martes, 26 de diciembre de 2017

El discurso del Rey

Javier Pérez Royo






Un discurso como el que dirigió el Rey Felipe VI a la sociedad española por televisión el pasado 3 de octubre no tiene cabida en una Monarquía Parlamentaria, en el único tipo de Monarquía compatible con un Estado Democrático de Derecho. El Rey se arrogó un protagonismo político que no le corresponde, anteponiendo el principio monárquico del 1.3 CE al principio de legitimación democrática del art. 1.2 CE.


Lo hizo, además, con una torpeza extrema, identificándose con el discurso del Presidente del Gobierno, con un “discurso de parte”, que, entre la “angustia” que atravesaba por igual a las dos mitades en que estaba dividida la sociedad catalana, tomaba partido por una de ellas contra la otra. La agresividad contra la mitad nacionalista y el apoyo incondicional a la otra mitad con una retórica españolista, no podía conducir más que a hacer más profunda dicha división.
En dicho discurso estuvo el origen de la activación del art. 155 CE de la forma en que se acabó haciendo, que no es la prevista en la Constitución. La Constitución contempla una reacción “de naturaleza política” frente a un “ejercicio desviado del poder por una Comunidad Autónoma”. Se trata de una respuesta política por parte del Estado para imponer  a la Comunidad Autónoma el cumplimiento de la Constitución o de la Ley que esta última está desconociendo. El 155 CE es un instrumento de “protección excepcional o extraordinaria” del Estado frente a una emergencia de naturaleza política.
En la forma en que se ha activado, la reacción de naturaleza política ha desembocado en una reacción de “naturaleza penal”, que no estaba prevista de ninguna de las maneras en la Constitución. Políticamente el 155 CE va a tener una duración breve: los cincuenta y cinco días del proceso electoral y los días que sean necesarios para la investidura del President de la Generalitat. Penalmente va a tener una duración indefinida. Ya son 28 los dirigentes políticos nacionalistas investigados por el Tribunal Supremo, 18 de los cuales son parlamentarios electos.
Lo que estaba previsto en la Constitución para “corregir políticamente un comportamiento políticamente desviado”, se ha convertido en una persecución penal de toda la política desplegada por el nacionalismo catalán en los últimos años. Para esto es para la que está siendo utilizada la activación del art. 155 CE.
Políticamente en el Parlament y en el Govern va a estar la misma mayoría parlamentaria y el mismo Govern que antes de la activación del 155 CE. La diferencia va a estar en que los máximos dirigentes de dicha mayoría van a estar procesados penalmente. Y en que, como consecuencia de ello, la línea que divide políticamente por mitad a la sociedad catalana se ha hecho más ancha y más profunda.
El art. 155 CE ha dejado de ser un instrumento de “rectificación política de una conducta  políticamente desviada” para convertirse en un instrumento de “persecución penal del adversario político”, algo muy común en las sociedades predemocráticas, pero que no ha ocurrido nunca en un Estado Social y Democrático de Derecho.
Una democracia no puede operar si se utiliza el sistema de Administración de Justicia lato sensu, Ministerio Fiscal, Tribunales y Fuerzas y Cuerpos de Seguridad en su función de policía judicial, contra el adversario político. No hay nada de qué hablar políticamente. Esa es la posición del Presidente del Gobierno avalada el 3 de octubre por el Rey.   Para eso disponemos de los  Fiscales, Jueces,  policías nacionales  y guardias civiles.
En esto es en lo que ha acabado desembocando la activación del art. 155 CE. Y esto es lo que desató el Rey Felipe VI con su imprudente e inmoderado discurso del 3 de octubre.  “A por ellos” no puede ser nunca el discurso de un Jefe del Estado. Y menos si carece de legitimidad democrática.
Felipe VI parece haberse dado cuenta de su error. En su discurso de felicitación de la Navidad del 24 de diciembre ha corregido el tono e incluso el contenido de su discurso anterior. No puede reconocerlo, pero es obvio que así ha sido. Implícitamente ha reconocido que no puede ser portavoz de una parte de la sociedad catalana contra la otra.
El problema es que llega tarde. El mensaje dirigido a todos los parlamentarios elegidos el 21-D de que tienen que trabajar juntos con el objetivo de servir al conjunto de la sociedad catalana, difícilmente puede abrirse camino, cuando los dirigentes de una parte de ellos están en la cárcel o amenazados con penas de cárcel. ¿A qué acuerdo se puede llegar bajo una amenaza de esta naturaleza?
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En efecto, el problema es que llega tarde. Este rey es sólo un peón del engranaje. No es relevante, ni su opinión decisiva, él también obedece al mismo sistema disparatado para una democracia, pero muy útil para las oligocracias opacas y corruptas que están tan interesadas en que él siga en el trono, como el mismo rey en que éstas sean su soporte. Se retroalimentan. En una total simbiosis contra natura democrática, igualitaria y ética. Una monarquía impuesta por un dictador y asumida por el miedo de una sociedad oprimida e ignorante siempre llega tarde porque es una rémora, un lastre del pasado más triste y negro. 
Poco tiene de creíble el discurso de un jefe de estado que carece de responsabilidad jurídica y penal de sus propios actos, como lo define la Constitución. Es una especie de consola rococó, que adorna con su rancia pátina dorada y su espejo oscuro el vestíbulo del disparate anacrónico.
Sería un personaje de sainete si no fuese porque se nos lleva ese 0'9% del PIB,
que nos haría falta para paliar el desastre social que estamos condenados a padecer con este régimen, más propio de los siglos XVII y XVIII que del siglo XXI.
Mientras no  se convoque y se realice un referendum acerca de la aceptación o rechazo de la monarquía como modelo de estado, este país de países
seguirá siendo un desastre de desastres. 
Debo confesar que no he escuchado entero ni un sólo discurso de este lamentable personaje, como escuché apenas alguno de su padre, tras comprobar que nunca aportan nada
y son una redundancia constante, retórica, acomodaticia y hueca.
Me repugnan los paripés, la fanfarria, el protocolo por el protocolo, sin significado ni significantes, sin sustancia digna de tal nombre, sobados tópicos que no valen un chavo cuando los analizas, y que cuando haría falta que fuesen útiles y orientativos, - ya que nunca serán decisivos ni dignos de tomarse en serio de un modo ejecutivo-, sólo sirven para enfrentar a los españoles, para apoyar el caciquismo secular y alargar en el tiempo la manonegra que mueve todas las cunas: el dinero y sus mercados, que sostienen los poderes más indecentes del mundo, con la subsiguiente estela de desigualdades e injusticias que se venden como "legalidad vigente", mediante leyes manipuladas y aplicadas a gusto de sus manipuladores, enfangados en un berenjenal enlodado que no distingue las competencias ni las funciones
de los tres supuestos poderes del estado de "derecho" cada vez más retorcido, cual columna salomónica. 

Partiendo de la base de que el respeto y la consideración no son patrimonio de ningún apellido dinásticoni de ningún cargo relevante, sino que hay que ganárselos a base de decencia, ética, buen juicio, lucidez y sabiduría práctica -que no de hipocresía, figureo y protocolos ridículos- me maravilla que el máximo representante de una Nación, de un Estado,caiga tan bajo como cayó el señor Felipe Borbón en su discurso pro pp del 3 de octubre.
¿Rey de todos los españoles? ¿O rey contra una gran parte de los españoles, como su antepasado, Felipe V, el experto en barbacoas a domicilio como la de Xátiva? Bonita manera de entender la historia...
España no necesita más reyes, sino aprender a ser reina de sí misma.
Si este hombre sólo sabe hacer y decir lo que ha hecho y dicho hasta ahora, debería dejar el trono mañana mismo, ponerse a trabajar y a ganarse la vida de otro modo, que no sea parasitando al prójimo.
A la mayoría ciudadana la monarquía la humilla y la explota. El pueblo no quiere reyes ni reinas, ni sanguijuelas que lo esquilmen. 

El señor Borbón debería ahorrarse los discursos en plan remiendo a deshora, y hacer la maletas. No hace falta que se exilie si no quiere, basta con que deje de vivir del pueblo y viva de su trabajo, de un oficio que no sea el de mantenido, con sueldos para toda su familia -incluida una cría como su hija mayor, que ya tiene un sueldo millonario adjudicado, sólo porque en el futuro sería la programada invitro sucesora de papá-.

Es vergonzoso y degradante estar encadenados a un estado semejante de indecencia incongruente y que cuando algunos ciudadanos y políticos elegidos por la ciudadanía pretenden exponer esta situación ,en una supuesta democracia, se les encarcele, se les aísle y se les persiga.
Si el Parlamento fuera democrático obligaría al rey a someterse a un referendum,y no le protegería como si fuese el tesoro de los templarios.

No es nada personal contra el Preparao, es que hace falta un cambio de verdad y no sólo de marionetas y decorados; un cambio hacia la  justicia, la transparencia, la igualdad y la democracia de verdad auténtica, atar cabos entre causas y efectos, liberarse del pasado más obsceno y vergonzante, para poner en su sitio cada cosa y superar de una vez por todas tantos siglos de oscuridad y de tabúes, de miedos y de irresponsabilidad, de mediocridad y miseria, de vivir colgados del y sometidos al derecho de pernada feudal disfrazado de "modernos" horteras cognitivos, entre tanto ruido, tanta marcha real, tanto himno, tanta bandera absurda...y tan pocas nueces cosechadas en la realidad.

Ojalá ese discurso de Navidad, como siempre amañado y escrito por cualquier funcionario,que nada tiene que ver con el sujeto que lo lee ante cámaras y micrófonos, haya sido el último y que el próximo añonos felicite por estas fechas, un presidente o presidenta de la III República de los Pueblos Ibéricos, antigua España hecha cisco, que para entonces ya sea historia terminada, convertida en una sociedad solidaria y reconciliada consigo misma en un presente digno de un futuro igualmente digno
...por fin!

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