jueves, 18 de junio de 2015

La voz de Iñaki


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La verdadera madre del cordero

EL PAÍS   

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El sistema desportillado es obra de todos. Sin nuestra colaboración nunca habría sido posible. Entre la necesidad y la indefensión de muchos y el cinismo redomado de unos pocos que se aprovechan de ella para hacer patrimonio personal y de club de alterne político, hemos llegado al límite de lo racional y de lo medianamente sostenible. Tal es el escándalo y tales los resultados que sólo unos irresponsables e ineptos, desprovistos absolutamente de inteligencia, se pueden arriesgar de este modo a elogiar tal estado de miseria y desequilibrio. Porque no hay algo que mejor defina el contenido repugnante de lo que padece esta cloaca globalizada. 

Cuando afirmo que esta calamidad es obra de todos, no es, por descontado, para culpar a los pobres de vivir por encima de sus posibilidades, como suelen hacer los discapaces de la economía y la política cutres, sino para asumir la ceguera compartida de la humanidad. Nuestra realidad colectiva es la pobreza esencial, para unos esa pobreza viene impuesta por la injusticia, pero para muchísimos más esa pobreza es elegida "libremente", si es que no resulta ya un eufemismo hablar de libertad en un mundo transformado en un campo global de prisioneros. 
La libertad no llega con la vida fisiológica. Es un logro, un trabajo personal inserto en lo colectivo e inseparable de ello, que empieza con la primera respiración, se teje y va creciendo con el desarrollo del alma, que es el puente de unión entre nuestro cuerpo, nuestros instintos y nuestra mente cognitiva. La libertad es el primer y más básico reto de la vida y es, a su vez, inseparable de la conciencia: la manifestación del conjunto de elementos fundantes que identifica el factor humano y lo distingue del animal no pensante. La libertad es el oxígeno imprescindible para el desarrollo de nuestro potencial. Y no consiste en hacer de nuestra capa un sayo caiga quien caiga, como afirma el neoliberalismo, sino en elegir libre y "conscientemente" lo mejor para uno mismo considerando que también sea lo mejor para los demás. En esa evidencia fundamenta Kant su imperativo categórico. Es decir que mi bienestar no se base en la carencia ni en el malestar de mis congéneres. La libertad que no construye no es libertad, sino barbarie y prepotencia egocéntrica. Si nuestra libertad solo la utilizamos para medrar por encima de los demás, si para que eso sea posible se necesita destruir al prójimo, reprimirlo, arruinarlo, explotarlo, minimizarlo y abandonarlo a su pésima suerte e incluso exterminarlo con ignorancia, abusos,impuestos para llenar bolsillos sin escrúpulos, guerras, hambrunas o epidemias provocadas por torpeza o deliberadamente, ese resultado de nuestra libertad  en realidad es nuestro delito, esa libertad no es un derecho, no es la principal prerrogativa sino un atentado criminal hacia nuestros semejantes. Y es igualmente un delito social del mismo calibre en una democracia votar por opciones que se sustentan en ese estercolero de crueldad y banalidad. 
Por lo que estamos viviendo, podemos comprobar que el sistema desarrollado hasta ahora es una aberración que se nos ha hecho familiar y hasta "natural" a pesar de ser un gravísimo atentado contra natura. Es la degeneración primitiva del cainismo: matar al hermano porque estorba. La biblia no impuso el modelo, simplemente lo transcribió, lo dejó como un cuento moralizante para el inconsciente colectivo. Lo mismo que Hobbes cuando afirma que homo lupus homini est. Que el hombre es un lobo para el hombre, pero con el recochineo añadido de ser un lobo bípedo, erecto, "ilustrado", "culto" (¡?) y hasta ingenioso, muy religioso, ocurrente, creativo, emprendedor y "espiritual", que hasta habla varias lenguas y es capaz de pensar y transmutar los inocentes instintos animales en ideas retorcidas, planes nefastos, mercados bursátiles, convenios a su conveniencia, negocios pérfidos, prostitución de sí mismo con tal de conseguir poder y dinero o de salirse con la suya, o sea "ganar" a toda costa...Esa libertad no lo es. Es una cadena. Unos grilletes. Y el "sistema" que ha construido es una cárcel perversa, precisamente porque no  parece lo que es. Como los campos de exterminio nazi tampoco parecían desde fuera lo que eran. Campos de trabajo...y en las entrañas escondían la degeneración más horrenda y los hornos crematorios. Los nazis sólo se limitaron a reproducir en pequeño lo que el mundo construido por animales pensantes e instintivos, pero sin alma, y obviamente sin conciencia, son capaces de asumir con toda normalidad en un Vietnam, en un Guantánamo, en un gulag o en un cheka, en una cárcel cualquiera de cualquier dictadura declarada o camuflada de democracia pírrica. Son milenios de "perfeccionamiento" del sistema. De lavar la cara con leyes irrisorias al crimen de lesa fraternidad. Al fratricidio. 
Este sistema se burla de sus propias víctimas y sostenedoras. Y sólo ellas pueden terminar con su propio invento. Deshaciéndolo sin violencia, sino sustituyendo las atrocidades por sus opuestos. Como precisamente están haciendo los nuevos ayuntamientos y la mayoría de CCAA nacidos el 24M tras cuatro años de dolorosa gestación.

Lo primero que han hecho los portavoces elegidos por la ciudadanía no ha sido una fiesta institucional por todo lo alto ni agenciarse guardaespaldas y coches oficiales, ha sido correr al lado de los sufrientes y abrir las puertas de la casa común de la solidaridad y el respeto, sin mirar si es clase humilde o clase media o a qué clase pertenece una misma. No hay más clase que la humanidad, esté en el estado que esté. Omnia sunt communia han pensado a coro y eso exige transparencia de verdad no de sticker. 
Ese paso es fundamental para el cambio. Y lo estamos viendo y experimentando muy de cerca. Ximo Puig y el Presidente del Parlament valenciá, también socialista, superando el pronóstico y las reticencias, lo han puesto en marcha al mismo tiempo que Joan Ribó, Ada Colau, Carmena y tantos alcaldes y regidores de nuevo cuño en todo el mapa peninsular. Montoro ha gruñido amenazando con los recortes, y ellos han respondido recortando sus sueldos y sus prebendas para no recortar en atención humanitaria a sus hermanos más apaleados sin alterar para nada los presupuestos montoriles ni ser una amenaza para los acongojados  y chirriantes banqueros. Con humildad y sabiduría se llega a la inteligencia del amor, que es la verdadera justicia, la única fuerza que puede reformar el sistema más perverso sin necesidad de ninguna guillotina, de ninguna máquina de guerra ni hegemonía laclausiana, dejando atrás los viejos trucos del poder para convertirse en el gozo hermoso del apoyo mutuo. Cambiar poder y ganar por servir y compartir. Es la clave. Y parece que la están descubriendo; no es tan difícil ajustar con equilibrio los presupuestos como ajustar los egos y la avaricia a la realidad de la justicia. 
Ningún sistema tiene más vida propia que la que nosotros mismos le otorgamos. Para eso está el recurso de usar con amor la libertad que cambia las cosas cuando aprende a elegir la voz de la conciencia por encima de intereses, miedos y apegos a ideas preconcebidas, a tradiciones obsoletas y desastrosas como el caciquismo. 
Sí, Iñaki. Creo que la madre del cordero, por fin, ha aparecido para decirle que ya no es un cordero ni parte de un rebaño, sino el hijo que se libera de los tics y de la sumisión a pastores que fingían cuidarlo mientras le llevaban al matadero. Ya no necesita que le pastoreen, ha aprendido que si ejerce su libertad donde toca y cuando toca, las cosas siempre cambian a mejor. El pperismo con todo lo que significa, no sólo ha sido derrotado en las urnas, lo estamos derrotando dentro de nosotros mismos, con la lucidez, al dejar de ser cómplices de nuestros carceleros y de nuestros verdugos, que son más pobres aún que los pobres materiales; tan míseros y desaliñados que ni siquiera alcanzan a ver las dimensiones de su miseria, hasta considerarla riqueza, fortuna y estatus envidiable(¿?). 


                                              

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