jueves, 18 de abril de 2024

Como siempre, gracias, hermano Leonardo Boff, por este regalo tan necesario para ir creciendo y atando cabos infinitos en lo cotidiano, a través de Religión Digital.👍🙏🙏🙏


Nuestros lamentos no son blasfemias, sino un grito doloroso e insistente a Dios: “¡Despierta!" El silencio de Dios y la muerte de los inocentes: Dios, ¿por qué te callas?

La vía del tren que conducía a Auschwitz
La vía del tren que conducía a Auschwitz Pixabay

Vivimos globalmente en un mundo trágico, lleno de inseguridades, de amenazas y de preguntas para las cuales no tenemos respuestas que nos satisfagan. Nadie puede decirnos hacia dónde estamos yendo: ¿hacia la prolongación del modo actual de habitar la Tierra, devastándola en nombre de un mayor enriquecimiento de pocos? ¿O cambiaremos de rumbo?

En el primer caso, seguramente la Tierra no aguantará la voracidad de los consumistas (ya ahora necesitamos Tierra y media para atender el actual nivel de consumo de los países ricos) y tendremos que hacer frente a crisis y más crisis, como el coronavirus y el calentamiento global, imparable ya (lazamos en la atmósfera 40 mil millones de toneladas de gases de efecto invernadero al año). Es posible que no tengamos más retorno e iremos al encuentro de lo peor.

O, forzados por la situación, recuperaremos la razón sensible y sensata, pues ahora está enloquecida, definiremos un nuevo rumbo más amigable para con la naturaleza y la Tierra, más justo y participativo de todos los humanos. Trabajaremos a partir del territorio, diseñado por la naturaleza, pues él puede ser sostenible y crear una verdadera participación de todos. Entonces empezará un nuevo tipo de historia con un futuro para el sistema-vida y el sistema-Tierra.

¿Tendremos tiempo?

¿Tendremos tiempo, valor y sabiduría para esta conversión ecológica? El ser humano es flexible, ha cambiado mucho y se ha adaptado a distintos climas. Además la historia no es lineal. De repente surge lo inesperado y lo impensable (un salto hacia arriba en nuestra conciencia) que inauguraría un nuevo rumbo para la historia.

Ucrania
Ucrania

Mientras esperamos, sufrimos por los males que están ocurriendo en la Tierra: hay 17 lugares en guerra. El papa Francisco ha dicho muchas veces que estamos ya en una tercera guerra mundial por partes. No es imposible que irrumpa un conflicto nuclear total y lleve a la pérdida de toda la humanidad.

En este contexto nos ponemos en el lugar de Job y clamamos a Dios en medio de tantas muertes de inocentes, de genocidios y de guerras altamente letales.

“Dios, ¿dónde estabas en aquellos momentos aterradores en que la furia genocida de Netanyahu mató a 13 mil niños inocentes y a más de 80 mil personas y madres en la Franja de Gaza? ¿Por qué no interviniste, si podías hacerlo? Más de 500 mil casas, hospitales, escuelas, universidades, mezquitas e iglesias fueron arrasadas. ¿Por qué no detuviste ese brazo asesino? Tu querido hijo Jesús sació a cerca de cinco mil pesonas con hambre. ¿Por qué permites que cientos y cientos de personas mueran de sed y de hambre? ¿Dónde está tu piedad? ¿Estas víctimas no son también tus hijas e hijos especialmente queridos porque representan a tu Hijo crucificado?”.

Benedicto en Auschwitz
Benedicto en Auschwitz

Recuerdo con dolor las palabras del papa Benedicto XVI cuando visitó el campo de exterminio de judios en Auschwitz-Birkenau: “Cuántas preguntas surgen en este lugar. ¿Dónde estaba Dios en esos días? ¿Por qué hizo silencio? ¿Cómo puede tolerar este exceso de destrucción, este triunfo del mal?".

Job tenía razón al reconocer que “Dios es demasiado grande para que podamos conocerlo” (Job 36,26). Él puede ser y hacer aquello que no entendemos, pues somos limitados. No obstante tercamente Job profesa su fe, diciendo a Dios. “Aunque me mates, aún así creo en ti” (Job 15,13). Es inovidable el testimonio de un judío antes de ser exterminado en el Gueto de Varsovia en 1943. Dejó escrito en un papelito que puso dentro de una botella: “Creo en el Dios de Israel, aunque haya hecho todo para que no crea en Él. Escondió su rostro… Si un día alguien encuentra este papelito y lo lee tal vez va a entender el sentimiento de un judío que murió abandonado por Dios, ese Dios en quien sigo creyendo firmemente”.

Un grito doloroso, no una blasfemia

No pretendemos ser jueces de Dios. Pero podemos, como el Hijo del Hombre en el Monte de los Olivos y en lo alto de la cruz, Jesús, casi desesperado, clamar: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Marcos 15,34)

Nuestros lamentos no son blasfemias, sino un grito doloroso e insistente a Dios: “¡Despierta! No toleres más el sufrimiento, la desesperación y el genocidio de inocentes. Despierta, ven a liberar a aquellos que creaste en amor. Despierta y ven, Señor, para salvarlos.

En medio de esta profunda tristeza, nuesta esperanza prevalece, porque por la resurrección de un hermano nuestro, Jesús de Nazaret, se anticipó nuestro fin bueno. Eso es lo que nos da sentido y no nos permite desesperar ante la dramática situación de la humanidad y de la Tierra.

Leonardo Boff escribió: Jesucristo Liberador, Dabar/Trotta 2022; Nuestra resurrección en la muerte DABAR/Trotta 2012. 

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Comentario del blogg:


Seguramente el dolor y la decepción del ser humano ante su relación con "dios", estén basados en el modo de comprender y sentir la presencia de esa energía que desde pequeñ@s nos han enseñado a invocar para que resuelva todo lo que nosotros no podemos resolver en esta vida, y cuando experimentamos que ese poderío diosístico no da señales de vida, en los momentos más duros, nos quedamos hechos puré, con una pésima sensación de fracaso, abandono y desolación. ¿Qué le pasa a dios para que casi siempre se quede al margen de nuestras peticiones de socorro? ¿Le importamos un rábano? ¿O somos sus juguetes mecánicos y nos crea, nos salva, nos condena  o nos mata según esté su humor diario? ¿Por qué si la humildad es tan necesaria para sanarnos y vivir en paz, resulta que ese dios sólo quiere en primer lugar que le adoren, le alaben y le amen, le veneren constantemente, de tal modo que los tres primeros mandamientos que dio a Moisés durante el éxodo de Egipto a Palestina, sólo hablan de la coba que hay que darle para tenerlo contento y que nos haga caso...?

Posiblemente la educación religiosa que recibimos desde la infancia sea la causa de ese drama. Las religiones no nos liberan, al contrario, como muy bien indica su nombre, religión significa en latín el hecho de religare: atar dos veces, por falta de una; por un lado lo divino y por otro lo humano opuestos entre sí, el dichoso arbolito del bien y del mal que lleva milenios siendo el oximoron del Paraíso Terrenal. Humanidad y dios. Cada uno por su lado, con la contradicción constante de que sólo lo divino es lo bueno y lo humano lo malo. Si eso es así, ¿qué le pasa a dios?, ¿tendrá esquizofrenia y se confunde también? Qué locura. Todo lo contrario que hace el Espíritu mediante el alma, la conciencia y la resurrección constante de la energía evolutiva desde la materia elemental. Siempre de un modo fácil, sereno, limpio, inocente, sorprendente, accesible a todos, nada de "elegidos" en plan cacique, se extiende como la brisa, la luz del sol, la ruta de los astros, el vuelo de las aves, el aroma de la tierra y la caricia del agua o el calor del fuego en el frío y de su llama en la oscuridad, la frescura de las plantas, la belleza y el perfume de las flores, la sombra maternal, protectora, en  los frutos, los árboles y de todas las plantas...

Tal vez si nos educásemos en ese ambiente desde el inicio de nuestras vidas nos sentiríamos mucho más despiert@s y conectad@s con nuestra raíz infinita revelándose constantemente en el tiempo y en el espacio. Amor, Luz y Vida sostienen todo cuanto existe, aunque no se gestiona, más bien se ningunea llamándolo  "misterio",  a pesar de que esa aclaración, precisamente, es nuestra función de aprendices y descubridor@s. Pero lo que encontramos por estos barrios no es así. Lo primero que falla es bautizarnos nada más nacer sin que sepamos lo que significa el remojón bautismal ni podamos elegir. Deberíamos bautizarnos cuando tenemos despierta la conciencia, la visión y la responsabilidad de ser libres. El bautismo en realidad debe ser producto de la maduración psicoemocional de cada ser humano. Pero la religión tiene miedo a no poder atarnos lo suficiente si nos deja crecer sin su control ceremonial ya convertido en institución, incluso políticamente como es caso del estado Vaticano, una barbaridad que Jesús sin duda borraría del mapa, para vivir con total plenitud la libertad "de los hijos de dios" que somos todos los seres humanos,  tal y como se entendía en los primeros tiempos con Jesús en La Tierra y el Evangelio recién estrenado. 

Luego, nos llevan a la iglesia para cumplir preceptos y allí escuchamos siempre el mismo mensaje, que apenas tiene nada que ver con nuestras vidas diarias. Pecado y virtud están eclesiásticamente enfrentados; por un lado te dicen que perdones, pero si tú te sientes culpable e imperfect@ con tanto mandamiento de por medio, ¿quién te perdona a ti, si a dios nunca lo puedes ver ni escuchar en directo? Para eso están  los curas, pero si hay curas abusadores y pederastas, ¿ A ellos quién les perdona y les permite ir perdonando a quienes tal vez no tienen de qué arrepentirse y que tal vez podrían perdonarles a ellos? ¿Será el mismo dios que les dice lo que es pecado y luego no hace nada para que eso cambie, con el poder enorme que tiene, según nos han contado sus fans religionarios? 

Después de bautismo sigue la primera comunión, la confesión, confirmación, matrimonio, orden sacerdotal  e incluso  últimos auxilios antes de abandonar la jaula en que hemos soportado esta vida en vez de disfrutarla, compartirla y celebrarla plenamente con la energía inagotable que lejos de agobiar y amenazar con el infierno y colocarnos el concepto "cielo" como el premio a los más kukys, listos, "buenos" y guapos, ricos y rezadores procesionistas, resulta que está mucho más cerca de los que no tienen nada y por ello descubren Todo mucho antes. Toma ya. Resulta que ese Todo es nuestra esencia, y jamás nos abandona. Es el ignorar y asumir el relato de esa realidad teórica sin límites lo que nos impide percibirla tal como ES, precisamente porque lo que nos cuentan de ella no se corresponde con su Realidad. Es algo así como ser miopes o bizcos y ponerse gafas para corregir el  astigmatismo.

Si Jesús se hubiese quedado en su taller de Nazaret contando cuentos preciosos sobre su divinidad y sin hacer nada por nadie, la humanidad se habría quedado eternamente en Babia. Pero él dejó todo y se lanzó al Infinito, lo mismo que hizo Buda, así lo reconoció como Padre de Tod@s y no sólo de él. Así nos regaló la primera dosis de eternidad sin barreras. Seguramente que ya intuía el precio que iba a tener que pagar por esa entrega. Y no por "culpa" de dios, sino porque el concepto "dios" se queda en nada ante esa Realidad de la que cada una/uno de nostro@s es una gotica divina cuanto más humana, en su océano tan pleno y feliz, como sencillo y accesible. Pero con su experiencia también abrió la puerta de la regeneración, de la vuelta a casa, del reconocimiento del camino. Él no fundó nada, ni dejó escritos. Nos dejó en libertad para la búsqueda y la escucha. No dejó más sugerencia que el Amor, al que más que como a un dios hay que mirar como a un padre/madre/familia imparable e incontable, y al mismo tiempo lleno de paz y quietud profunda, que nos espera constantemente para darnos el abrazo creador total, minuto a minuto, día a día, respiro a respiro, ése que nos da la vuelta como a un calcetín sin forzar nada y que cuando se manifiesta no tiene retorno al caos, porque una vez abrazad@s e integrad@s ya es imposible distinguir diferencias ni tensiones entre amb@s. 

El vacío que se experimenta en la sensación de abandono de "dios" a la humanidad, sólo es producto de que esa humanidad se ha quedado colgada en la percha fosilizada de unos relatos más idólatras que auténticos. Re/ligare es muy peligroso, al Amor Incondicional que todo lo sostiene y todo lo acoge y lo transforma no es posible atarlo con ninguna creencia, tiene alas naturales, y sólo se manifiesta en la experiencia cotidiana libre de rollos y cadenas, por eso cuando hay certeza sobra la fe como fijación fanática, pues de ese modo se fortalecen la esperanza y el amor de más alta energía: la caritas, en latín. 

El Amor Infinito nunca es fanático, ni se impone, ni juzga ni condena. Todo eso es obra de una especie que aunque se llama humana, es más primitiva y autómata que que otra cosa y, seguramente por ello se ha inventado un dios, a su imagen, semejanza y entendederas, el concepto lo ha recortado a su medida, de modo que en vez de ser libre para reconocerse plenamente en el Infinito que la crea y la sostiene, porque es parte de ÉL/ELLA/ELLO, siempre ha tratado de ajustar ese Amor Infinito a su medida más cómoda y mucho más complicada, llena de entuertos, en vez de dejarse amar, sorprender e integrarse en él sencillamente, para reconocer en ese estado ya inmanipulable "religiosamente", su propio origen y destino. 

Querido hermano Leonardo, lo que nos pasa aquí en este nivel del existir sin Ser, no es "culpa" del despiste de dios, sino causado por el fluir natural y lentísimo de una especie que lleva milenios dando vueltas sobre sí misma, adorando su ombligo y complicándolo todo voluntariamente sin saber porqué. Tirando lo mejor de sí misma por las alcantarillas de la apariencia y del paripé. Simplemente, porque se enreda en los afueras e ignora los adentros y  al estar tan distraída en bagatelas nunca puede descubrir por completo la realidad que la abraza y la protege, sobre todo de lo más chungo de sí misma, sino que sólo encuentra  trocitos sueltos en el mejor de los casos, porque en general, ni eso. Y así estamos como estamos...

Lo que le hicieron a Jesús en Jerusalén fue el resultado de su elección al realizar el viaje mesiánico, no fue el deseo ni el mandato del Padre, que siempre respeta y no impone ni manipula nuestras decisiones, es nuestro crecimiento como conciencias, almas y estados evolutivos lo que decide y encauza nuestra voluntad hacia la toma de decisiones. De hecho, si Jesús se hubiese quedado en Nazaret o en cualquier pueblo de Galilea o de Samaria, nunca le hubiesen crucificado. Ese tormento nunca fue voluntad del Amor Infinito de Padre/Madre, sino una interferencia brutal de la voluntad inhumana que lleva milenios suplantando en plan disfraz la energía plena que Somos y nos hace posibles, en medio de tantos zarpazos del miedo, las especulaciones, el sufrimiento y la ignorancia confundida con la inteligencia. 

Es la Resurrección la respuesta más clara y completa del Amor Infinito a la muerte y al sufrimiento de nuestro querido Jesús, un agujero negro que origina un mundo perdido en su propio laberinto. Afortunadamente todo es más claro y sencillo de lo que parece. La Resurrección es la clave. Y de nosotr@s depende descubrirla y dejar de sufrir por una narrativa que nos bloquea y no nos permite evolucionar del fenómeno humano al medio divino, como muy bien comprendió y describió con toda claridad Pierre Teilhard de Chardin.  

El dolor es inevitable en el fenómeno humano, pero el sufrimiento - o sea, la autocomedura de tarro con lo que nos ha dolido- ya es cosa nuestra y depende de como lo vivimos. Jesús lo experimentó sanamente en el dolor padecido sin sufrimiento, y así pudo perdonar a los criminales 'que no saben lo que hacen'- y de ese modo al desplegarse el Amor Infinito en su completa entrega tan positiva como generosa, resucitó y se ha quedado con nostr@s, para seguir dando clases constantes de Amor inagotable en la sorprendente y preciosa escuela de las Bienaventuranzas. Nada religadoras y por ello, liberadoras infinitas.

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