miércoles, 27 de junio de 2012

RENOVACIÓN TOTAL O LA NADA

foto'Sin horizonte, hacen falta soluciones', por I. GABILONDO



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Desde el imperio de la mediocridad pocas soluciones se pueden poner en marcha. Lo que nos ha conducido al desastre nunca podrá sacarnos de él, sino hundirnos del todo. Está muy claro que para los gobernantes de Europa, sobre todo de la Europa dominante, no hay ninguna prisa en arreglar nada. Más bien, tenemos la sensación de que se esté esperando a que todo se acabe de hundir para hacer de lo que quede una réplica de la China anterior a la potencia que es actualmente. Con las consecuencias catastróficas que eso tendría no sólo para la democracia, los derechos y la justicia social, sino también para el Planeta.
Quizás es el mismo sistema agonizante e impotente para descifrarse a sí mismo el que nos está dando las claves de la autogestión, que no tiene por qué significar ruptura ni desmembramiento europeo, sino un renacimiento. ¿Por qué tener tanto miedo a que sean los ciudadanos de Europa los que se atrevan a diseñar la nueva Europa que necesitan? ¿Por qué no ponerse manos a la obra de levantar cada comunidad en lo inmediato, ya que lo remoto, que es la UE nos está quedando tan lejos? 
Una casa no se puede edificar de golpe y porrazo, con urgencia. Una casa para que no se nos caiga encima hay que construirla desde los cimientos y de abajo hacia arriba. Nivel por nivel. Esta Europa que ahora amenaza con derrumbarse sobre todos nosotros, se ha construido desde una estructura ortopédica de andamios artificiales, empezando por el ático. Construyendo en el vacío irresponsable y garrulo de creer que el dinero lo arregla todo, hasta la falta de inteligencia. Imponiendo en el sótano la misma visibilidad forzosa del último piso. Sin comprobar si las alturas intermedias están ya construídas. En el ático está el dinero, la banca, el mercado del dinero. En el sótano, los residuos tóxicos que produce le régimen esclavo del dinero, los problemas escondidos que no se quieren ver, pero que crecen y amenazan con que la presión de lo que no se ha resuelto amontonada sobre los muros ponga en peligro el edificio entero, que una vez revisado, deja de manifiesto que no tiene cimientos. Se construyó sobre el terreno movedizo de una historia triunfalista y se firmó en Maastricht. De espaldas a la realidad europea de cada día. Es lo que tiene idear proyectos desde una cúpula de poder sin contar con la cooperación democrática real, de la base. Y conocimiento práctico, concreto y humano de esa base. Por eso los ciudadanos europeos ahora mismo vemos como los representantes que se han votado, no saben por donde agarrar esta olla hirviendo y sin asas que tienen delante.
Quienes gobiernan Europa, por fuerza, si quieren salvarla como proyecto realizable, tiene que escuchar a los ciudadanos y apartar de una vez a los miembros del gobierno europeo que amenazan con no ceder en algo de su conveniencia, ni muertos. O sea a los dogmáticos y llenos de miedo y fanatismo ante cualquier idea que les lleve a no dominar el cotarro. Como Merkel. ¿Sería posible una Europa sin Alemania? No, desde luego. Pero ¿será posible una Europa unida y funcionando con Merkel ala cabeza de las exigencias y la cerrazón? Tampoco. No es Alemania el problema. Sino personas que funcionan como Merkel.
Tratemos de imaginar como hubiese sido la reunión de anteayer en Roma, si en vez de Merkel hubiesen estado presentes un Konrad Adenauer, un Willy Brandt o un Helmut Schmidt como representantes de Alemania.  Un Adolfo Suárez, un Marcelino Camacho, un Rubalcaba, un Zapatero, un Anguita o un Pedro Solbes por España y un Sandro Pertini, un Togliatti o un De Gasperi o el mismo Napolitano por Italia. Por Francia nos basta Hollande, de momento, aunque tampoco podríamos evitar la invitación a un Fraçois Miterrand o a un Valery Giscard d'Estaing. No se trata ya de derechas ni de izquierdas, sino de quienes demuestran que saben servir a la causa de la civilización y evolucionar con ella desde cualquier ideología o proyecto compatible que les estimule y les motive para conseguir y afianzar el bien común ¿Podemos imaginar qué habría pasado en una reunión con tales personas? lo más seguro es que gobernando ellos, esta situación esperpéntica que vive Europa no se habría producido nunca. Se habrían revisado muchas cosas, cambiado y adaptado otras muchas, propuesto soluciones antes de la debacle. 
Es la diferencia entre lo que funciona con inteligencia y lo que se limita a obedecer las consignas de la mediocridad y de la miedo-cracia. De lo "de siempre", aunque eso sea catastrófico, pero de un afalsa seguridad porque es lo único que se conoce. Por eso se repite en serie hasta que revienta todo y vuelta a empezar curando desgarrones sociales y amputaciones terribles de la libertad, de los derechos y de la democracia. 

En Europa domina el sentido ppero de la vida y eso excluye cualquier rasgo que pueda superar el fashion tea party o el living Las Vegas. Excluye la creatividad y la imaginación capaz de crear las bases de otro futuro. De abrir la puerta a lo inexplorado y a lo que está por hacer y podría dar trabajo, oportunidades y soluciones bien sanas y justas. Simples y prácticas. Si los que mandan se han quedado en blanco - o tal vez en negro- ¿por qué no abrir las puertas de los palacios de gobierno a las comisiones ciudadanas que representan a las asambleas? ¿por qué no reaprender un poco lo que se ha olvidado o sorprenderse por lo que no han conocido todavía? Ocupa la plaza, ocupa Wall Street, ocupa Londres...no es un afán de conquista ni de guerra, ni de anarquía, es un grito de lucidez, de supervivencia para todos. Y Europa, tantos siglos sabia y pionera en tantas cosas, no debería rechazar esa posibilidad de escucha y cooperación ciudadana, de dejarse guiar por la base que sabe y conoce y no sólo por la que memoriza, controla y vive de las teorías. Más muerta que viva. Más fósil que actual. Intentando curar nuevos males y heridas con fórmulas de la Prehistoria. Y así nos va.

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