viernes, 31 de mayo de 2024

Qué regalo y qué lujo, recuperar la página de nuestros amigos y hermanos los médicos homeópatas, que han regresado hablando de homeopatía como siempre. Benditos sean! Muchas gracias al Dr. José Ignacio Torres por esta gozada de artículo! Que lo disfrutéis, familia...

 

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El Instituto Homeopático y Hospital de San José

Me sorprendió encontrar un lienzo dedicado al Hospital Homeopático de San José de la madrileña calle de Eloy Gonzalo en la Exposición El Japón en Los Ángeles. Los archivos de Amalia Avia aquel día en que fui acompañado por Arancha y mi tía acuarelista a la Sala Alcalá 31, y me hizo pensar en mis sueños antiguos y en su actual situación.

Recuerdo los paseos con Arancha en sus cercanías mirando aquel lugar con deseo. Con la ilusión futura de poder formar parte de la historia de este mágico recinto. Me veía trabajando allí en labores docentes, clínicas e investigadoras en mis mejores sueños después de que hubiese sido declarado Bien de Interés Cultural de la Comunidad de Madrid en 1997 y destinado una inversión pública de 3,3 millones de euros para su restauración.

Y en parte, mis deseos se cumplieron porque conocí el hospital restaurado, paseé por sus pasillos, entré en su hermosa capilla, asistí a encuentros y visité su museo de la homeopatía y biblioteca ubicados en el edificio anexo en donde aún vivía una comunidad religiosa.

Desde Burgos viajaba algunos fines de semana para impartir docencia en materia médica y clínica homeopática en sus bellas y luminosas aulas. Un lujo, para un humilde médico de familia. Y un placer para los sentidos de aquellos que saben degustar lo hermoso de los lugares telúricos.

Llegamos a celebrar en una de sus aulas un 10 de abril de 2016 el Día Mundial de la Homeopatía con la participación de médicos, farmacéuticos, veterinarios, asociaciones de pacientes, vecinos y público en general en una jornada vespertina que terminó con la visita al museo.

Breve historia de un edificio singular

Este bellísimo edificio neogótico construido entre 1874 y 1878 es obra de José Segundo de Lema (1823-1891), un arquitecto que además de llevar a cabo varias obras en Aranjuez (como la reforma del Hospital de San Carlos y el Palacio Silvela) fue nombrado arquitecto mayor del Palacio Real y proyectó en 1872 el Palacio Zabálburu en Madrid una obra singular en la que se observa la influencia del arquitecto francés Viollet-le-Duc.

Su construcción fue fruto del empeño de los médicos homeópatas de Madrid agrupados en la Sociedad Hahnemanniana Matritense que hicieron posible que fuera el primer hospital homeopático abierto al público en España con carácter continuado.

La Sociedad Hahnemanniana Matritense fundada en 1845 impulsó por suscripción popular la construcción de un hospital donde practicar y enseñar la homeopatía. José Núñez Pernía, Marqués de Núñez y fundador de la sociedad cubrió los gastos adicionales hasta el término de las obras siendo el coste total de 991.712 reales.

El hospital y su consulta de beneficencia se hicieron populares en el barrio, donde se le conoció como el Hospitalillo de la Habana (nombre de la calle en aquel momento) y así lo ha sido hasta fechas recientes.​ El 9 de febrero de 1892, la fundación fue clasificada por real orden como Beneficencia de Particular, lo que la ponía bajo control de las instituciones sanitarias del momento. ​

Entre 1926 y 1936, Joaquín Núñez Grimaldos, Marqués de los Salados, potenció las actividades de la institución y la reconstrucción del consultorio homeopático y la modernización del edificio. ​

En 1929 albergó el Primer Congreso Nacional de Medicina Homeopática mientras que en 1933 sería la sede el Hotel Palace del VII Congreso de la Liga Internacional Homeopática estando entre los miembros de honor el profesor D. Santiago Ramón y Cajal y participando como conferenciante destacado el Dr. Gregorio Marañón con su disertación sobre Alergias, hormonas y vacunas. Su relación con la homeopatía. El Dr. Marañón señaló en ella cómo la evolución moderna de la Medicina, a través de la vacunoterapia, la medicación alérgica, la hormonoterapia y las vitaminas, seguía rumbos que justificaban la teoría homeopática y que un gran número de pacientes que acudían al médico homeópata lo hacían intoxicados por los tratamientos de la medicina clásica, buscando en sus gránulos y diluciones un descanso para su organismo. Han pasado casi cien años y aquellas palabras pronunciadas por el maestro siguen siendo ciertas.

El hospital fue desalojado durante la Guerra civil y utilizado como hospital de sangre y como cocina para la preparación de comidas para los vecinos. Sirvió después como alojamiento de tropas franquistas hasta que al finalizar la contienda volvió a desempeñar una función sanitaria.

Desde 1970 se enfocó más a la residencia por la falta de medios dejando de lado la parte de formación e incluso el mantenimiento del edificio, lo que obligó en 1980 al cierre del edificio principal y el traslado de las ancianas allí alojadas a una residencia de las Hijas de la Caridad en Buitrago de Lozoya, mientras se adaptaba el vecino edificio de Eloy Gonzalo 5 propiedad de la Fundación para acogerlas. Fueron años de decadencia por el deterioro del edificio que culminó con el derribo del consultorio.

El Ayuntamiento de Madrid realizó obras que permitieron la conservación del forjado principal, mientras la fundación buscaba fondos para repararlo. Sin embargo, se siguieron celebrando actividades en las salas mejor conservadas.

En 1997 fue declarado Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento lo que llevó a la Comunidad de Madrid a hacerse cargo de su reconstrucción. Diez años después, el edificio se centra en la formación médica y en 2008 coincidiendo con el 125 aniversario del edificio, terminan las obras. ​ El Hospital posee un importante fondo bibliográfico sobre homeopatía y en sus instalaciones se encuentra una farmacia homeopática y un espacio destinado al Museo Homeopático.

Poderoso caballero

Pavimentaron el paraíso y pusieron un estacionamiento

con un hotel rosa, una boutique y un lugar de moda.

Tomaron todos los árboles y los pusieron en un museo de árboles

y le cobraron a la gente un dólar y medio por verlos.

¿No parece siempre que no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes?

Joni Mitchell

Las personas amantes de la historia, la cultura y la ciencia de este país, y sobre todo los ciudadanos madrileños, lloramos la gran pérdida de un edificio singular por su arquitectura, valor cultural y médico. El Instituto Homeopático y Hospital de San José ha pasado de ser un lugar de ciencia, asistencia, docencia y cultura a convertirse en un Colegio Privado Americano.

Desafortunadamente asistimos a la desaparición de cines, librerías y otros comercios con un legado cultural insustituible, edificios únicos que han marcado la historia de nuestra ciudad, para ser sustituidos por comercios sin alma donde se vende ropa barata, la misma que se puede encontrar en cualquier lugar del mundo.

Han permitido que la Gran Vía, una calle que durante décadas había sido para locales y foráneos un espacio elegante para el paseo, el disfrute de un buen café en tertulia, el cine o el teatro rodeado de bellos edificios se transmute como en una película de ciencia ficción en algo desapacible pleno de sitios de dudoso gusto más parecido a un parque temático que al centro de una gran ciudad.

¿Qué pasará con el resto de los bienes culturales de los madrileños en el futuro? Quizás, puedan ser vendidos al mejor postor los museos, colegios profesionales, iglesias, conventos, cines, teatros, librerías y edificios singulares como cuando los yanquis venían con sus dólares a nuestro país y se llevaban un retablo barroco, una imagen gótica o una portada románica a cambio de un poco de carbón o una estufa.

Del mismo modo que el edificio del Instituto Cajal fundado en 1932 en la calle Alfonso XII frente al Observatorio Astronómico ha pasado a ser de uso privado ignorando que allí trabajó el mayor sabio que vio nacer nuestro país (algo impensable en países que cuidan su legado e historia), nuestro hospital queda en las manos que manejan los dólares sin el mínimo pudor para con la historia.

Su misión museística y científica pasa por ello a mejor vida y a los madrileños nos esquilman otro bien público. Cómo diría Don Francisco de Quevedo ¡Poderoso caballero es don Dinero!


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