domingo, 10 de octubre de 2021

Este artículo que publica hoy Infolibre, cuya autora es Marta Monforte, es un estupendo y lúcido resumen de la situación política española representativa, en la práctica diaria. Me reafirma así en la convicción de que necesitamos un cambio en la gestión pública del poder Legislativo, como mínimo. Seguramente si la gestión de los problemas sociales fuese compartida cooperativamente por una municipalización participativa más directa e interventora de la ciudadanía, bien auto organizada por supuesto, todo el problema de sobrecarga y hasta la ineficacia que se deriva de ello, los plazos interminables, loe trámites y vericuetos, tantas veces inútiles y siempre lentos para las soluciones en los momentos necesarios y más urgentes, sobre todo, provocando aplazamientos sine die, con el sufrimiento colectivo de la ciudadanía y la sobrecarga individual paralizante de los gestores políticos más sensibles y empáticos, con más conciencia y compromiso (Baldoví es un ejemplo en València). No es lo mismo reunirse constantemente y durante horas interminables para leer papeles que solo repiten las mismas letanías en distintas y mareantes versiones, para dejarlo todo en puntos suspensivos un día tras otro, que ir resolviendo cada día, entre tod@s in situ, y en proximidad, la problemática de municipios, comarcas y autonomías, cargando en Madrid con todos los marrones del Estado sobre unos pocos personajes sin contacto directo con la realidad social de los pueblos y situaciones diversas, porque no hay más remedio, el centralismo burócrata del poder en abstracto, solo funciona de oídas, teniendo en cuenta que siempre los representantes están más preparados si conocen en directo y mucho mejor los problemas de los lugares concretos de que proceden, que los del resto del país. ¿Cómo olvidar la foto del podemita, Ramón Espinar, en el Congreso, cuando en pleno conflicto laboral por los despidos en la empresa de Coca Cola, se presentó al debate con tres botellas de esa bebida en una bandeja, para ir bebiendo durante el debate, sin caer en la cuenta de lo que estaba haciendo? Eso no hubiese pasado jamás si en el lugar de Espinar hubiese estado un enlace sindical, por ejemplo, o un trabajador o trabajadora directamente afectad@s por el problema. La distancia entre la institución y la realidad hace añicos la equidad, interfiere en las soluciones y diluye el compromiso, aún sin querer. Por eso Diego Cañamero, por ejemplo, mientras fue diputado de UP, se iba a currar a la recolección de la cosecha y así nunca perdió los estribos de la realidad o Gerardo Iglesias volvió a su trabajo en la mina cuando acabó su etepa como representante de IU, o Nicolás Redondo dimitió como diputado del Psoe para segurir en el sindicato de UGT o Marcelino Camacho siguió viviendo en el piso humilde y sin ascensor en Carabanchel siendo diputado. Esa es la dinámica que de verdad hace posible la confianza en el sentido ético y en la conciencia de los representantes políticos. En Alemania, por ejemplo, son los landers (estados federales) con los municipios y barrios en activo, quienes le dicen al Estado lo que necesitan hacer para construir desde el bien común, que nunca está separado del bien personal, mientras ya lo van haciendo por su cuenta, y no al revés, esperando sine die los permisos que nunca llegan, debido seguramente, tanto a la lentitud del proceso como a interferencias ideológicas/cloaquísticas y chanchulleras, de parte del funcionariado intermediario que pasa papeles o los retiene, según tendencias e hilos titiriteros. Por eso Merkel ha podido soportar 16 años de cancillería. En España, alguien como ella habría dejado la política en cuatro días, agotada y hecha un trapo por el panorama. La diferencia: Alemania hizo limpieza general tras el nazismo y cambió para siempre de aires. Allí el nazismo no tiene una fundación subvencionada por el Estado, ni un par de partidos que lo lleven a las urnas como si la propuesta de cargarse la democracia fuese lo más democrático del mundo. Ser nazi en la casa fundacional del nazimo, desde 1950 es delito. En España la transición no hizo limpieza de valores morales ni se permitió reconocer los errores ni pedir perdón a la sociedad y comenzar de cero. Al contrario: se consideró ejemplar esconder la mierda bajo las alfombras y muebles cortesanos, dentro de sótanos y buhardillas, en los armarios y trasteros. En las cloacas infinitas. Los mismos que fueron ministros en la dictadura se hicieron líderes ideológicos con sus partidos, con el único testimonio práctico y público medianamente aceptable de Adolfo Suárez, que tras un berrinche detrás de otro, consiguió legalizar el partido comunista y la ley del divorcio del minsitro Fernández Ordóñez, (por lo que fueron puestos de vuelta y media, como "traidores a la patria", obviamente por el partriotismo de escopeta y perro) pero el resto siguió como si nada. Creyendo que bastaba con no ver el basurero heredado para que no existiese. Pero no ha sido ni es así. La basura siempre es basura y si no se limpia a fondo, se desinfecta, se recicla lo menos basuril, con una reeducación adecuada, pues luego, con los años se deshace el maquillaje... Y pasa esto que ahora nos agobia, nos aplasta, nos desmoraliza, nos asquea, y lo peor sobre todo: nadie sabe como pararlo porque no hemos desarrollado herramientas adecuadas y cuando se trató de desarrollarlas con el 15M, llegó Podemos como caballo de Troya para evitar algo así, por eso, precisamente se le dio en los medios el protagonismo que se le quitó a la ciudadanía y a sus inicativas buenísimas que desaparecieron silenciadas por arte de magia hegemónica. Como recomienda Aristóteles en su "Ética a Nicómaco" hay que repasar lo almacenado en la Historia, no para admirarlo y sentirse muy patriotas solo por el hecho de una denominación de origen geográfico y casual, sino sobre todo para reconocer los errores, avergonzarse de ellos y no repetirlos más. Una patria para merecer ser querida y valorada tiene que dar la talla ética, social y humana que la convierta en vida práctica y la saque de las vitrinas, los mantos, las coronas, los legados intocables y los plumeros llenos del polvo, pelusas y mugre añeja que la separan del factor humano que a su vez la hace posible con sus impuestos y vasallaje forzoso, en figureo, pompa y circunstancia. La patria, -que en realidad si fuese cierta y tuviese sentido sería una matria que jamás usaría la violencia, el odio, el rencor, el chantaje del miedo o la envidia como estandartes-, nunca es cosa de hulligans territoriales e ideológicos, sea como sea la sustancia del invento, mientras se limite al letrero visceral de himnos, banderas e instintos barnizados de glamour o fanatismo heredado, solo será una pegatina o el hierro que marca a la ganadería. Los toros tampoco pueden elegir el hierro de su patria/dehesa con la firma de autor incrustada en el lomo for ever. La humanidad del siglo XXI está en otro nivel, tal vez a base de leñazos y evidencias. No otro estado de necesidad consciente es el origen de las migraciones actuales. ¡Menos mal!

Día Mundial de la Salud Mental

La salud mental de sus señorías: "Este trabajo destruye vidas personales"

  • Marta González (PP), Mar García Puig (Unidas Podemos), Gabriel Rufián (ERC), Mari Carmen García (Cs) y Joan Baldoví (Compromís), relatan a infoLibre cuáles han sido sus momentos más difíciles en política y cómo lidian con la ansiedad y la presión añadida del cargo que ocupan.
  • "Muchas veces me he preguntado cuánta relación tiene mi cáncer con la situación de estrés vivida en el partido"
  • "Estoy en terapia y, con el ritmo que llevamos, admito que es difícil compaginar la terapia con el trabajo parlamentario"
  • "Muchas veces, antes de salir de casa, he salido llorando"
  • Este domingo, 10 de octubre, está declarado por la OMS como Día Mundial de la Salud Mental

Publicada el 10/10/2021 a las 06:00
Infolibre 
Joan Baldoví, Marta González, María del Carmen Martínez, Gabriel Rufián y Mar García.

Joan Baldoví, Marta González, María del Carmen Martínez, Gabriel Rufián y Mar García.

IL

Desde pequeños soñamos con dedicarnos a profesiones glamurosas, interesantes, divertidas (actriz, futbolista y piloto, si le preguntáis a mis primos). Una vez crecemos hay una profesión que se convierte en el chascarrillo en las comidas familiares: "Dedícate a la política, que esos no hacen nada y cobran mucho". Se trata de una de esas frases que escuchamos de manera recurrente y que, habitualmente, tiende a situar a los políticos como el origen de todo lo que está mal. Aunque la culpa no se reparte por igual; se suele dirigir a uno u otro lado del hemiciclo, dependiendo de quién sea tu interlocutor.

Los diputados del Congreso, a quienes normalmente van dirigidos estos lacónicos comentarios, no son trabajadores per se (no se rigen por el Estatuto de los trabajadores), sino que son los representantes electos del pueblo. Gozan de salarios por encima de la media española (3.050,62 euros brutos al mes) acompañados de generosas dietas (1.960 euros de manera generalizada, excepto para los 37 diputados que pertenecen a la circunscripción madrileña, que reciben 935 euros mensuales) y viajes sufragados a cuenta del Congreso sin tener que dar ninguna justificación pública. infoLibre ha conversado con diputadas y diputados de distinto signo con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, este domingo 10 de octubre.

La diputada Marta González, portavoz adjunta del Grupo Parlamentario Popular (GPP), trata de desmitificar "los comentarios que hay acerca de que los políticos no trabajamos". "Los días de pleno entramos a las ocho de la mañana y salimos cuando anochece", expone, "y después te limitas a volver a casa y descansar un poco". "Es un precio muy alto el que se paga, y hasta que no está dentro, mucha gente no es consciente del deterioro físico y mental que supone dedicarse a esto" .

El portavoz de Esquerra Republicana de Cataluña (ERC), Gabriel Rufián, es consciente de "los privilegios" de los que disfruta por desdicarse a la política. "Es muchísimo peor estar en un trabajo mal pagado, con un jefe abusivo", relata. Es más, confiesa que a los 25 años sufrió ansiedad "por tener que ir a un curro de mierda", lo que le hace "tomar perspectiva" de su situación actual, Aun así, destaca que cuando empezó "le costaba mucho lidiar con todo lo que supone un pleno", con horarios que apenas le dejaban margen para tener tiempo libre y cuidarse a nivel físico y mental. "Sí que es cierto que es un trabajo que destruye vidas personales, es complicado tener una vida personal sana, con equilibrio", explica.

Otra de las ventajas que supone trabajar en el Congreso es que el precio de desayunar, comer, tomar el aperitivo o un café está por debajo del que se oferta en los establecimientos de puertas afuera por las subvenciones que reciben. Sin embargo, González asegura que sus señorías no tienen "casi tiempo ni para comer". "La mayoría de las veces engulles un bocadillo de la cafetería para sobrevivir", relata esta diputada, con asiento en la Cámara Baja desde el año 2011. González recuerda que en más de una ocasión diputados de grupos minoritarios entran en comisiones por equivocación. "Eso indica el estrés que te generan ese tipo de situaciones", afirma.

La diputada Mari Carmen Martínez, de Ciudadanos, corrobora las palabras de González. "Nuestra vida se resume en correr por los pasillos", nara esta política jerezana, con asiento en cinco comisiones parlamentarias, para la que el ritmo en el Congreso "es frenético". "Lo que más pesa es la responabilidad, queremos asistir a todo, y el estrés nos acompaña diaramente", narra. Martínez explica que, al pertenecer a un grupo que solo cuenta con 9 diputados, "se echan más horas" que en los grandes partidos.

Cuando la mente y el cuerpo dicen "basta"

La pasada semana la secretaria de Estado de Igualdad y miembro de la Ejecutiva de Podemos, Noelia Vera, anunció que dejaba la política institucional porque "cuando el cuerpo avisa hay que saber parar". Fuentes de Unidas Podemos evitan dar detalles para respetar la privacidad de la diputada, pero admiten que acarreaba un "desgaste personal" por la carga de trabajo. Hace apenas unos meses, en julio, Montse Venturós, alcaldesa de la CUP del municipio barcelonés de Berga, dejaba su su puesto al frente del consistorio alegando que sufría una depresión. "Nunca es fácil asumirlo y pesa un estigma que nos hace parecer personas débiles", fueron sus palabras tras presentar su dimisión, convencida de que "si al frente hubiera una figura masculina", no se le habría cuestionado tanto como a ella. 

La diputada Mar García Puig lleva conviviendo con la ansiedad desde su adolesdencia. En declaraciones a este medio, la parlamentaria de Unidas Podemos relata que el 20 de diciembre de 2015, día que se celebaron las primeras elecciones generales en las que concurrió como diputada, dio a luz a dos mellizos prematuros. "Sufrí una depresión postparto fuerte, a la vez que me incorporaba en política", relata."Estoy en terapia y, con el ritmo que llevamos, admito que es difícil compaginar la terapia con el trabajo parlamentario", confiesa.

García Puig concede que se ha avanzado en la visibilización de los problemas de salud mental. "Ahora se empieza a decir más, sobre todo las mujeres, y esto es gracias al feminismo", valora. Sin embargo, destaca que, actualmente, "aún existen prejuicios" en el entorno laboral social. "Tener un problema de salud mental no te hace menos capaz", asegura. "Yo tengo la suerte de poder decirlo abiertamente, pero es cierto que el ambiente en política institucional y la vida interna de los partidos no ayuda a controlar la ansiedad", expone.

El único parlamentario que tiene Compromís en la Cámara Baja, Joan Baldoví, incide en que la presión es mayor cuando se ocupan puestos de responsabilidad y, en ese sentido, recuerda su etapa como alcalde de Sueca, una localidad valenciana de casi 30.000 habitantes. "Muchas veces, antes de salir de casa, salía llorando", relata. Baldoví, que ejerció como alcalde durante los años más duros de la anterior crisis económica, explica que lidió con "situaciones muy duras": "Mucha gente sin trabajo, sin horizonte de futuro, que trataba de buscar soluciones en la administración más cercana, que en aquel momento ejercía yo como alcalde", explica. "Me entraba un dolor de barriga que no podía controlar y unas ganas tremendas de llorar".

"Muchas veces me he preguntado cuánta relación tiene mi cáncer con la situación de estrés vivida en el partido"

Para Fernando Chacón, catedrático y profesor titular de Psicología Social en la Universidad Complutense de Madrid (UCM), son los conflictos internos de los partidos los que pueden provocar más ansiedad a los políticos. "Se desencadenan luchas, traiciones y yo tengo la sensación de que eso, probablemente, es lo que peor se viva", valora en declaraciones a infoLibre.

En ese sentido, Marta González, que ejerció como vicesecretaria de comunicación en la Ejecutiva de Pablo Casado durante un año, se pregunta "cuánta relación tiene mi cáncer con la situación de estrés vivida en el partido". La actual portavoz adjunta del PP sufrió un cáncer de mama el pasado año, del que todavía se está recuperando. "Te enfrentas a situaciones en las que los medios te obligan a tomar posicion sobre un tema, tengas o no conocimiento del mismo. Parece que estemos dentro de una competición para ver quién reacciona antes y se pierde la capacidad de tener una opinión propia meditada y consensuada también con el partido", explica.

Baldoví coincide con González. "En el Congreso tienes que dar respuestas rápidas de todo y a todas horas. La política se ha acelarado mucho, para los políticos y también para los periodistas", valora. "Si eres una persona que tiene que dar la cara ante los medios de manera habitual tienes que medirte mucho las palabras, y eso comporta una presión añadida".

El psicólogo asegura que "los niveles de estrés" sí están relacionados con "la probabilidad de desarrollar un cáncer". Hay estudios que muestran cómo el estrés adrenérgico es una influencia ambiental que favorece la progresión de muchos tumores, incluyendo el cáncer de mama. Las situaciones crónicas de estrés emocional aumentan los niveles de hormonas (catecolaminas) que actúan sobre las células cancerosas. González asegura que en su familia no había antecedentes y cree que su "vida tan estresante", en la que apenas hacía ejercicio físico, le pasó factura.

"Padeces más por tu entorno que por ti mismo"

Gabriel Rufián ha normalizado la alta exposición mediática que supone tener un cargo como el suyo. "Sales a la calle y hay gente que te aplaude y gente que te insulta, no lo llevo mal, la verdad", concede. Sin embargo, asegura que hay "compañeros que se tienen que medicar" y le parece normal. "Hay gente que le puede la presión, la vertiente más complicada es la personal. Te tienes que pensar muy bien a qué clase de sitios puedes ir, pacedes más por tu entorno que por ti mismo. Te sabe mal por las personas que te rodean", abunda.

El portavoz catalán confiesa que lleva cuatro años sin poder ir a la playa. "Quieres evitar aparecer en cualquier tipo de revista o publicación que solo busca hacerte daño", razona. Una situación que recuerda a la vivida por ministra de Igualdad, Irene Montero, y el exsecretario general de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, que el pasado año tuvieron que interrumpir sus vacaciones en Asturias por "coacciones y amenazas". La propia ministra señaló, en una entrevista en la Cadena Ser, que este año habían decidido irse fuera de España, sobre todo para proteger a sus hijos. Ambos políticos han sufrido también escraches constantes en su domicilio en el último año.

El psicólogo asegura que este tipo de episodios "puede provocar un empeoramiento de las relaciones familiares" y vincula la profesión de la política con un alto porcentaje de separaciones y divorcios. El excecretario de organización del PSOE, José Luis Ábalos, confesó que su marcha del ministerio le produjo una liberación. “Me sentí liberado. Sentía que no tenía vida", dijo en una entrevista con este medio y, en ese sentido, admitió que a su hijo mayor y a su nieto les gustó esa salida: "Les duele que se metan conmigo. Lo llevan mal". Ábalos, al igual que Iglesias y Montero, también sufrió escraches a las puertas de su casa.

La marcha de Ábalos sorprendió a muchos en el PSOE. Él fue uno de los principales apoyos de Pedro Sánchez cuando dimitió en el año 2016 por no querer facilitar la investidura del entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Cinco años más tarde, Sánchez lo sacó del Gobierno de coalición. El psicólogo destaca que los perfiles que suelen triufar en política son aquellos que "no sienten tanto las emociones" y no muestran empatía. "En política muchas veces estás obligado a pisar a los demás para que no te pisen a ti", incide Chacón, que asegura que estos perfiles "marcadamente sociópatas" se dan con los políticos pero también con policías, por ejemplo. "Aquellas profesiones en las que te sientes más o menos impune", valora.

Conciliar la vida personal con la laboral

Los parlamentarios consultados aseguran que los equilibrios entre la vida personal y la laboral son difíciles. "Cuando me voy cada domingo, mi hijo llora y a mí se me cae el alma", comenta la diputada de Ciudadanos. Aun así, destaca que tiene la suerte de contar con un entorno familiar y político que le facilita el trabajo.

García Puig, cuyos mellizos ya tienen casi seis años, admite que es complicado compaginar. "Al ser prematuros han tenido varios ingresos", explica. "Me separé y eso tampoco es fácil, pero al menos sí tengo una red que me permite conciliar", explica.

Por su parte, Rufián destaca la importancia de mantener ese equilibrio personal y hace un llamamiento a hacer terapia. "Es algo que le iría bien a todo el mundo", comenta. "Te puede ayudar a ver las cosas en perspectiva. Y a no tomártelo todo a la tremenda. En política pasas de héroe a villano en 24 horas".

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