miércoles, 22 de enero de 2025

En realidad lo de Trump es solamante una evidencia más de lo que, está claro, domina los poderes de este mundo: la deshumanidad sin más fronteras que el racismo, los intereses financieros y la barbarie disfrazada de "estados", ideologías, sectas y religiones. En un mundo justo y sano, jamás habría necesidad de armamento, ni de guerras ni luchas falsamente "justas", ni de odios, ni de miedos, ni de considerar enemigo a ningún ser humano, porque todos y todas nos reconoceríamos como familia natural y universal desde que nacemos. Como muy bien anuncia Juan de Patmos en el Apocalipsis, ese cambio sucederá, precisamente, cuando la toxicidad del mundo convertida en máquina autora de su propia destrucción, haga imposible que el horror continúe y como única posiblidad de salvación se descubra la necesidad urgente de poner en marcha el punto de bifurcación consciente -personal y colectivo- de imposible marcha atrás, o acabaremos con todo mientras todo acaba con la des-humanidad. No como un "castigo de dios" sino como un estúpido y mecánico suicidio colectivo, sin más. Afortunadamente, hay dentro del ser humano un mundo en espera, lleno de vida y de amor, que hay que poner en marcha despertando YA. Para ello urge que no seamos tan adictos al ruido constante que no nos permite reconocer y dejar a un lado el poder de la invasión automecánica y disruptiva constante, que ha hecho de la mentira y de la mecánica manipulación imparabl del inconsciente y pseuconsciente colectivo y personal , su más eficaz "red pescadora" social. Pensemos un poco: ¿Qué habría pasado en València si todas las personas que han ayudado y salvado tantas vidas en la DANA, dedicándose a amar sin barreras ni miedos a su prójimo, ni preocuparse por sus etnias, culturas, clase social o creencias, se hubiesen quedado en casita pegad@s a las noticias de la tele o del móvil, cotilleando o yéndose de bares con los amiguetes para comentar, comiendo ados carrillos, el suceso y lo malo que es el Gobierno español comparado con la preciosa disposición responsable y ayudadora el pp valenciano? Pero, resulta, que no. Que no todo el monte es orégano ni todo el mundo es igual, en las peores opciones ¡Afortunadamente! Por eso hay periodistas como este José Carmona y much@s más, que eligen dedicar sus vidas a la ética, a la justicia, a la humanidad más necesitada, al amor sorofraterno de la resistencia noviolenta y constructiva. A la Conciencia, esa energía insustituible que nos hace verdaderamente san@s, lúcid@s, just@s, valientes, generos@s, empátic@s, verdaderamente libres y limpi@s de corazón. Sencilla y laicamente, Bienaventurad@s de pura cepa, sin duda alguna! Cooperar con todo ese plantel de conciencias despiertas y en constante renacimiento del noúmeno interno, es también una estupenda oportunidad compartiendo lo mejor de nosotr@s mism@s para que el cambio imprescindible se produzca cuanto antes. Ánimo y que la luz que tod@s llevamos dentro, brille a cada instante en la linterna de "El Maestro del Corazón" (Un maravilloso libro, de la psicóloga, terapeuta, matemática y pianista canadiense Annie Marquier)

 


Soy Jose Carmona, periodista de Público


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22 enero 2025Ver en el navegador
 
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Hola, soy Jose Carmona, trabajo como periodista en Público y esta misma semana me han expulsado del Sáhara.

Viajamos a Dajla tras la apertura del primer vuelo directo entre Madrid y esta ciudad saharaui, ocupada por la dictadura marroquí desde los años 70.

El sábado llegué al aeropuerto de Dajla junto con dos activistas de CEAR-Sáhara que iban en una misión de observación de los derechos humanos en la zona. Desde el primer momento nos sentimos totalmente vigilados por la Policía de Marruecos.

Una furgoneta nos perseguía a cada paso que dábamos haciéndonos sentir incómodos. Buscaban intimidarnos.

El domingo quedamos en una mezquita para hablar con algunas familias saharauis. Tras este encuentro, nos invitaron a tomar el té en su casa y allí nos relataron cómo es su vida en Dajla: persecución, palizas, sin acceso al trabajo... Viven en una situación precaria y muchos de ellos cuentan con familiares desaparecidos.

Solo hizo falta media hora de conversación para que los agentes subieran a la vivienda y nos hicieran bajar. Ya en la calle, nos vimos rodeados por una treintena de policías.

Nos metieron en un taxi, nos llevaron a nuestro hotel. En menos de una hora tuvimos que recoger todo.

Estábamos oficialmente expulsados por orden de Marruecos y esa misma noche estábamos volando en dirección a Agadir, sin saber por qué nos estaban expulsando.

Una vez más, en Público hemos querido contar lo que otros no se atreven. A pesar de los riesgos, hemos querido estar donde otros creen que no hay interés informativo.

Este viaje es una muestra más de nuestro periodismo combativo, comprometido e incómodo. Tan incómodo para algunos, que nos ha llevado a la expulsión, sin miramientos, de un país solo por querer arrojar luz sobre la situación del pueblo saharaui en los territorios ocupados.

Esta forma de hacer periodismo no es fácil, ya lo sabes, por eso necesitamos a personas como tú que nos apoyen. Únete a Público, apoya nuestro proyecto. Sé incómodo con nosotros

Te dejo aquí el enlace con el que puedes suscribirte: 

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Jose Carmona
Jose Carmona
 
Periodista de Público   





 

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