lunes, 17 de diciembre de 2018




El miedo que guarda la viña

Ante las perspectivas de un descarrilamiento de consecuencias imprescindibles el día 21 parece estar creciendo la convicción de que hay que reconducir el conflicto y situarlo en el plano del que nunca volvió salir, el del diálogo político


En la transición, el temor a que los extremismos sacaran las cosas de quicio contribuyó al milagro de los acuerdos imposibles. No sé si percibo, o es que quiero percibir algo parecido en Cataluña. Ante las perspectivas de un descarrilamiento de consecuencias imprescindibles el día 21 parece estar creciendo la convicción de que hay que reconducir el conflicto y situarlo en el plano del que nunca volvió salir, el del diálogo político.
Lo malo es que, aunque la cordura llegara a tiempo de controlar las furias desatadas, hay rotos cuya sutura no está al alcance de un diálogo Torra-Sánchez, con el agravante de que dicho diálogo sería recibido como munición de regalo por la triple alianza de la derecha, los cruzados de Aznar, a quienes todo aprovecha, el radicalismo independentista les hace engordar, el diálogo para racionalizar la situación, también; lo contrario de lo que le ocurre a Sánchez, al que ambas cosas le pasan factura. Sin embargo, esta distensión sería una excelente noticia.
Ahora se aprecia mejor que nunca el tiempo perdido en la inacción política. Hace siete u ocho años, cuando todavía las llamas no habían desbordado el perímetro de seguridad, cuando el independentismo aún no había perdido del todo la cabeza y el españolismo ultramontano seguía en las catacumbas, se hubiera podido trabajar estudiando fórmulas de entendimiento, incluso, perdonen la blasfemia, condiciones para un tipo de consulta, pero en aquellos años, el gobierno estaba muy ocupado echando gasolina al fuego y echando balones fuera, al Constitucional. Bienvenido el miedo que guarda la viña, si llega, y si llega a tiempo.

::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

La visión de Iñaki es muy acertada, aunque, personalmente, no considero el miedo como un valor en alza por el hecho de que haya una derecha desbocada mediáticamente, sino como un residuo de poderes oscuros incorporados al argumentario de siempre y utilizados desde el inconsciente colectivo para desmantelar la inteligencia y la sensatez creativas, desde el consentimiento teledirector, sembrando el temor y la inseguridad, que debilitan la voluntad de acercarse y convocarse sin recelos y limpiamente, que es desde donde se solucionan los conflictos, porque en la excelencia no hay lugar para chapuzas y miserias, que la inteligencia identifica como verdaderos boomerangs. Es más, me parece imprescindible sustituir la tentación de la negatividad primaria del concepto "miedo" por la utilidad sanadora de conceptos como prudencia y serenidad, ir colocando virtudes en lugar de los viejos y amenazantes defectos, establecer la capacidad dinámica para evitar el bloqueo que paraliza y obstruye. El miedo nunca es sereno sino una forma de pulsión instintiva como histeria subrogada. Y es, ciertamente, 'el alimento'  que menos necesitan las propuestas constructivas y las conversaciones delicadas e imprescindibles en momentos cruciales como estos. En los que son absolutamente inoportunas las alusiones a las exquisitas "virtudes" de la ultraderecha, que ya sabemos donde está y como se las gasta. Siempre es igual. Previsible absolutely. La conocemos como si la hubiésemos parido por la interminable convivencia forzosa, como un Treblinka de Damocles o una escopeta sin seguro pero con balas de fogueo a la hora de parar lo verdaderamente destructivo: su propia corrupción. Por ende, no nos debería  pre-ocupar como riesgo futuro, sino darnos impulso para ocuparnos del presente en construcción que haga inútil su estrategia de tierra quemada 155 por narices. No es capaz de ofrecer nada mejor. No da para más.

Si un paciente va a rehabilitación y el tiempo en que debería hacer ejercicio para sanarse lo pasa sentado pensando en lo mal que está y en lo que le va a doler cada movimiento que haga y en los riesgos que corre si se mueve, se pre-acojona sin motivo real,  entonces se quedará inmóvil y  no se curará en la vida. Y por lo tanto con ese resultado experiencial considerará que todos los intentos por mejorar son inútiles, ya que ha ido al gimnasio pero como no se ha movido, nada ha cambiado en sus largas visitas. Le habrá vencido el miedo y estará chungo mientras no descubra su propia zancadilla. Y lo más probable es que como no  se da cuenta del proceso psicoemocional que le auto-trastorna, lo suyo no tenga solución. Y además cuando hable con otros enfermos en su mismo caso les recomendará que no se molesten en hacer ejercicio, que él ha ido meses enteros a rehabilitación, total, para nada. 

No somos más lúcidos e inteligentes por estar más a las duras que a las maduras. De hecho solo se puede cambiar de verdad desde la madurez en la percepción de las posibilidades sanas. Hipervalorando las dificultades cuando solo son amenazas de boquilla y recortando las ventajas de lo que ya ha superado la boquilla y está en trance de realización inmediata, no saldremos nunca del atolladero consuetudinario, de ese mal de ojo tan español como el mal de lengua e idea.
La mente humana es mucho más poderosa de lo que ella misma se imagina. Así que lo más prudente es no llevar la soga a la casa del posible condenado a la horca, más bien, quitémosla del medio y así evitaremos que los pensamientos en negro de miles  o millones de personas hagan posible los peores resultados. No es magia potagia. Es física cuántica. Si visitamos países que admiramos por su buen funcionamiento, lo primero que sorprende en ellos, en contraste con lo nuestro, es la salud general de sus ideas y palabras, de sus telediarios e informativos. La positividad con que afrontan el día a día con lo que cada jornada  trae en cualquier aspecto, y sin comerse el tarro con el posible gafe amenazante, que indefectiblemente existe en todas partes. Con la diferencia de que en esas culturas no se le sobre-valora ni se juega con él a las quinielas.

No hay comentarios: