celebra la primera vuelta de las primarias del Partido Popular. 66.384 afiliados, inscritos previamente y al corriente del pago de sus cuotas, votarán para elegir al presidente del partido. Como no hay antecedentes, y como ese escaso 7% de militantes dispuesto a participar es un colectivo del que se desconoce todo, no hay la menor pista de lo que puede pasar. Podría incluso no ser necesaria una segunda vuelta si hoy alguien obtiene más de la mitad de los votos o saca más de 15 puntos al segundo, no hay pronósticos fiables. Hasta el momento solo se conoce el resultado de encuestas entre lectores de periódicos o espectadores de televisión, pero nada que permita deducir qué piensan esos 66.000 que tienen que votar.
 
 
La tradición de las primarias en otros partidos dice que habitualmente suelen actuar dos fuerzas de signo contrario. Por un lado los aparatos, que ejercen fuerte presión. Y, por otro lado, la tendencia de las bases a rebelarse contra los aparatos. En este caso, Cospedal es oficialmente el aparato, pero Soraya Sáenz de Santamaría es un aparato bastante aparatoso. Se supone que ambas tienen muchas teclas que tocar, mientras que Casado, por su juventud, juega a favor de la corriente de los tiempos, nadie sabe si el espaldarazo de Aznar le beneficia o le perjudica. Margallo, por preparación, se come a los tres juntos de un bocado y es además el único cuyo pensamiento se conoce al detalle porque lo ha plasmado en numerosos libros. Se da por supuesto que queda fuera por edad, pero cualquiera sabe. De todas formas, cuando esta noche sepamos quién ha ganado seguiremos sin la menor señal respecto a la renovación del partido. Los candidatos apenas se han referido a ese tema. Si tienen planes al respecto los guardan en secreto. Sin embargo, la renovación es necesaria. Un simple cambio de líder no desencallará al Partido Popular.

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