jueves, 23 de noviembre de 2023

Qué buen aporte reflexivo para profundizar en una parábola evangélica entendida al revés. O sea, al pie de la letra metafórica, utilizada por Jesús de Nazaret, hace más de dos mil años, aplicada actualmente en un contexto cultural, social y político, bastante más abierto, plural y libre que el de la Palestina bíblica. Aquí dejo el tema para que se pueda leer y comparar con el texto original, en Mateo 25, 14-30. ¿Qué ejemplos y parábolas podría comprender en plan inteligente, una sociedad para la que la penalización de lo diverso, era la crucifixión? ¿qué tipo de metáforas y parábolas se podrían comprender para hacerse una idea de otras realidades evolutivas, hasta entonces desconocidas e inexistentes?


¿Una bendición apostólica del capitalismo salvaje?

La sorprendente parábola de los talentos como una bendición apostólica del talante ultra neoliberal.

Se diría que dar más a quien dobla sus recursos y castigar al que teme perderlo todo no es precisamente una defensa de los desfavorecidos. Bien al contrario, la parábola de los talentos contenida en el evangelio de Mateo podría interpretarse como una bendición apostólica del capitalismo salvaje más despiadado e implacable, un canto laudatorio de la improductiva y depredadora especulación financiera, pese a que los designios del Señor sean inescrutables.

El haber apostatado recientemente no me libera en absoluto de asistir a funerales católicos, para poder cumplir con el rito social de dar el pésame a los deudos del difunto, al no existir todavía espacios civiles normalizados y accesibles que ofrezcan una clara equivalencia funcional. Otra conquista pendiente de la sociedad civil que no quiera comulgar con ciertas inercias del pasado. Como no me prodigo en estas liturgias, acostumbro a reparar en las lecturas que se hacen durante la ceremonia. Por lo que se ve no soy el único. Hace poco unos cuantos comentamos al salir, la sorpresa que nos deparó un pasaje bíblico que se ha hecho bastate celebre por inspirar el denominado efecto Mateo dentro del ámbito económico. Yo mismo lo he invocado muchas veces, pero reconozco que nunca lo había leído en su literalidad y la verdad es que no tiene desperdicio. Lamento no poder cotejar la traducción que manejo con el idioma original del texto, por si la mediación traicionara el relato del evangelista concernido. Me refiero a Mateo 25, 14-30. 

Para más inri, tras declararlo como palabra de Dios, quien oficiaba la misa quiso convencer al auditorio de que dicha lectura se compadecía con esa especial sensibilidad manifestada por el Papa Francisco hacia los pobres. Les invito a leer esos versículos y juzgar si en realidad no viene más bien a bendecir una especulación financiera que podría servir como himno del ultra-neoliberalismo. Ignoraba que Leví de Galilea, el apóstol Mateo, se había dedicado antes a recaudar tributos. Este dato biográfico podría explicar el sentido último que tenga la parábola de los talentos. No confundamos el término con su acepción habitual, aunque resulte preferible hacerlo. Un talento era en aquel entonces una unidad pecuniaria equivalente a unos cinco mil denarios y por lo tanto a varios años de salario, pues un denario es lo que se cobraba ordinariamente por una jornada de trabajo. 

Mateo nos habla de un rico hacendado que, al marcharse de viaje, confía distintas cantidades de dinero a tres empleados, teniendo muy en cuenta por añadidura sus respectivas capacidades. Cuando regresa, quienes custodiaban un capital mayor, de cinco y dos taleros respectivamente, habían doblado la cifra inicial. Por el contrario, el de menor cuantía se había limitado a esconder su solitario talento porque temía perderle y sabía que no podía emular las habilidades de su señor, capaz de “segar allí donde no ha sembrado y recoger donde nada ha esparcido”, como esos inversionistas bursátiles que ganan dinero a espuertas en operaciones de dudosa moralidad y al margen del itinerario que recorra el dinero invertido, al que le puede ir mejor malvendiendo empresas y despidiendo a miles de trabajadores, 

A los que habían logrado duplicar el capital el señor les felicita por su éxito y les promete confiarles mucho más en el futuro como recompensa, mientras que al tercero le regaña sañudamente por su pereza, le despoja de cuanto tiene y ordena que lo arrojen a las tinieblas, tras decirle que “debía haber dado el dinero a los banqueros para recobrar su caudal con intereses” (sic). Esto no parece muy coherente con expulsar a los banqueros del templo, proclamando que no se debía convertir en “una cueva de ladrones”, tal como el antiguo recaudador de impuestos nos ha contado poco antes (Mateo 21, 12-13). Parecen dos consideraciones muy distintas del sistema bancario, aunque quizá solo se trate de una cuestión topológica y no hubiera problema con los negocios llevados a cabo fuera del recinto sagrado. 

¿Qué faceta de Jesús prefiere uno imaginar en un hipotético Juicio Final? Quienes idolatran el dinero como bien supremo y patrón de todas las cosas lo tienen muy fácil. Serán partidarios de premiar a los acaparadores que acrecientan su patrimonio sin miramientos y despreciar a quienes tienen otras prioridades que no sean la del enriquecimiento personal. El síndrome del Tío Gilito siempre ha hecho fortuna -nunca mejor dicho- entre nosotros y sus adeptos nunca han dejado de considerarse superiores. Para colmo suelen creer que al velar en exclusiva por sus intereses ayudan filantrópica y automáticamente a los demás, al dar ejemplo y dinamizar el mercado con sus finanzas.

 Quienes no les imitan merecerían su pésima suerte y no serían susceptibles de compasión alguna. Lo malo es que muchos desheredados de la fortuna en el fondo piensan algo homologable, como demuestra ese concepto de aporofobia certeramente acuñado por Adela Cortina. En un rinconcito de nuestro imaginario colectivo sigue agazapada la promesa del sueño americano como una meta sumamente deseable. Como si el hacerse millonario fuera la única e indiscutible meta de nuestras vidas y todos quisiéramos convertirnos en comisionistas, intermediarios o algo aún peor, si cabe. 

Comoquiera que sea, el pasaje bíblico del evangelio de Mateo da qué pensar. El espíritu del capitalismo no sería un rasgo específico de la ética protestante, pace Weber. También estaría enraizado en ese sorpresivo efecto Mateo que menosprecia el ahorro y ensalza la especulación bancaria. Sin ir más lejos bajo esta luz evangélica cobraría pleno sentido la expresión de los beneficios caídos del cielo.

Aquí tienen la cita en cuestión: “¡Oh siervo malo y perezoso! Tú sabias que siego donde no siembro y recojo donde nada esparcí. Pues por eso mismo deberías haber dado a los banqueros mi dinero, para que yo a la vuelta recobrase mi caudal con los intereses. Quitadle aquel talento y dádselo a quien tiene diez talentos. Porque a quien tiene, habrá de dársele con abundancia; mas al que no tiene, se le quitará incluso lo que parece tener” (Mateo 25, 26-30). Esto avalaría fenómenos como el de Javier Milei y todos aquellos que defienden una eugenesia economicista. ¡También lloro por mí, Argentina!

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Comentario del blog. 

Querido hermano Roberto R. Aramayo, gracias por tu testimonio, leer este manifiesto tuyo ayuda mucho a entender los porqués del fracaso religioso, -atar dos veces que es lo que en latín significa el término religare- del enredo mental y emocional de nuestra especie que lleva toda su historia confundiendo churras con merinas, el tocino con la velocidad y elefantes con bicicletas, apariencias con realidad y gafas de ver con vendas en los ojos, como la Justicia, por ejemplo...O los dioses variopintos de las distintas empresas creyentes teóricas y nada comprobantes prácticas, que durante milenios han venido siendo un negocio redondo para el poderío en sus diversas manifestaciones manipuladoras for ever & ever.

En el caso de la parábola de 'los talentos' monetario/culturales ( o sea, la pasta y sus propiedades) para que un pueblo a la altura de la situación histórica pueda comprender las nuevas propuestas vitales de un tiempo nuevo y desconocido, no significa para nada que se esté valorizando y recomendando el basurero moral, que precisamente, impide que la evolución y el despertar humano tenga lugar, sino todo lo contrario: tratar de que la basura de los comportamientos sea transformada en abono y compost para una nueva forma de cultivo, transformando lo inútil y tóxico para convertirlo en vacuna. Algo así como una homeopatía del lenguaje, para abrir mentes, limpiar basuras mentales y conductuales,  y así despertar conciencias al mismo tiempo. 

Sólo basta con fijarnos en los cuentos y relatos ejemplarizantes a lo largo de la historia literaria para comprender el valor didáctico de las parábolas de Jesús de Nazaret. ¿Acaso te está animando el relato de Caperucita a que te vayas de paseo por el bosque con el lobo feroz a  casa de la abuelita, o a que eches de casa a tus hijos pequeños como hacen los padres de Pulgarcito, si no puedes alimentarlos, o a que te quedes encantado con la bruja de Hansel y Gretel o a castigar por cien años, como le pasó a la Bella Durmiente, para vengarte de no haber sido invitada a un guateque? Esos cuentos también son parábolas instructivas y a nadie se le ocurriría condenar ni despreciar a los autores por utilizar imágenes poco ejemplares como referencia, al contrario, se les agradece cada relato por su didáctica. 

¿Cómo es posible, conociendo y practicando la ética y el amor, desde dentro y no como un ritual teórico, simplemente con una conciencia despierta, normalita, ya se sea creyentes, agnósticos  o ateos, que se entienda la parábola de los talentos, como una exaltación del capitalismo salvaje, o sea, del mismo pifostio que acabó con la vida física de Jesús crucificándole, precisamente, por estar al lado de los que no tienen ningún "talento" millonetis que invertir? O sea, un contrasentido absoluto, que dejaría la experiencia viva de Jesús sin sentido ni valor alguno. ¿Qué sentido tendría dejarse crucificar en ese plan, destrozando en una parábola todo el mensaje de la propia vida de nuestro carpintero irrepetible? 

Esa parábola homeopática, exactamente emplea la contradictio in terminis argumental, para hacer comprender a la humanidad, lo que vale la inteligencia cuando está vinculada al espíritu en vez de a la ambición, al afán de lucro, a la poca lucidez  o a la tacañería que impide invertir energía en la generosidad, sin miedo  alguno a perder un capital en luz y energía que nadie ni nada puede quitarnos cuando se descubre y se vive plenamente, y también con fallos y defectos superables, si así lo queremos, claro, en cualquier circunstancia, por difícil y penosa que se presente, así de golpe. 

El mensaje parabólico no es difícil de entender: quien no invierte en Vida, Luz y Amor, acaba excluyéndose a sí mism@ del Proyecto Común, del beneficio compartido, ya que todo, todo, está comunicado energéticamente por eso que un@s llaman espíritu y otros energía cuántica e inteligente, cósmica, al mismo tiempo fluída y estable, física, química, matemática, lingüística, poética, sonora, musical, cromática, mental, consciente, emocional que nutre el sentimiento profundo de un renacer constante, sin fronteras... 

El mensaje nos indica que utilicemos para crecer como seres despiertos la misma capacidad gestora, entusiasmo y energía que se utiliza para medrar sólo materialmente, porque si no lo hacemos, nosotr@s mism@s nos arruinaríamos como entidades completas, despiertas y conectadas con el Todo y por ese despiste  vivido como asunto de "fe ciega" repetimos sin parar las mismas experiencias siglo tras siglo, Era tras Era, de religión en religión, sin comprender lo que significa la sana evolución que sustituímos por revoluciones que con el tiempo se manifiestan como parte de la misma involución, que sólo terminará cuando despertemos en masa crítica de ese estado de inconsciente hibernación ontológica. Como ayuda podemos contar con el Tao de Lao Tsé, el Buda de Shidarta, el Reino de los Cielos de Jesús o la experiencia sufí de Rumi y su testimonio danzante cósmico. O sea, con la armonía, la paz, el equilibrio, la fraternidad, la justicia universal, la ética, la belleza y la serenidad que produce el beneficio inversor en el amor infinito, por encima de las inversiones en banca y negocio, sólo abono y compost reciclable y ecológico, para la verdadera cosecha que nunca se acaba.

¿No crees que ya va siendo tiempo de crecer y de madurar como individuos y como especie, aprendiendo a distinguir intelectiva y culturalmente, la esencia de las  apariencias circunstanciales, o sea, al ser humano de la ropa que va utilizando  según el clima estacional en que le toca vivir temporalmente a lo largo de su historia? ¿Imaginas cómo entendería la humanidad del siglo I de esta Era, los conceptos de Bien Común, sindicatos, Derechos Humanos, ONU, ONG, igualdad, feminismo, machismo o justicia social,  y cómo hacer posible que se entendieran en el lenguaje aplicado a los conceptos habituales en aquellos tiempos? Valga una vez más la parábola como metáfora usando lo "normal" equivocado para descubrir la normalidad del acierto...Por eso es fundamental que nuestra evolución tenga su base y fundamento en nuestro interior, mucho más que en los relatos "sagrados", por muy "divinos" que nos los prediquen sin haberlos entendido previamente, para poder aplicar el aprendizaje sana y acertadamente al exterior. De lo contrario lo que es el sujeto humano, queda reducido sólo a la condición de objeto manipulable. Todo lo contrario de la buena noticia universal que en griego llamaron Evangelio (eu angellòs), nada que ver, en este caso, con tomar al pie de la letra y mucho menos aplicar como dogma, la parábola de los talentos o cualquier otra... El plano de un "dios"/jefe de empresa bancaria, que aparece en ese relato a la altura del momento evolutivo, es exactamente la antítesis de la nueva experiencia que Jesús vino a descubrirnos. Es decir, la invitación profunda a cambiar desde lo heredado que nos manipula al nuevo estado cognitivo e integrador que nos libera, usando la materia primaria desde el instinto convertido por la falta de consciencia en emociones desquiciadas, que esclavizan lo individual y lo comunitario, para convertir la vida en energía liberadora, mediante un proceso evolutivo y cósmico, en total conexión  personal y social, sencilla, inocente y al mismo tiempo sabia y contagiosa desde la inteligencia del amor, mediante nuestro individual y comunitario despertar. O sea, "un cielo nuevo y una tierra nueva", descubiertos y construidos por una nueva humanidad in crescendo y evolucionando exponencialmente  ad infinitum  mientras despierta y así va descubriendo el bendito "todo fluye" (panta rei de Heráclito) desde la constante e igualmente  bendita estabilidad axial de Parménides. Sin la quietud reflexiva lo que fluye no tiene sentido ni orientación y acaba siendo un caos, pero  también sin fluir y sin compartir la quietud se apaga y/o se enrancia y se pudre en su propio estancamiento inamovible. Un equilibrio que se adquiere y desarrolla, integrando el yo en el nosotr@s y viceversa.

Por eso es imprescindible despertar cuanto antes para ver lo que hay y lo que aún no hay  en nuestro camino individual/colectivo, una realidad inseparable para que la vida humana siga en pie  y valga la alegría y no tanta pena...⏰⏱️⏲️🕰️🧐🤩😍🙏🏻🎉🎉🎉...

Gracias, hermano Roberto y Nueva Tribuna, por esta oportunidad de revisión, de abrir ventanas a otro futuro posible y sobre todo por el disfrute compartido por encima de las etiquetas clasificadoras, de comprobar que la Casa Común no tiene fronteras, sino caminos preciosos para cruzar paisajes diversos y variados, que están indicados en el mismo mapa terrestre y en la misma brújula cósmica.  Un viaje sin límites, personal y comunitario, cuyo equipaje imprescindible consiste en armonizar desde el alma y la conciencia lo cuantitativo con lo cualitativo. Lo visible y lo invisible. La noche y el día. Norte y Sur. Este y Oeste. Yin y Yang. La Luz esencial que Somos Tod@s sin enterarnos, en plan O.N.C.E. total. Ains!!!!

Besos y abrazos, querida familia!

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