En el Día Mundial de la Filosofía: un elogio del talante moral
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La filosofía, o más bien lo que representa y simboliza, parece hoy más necesaria que nunca. Cabría decir que vivimos tiempos anti filosóficos y ello en más de un sentido. El anhelo de saber no está de moda. Prima lo contrario, el culto a los bulos y las mentiras. Los taumaturgos que denunciaba Kant en ‘El Conflicto de las Facultades’ triunfan por doquier engañando al pueblo con patrañas absurdas y contradictorias que denominan hechos alternativos y posverdades.
Lejos de promoverse la convivencia y el diálogo, que son el espíritu mismo de la filosofía, se promueve la polarización. La superstición y los prejuicios imperan en todos los campos. Las evidencias científicas y los datos contrastados no pueden competir con una brutal desinformación que coloniza las redes, contaminando también los medios de comunicación tradicionales.
Como bien señaló Cassirer en tiempos muy convulsos hace casi un siglo, el clima filosófico y cultural determina la configuración política del momento. Una sociedad que idolatra los factores económicos por encima de todas las cosas y deja en segundo lugar a la ciudadanía, tratándola como meros instrumentos y no como personas, elimina el acceso a un mínimo bienestar material y el disfrute de los bienes culturales, cercenando que haya oportunidades homogéneas. El esfuerzo se ve suplido por las triquiñuelas y los atajos propios del arribista.
Estamos perdiendo nuestra empatía y un colaboracionismo que nos hizo evolucionar como especie
Distinguir entre perdedores y ganadores revela una patología social de una magnitud inconmensurable. Deshumaniza por supuesto al colectivo discriminado y al mismo tiempo hace lo propio con quienes lo discriminan. Estamos perdiendo nuestra empatía y un colaboracionismo que nos hizo evolucionar como especie. Nos estamos convirtiendo en robots que cumplen protocolos e instrucciones algorítmicas, pero no se cuestionan absolutamente nada.
Kant advirtió que debemos pensar por nuestra cuenta, sin encomendarnos al paternalismo de guías mesiánicos que pretenden manipularnos. Tenemos que saber adoptar las ópticas de los demás para llegar a consensos y buscar soluciones conjunta. Urge reivindicar los múltiples legados que la filosofía nos ha regalado y que han quedado integrados en el imaginario colectivo de nuestro acervo cultural. Términos como ética, democracia o polis tienen que verse convenientemente revalorizados.
El talante moral debe primer sobre nuestros talentos y los dones de la fortuna
Tenemos que aprender a forjarnos nuestro propio criterio, sobre todo,
sin suscribir de modo acrítico cualquier majadería que nos llegue.
Tampoco podemos transferir nuestra responsabilidad a los demás echando
balones fuera, porque con eso renunciamos a nuestro rasgo fundamental
como seres humanos. Necesitamos incentivar nuestra curiosidad natural y
tener claro que solo nosotros podemos resolver nuestros dilemas morales.
El talante moral debe primer sobre nuestros talentos y los dones de la
fortuna.
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