LUZ Y CAMINO
Nuestro camino es un canon entre el despiste y las luces,
entre lo incierto y lo obtuso, entre lo iluso y lo cierto,
entre lo malo y lo bueno, entre luces de teatro
y oscuridades sin freno, entre la muerte y la vida,
entre el Edén y el infierno...
Es tan sólo el despertar lo que puede liberarnos
de semejante tiberio sin presente ni futuro
porque el pasado es el atlas de nuestros mapas enfermos
perdidos en la rutina repetidora agotada
de los mismos cuentacuentos.
Hay que salir de la cueva en que nos hemos quedado
atrapad@s y dormid@s, igual que en "La vida es sueño"
dormitaba Segismundo, enfrentándose a la vida
sin ver y sin comprender los porqués de ese tormento.
El error es buscar fuera lo que ya llevamos dentro.
Esa luz que no se apaga por más que el mundo lo quiera,
esa Vida incandescente que en cada respiración
nos inyecta la hermosura eterna y supraconsciente,
que no conoce el misterio ni la magia ni el poder,
que no gobierna ni impone
porque es el servicio eterno que nos ama y nos sostiene,
que nunca nos abandona en su infinita paciencia
pedagógica y preciosa, milagrosa y sorprendente,
restauradora y alegre, padre, madre, hermana, hermano,
familia liberadora en el eterno creciente
en etnias, pueblos, estados y religión diferentes,
donde el tiempo y el espacio son cataratas del alma
y la conciencia el timón para que el barco vital
no se entretenga y navegue hacia el puerto del Amor,
de la Vida verdadera, en ese mar infinito que nos cuida
y nos mantiene.
Donde todo tiene arreglo aunque parezca que no,
si la Luz maravillosa que nos crea y nos sostiene
lleva la brújula eterna mientras le abrimos la puerta
con esas llaves conscientes de alma, mente y corazón
y de sorpresa en sorpresa salimos de la prisión
que nuestros mismos "sistemas" construyen sin darse cuenta,
al confundir los enredos con nuestra liberación,
el apagón de la Vida con apretar el botón
que conecte con la I.A y el Amor con el deseo
de control, vacío y apego.
Lo más hermoso, divino, auténticamente humano,
asumible y verdadero
es que esa LUZ nunca invade, ni se ofende,
ni se venga, ni castiga,
nunca secuestra ni cobra por expandir su reflejo.
En las Bienaventuranzas Jesús nos dejó el programa
tan claro como concreto.
Las puertas sólo las abre la LUZ que llevamos dentro,
el Amor tan sólo llama, si no le abrimos no entra
porque no fuerza ni invade, y hasta lo erróneo respeta,
por eso es el don eterno,
lejos de la idolatría y el secuestro de conciencias...
Donde el error no perdona, la Luz y la bendición
aplican su tratamiento poniendo la otra mejilla
con la escucha y el perdón, el más sano linimento
que aporta la solución para tan torpes inventos.
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