Hay
momentos que se convierten en memorables para toda una generación.
Algunos de esos momentos memorables acaban siendo, además, históricos.
La semana arranca con la sensación de que lo de Trump con Zelenski en la Casa Blanca es uno de esos acontecimientos.
Perdona
si me alargo con el resumen, pero quizá te venga bien recopilar, por si
has leído poco este fin de semana: Zelenski fue a la Casa Blanca para firmar un acuerdo
que básicamente le entrega minerales de alto valor a EEUU a cambio del
apoyo recibido. Una especie de ¿te acuerdas todo esto que he hecho
gratis porque a todos nos conviene contener a Rusia? Pues ya no es
gratis. Es obvio que también hablarían del acuerdo de paz que Trump y
Putin parecen haber preparado por su cuenta.
Antes
de la reunión y de la firma, Zelenski fue sometido a una dura prueba:
sentarse frente a los periodistas en el Despacho Oval junto a Trump para
escucharle soltar afirmaciones sobre Ucrania y la guerra que para él
son insoportables. Trump hablaba como un padre que va con su hijo a
tutoría porque un compañero le ha pegado y acaba diciéndole al profesor
que no importa quién tenga la culpa, que lo importante es llevarse bien,
y encima se pone a hablarle mal del hijo como si no estuviera delante:
“Ya ven el odio que siente contra Putin. Así es muy difícil para mí
conseguir un acuerdo, con tanto odio”. Hace unos días le había llamado “dictador”.
Zelenski
intentaba tragar saliva. Los periodistas agravaron la presión: uno
(había varios así) muy afín a Trump llegó a preguntarle que por qué viste así,
que si no tiene trajes. Acorralado, Zelenski aguantó el chaparrón.
Hasta que dejó de aguantarlo y se atrevió a llevarle la contraria a JD
Vance, vicepresidente de EEUU, que también estaba presente. Vance
inmediatamente contraatacó y abrió la caja de los truenos, que Trump
gustosamente convirtió en tormenta mundial.
Lo
siguiente es lo que hemos visto todos: minutos de tensión y de bronca a
Zelenski por atreverse a rechistar. “Deberías estar más agradecido”.
“Qué falta de respeto”. Trump llegó a imitar a Zelenski (“No quiero un
alto el fuego, no quiero un alto el fuego”) y luego dijo que Putin ha
sufrido mucho por culpa de Biden (como dice Marc Marginedas, Trump cree que Putin es su amigo). Todo con el dedo levantado frente a la cara del presidente de un país que lleva tres años en guerra.
Zelenski
salió, literalmente, espantado de la Casa Blanca. No hubo acuerdo por
los minerales, ni acercamiento de posturas para el alto el fuego, ni el
almuerzo habitual. Nada. “Que vuelva cuando esté preparado para la paz”,
dijo Trump.
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