domingo, 12 de julio de 2015

Un último beso

(A Javier Kahe, in memoriam)

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Te has ido en un suspiro
trovador del café y la nicotina,
te has ido sin fanfarrias, a tu estilo,
sin rezos, ni aparatos ni bocinas.
Te has pirado en un tris
como una chispa
no has querido alargar la despedida
en esta removida democracia
a la que ahora tratamos
de ajustar las costuras
y a punto de cortarle un traje nuevo
que no venga estampado
de trampas e imposturas,
ya nos hemos cansado
de tanto cachondeo
de tragar tanto sapo bendecido,
de doblar la bisagra
ante los disparates programados
y la coronación del pitorreo.

Lo estamos comprendiendo
despacico, que en eso somos lentos
de reflejos:
No era la democracia la culpable
era más bien su ausencia,
ésa que tu ironía denunciaba
entre susurro y grito,
esa lerda y estúpida manía
de llamar democracia a cualquier cosa
que suele colocar el poderío
en las turbias vitrinas de su historia
contándonos milongas al oído.

Será por el cansancio hecho de siglos,
tal vez,
por la acumulación de malos tratos
quizás porque es muy duro
vivir a la merced de un cacicato
y tener que elegir entre comida y libros
para que los caciques de la no-democracia
nos esquilmen del todo impunemente,
no sé por qué será, pero la gente,
al parecer
se ha espabilado en masa
raramente,
a base de leñazos
de tanto malandrín incompetente,
ha sacudido al fin su tontocracia
y ha visto que el poder que no se ejerce
en cadena perpetua se convierte
y transmuta política en desgracia.

Por eso, es una pena que te vayas ahora
cuando empieza a surgir otro paisaje
para el que tus canciones y tu ingenio
sembraron las semillas y el mensaje;
se ve que debe ser, lo más probable,
ese tipo de bromas de inexplicable gusto
que gasta el universo cocinando el destino
con la complicidad de espacio y tiempos.

Nos vas a perdonar que en este caso
llevemos la contraria al mantra inapelable
del fracaso y votemos en masa
para que se evapore
esa fingida y cutre democracia
que endosada nos fue por sus adeptos
tan descascarillados como ineptos,
y puestos a cambiar vayamos juntos
a hacerle la puñeta a los gendarmes
y al mago negro que hace la carta astral
de los banqueros; cambiar en realidad
los viejos sueños
y hacer asambleario el Parlamento
con diferente look y derroteros
para que la decencia solidaria
nueva e inteligente colectiva
se convierta en la nueva y sana patria
que no tiene que ver con las fronteras
con pelotas de goma ni cuchillas,
con himnos ni el glamour de los horteras,
sino con la justicia y el derecho
con el apoyo mutuo y la alegría,
con la normalidad
con la que nos sorprende la mañana
y llena de sentido el nuevo día.

Y es que no sé por qué
tengo el presentimiento
de que los hombres buenos
no se mueren
aunque dejen su cuerpo
y se las piren de este mundo
incordión y contrapuesto,
puede que sea una forma
sin más
de dar el pego,
sobre todo tratándose
de locos y poetas
de chiflados que van a contrapelo.

Cuando en otoño vote  como en Mayo,
te prometo que votaré en tu honor
para que de una vez la democracia
aterrice sin miedo y no se vaya
y se acabe el imperio del horror
en lo posible.
Por éstas, te prometo que lo haré,
mientras le llevo el ramo a Marieta
que ya estará contigo por las nubes
bailando como loca ese claqué
que de siempre te tiene prometido
sin que monte otra vez el paripé
y llegue lo bailado en lo vivido.

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