lunes, 9 de octubre de 2023

Juan Torres López y Nueva Tribuna nos dejan esta valiosa e imprescindible información. Nadie mejor que un ingeniero especialista, personal y profesionalmente implicado en salvar el Planeta del ecocidio, para explicar con todo detalle la realidad que él afronta cada día en su trabajo y las posibilidades de frenar la hecatombe climática. Gracias, muchas gracias, así que vámos al deslío de la información en primera línea y del compromiso responsable, ya ineludible, no sólo para los gobiernos del Planeta, sino también para la ciudadanía, para cada un@ de nosotr@s, revisando y corrigiendo nuestros propios hábitos consumistas en el día a día, si queremos que esto mejore y cambie de rumbo, antes de que no haya más salida que la autoextinción de Naturaleza y (des)Humanidad a velocidad exponencial. ¿Contaminarían tanto las industrias y sus negocios si nosotr@s dejásemos de viajar como locos, de comprar y consumir objetos y productos innecesarios, contaminates, y redujésemos ese consumismo a simple consumo estricto de lo que de verdad es necesario y preciso para vivir sanamente mientras vamos curando y recuperando la salud de la Tierra que nos sostiene y nos alimenta mientras la destrozamos completita: aire, agua, tierra, vegetación, clima, geología, zoología, botánica y biología...por los suelos ya convertidos en rascascielos, ¿tal vez las nuevas pirámides mortuorias de nuestra inteligentísima especie? Una sociedad tan mecanizada, irresponsable y sin conciencia ecológica ni ética y tecnológicamente desalmada, en un mundo a la deriva contaminante, consecuencia de sus propios abusos, es el principal y único enemigo mortal de sí misma. Y para confirmar el marrón ecológico completito, ahí tenemos a Ucrania y a Rusia, a Israel y a Palestina, a los USA y a todos sus secuaces planetarios...El Apocalipsis se ha quedado corto.

 

LIBROS | JOSÉ ESQUINAS

Rumbo al ecocidio

El título de este comentario es el del libro que acaba de publicar en Editorial Espasa, José Esquinas Alcázar. Un título que lleva una segunda parte esclarecedora: Cómo frenar la amenaza a nuestra supervivencia.

El autor es ingeniero, doctor por la universidad de California y ha sido profesor universitario e investigador durante varios años, pero creo que su trayectoria destaca, sobre todo, por su labor en el seno de la FAO, la organización de las Naciones Unidas para abordar los problemas de la alimentación y la agricultura.

Durante más de 30 años ha contemplado desde cerca -visitando casi 130 países- y analizado el problema de la desnutrición, y ha sido el principal impulsor de un acuerdo internacional cuyo cumplimiento es fundamental para garantizar la vida en el planeta, el Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura.

El libro que ahora ha publicado es un documento a mi juicio de extraordinaria utilidad para conocer la realidad de lo que está ocurriendo en nuestro mundo.

El hambre no es, ni mucho menos, una desgracia inevitable o el resultado inexorable de la escasez

Por un lado, explica claramente por qué el hambre no es, ni mucho menos, una desgracia inevitable o el resultado inexorable de la escasez. Con datos y gracias a su experiencia directa y sobre el terreno, Esquinas muestra que el hambre es, en realidad, la consecuencia de que no haya voluntad política para atajarla porque se deja que predomine el interés comercial de las grandes compañías y bancos que controlan los recursos fundamentales para la vida en nuestro planeta. En el libro se demuestra que no sólo no faltan recursos, sino que, por el contrario, se produce mucho más de lo que se necesita, pero de un modo tan irracional, en aras de ganar dinero, que se desperdicia, provocando además enfermedades y gastos de todo tipo que suponen finalmente una factura mucho más elevada que la necesaria para garantizar la supervivencia de las 35.000 personas que mueren cada día de hambre en todo el mundo.

En el libro se analiza también la estrecha relación que el hambre tiene con modos de producir y consumir que atentan contra la diversidad natural que es la base de la vida y se explica, a través de numerosos ejemplos y experiencias, de qué forma se han transformado los recursos comunes en mercancías, provocando derroche y escasez al mismo tiempo.

Esquinas muestra también con minuciosidad y desde primera línea las enormes dificultades a las que se enfrentan los organismos internacionales, las presiones e incluso las amenazas que sufren quienes día a día tratan de salvar al planeta.

El autor señala con rigor y valentía la naturaleza del principal problema que tenemos hoy día los casi 7.900 millones de seres humanos que poblamos la Tierra, la comisión de un auténtico ecocidio, un delito de lesa humanidad que deberías ser considerado y perseguido como tal por los tribunales internacionales.

José Esquinas no es ingenuo al respecto. En los dos capítulos finales de su libro ofrece respuestas posibles para evitar la desaparición de la vida humana en el planeta a causa de la propia acción humana pero lo hace señalando que eso es algo que no cabe esperar que se produzca si la población no toma conciencia de la amenaza. Solo se podrá garantizar su supervivencia si la gente decide actuar, reclamando medidas, leyes e intervenciones y también convirtiéndose en operadores activos de esa reclamación, convirtiendo -dice Esquinas- su carro de la compra en un carro de combate contra la destrucción de la casa común de la especie humana.

Se trata de un libro de muy fácil y atractiva lectura y que cualquier persona culta debería leer, sin distinción ninguna, salvo la de no querer ser ignorante. No plantea un combate de izquierdas o de ideologías; se trata, sencillamente, de saber qué nos está ocurriendo y qué se puede hacer para salvar a todos los seres humanos, si es que no queremos que perezcamos juntos, como también señala con toda la razón en su libro.

Lea el libro y difúndalo.

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