viernes, 10 de septiembre de 2021

Sorpresa, sorpresa!!!

 

    

 Hoy me tomo vacaciones y no voy a escribir comentarios sobre noticias. Creo que con las dosis de mierda que llevamos encima tod@s merecemos un respiro y presentaros un trabajillo que en 1995 me publicó el Ayuntamiento de Zaragoza en una antología poética. Es un micro poemario que titulé El Maestro Interior y que con el tiempo y la experiencia he ido remodelando y tuneando. Y ahí va, repartido en dosis también, por si sirve de algo... 


                        I

Sin saber qué buscaba, Él/Ella/Ello me encontró.

Me condujo en silencio refrescando mis manos

ardientes de escarbar y buscar,

de interrogar al aire.

Sí, me condujo -y yo no  lo entendía-

y dirigió mis pasos. Sabiamente.

A través de aquel  lúcido astrolabio

navegando planisferios flexibles,

transitamos espacios estelares

como auroras. Telúricos dominios

que despiertan la Vida en todos los rincones

aun en los más estrechos e imposibles.

 Ahondamos en el pozo del sentido

saltando las hogueras de la noche

y bebimos la savia de la tierra.

 

Pero no era bastante. 

Porque la brasa interna 

quemaba las entrañas de la sangre

De repente no estaba 

y todo era su ausencia

en medio de aquel túnel tan oscuro y confuso.

Era muy tarde. 

Rechinaba el vacío rebosante

desgastando caminos agotados 

bajo los pies dolientes

con pasos exiliados, sin hallar un refugio mejor

que el miedo y el cansancio.

 

Perdida en el origen ignorado,

olvidados los ojos y las gafas de ver

bajo el párpado insomne de un desierto sin fin, 

donde todo era noche sin techo ni paredes 

ni un hueco protector donde sentir al menos

el pulso familiar de la materia.


Ya no quedaba en mí ni un pétalo de luz,

ni un sorbo de color, ni un signo de otra cosa

que no fuese el vacío.


¿Dónde estaba aquel dios 

del que tanto me hablaron desde niña, 

su gracia y su piedad, su 'salvación',

su gloria y su poder,

que estaba hasta en la sopa, 

bendiciéndolo todo,

con su trono de jefe omnipotente

ahora que el territorio del vacío y de su angustia

se me cortaba al borde de la nada? 

 

De repente aceptaba, más que pensando

siendo,

que el fin de aquel trayecto 

era la única puerta de la liberación, 

del no preguntar más para llegar a ser

y ser por fin aquello que nació 

para encontrar más vida en abundancia

con sentido y caminos renovables

que nunca manipulan ni amenazan.

 

Supe, así, de repente, sin que me predicasen,

 que era lo inevitable

de un cambio radical en mi propia sustancia

sin billete de vuelta, ni comidas de tarro

sentenciadas.

Y entonces claudiqué. Y me dejé morir,

sentí lejos, tan lejos como ajena 

aquella pegatina bautizada, 

mis chips estrafalarios,

todas mis contraseñas, mi fe, mi convicción

y mi esperanza, toda la muerte inútil

de aquello que era "yo" , la personalidad

sin individuar ni llegar al Nosotros,

disolviéndome entera en ese inmenso abismo

de donde nada y nadie te puede rescatar,

infinito derrumbe sin fronteras 

ni dique al que agarrarse

del que jamás, por cierto, hablan los catecismos.

Ni telegram ni washap, ni redes ni monsergas

te sirven de coartada.

Todo lo conocido es simplemente eso,

la indescriptible fosa de la nada. 

 

Mientras me disolvía en el abismo

aprendiendo a morir,

sin pena que llorar ni gloria que gozar, 

ni nada que decir,

resultó, que allí estaba: en el fondo de mí,

la bondad infinita de Su abrazo

sanando mis heridas, lavando mis 

churretes y legañas,

ajustando mis huesos con la tuerca bendita

de otra vida y con los alicates del milagro

-que no es magia ni truco de los magos, 

al contrario, 

la magia es la patraña inducida

que deslumbra y confunde para comer el tarro

y luego, sacar pasta del engaño-. (Y ojito,

en no enlodarse con el fango)

 

Y allí estaba conmigo en el proceso,

bajo la costra negra de la nada,

en el centro sutil 

donde solo esa luz, que es nuestra luz también,

 nos acompaña, sin que nos demos cuenta

hasta que se despierta la conciencia,

sin que espacios ni tiempos intervengan

ni nadie nos predique su indulgencia

ni miedo a su dureza incompatible

con el amor que la acogida irradia .

 

Resultó que allí estabas, mi huella era tu huella

traspasando mi ser, sosteniendo mi alma,

respirando en mi cuerpo, al fin, resucitado.

Y tu abrazo era el agua, manantial transparente,

saltarina cascada

para regar la tierra de secano, que no muerta,

en que sembrar cosechas necesarias,

haciendo del deseo un compromiso eterno

de bienaventuranza. 


Todo sin religiones de por medio

y poniendo a parir divinidades

con las que nos confunden 

y nos matan

sin nacer ni crecer en esa esencia:

el sorprendente amor  que es la casa de todos,

nuestra casa!


                             II  


No me voy a instalar en el terrado - y tú lo sabes-

aunque no digas nada. Con tu mirada basta.

Ni esperaré a que el aire de la tarde

sacuda las verbenas y los lirios.

Tampoco quiero dormirme con los gatos

y esperar que aparezcan ratones que cazar,

si soy vegetariana.

No dejaré que la vida se escape entre mis dedos

como si fuera un pájaro noctívago y furtivo.

Es demasiado intensa 

para que yo la esconda en los baúles

-y tú también lo sabes, porque todo conoces

porque a todos nos amas- 

Por eso siempre esperas, hasta el último instante

para darle la vuelta a "lo de siempre".

Porque tú siempre esperas

en esta soledad tan nutritiva y bien acompañada,

en ese mar dorado de tu cuerpo infinito

con el que nos engendras y compañas,

en el que caminamos al ritmo de la Vida

que tu también regalas y dejas discurrir

de mano en mano, de pisada en pisada,

hasta que un día cualquiera espantoso al principio

y con final feliz, te descubrimos.

Tantas veces, Amor, al truculento borde de la nada. 

 

Pero no basta el flash de salvación

en las urgencias.

Ni nos salva por siempre y  para siempre

el momento/milagro del rescate al instante.

Hace falta una dieta, un ejercicio, 

un reconocimiento mutuo que no pare,

un cambio que nos cambie 

los dentros y los fueras,

la predisposición, las emociones,

la mente, la conciencia, el sentimiento...

otra forma de ser, otro talante

que bendiga la vida 

mientras al fin creamos entre tod@s 

la base inaugural de un mundo nuevo

donde la eternidad resulta

el verdadero cambio inagotable

que en el amor germina,

pardójicamente, irrepetible.



 






 

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