martes, 6 de marzo de 2018

Otras miradas, otras propuestas


Anoche en La 2 de TVE, dedicaron un programa de "En Portada" a explicar como se puede rehabilitar a los jihadistas franceses que atacaron en Francia con actos criminales varias veces. Fue un ejemplar recital de inteligencia. Aquella sociedad herida de muerte por musulmanes franceses, procedentes de los barrios marginales  que eran a su vez víctimas de la ignorancia, el fanatismo, el odio inoculado y la manipulación,  no ha reaccionado a la española, menos mal, sino ejecutando un programa pedagógico durante el tiempo en que los terroristas han estado encarcelados, y el resultado ha sido la rehabilitación completa de unas personas condenadas a la marginalidad y al crimen, convertidas en ciudadanos aptos para vivir en comunidad multicultural, que dan gracias a la vida y a Francia por haberles concedido una segunda oportunidad para recuperarse como seres humanos dignos y reestructurados emocional y mentalmente.
Durante su encarcelamiento -que no ha sido cadena perpetua y doscientos o trescientos años incumplibles como hubiera sucedido en España- han estudiado ciencias, filosofía, ética, física, biología, arte, historia de otras culturas...-han tenido la oportunidad de despertarse y verse por dentro y en su relación con los demás y aseguran cómo les ha sanado la conviencia con personas encarceladas de otras procedencias cuturales. En su miseria ignorante y llena de odio que ni siquiera era su odio personal, sino una manipulación ideológica fruto de la locura y la destrucción ontológica, de lo que han tomado conciencia  que les ha facilitado cambiar de perspectiva, de opciones y de vida. De hecho ahora cooperan en asociaciones civiles para mejorar la sociedad.

Llamaba la atención hasta el lenguaje, la empatía y la humanidad respetuosa de la periodista que les estrevistaba y les acompañaba serenamente y sin darles cuchilladas "ingeniosas" y "profesionales" para lucir su palmito periodístico y egocéntrico, por las calles y barrios de París. Qué distinto el tono y las intenciones de lo que estamos acostrumbrados a ver y oir en España con los Ferreras, Pastor, Griso, Wyoming, Quintana, Inda o Marhuenda o Terchs o Jiménez Losantos, o los de Más vale tarde y demás hierbas aromáticas...
En un país como éste la rehabilitación de los delincuentes nunca será posible y eso significa también nuestra incapacidad para avanzar como democracia y estado de derecho de verdad y no de boquilla. La conciencia está anulada como valor personal y colectivo, sólo cuenta la eficacia del momento, cortar orejas y rabo a quien sea si eso es lo que toca y tiene tirón, el ansia por dar el golpe donde sea y a quien sea, la venganza de Don Mendo como astrakán por decreto, patética, rídícula, miserable y cruel, una insensibilidad social en la que no se distingue al delincuente del que lo juzga y lo condena. Que no es justicia sino vendetta pura y dura que usa la ley como revancha y no como equilibrio de fuerzas que ajusten a las personas tras el desastre de un crimen. Se acerca más al concepto mafioso, primitivo, desequilibrado e imperdonable que a la reacción de una civilización humanizada e inteligente. Pienso en las víctimas del terrorismo español y en las del terrorismo francés y no parecen seres del mismo Planeta. Cuando oigo hablar a los familiares de las víctimas españolas percibo en ellos tanto odio irracional, aspereza y hostilidad crónica como en quienes pusieron las bombas. Y lo de perdonar ya ni nombrarlo, toda la capacidad para el perdón se queda atascada y maniatada en las procesiones, entre los cirios y en las saetas de Semana Santa o en dar besicos a la cruz los viernes santos con mantilla, peineta y capuchón de nazarenos. Una comedia estrafalaria que nos precipita por el despeñadero del cinismo beato y la devota hipocresía ya hecha costumbre y elevada a tradición/traición sacrosanta. Y bastante esperpéntica.

Creo que la mejor victoria sobre el mal no es matar, castigar y ensañarse con los delincuentes que lo perpetran sino conseguir que se rehabiliten y cambien de orientación no por la fuerza y el sadismo justificado, sino por la lucidez y la educación no represiva, sino cognitiva. Una sociedad es libre, democrática y civilizada cuando valora mucho más el bien común que salirse con la suya, cuando decir patria significa tener un alma colectiva que compartir y no edificar las cárceles más grandes, mantener los ejércitos mejor armados, las policías más bestias, los jueces más cerriles y las instituciones más medievales. 

Si os apetece podéis ver ese programa extraordinario de En Portada, en youtube, pidiendo "Vídeos a la carta" en La 2 de TVE. Mientras lo veis se puede hacer un ejercicio práctico para comprobar a qué nivel está nuestra conciencia, observando nuestras reacciones espontáneas ante lo que vemos y escuchamos. Y con honestidad intentar reconocer nuestro estado íntimo y colectivo. No estaría de más tomar nota de ese trabajo y repasarlo de vez en cuando para que no perdamos pie en el enlodamiento diario a que estamos sometidos, por ejemplo , con  espectáculos amañados como el que acabo de ver hace un rato en Barcelona, donde una colla de empresarios alemanes han hecho un ejercicio de acoso y derribo a la española, como si fueran la troika, contra el Presidente del Parlament catalá, que ha sido una vergüenza impensable en cualquier país civilizado que no se haya perdido el respeto a sí mismo, por ejemplo, contra Rajoy y sus latrocinios oficiales y 'respetables' por los que nunca se le piden responsabilidades en Europa ni en España, unido a la reacción de los periodistas que complacidos y relamiéndose comentaban el hecho desde La Sexta, con ese descarado y retorcido regusto de alegrarse por el mal ajeno más que por el bien propio, sin comprender que es el retrato de nuestro propio mal.
El pueblo catalán y su proceso no es un delito sino la consecuencia de que España está muy mal pertrechada institucional y constitucionalmente y no hay manera de que se dé por aludida porque su falta de educación intelectiva y emocional unida a la manipulación informativa, se lo impide y la atasca en un eterno callejón sin salida.
Cuando vemos que las cosas no funcionan, que hay una enfermedad ¿acaso la emprendemos con los enfermos y los apaleamos porque creemos que sólo quieren fastidiar al médico?, lo normal es que tratemos de ayudarles a mejorar . Entonces ¿qué nos pasa cuando la enfermedad consiste en la incapacidad social para reconocerla como tal  y tomar conciencia de ella? Pues, que es el país entero el que está enfermo de orgullos mal digeridos y egos desatados a tutiplén y no lo sabe, porque su enfermedad le sale muy rentable al establishment financiero y antipolítico que nos está destrozando con nuestra venia y consentimiento. 

Hay que salir ya del sopor y despertarse antes de que sea tarde y ya no sirva ni despertar, en un remedo del Pedro Páramo de Juan Rulfo o de un eterno Otoño del Patriarca revival de García Márquez, cuyo nacimiento, por cierto, se celebra estos días.

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